Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

sábado, 6 de octubre de 2012

Embarazo adolescente- El sexenio fúnebre- Los pretenciosos ciclistas mexicanos

Embarazo adolescente

El Hospital General de Quintana Roo, ¨Jesús Kumate¨, en la ciudad de Cancún. Foto: Eduardo Miranda
El Hospital General de Quintana Roo, ¨Jesús Kumate¨, en la ciudad de Cancún.
Foto: Eduardo Miranda
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El aumento de casos de embarazo entre adolescentes se analiza hoy como una situación problemática que debe ser pensada en términos de riesgo. La Comisión Económica para América Latina (Cepal), en el capítulo II de su Panorama social de América Latina 2011, dice que “la elevada incidencia de la pobreza y la desigualdad en la región y su estrecho vínculo con los bajos niveles educativos se conjugan para que núcleos todavía importantes de población enfrenten barreras de acceso a información y servicios de salud sexual y reproductiva, y mantengan una alta tasa de fecundidad no deseada. La situación es particularmente preocupante en el caso de las adolescentes latinoamericanas”. La Cepal habla del círculo vicioso que se establece entre maternidad precoz, número de hijos, falta de educación y menor capacitación laboral, pues esta combinación establece una “estructura de desventaja” y refuerza la pobreza y la desigualdad. Claudio Stern, en su espléndido libro El “problema” del embarazo en la adolescencia (Colmex, 2012), introduce matices que aportan a una mejor comprensión del fenómeno y, por lo tanto, a un abordaje más eficaz en términos de política pública.
Luego de más de 20 años de investigación sobre la salud sexual y reproductiva, así como en torno a los derechos de las y los jóvenes, Stern plantea el desafío de repensar cómo se construye un fenómeno social como “problema”. Empieza revisando la designación de este tipo de embarazo “precoz” como “anticipado” y “riesgoso”, para concluir que el riesgo no radica en el embarazo en sí mismo, sino en las condiciones en que ocurre. Subraya la necesidad de poner atención en el contexto para no resbalar en la reducción que suele darse a priori en términos como “maternidad adolescente” y “embarazo adolescente”, pues la llegada de una criatura en la pospubertad de la madre tendrá efectos distintos dependiendo de sus circunstancias: ¿es producto del abuso sexual o de la iniciación en la vida sexual?
El puntillosismo académico de este prestigiado investigador resulta muy esclarecedor, pues preguntarse cómo es que dicho fenómeno se ha vuelto un problema y cuestionar las implicaciones que de ahí se derivan ilumina muchos aspectos que suelen ser soslayados en la “preocupación” de los funcionarios responsables de abordar el fenómeno. Indudablemente la posibilidad de determinar la cantidad y el espaciamiento de los hijos tiene múltiples ventajas, y eso se obtiene mediante una buena educación sexual y un aumento significativo del uso eficiente de anticonceptivos modernos. Pero las/los adolescentes que inician su vida sexual no están todos en las mismas circunstancias, y Stern subraya que si bien lo más grave y preocupante radica en la pobreza y la desigualdad, que obviamente se traducen también en la carencia de una buena educación sexual y de una oferta adecuada de métodos anticonceptivos, el problema va más allá del círculo vicioso de la “dinámica demográfica de la pobreza”. Una es la situación de vulnerabilidad de las adolescentes pobres, donde las desigualdades ya existentes aumentan esa “estructura de desventaja”, y otra es la situación de muchas más adolescentes.
Stern pone el dedo en la llaga cuando señala que las restricciones en el uso de anticoncepción entre los y las adolescentes revelan no sólo insuficiencias económicas, sino también barreras culturales. Los adolescentes no acuden a los servicios de “planificación familiar” para consultar sobre su sexualidad, y las adolescentes no previenen embarazos no deseados. Stern critica los programas de las instituciones públicas y plantea la importancia de elaborar una política de largo plazo que reconozca las diferencias entre las/los propios/as adolescentes y adecue sus medidas a las variadas necesidades de ellas y ellos. Y por eso concluye que lo más urgente, además de contrarrestar los efectos de la pobreza, es la aceptación “del inevitable incremento de la exposición a la sexualidad premarital”.
Stern enfatiza la imperativa relevancia de que la educación pública imparta una educación sexual temprana, y de que los servicios de salud sexual y reproductiva públicos ofrezcan un acceso fácil y universal a los métodos de anticoncepción. Y tiene razón cuando concluye que “mientras no haya una mayor aceptación social del ejercicio de la sexualidad entre los jóvenes, continuarán sumándose obstáculos para prevenir embarazos no deseados y para evitar los riesgos que implican para las y los adolescentes”.
Sí, los chavos y chavas tienen relaciones sexuales, y yo añadiría que, además de las dificultades que enfrentan para prevenir embarazos, otro gran obstáculo radica en la imposibilidad de remediarlos mediante su interrupción legal. Ese es un problema en toda la república, y en el DF, donde existe la interrupción legal del embarazo, las menores de edad requieren el permiso de sus padres. En otros países ya se ha modificado esa exigencia y sólo se pide que las menores vayan acompañadas de una persona adulta. Como ven, hay mucho por hacer en nuestro país, y la política del avestruz no parece dar resultados. Por lo pronto, y como señala Claudio Stern, el “problema” es la manera deficiente en que abordamos el embarazo de las adolescentes.
 

El sexenio fúnebre

Galván, Calderón y Saynez. Espectáculo militar en el Zócalo. Foto: Miguel Dimayuga
Galván, Calderón y Saynez. Espectáculo militar en el Zócalo.
Foto: Miguel Dimayuga
MÉXICO, D.F. (apro).- El próximo 1 de diciembre, el gobierno de Felipe Calderón concluirá su sexenio con cerca de 60 mil muertos, producto de la guerra contra el narcotráfico que declaró en los albores de su administración.
Esa será, aunque no lo quiera, su carta de presentación cuando vaya errando por el mundo en busca de un lugar, porque en México no habrá de quedarse.
Durante estos seis años, Calderón mantuvo siempre una sonrisa burlona que no borró, pese a que todos los días de su gobierno hubo un muerto, un desaparecido o una víctima de la violencia que, de manera incontenible, creció como espiral, con rachas que alcanzaron más de 30, 40 o más asesinatos en un solo día.
El panista destacó por su actitud de soberbia y, durante todo su sexenio, le hizo falta sensibilidad para escuchar y atender a miles de familias que agotaron todas las instancias pidiendo justicia.
En este periodo de la vida del país, el presidente nunca cedió en su posición despótica de gobernar, poniendo en puestos claves a sus amigos, siempre menores que él, para no hacerle sombra.
En fin, Calderón nunca se transformó en jefe de Estado. Tuvo su nivel máximo de desarrollo cuando fungió como coordinador del Partido Acción Nacional en la Cámara de Diputados, donde aprendió a negociar con líderes sindicales, gobernadores, dirigentes partidistas, empresarios y representantes de otros poderes fácticos a los que no tocó en su gobierno.
El desdén por la sociedad del segundo y último presidente panista fue más que evidente. Cuando asesinaron a los jóvenes en Villas de Salvárcar, Chihuahua, lo primero que dijo es que eran pandilleros, y en el caso de doña Ernestina Ascencio, antes de que concluyeran las indagaciones aseguró que había fallecido de “gastritis crónica”, desdeñando las pesquisas que apuntaban a una violación por parte de soldados.
Bajo su égida, la seguridad pública y la justicia estuvieron supeditadas a la protección de sus funcionarios, como Genaro García Luna, o a la omisión de las autoridades municipales y estatales, que nunca tocó, creando con ello un ambiente de impunidad que alcanzó 98% de los casos remitidos ante los tribunales penales, pues sólo 2% de los detenidos recibieron sentencia.
Uno de los casos de mayor impunidad, que trató con la punta del pie, fue el de los miles de familiares de muertos y desaparecidos que le demandaron justicia. En uno de los encuentros en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, Nepomuceno Moreno, sonorense de 64 años a quien le desaparecieron un hijo, le pidió ayuda. Meses después fue asesinado en pleno centro de Hermosillo.
Ante las víctimas, el panista se comprometió a impartir justicia, pero con el paso de los días respondió con remedos, creando la Procuraduría de Atención de Víctimas, sin presupuesto y sin una estructura material y humana. Propuso una ley en la materia que nunca fue consultada con las familias afectadas y en la que no se reconoce a las víctimas de la violencia. Y, en el colmo de la soberbia, impuso su voluntad para construir un memorial en las instalaciones militares, insultando con ello la memoria de quienes precisamente murieron por el abuso de los soldados y policías coludidos con el crimen organizado.
Otro desdén de arrogancia fue el que hizo ante la demanda de aparición de Edmundo Reyes Amaya y de Gabriel Alberto Cruz Sánchez, desaparecidos en 2007 en Oaxaca. Los dos cuadros políticos del Ejército Popular Revolucionario (EPR) fueron presa de desaparición forzada por parte de la policía del estado gobernado entonces por Ulises Ruiz, quien los entregó al Ejército.
A pesar de que durante cuatro años la Comisión de Mediación (Comed) pidió a la Secretaría de Gobernación indagar sobre el paradero de los dos guerrilleros, nunca se atendió el llamado.
Mediante una carta pública, dicha instancia anunció esta semana su disolución, al advertir que en el gobierno federal nunca hubo voluntad de resolver el caso, sino que se crearon muchos obstáculos y se eliminaron pruebas.
Calderón ya prepara sus maletas. En Los Pinos están esculpiendo su figura, que habrá de erigirse en el Paseo de los Presidentes, ubicado en los jardines de la residencia oficial.
Hasta ahora se sabe que piensa radicar en Texas y dar clases en la universidad de ese estado, pero ya hay protestas de organizaciones sociales y de estudiantes que repudian su presencia.
Durante estos seis años el panista ha dicho a sus críticos que preferiría pelear hasta con piedras contra el crimen organizado a no hacer nada. Pero Calderón se equivoca, porque la crítica no ha sido en ese sentido, sino por la falta de una estrategia integral que atienda, al mismo tiempo, la seguridad, la salud, la educación, la justicia y, sobre todo, la corrupción.
El gobierno de Calderón, próximo a concluir, será un gobierno fúnebre. Será el sexenio de la muerte, la impunidad y la corrupción, y uno de los periodos más violentos y tristes de México en muchos años, con una herida social que tardará varias generaciones en cerrar.
 

Los pretenciosos ciclistas mexicanos

Mujeres ciclistas exigen respeto a los automovilistas. Foto: AP / Marco Ugarte
Mujeres ciclistas exigen respeto a los automovilistas.
Foto: AP / Marco Ugarte
Los ciclistas mexicanos deben comprender que no están en Europa. Qué molesto es conducir tu automóvil y soportar a uno de estos pretenciosos que entorpecen el tránsito. Las autoridades deberían prohibir que circulen sobre la vía pública.
Esta visión sobre los ciclistas es una constante en el país. En agosto del año pasado, Ángel Verdugo, comentarista de Grupo Imagen, expresó al aire su opinión sobre el tema, que refleja el sentir de muchos:
“Voy a hacer una invitación a todos los automovilistas conscientes de este Distrito Federal ante lo que yo llamo la nueva plaga que está a punto de causar daños severos en el Distrito Federal, los señores estos no sólo los que circulan en bicicletas propias sino esta plaga que se creen europeos, se creen franceses y no señores ustedes no son franceses, son mexicanos, con todo lo que ello implica, no están ustedes en Paris, en Champs-Élysées. ¡No señores!”.
El fin de semana pasado se celebró en Oaxaca la quinta edición del Congreso Nacional de Ciclismo Urbano. En esta ciudad, como en la mayoría del país, los automovilistas quieren exterminar a los conductores de biclas. Les arrojan el coche, los insultan: actúan como si la vía pública sólo les perteneciera a ellos.
A pesar de que para muchos conductores los ciclistas son equiparables a una plaga de cucarachas, estos ciudadanos dan ejemplo de humanismo, utopía y responsabilidad.
¿Quién es una plaga, el solitario conductor de una inmensa camioneta ocho cilindros o la ciclista que diariamente conduce a su trabajo sin producir contaminación? ¿Quién es un lastre para la nación, el ciudadano que se dio por vencido ante la inmunda corrupción del sistema o los grupos de ciclistas que cuidaron casillas en las elecciones presidenciales?
La resignación se ha vuelto un patrón común entre los mexicanos inconformes con el podrido entorno. El silencio como única protesta ante el conductor que se forma en doble fila. La solitaria molestia por quien arroja basura a la calle. Seguir de frente ante el agente de tránsito extorsionador. Soportar a los vecinos que inundan el edificio de excesos sonoros. Taparse la nariz ante el viejo microbús que echa tanto humo como un parque industrial.
He escuchado de muchas personas honestas el lugar común: “Yo hago lo que me toca”. Esta frase ya saturó mis oídos. Argumentan que ellos son responsables: se ganan la vida dignamente, tiran la basura en su lugar, pagan a tiempo sus cuentas, no le hacen daño a sus semejantes y votan en cada elección.
En un país donde cualquiera puede escribir tu nombre en una pancarta utilizando como tinta tus intestinos, la filosofía de “hacer lo que me toca” es más bien un paliativo de las buenas conciencias. Lavarse las manos ante la ruina.
La enseñanza contraria la ofrecen los ciclistas mexicanos. No mirar para otro lado frente al dolor del prójimo, sino ofrecer una mano por pura humanidad.
Hay iniciativas para recuperar la vía pública secuestrada por la violencia, como Chihuahua en Bicicleta o Bicibilizate Michoacán. Algunos grupos de ciclistas ofrecen el recurso no renovable de su tiempo para frenar el deterioro ambiental, como Bicitekas. El colectivo Camina Haz Ciudad rescata banquetas para los peatones. Y esta es sólo una mención superficial, hay muchos más proyectos: Insolente, Cletofilia, Bicitlán Radio, Paseo de Todos, Muévete en Bici, Bicicleta Blanca…
La mayoría de estos colectivos está integrada por profesionistas que ceden su energía para mejorar su entorno. No tienen ese tufo a engaño de algunas organizaciones civiles que lucran con la pobreza, evadiendo impuestos con vulgares redondeos o lavando la cara de una empresa abusiva.
¿Debemos enjuiciar a los ciclistas por ser unos pretenciosos que se sienten europeos? ¿Qué hay de malo en querer ciudades donde las calles estén limpias?, ¿En dónde está el error en actuar como buenos vecinos?, ¿Es estúpido tener una pizca de sensibilidad humana?, ¿Es iluso pintar banquetas, reciclar o convivir en un paseo dominical?, ¿Es inútil imaginar poblaciones soleadas, verdes y en paz?
Es claro que a los vividores del erario no les interesa mejorar este país, que los legisladores privilegian sus bonos antes que ver por los electores y que el Ejército jamás terminará con el narcotráfico. Estamos obligados a rascarnos con nuestras propias uñas.
La filosofía de “hago lo que me toca”, de ver pasar los infiernos frente a nosotros y no mover un dedo nos mantendrá hundidos. Los ciclistas nos enseñan lo opuesto, que sí tenemos el poder de cambiar entornos. Nos dicen con actos cómo soñar en plural, materializar utopías, reír en colectivo y asumir el control del ser creador que llevamos dentro.
Cada quien es libre de enfrentar a su gusto la hedionda descomposición del país. No obstante, es miserable querer exterminar a quien ve por su prójimo. Nadie está obligado a pintar banquetas, cuidar ancianos o protestar por un fraude electoral, pero por lo menos debe dejar en paz a quien sí lo hace. Y eso implica, por principio, no aventar el coche a los ciclistas.
Twitter: @juanpabloproal
Sitio: www.juanpabloproal.com
P.D. El músico José Cruz, fundador del grupo de blues Real de Catorce y quien padece esclerosis múltiple, necesita de su generosa solidaridad para pagar la producción de su más reciente disco, “Una razón para vivir”. Las donaciones son recibidas en la cuenta 4039551163 HSBC a nombre de José Cruz Camargo Zurita. Sitio: http://josecruzelreal.com/ Contacto: josecruzcatorce@hotmail.com

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