Muy tersa, muy aterciopelada, pero en esta larga transición Felipe Calderón intentó “chamaquearse” a Enrique Peña Nieto. Una entre varias tentativas, seguramente.
Le platico hoy de las ya rechazadas ternas que hace un par de semanas enviara el ocupante de Los Pinos a los integrantes del Senado de la República para que de cada una de ellas surgiera el reemplazo de los ministros de la Corte Guillermo Ortiz Mayagoitia y Salvador Aguirre Anguiano, cuyos encargos están por llegar a su fin.
Y esa es precisamente la clave. Que esas dos vacantes aún no se dan.
Reza el Artículo 96 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos –que creo todavía nos rige-- que “para nombrar a los ministros de la Suprema Corte de Justicia, el presidente de la República someterá una terna a consideración del Senado, el cual, previa comparecencia de las personas propuestas, designará al ministro que deba cubrir la vacante. La designación se hará por el voto de las dos terceras partes de los miembros del Senado (que estén) presentes, dentro del improrrogable plazo de treinta días. Si el Senado no resolviere dentro de dicho plazo, ocupará el cargo de ministro la persona que, dentro de dicha terna, designe el Presidente de la República.
“En caso de que la Cámara de Senadores rechace la totalidad de la terna propuesta, el Presidente de la República someterá una nueva, en los términos del párrafo anterior. Si esta segunda terna fuera rechazada, ocupará el cargo la persona que dentro de dicha terna, designe el Presidente de la República.”
Que ¿cuál es la clave? Bueno, pues que las vacantes aún no se han dado. Y vacante, de acuerdo a la Real Academia Española, es un adjetivo, que también puede utilizarse como sustantivo, que significa “que está sin ocupar”, y “dicho de un cargo, un empleo o una dignidad: que está sin proveer”.
El caso, pues, es que los dos encargos de ministro aún no están vacantes.
El caso es que Calderón quiso dar un madruguete e, incluso, manipuló la información al respecto.
“LA PINCHE SOTA”
Fue de uno de los Messenger de BlackBerry que los contribuyentes pagamos a los empleados que tenemos en Los Pinos que salió la versión, “a los columnistas amigos”, de que una terna había sido propuesta por Calderón y la otra por Peña Nieto. Algunos de los receptores de dicho “pin” señalan directamente a la señora Alejandra Sota --quien ocupa la vocería de la casa presidencial-- como la emisora del mismo. Otra vez “la pinche Sota”, como de ella dijera la “desaparecidita” Josefina Vázquez Mota.
Pero el caso es que en los cuarteles del próximo inquilino de Los Pinos, ni enterados estaban de que, según Calderón y Sota, de ahí había salido una de las dos ternas. Ambas rechazadas, vale reiterar.
De acuerdo al 96 constitucional, pues, aún no hay vacantes.
Y los priístas aprovecharon que sus opositores del blanquiazul rechazaron a la propuesta que Calderón les adjudicó, para ellos también objetar al que el michoacano ha venido proponiendo, sin éxito, desde hace ya tres años.
De acuerdo al 96 constitucional, también, los senadores ya deben haber recibido las otras propuestas de Calderón, para sustituir a las primeras que le fueron “bateadas”.
Lo más seguro es que, teniendo como plazo 30 días para resolver, esperarán a que verdaderamente estén vacantes los sitiales ministeriales para, entonces sí, ya con Peña Nieto cruzado de la banda presidencial, designar a los sustitutos de los archiconservadores Mayagoita y Anguiano.
Bueno sería que el perfil de aquellos dos que vayan a ocupar esas posiciones supremas del Poder Judicial fuesen liberales, para “empatar cartones” con la mayoría que, hoy por hoy, está más cargada a la derecha que al centro, al punto de equilibrio.
Calderón quiso “chamaquear” a Peña.
Pero éste se puso las pilas y…
Índice Flamígero: Quedó consumada la contra-reforma laboral. A 73 días de haber sido presentada por Calderón al Congreso, fue finalmente aprobada por el Senado. Ahora que la promulgue el ocupante de Los Pinos, los derechos de los trabajadores quedarán automáticamente conculcados. + + + Y mientras, el michoacano está a 15 días de empezar a cobrarnos a los contribuyentes como “ex”. Le seguiremos pagando todo el tiempo que viva.
Francisco Rodríguez - Opinión EMET
Más oportunidades de enriquecimiento fácil y sin riesgos
Con el mundo al borde de una recesión histórica porque no lograran ponerse de acuerdo en Estados Unidos los congresistas de los partidos Republicano y Demócrata, en torno a las medidas indispensables para evitar el “abismo fiscal” en su economía, aquí los burócratas a punto de dejar el poder sólo piensan en la mejor manera de sacar el mayor provecho a su privilegiada situación que está por terminar.
Hubieran querido que Felipe Calderón enviara al Congreso, también en calidad de preferente, la iniciativa de reforma energética, para haber tenido la oportunidad de entrar al gran negocio que significa la explotación de Pemex. Aun así, se apuntan para cuando llegado el momento no se olviden que ellos, los panistas, hicieron un importante trabajo para avanzar en la privatización de la paraestatal.
El director de Pemex, Juan José Suárez Coppel, no se anduvo con rodeos: “Como mexicano me encantaría poder invertir en Pemex para tener parte de los rendimientos que genere”, afirmó al participar como orador en el tercer foro de Petróleo y Energía. Pero precavido como debe ser para sus asuntos personales, aclaró que “sólo a partir de un saneamiento financiero por parte del gobierno federal”, la paraestatal estaría en condiciones de ser abierta al capital privado.
Quiere el “plátano” pelado y en la boca para no correr ningún riesgo. Posteriormente, cuando llegara el caso, el gobierno federal entraría de nuevo a rescatar a la paraestatal, una vez que el saqueo llegara a su máximo nivel y ya no tuviera la rentabilidad apetecida por sus propietarios privados, como así ha sucedido a través de los años. ¿Cuántas empresas y actividades económicas en manos estatales que se han privatizado no han experimentado ese proceso?
El colmo es que todavía se atreven a decir, con el mayor cinismo, que sólo los empresarios privados son buenos administradores. Con igual desfachatez afirman los tecnócratas del sector público que quieren un Pemex manejado por inversionistas privados, “lo que no significa que la paraestatal se privatizaría”. Es igual a decir que me voy a vivir a una casa particular, saco a su propietario, rento una parte y me quedo con el dinero; a él le digo que no se preocupe, que al fin y al cabo sigue siendo el dueño.
Tal es el sentido de las palabras del secretario de Energía, Jordy Herrera Flores. Afirmó que la apertura de Pemex a la inversión privada, “permitiría mejorar su rentabilidad, sin que el Estado necesariamente pierda el control de la empresa”. De plano los tecnócratas creen que los mexicanos somos retrasados mentales, pues no se ponen a pensar en la magnitud de sus patrañas.
Sus ambiciones no tienen límite, a pesar de los riesgos en que está el país, no sólo en materia económica por la situación en que se encuentra Estados Unidos y por la recesión europea, sino por la grave situación social de México en este momento, tanto por la terrible descomposición del tejido social, agravada por niveles de violencia sin paralelo en América Latina, como por la complejidad de los fenómenos derivados de tres décadas con una creciente pérdida del poder adquisitivo de los salarios, junto a una concentración de la riqueza en una minoría que no se sacia de acumular bienes y privilegios.
Buen ejemplo de esto es lo dicho por Carlos Hank González, nieto del profesor del mismo nombre, actualmente director general del Grupo Financiero Interacciones y de la constructora Grupo Industrial Hermes. Se le hace tarde para empezar a realizar importantes negocios con el gobierno de Enrique Peña Nieto, pues son muchas las necesidades del país en materia de infraestructura. “Estamos entusiasmados por el potencial que puede tener” esta actividad que demandará fuertes inversiones. Puntualizó su disponibilidad a sumar esfuerzos con inversionistas extranjeros.
Es preciso aclarar que nadie podría estar en contra de que haya inversiones que generen riqueza y empleos, pero sí de la voracidad de la que han dado amplias muestras los miembros de la elite del empresariado mexicano, la misma que los mueve a pugnar con firmeza porque sean aprobadas las llamadas reformas estructurales, con las cuales asegurarían más elevadas tasas de ganancias, menos compromisos con los sectores sociales, más oportunidades de enriquecimiento fácil y sin riesgos.
Es por demás ilustrativa la visión que tiene del país, y particularmente de Pemex, el presidente de la multinacional española Repsol, Antonio Brufau Niubó. En el foro de Querétaro afirmó: “Para la industria petrolera, México es un país enormemente atractivo”. Tan es así que Ernesto Marcos Giacomán, ex funcionario de la paraestatal y ahora consultor privado, exigió en el mismo foro la privatización plena de Pemex. Dijo: “Ha habido rumores de que la reforma energética va a ser light. Eso no debe aceptarse, tenemos que ir por todas las canicas”. Y vaya que lo están logrando.
Guillermo Fabela - Opinión EMET
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