Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 7 de noviembre de 2012

La ONU le apaga el cerillo al IFE- Los escondrijos del IFE

Los escondrijos del IFE

Sesión en el IFE. Foto: Eduardo Miranda
Sesión en el IFE.
Foto: Eduardo Miranda
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Es totalmente lógico y, por lo mismo, comprensible que antes de que finalice un proceso electoral se preserve la integridad de los paquetes electorales y que en ese lapso nadie pueda revisarlos ni acceder a la documentación que contienen, pues pueden requerirse para resolver las impugnaciones interpuestas por las distintas fuerzas políticas; pero una vez que se califica la elección y el resultado legalmente es inmodificable, no existe ninguna razón para no abrirlos al escrutinio público.
Esto lo recoge cabalmente la Ley de Instituciones y Procedimientos Electorales de Baja California, que en su artículo 387 prescribe: “Durante el mes de enero del año siguiente a la elección, la Dirección General del Instituto Electoral expondrá al público la documentación a que se refiere el artículo 382 de esta ley, para proceder posteriormente a la elaboración de la estadística electoral y los estudios del proceso electoral”.
Dicha documentación son las copias de las actas y los documentos de los expedientes de cómputo distrital, así como los sobres que contienen: el original del acta de la jornada electoral; la relación de incidentes que se presentaron durante la misma; los escritos de protesta que se recibieron; los sobres de cada elección que contienen las boletas sobrantes inutilizadas; los votos válidos y los votos nulos, además de las listas nominales con fotografía.
Es decir, precisamente el mismo tipo de documentación electoral de las elecciones presidenciales de 2006 que las autoridades federales (IFE, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Suprema Corte de Justicia de la Nación) e incluso la Corte Interamericana de Derechos Humanos se niegan a abrir a la ciudadanía.
Los legisladores de Baja California comprendieron que hay momentos en que lo más importante es la preservación de los paquetes electorales; pero posteriormente lo que debe prevalecer es la transparencia y la rendición de cuentas y, por lo mismo, su apertura al escrutinio público, entre otras cosas para perfeccionar los procedimientos electorales, por lo cual ordenan la realización de estudios. Finalmente, disponen que, una vez cumplidos todos los objetivos, se destruyan, de manera que también establecen en la última oración del artículo 387: “El Consejo General acordará la fecha y modo en que habrán de ser destruidos”. Es decir, regularon las etapas en función de las prioridades de cada una de ellas.
Lamentablemente esto no sucede a nivel federal ni ha sido replicado en otras legislaciones electorales de los estados, porque no logran deshacerse de atavismos que tanto daño han hecho a la vida política nacional. En el caso de los procesos electorales: el temor a que afloren irregularidades, errores o manipulaciones que dañen la legitimidad de los representantes elegidos o la confianza en las mismas autoridades electorales.
Esto ha sido particularmente evidente en relación con la documentación del proceso electoral de 2006, cuya secrecía mantienen a pesar de que el titulase efectúen sobre dicha elección y los paquetes correspondientes podrían ser los que más aporten elementos para el perfeccionamiento de los procedimientos electorales; pero en lugar de aprovecharlos al máximo, la autoridad prefiere ignorarlos.
Afortunadamente los esfuerzos de las autoridades del IFE por destruir todas las evidencias se topan, nuevamente, con las medidas cautelares dictadas por una autoridad internacional, pues el pasado miércoles 31 de octubre el Alto Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas solicitó al Estado mexicano detener, al menos por el momento, la destrucción de los paquetes electorales de dicha elección. Todavía no puede cantarse victoria, pues lo mismo hizo la CIDH en 2008, y tres años después, al resolver el fondo del asunto, le dio carpetazo, que es precisamente lo que perm; color: blue; font-size: large;">
En octubre de 2003, el Consejo General del IFE (Proceso 1876) aprobó un acuerdo que permitió, por primera ocasión en la historia de los procesos electorales, acceder a una muestra de los paquetes para realizar estudios con la documentación contenida en los mismos, con el objetivo fundamental de perfeccionar los procedimientos y procesos electorales, pero también con el fin de confrontar y verificar la información de las actas de escrutinio y cómputo.
Este acuerdo se replicó, prácticamente en esos términos, para los procesos electorales de 2009 y 2012, mas no para el de 2006. Es decir, el proceso electoral más competido y controvertido es el único para el que se pretende destruir toda la paquetería electoral, sin reservar ninguna muestra ni realizar ningún tipo de estudio.
Precisamente por sus características particulares, todo indica que los estudios que se efectúen sobre dicha elección y los paquetes correspondientes podrían ser los que más aporten elementos para el perfeccionamiento de los procedimientos electorales; pero en lugar de aprovecharlos al máximo, la autoridad prefiere ignorarlos.
Afortunadamente los esfuerzos de las autoridades del IFE por destruir todas las evidencias se topan, nuevamente, con las medidas cautelares dictadas por una autoridad internacional, pues el pasado miércoles 31 de octubre el Alto Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas solicitó al Estado mexicano detener, al menos por el momento, la destrucción de los paquetes electorales de dicha elección. Todavía no puede cantarse victoria, pues lo mismo hizo la CIDH en 2008, y tres años después, al resolver el fondo del asunto, le dio carpetazo, que es precisamente lo que permitió al IFE ordenar su destrucción. Pero al menos sí renace la esperanza de que se pueda acceder a la documentación electoral y realizar diferentes estudios y verificaciones.
Si la ONU resuelve favorablemente el recurso que interpuso el director de Proceso, Rafael Rodríguez Castañeda, se accede a dicha documentación y las revisiones que se practiquen muestran que sí se alteró el resultado electoral, el efecto sobre la credibilidad del IFE será devastador y, en caso de que se convalide en lo fundamental el resultado y no existan evidencias contundentes de alteración alguna, los beneficios serán menores, pues sus resistencias pesarán tanto o más que el desenlace. El IFE ya desaprovechó la oportunidad de beneficiarse de una escrupulosa revisión pública y elevó exponencialmente los costos de un eventual resultado adverso.

La ONU le apaga el cerillo al IFE


Las boletas electorales de 2006. Foto: Karina Urbina
Las boletas electorales de 2006.
Foto: Karina Urbina
Una vez más, el consejero presidente del IFE debió posponer para ocasión mejor la destrucción de los documentos correspondientes a las elecciones presidenciales de 2006. El 31 de octubre, el máximo organismo mundial, la ONU, atendió la demanda de Proceso y prácticamente apagó el cerillo con el que Leonardo Valdés se disponía a quemar las boletas de aquellos controvertidos comicios.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El Instituto Federal Electoral (IFE) pospondrá una vez más la destrucción de los registros y documentos oficiales sobre la elección presidencial de 2006, luego de que así se lo solicitara la Organización de las Naciones Unidas (ONU) al Estado mexicano.
Desde Ginebra, Suiza, el organismo internacional hizo la petición al gobierno de Felipe Calderón ante la posibilidad de que esa destrucción violara diversas disposiciones del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, reconocido por México.
El aplazamiento representa una “medida provisional” mientras el Comité de Derechos Humanos de la ONU analiza la demanda que presentó ante esa instancia el director de la revista Proceso, Rafael Rodríguez Castañeda, por la decisión del IFE de destruir toda evidencia de lo que fue la elección de Calderón como presidente.
El 31 de octubre, el director de la División de Tratados de Derechos Humanos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Ibrahim Salama, informó a la representación legal del semanario que el relator especial sobre nuevas comunicaciones y medidas provisionales del mencionado comité “ha solicitado al Estado parte suspender la destrucción de las boletas electorales de la elección del 2 de julio de 2006”, mientras la demanda es analizada.
El Alto Comisionado de la ONU, con sede en Ginebra, precisó que la medida provisional “podrá ser reexaminada” a solicitud del Estado parte y en función de las observaciones que haga sobre la admisibilidad y el fondo de la demanda. A su vez Proceso deberá responder a lo que diga el Estado mexicano a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
El consejero del IFE Marco Antonio Baños Martínez admitió el jueves 1 ante la prensa que el instituto tiene que respetar la petición de la ONU, aunque su colega Benito Nacif se quejó del costo que seguirá significando la conservación de las evidencias de la elección de Calderón:
“El IFE será prudente, tendrá que revisar el alcance de la decisión tomada en términos de derecho internacional público. El país ha suscrito los pactos que motivan la decisión del Alto Comisionado (de la ONU para los Derechos Humanos), así que es una decisión vinculatoria y en mi opinión el instituto tendrá que ser respetuoso de la decisión y diferir la destrucción de las boletas electorales del proceso 2006.”
En el acuerdo CG660/2012, de la fecha mencionada, se dice que el IFE estableció por unanimidad los lineamientos para la destrucción de la papelería de los procesos electorales federales de 2006 y 2012, y la programó para la segunda quincena de noviembre. Con la petición de la ONU, a partir del lunes 12 sólo se podrá eliminar la documentación de las elecciones de julio pasado.
Los consejeros han dado cifras contradictorias sobre eled; font-size: large;">Proceso, a través de su director, recurrió a la ONU alegando que ese acuerdo del IFE viola los artículos 2, 14 y 19 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que se refieren a las obligaciones del Estado mexicano de adoptar medidas para garantizar los derechos humanos, asegurar recursos judiciales efectivos y respetar el derecho de buscar, recibir y difundir información.
En su argumentación, la revista sostiene que México carece de un recurso legal efectivo para que cualquier ciudadano tenga acceso a los paquetes electorales, toda vez que tanto las autoridades administrativas como las judiciales resolvieron que la información electoral está reservada para los partidos políticos y excluye a los particulares.
En el acuerdo CG660/2012 los consejeros electorales dijeron que la conservación de los paquetes electorales durante todo el sexenio ha costado cerca de 80 millones de pesos, además de que el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) prevé la destrucción de la papelería utilizada cuando finalice el proceso.
En el caso de la elección de 2006, el IFE señaló que el proceso culminó el 5 de septiembre de ese año, cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) le entregó a Calderón la constancia como presidente electo.
Sin embargo an style="background-color: yellow; color: red; font-size: large;">
En el acuerdo CG660/2012 los consejeros electorales dijeron que la conservación de los paquetes electorales durante todo el sexenio ha costado cerca de 80 millones de pesos, además de que el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) prevé la destrucción de la papelería utilizada cuando finalice el proceso.
En el caso de la elección de 2006, el IFE señaló que el proceso culminó el 5 de septiembre de ese año, cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) le entregó a Calderón la constancia como presidente electo.
Sin embargo el instituto no pudo destruir en ese momento el material porque había diversas peticiones de información pública para tener acceso a los paquetes de boletas y actas. El tema llegó al Poder Judicial.
El IFE negó el acceso escudándose en la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, en tanto que el TEPJF validó esa negativa con el argumento de que no se afectaban los derechos políticos de los peticionarios. Por su parte la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en una votación de seis a cinco, determinó que el tema no era de acceso a la información sino electoral, y por lo tanto reservado a los partidos políticos.
Ante la persistente negativa de las autoridades administrativas y judiciales, la revista acudió a la CIDH para demandar al Estado mexicano y solicitar medidas cautelares para suspender la destrucción de los paquetes.
En julio de 2008, el organismo interamericano concedió esas medidas precautorias, pero demoró años (hasta noviembre de 2011) para decidir que no admitiría la demanda por considerar que la negativa del gobierno de Calderón no constituía una posible violación a la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La CIDH desechó el caso sin entrar al fondo de la denuncia.
A partir de esa decisión los consejeros del IFE aseguraron que ya no había nada que detuviera la destrucción de todo el material de la elección presidencial de 2006 y emitieron los lineamientos para ello.
Pero ahora la ONU es la que pide la medida provisional, que puede ir más allá del 30 de noviembre, cuando concluya el actual periodo presidencial y en tal caso le corresponderá al gobierno de Enrique Peña Nieto hacer la defensa de la elección de Felipe Calderón.
 
 

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