Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

jueves, 8 de noviembre de 2012

Obama: retos y oportunidades de viraje- Un acto de genocidio a plena luz del día- Decisión electoral: ¿más mercado o más Estado?


Obama: retos y oportunidades de viraje


A unas horas de que Barack Obama obtuvo la victoria en las elecciones presidenciales de Estados Unidos y aseguró su permanencia en la Casa Blanca por cuatro años más, es claro que el mandatario deberá hacer frente, en los próximos meses, a desafíos y riesgos diversos que pudieran condicionar, para bien o para mal, el rumbo de su segundo mandato.
 
Acaso el más acuciante de esos retos sea la construcción, antes de que concluya el año en curso, de una coalición legislativa que permita tomar medidas urgentes para reducir el déficit público de Estados Unidos antes de la inminente extinción de las reducciones impositivas adoptadas en los años de George W. Bush –lo que se ha dado en llamar el precipicio fiscal– y evitar, de esa forma, que el país incurra en recortes automáticos del gasto que pudieran arrastrarlo a un nuevo periodo de recesión. Tal perspectiva afectaría la de por sí precaria recuperación económica del vecino país, se sumaría a las afectaciones causadas por el huracán Sandy, calculadas en más de 50 mil millones de dólares, y agravaría la situación económica del mundo.

En el ámbito político Barack Obama deberá reaccionar con oportunidad y acierto ante los previsibles cambios que sufrirá su gabinete, con la salida de Hillary Clinton y Timothy Geithner, de los Departamentos de Estado y del Tesoro, respectivamente –ambos han expresado en público sus deseos de no continuar en la administración del actual mandatario–, así como el posible retiro del secretario de Defensa, Leon Pannetta, y la eventual renuncia del fiscal general, Eric Holder, quien ha sido cuestionado por su papel en el operativo Rápido y furioso y constituye un lastre político para el actual gobierno. Dichos relevos plantean la oportunidad de viraje en la conducción de ese país en los ámbitos de la diplomacia, la economía, la justicia y la política militar, rubros en los que la administración Obama tuvo un desempeño decepcionante durante el pasado cuatrienio.
 
Pero acaso el desafío más importante del presidente estadunidense será responder satisfactoriamente a las expectativas generadas durante su campaña y al sentido del mandato popular que se expresó durante la jornada comicial del pasado martes. En primer lugar, el mandatario deberá corresponder al amplio respaldo otorgado a su candidatura por los votantes hispanos y pugnar de una vez por todas por una reforma migratoria que regularice la situación de los indocumentados pertenecientes a ese sector.
 
Por otra parte, habida cuenta del respaldo mayoritario otorgado en algunas entidades de Estados Unidos a la legalización del consumo de mariguana y de los matrimonios entre homosexuales, la Casa Blanca tendrá que realizar una revisión profunda de sus posturas tradicionales frente a esos temas, particularmente el primero. En referencia a países como México, en un entorno en el que hay un retroceso en el prohibicionismo tradicional de Estados Unidos respecto del consumo de estupefacientes, la elemental congruencia indicaría que Obama debe reconsiderar las políticas en la materia en otras partes del mundo, empezando por la denominada Iniciativa Mérida.
 
En suma, y habida cuenta del giro progresista, aunque moderado, que pudo observarse en la sociedad estadunidense durante los comicios de ayer, lo menos que cabría esperar es que el mandatario relecto empiece a realizar algunos de los cambios que ofreció desde 2008 y que hasta ahora han sido postergados.
 IP-Ahumada
Un acto de genocidio a plena luz del día

Ángel Guerra Cabrera
No existe un embargo bilateral contra Cuba como afirma mendazmente el gobierno de Estados Unidos. Existe un bloqueo de carácter extraterritorial con el que mediante gravosas sanciones a terceros países la potencia dificulta extraordinariamente las relaciones económicas de Cuba. Incurre por ello en una violación flagrante de la soberanía de los estados y de su derecho a comerciar libremente y en un gravísimo atentado al derecho internacional y a la Carta de la ONU.
 
El bloqueo viola también el derecho internacional por tratarse de una medida genocida según la definición de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio que se refiere a actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, un grupo nacional étnico, racial o religioso, como tal. El carácter genocida del bloqueo se expresa en dolorosos hechos cotidianos repetidos durante más de medio siglo. Entre ellos el agravamiento de dolencias curables o la muerte de cubanos de todas las edades por falta de fármacos o dispositivos oncológicos, cardiológicos y, en general, médicos, cuya venta es negada por Estados Unidos a la isla a conciencia de que no existe otro proveedor. Y es que precisamente el genocidio es el objetivo más importante del bloqueo según lo consigna con insuperable elocuencia un memorándum del Departamento de Estado escrito tan temprano como el 6 de abril de 1960: “el único medio previsible para enajenar el apoyo interno es a través del desencanto y el desaliento (…) debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba (…) a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno”.

Algunas muestras de la extraterritorialidad del bloqueo: a los buques extranjeros que tocan puertos cubanos se les prohíbe ingresar a Estados Unidos durante 180 días; los productos de cualquier país que contengan más de un 10 por ciento de componentes cubanos –el caso del níquel– no pueden ser vendidos al mercado estadunidense; los fabricantes de productos que contengan más de 10 por ciento de componentes estadunidenses tienen prohibido venderlos a Cuba. Hay más, a los ejecutivos y sus familiares de la compañía canadiense Sherrit se les negó la visa estadunidense desde que aquella invirtió en el níquel cubano y la española Sol Meliá debió decidir entre mantener sus inversiones en Cuba o continuar las que tenía en el estado de Florida. Hasta los programas de salud infantil de la ONU en la isla se ven afectados pues Washington no permite que con sus fondos se adquieran críticos medicamentos y tecnología de fabricación estadunidense.
 
Aunque la primera administración de Barak Obama flexibilizó los viajes y las remesas de los cubanoestadunidenses a la isla y ha posibilitado algunos viajes de intercambio académico y de grupos artísticos cubanos a Estados Unidos (sin cobrar por sus actuaciones), al mismo tiempo ha llevado a extremos sin precedente la aplicación extraterritorial del bloqueo y la persecución de las transacciones financieras de Cuba. Es el caso del banco holandés ING, al que el Departamento del Tesoro yanqui le impuso en junio de este año una multa por 619 millones de dólares –la mayor en la historia de la medida punitiva– debido a que realizó operaciones en dólares con Cuba a través del sistema financiero estadunidense. También le prohibió continuar sus transacciones con la isla. Otra, la empresa sueca Ericsson fue multada por el Departamento de Comercio estadunidense por 1.75 millones de dólares debido a que su filial panameña reparó en Estados Unidos equipos cubanos.
 
El bloqueo ha infligido daños a Cuba por un billón de dólares considerando la devaluación de esta moneda respecto al oro, pero el dato no alcanza a explicar el enorme obstáculo que implica al desarrollo económico de la isla dada la omnipresencia dictatorial de Washington en una economía totalmente mundializada. La industria turística cubana, por ejemplo, ha florecido notablemente pero a los estadunidenses –su mayor mercado potencial– se les prohíbe viajar a Cuba. Lo más paradójico es que esta política no cuenta con apoyo ciudadano en Estados Unidos pues existe una fuerte corriente partidaria de ponerle fin y normalizar las relaciones con su cercano vecino. La semana entrante la Asamblea General de la ONU pedirá el levantamiento del bloqueo por vigésimo primer año consecutivo. ¿La escuchará el relecto inquilino de la Casa Blanca?
Twitter: aguerraguerra
 Buenas noticias del norte-Helguera
Decisión electoral: ¿más mercado o más Estado?

Orlando Delgado Selley
Los procesos electorales resuelven para cada periodo presidencial la combinación entre mercados privados e intervención estatal. La disputa política es, a final de cuentas, entre más o menos políticas públicas, junto con más o menos regulación. Lo resuelven en todos los países en los que la decisión electoral está verdaderamente en manos de los ciudadanos. Resuelven también debates fundamentales sobre el papel del Estado; el diseño de programas sociales esenciales, como la salud, la educación, la seguridad social; el alcance de sistemas tributarios que se proponen promover la eficiencia económica, incorporando consideraciones básicas sobre la justicia.
 
Esto ha ocurrido permanentemente. En la elección estadunidense se discutía, además, el contenido de la política monetaria. Romney se comprometió, en caso de resultar ganador en las elecciones, a no renovar en 2014 el mandato de Bernanke, presidente de la Fed, el banco central de ese país. Obama, por su parte, no se pronunció al respecto, pese a que fue empujado por su contrincante a hacerlo, lo que equivale a apoyar la gestión de Bernanke.

La Fed, como casi todos los bancos centrales del mundo, es una entidad del estado autónoma, es decir, no responde a las órdenes de los poderes electos, ni al Ejecutivo, ni tampoco al Legislativo. Tiene la capacidad de imprimir dólares para tratar de impulsar la dinámica económica y la generación de empleo, sin considerar para ello la opinión de los senadores, de los representantes, ni del presidente mismo. De eso trata la autonomía del banco central.

Sin embargo, los presidentes de Estados Unidos del país pueden influir en las decisiones de política monetaria a través del nombramiento del presidente del banco central. El procedimiento para este nombramiento recoge la propuesta presidencial, que deberá contar con la ratificación de la Cámara de Senadores. Las personas nombradas, evidentemente, no son inmunes a influencias teóricas y de experiencia política, como se prueba con la gestión del propio Bernanke, quien en sus épocas de profesor universitario estudió detalladamente la crisis de 1929 (ver sus Essays on the Great Depression), así como la experiencia japonesa de la década de los noventa del siglo pasado (ver su importante artículo Japanese Monetary policy: a case of self-induced paralysis?”).
 
De este trabajo intelectual se han derivado medidas audaces de política monetaria. Frente al estallido de la burbuja inmobiliaria, respondió inicialmente con medidas convencionales para inyectar liquidez al sistema, luego ante el agravamiento de la crisis fue reduciendo la tasa de interés hasta llegar a su límite realmente mínimo: entre 0 y 0.25 por ciento. La medida buscaba impulsar la inversión abaratando el costo del dinero, como una forma de estimular la economía. La recesión efectivamente se resolvió, pero la recuperación ha sido lenta y la generación de nuevos empleos no ha logrado recuperar los millones de puestos de trabajos perdidos por la crisis.
 
Dada su responsabilidad en lograr el máximo nivel posible de empleo Bernanke planteó acciones novedosas que se conocieron como relajación cuantitativa, que simplemente quiere decir que la Fed imprime dólares para comprar valores financieros de diverso tipo. Se trata, en el fondo, del reconocimiento de la responsabilidad de esta entidad estatal en lograr objetivos cruciales sobre inflación y empleo que combinan metas económicas y sociales.
 
Esta capacidad de intervención económica del Estado haciendo uso de los instrumentos de los que dispone es la que Romney quería eliminar, proponiendo para dirigir la Fed en 2014 a un economista que se limitara a actuar ortodoxamente y, en consecuencia, aceptara que el banco central tuviera una posición neutral frente a una dinámica económica claramente insuficiente para recuperar el nivel de empleo deseado. Se proponía reducir la capacidad estatal para actuar a favor del bien común, dejando que los mercados resolvieran. Por fortuna Romney perdió. Bernanke seguirá dirigiendo el Sistema de la Reserva Federal. Habrá más Estado, más políticas públicas.
Segurísimo-Hernández

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