Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

jueves, 14 de febrero de 2013

ASTILLERO- Policías comunitarias en Guerrero- La geopolítica del Vaticano- Adiós al Papa


Astillero
Turismo de privilegio
Querencia de Mita
Iberostar: ¿sin IVA?
Desmayo en Chiapas
Julio Hernández López
Foto
REUNIÓN DEL PACTO POR MÉXICO. Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, y Luis Videgaray, secretario de Hacienda, se reunieron la noche de ayer a puerta cerrada con los firmantes del Pacto por México. Participaron los dirigentes nacionales del PAN, Gustavo Madero; PRD, Jesús Zambrano, y PRI, César Camacho Quiroz, así como el secretario técnico del Consejo Rector de ese pacto, José Murat. También llegaron el panista Santiago Creel, la senadora perredista Alejandra Barrales, el panista Alejandro Zapata y el senador Raúl Cervantes, entre otros
Foto Cuartoscuro.com
Enrique Peña Nieto eligió para anunciar el plan turístico de su sexenio un lugar de su particular querencia, la Riviera Nayarit (que incluye Punta de Mita, seleccionada para pasar el puente del día de la Constitución al tiempo que en el país era declarado un duelo de tres días por el estallido de un edificio de Pemex en la capital del país).
 
 
Los discursos de ocasión fueron pronunciados por el ocupante de Los Pinos; su secretaria de Turismo, Claudia Ruiz Massieu (sobrina del ex presidente Carlos Salinas de Gortari); el gobernador del estado, Roberto Sandoval, y el presidente del Grupo Iberostar, el español Miguel Fluxá Rosselló, quien dijo que no sabía cuándo se terminaría la supercarretera de Guadalajara a Punta de Mita, lo que llevó a Peña Nieto a dar una promesa de respuesta, pues dijo que tampoco tenía un dato cierto pero pronto lo aportaría al poderoso empresario turístico.
 
La presencia de Fluxá es significativa porque no es una autoridad sino una parte interesada. Un mes antes de las elecciones presidenciales del año pasado el grupo Iberostar anunció que con 100 millones de dólares y con el apoyo del Fondo Nacional de Turismo del gobierno mexicano retomaría el proyecto de un desarrollo en Litibú, un sitio en Punta de Mita (http://bit.ly/WJPDQy). El grupo Iberostar tiene su sede en Palma de Mallorca, España, y posee más de 100 hoteles en el mundo. En suelo americano hace negocios en Brasil, República Dominicana y Jamaica, y específicamente en México tiene hoteles en Cancún, Cozumel, Playa del Carmen y la Riviera Maya (http://bit.ly/VVrdQ8).
 
La presencia de un empresario de ese nivel, y la deferencia de darle la palabra en un acto inaugural de una política sexenal y de responderle inmediatamente alguno de sus planteamientos, significa cuando menos un desequilibrio respecto de otros empresarios y un signo de calidez política que en un país como México puede abrir puertas a privilegios y ganancias incluso fuera de los cauces legales e institucionales.
 
Sería explicable esa relación de afabilidad si el empresario Fluxá estuviese colocando una primera piedra o inaugurando un hotel importante e invitara a ese acto a quien hoy ocupa la silla presidencial. Pero su presencia, discurso, peso e influencia se manifestó en una ceremonia formal de anuncio de las políticas públicas de turismo (generales y no particulares, ha de subrayarse, aunque no debería haber necesidad de hacerlo) de una administración federal cuya sombría conformación debería mover a su máximo mando a cuidar las formas e impedir que se genere una percepción de favoritismo, cuando no de conflicto de intereses.
 
Por lo pronto, Fluxá Rosselló ha avanzado en la búsqueda de un trato especial en cuanto a pago de impuestos, como suelen hacerlo otros empresarios, pero casi siempre en privado: Yo entiendo que una industria que crea tantos trabajos y que tiene una función importantísima, que da imagen al exterior, que consigue divisas para financiar otros temas, hay que apoyarla, y yo le pediría a usted que considerara que el IVA es un punto importantísimo y lo que vamos a conseguir de trabajo, de inversión, y de seguridad en el empleo será muy superior a lo que dejen de recaudar en este aspecto (http://bit.ly/Y9tB5f, aunque en la página de Los Pinos no había sido colocado el discurso del empresario a la hora de cerrar esta columna, pero sí el de EPN http://bit.ly/X50IKj).
 
El tema de los desarrollos turísticos incentivados con fondos federales que luego acaban significando ganancias y propiedades para funcionarios de esos mismos gobiernos amables ha estado presente en la mayoría de los sexenios mexicanos, así que el marcado interés por la Riviera Nayarit y por Punta de Mita debe ser materia de vigilancia ciudadana.
 
Sin embargo, las posibilidades de defensa colectiva ante abusos de poder han sido restringidas con las reformas a la Ley de Amparo, que no afectarán solamente a las grandes empresas (suponiendo que hubiera ese interés pinolero en afectarlas) sino a ciudadanos en general que defiendan tierras o propiedades ante abusos de poder que, en materia de minas y desarrollos turísticos, por ejemplo, suelen ir de la mano de funcionarios corruptos.
 
Centrando la atención en el intento de realinear a las televisoras como soldados del PRI y no como generales, se descuida el hecho de que el peñismo ha instaurado una reforma legal regresiva, en la que el cesarismo de tres colores reasume controles y cancela recursos de defensa no solamente en contra de los poderes fácticos desbordados y retadores (los que negociarán nuevas formas de ganancia, expandiendo su abanico de intereses y encontrando nichos diversos) sino de pobladores en general que ahora quedarán sin la posibilidad de obtener la suspensión de hechos reclamados, condenados a asumir la orden del poderoso en turno como condena casi irreparable. Lindas playas de injusticia en el nuevo sol de tres colores.
Astillas
 
No debe preocuparse demasiado el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, por desmayos como el que recientemente le sucedió en Teopisca (http://bit.ly/12AK4CE), pues ya tiene quién se encargue de llevar los asuntos del estado desde la sombra. Juan Carlos Gómez Aranda ha sido nombrado todopoderoso secretario de Planeación, Gestión Pública y Programas del gobierno que encabeza el novio de Anahí, futuro esposo televiso con pretensiones presidenciales. Así como Miguel Ángel Mancera le ha cedido a Marcelo Ebrard buena parte del control redituable del DF mediante la creación de un city manager (traslación colonizada de una denominación innecesaria, en todo caso sería un gestor urbano), Velasco Coello está creando un state manager con Gómez Aranda (http://bit.ly/12hzDbR cuyos jefes políticos reales han sido los hermanos Salinas de Gortari, Carlos y Raúl. ¡Chiapas, tierra de grandes negocios (obviamente privados) por venir!... Y, mientras se extiende la creación de policías comunitarias como respuesta al fracaso institucional frente a la delincuencia, incluso en el estado de México, ¡hasta mañana!
Twitter: @julioastillero
Bonito discurso-Fisgón
Policías comunitarias en Guerrero
Octavio Rodríguez Araujo
Desde tiempos inmemoriales ha habido división en las comunidades, incluso indígenas. Con frecuencia, en su interior surgen luchas, pequeñas o grandes, por la hegemonía de unos grupos contra otros, pues una cosa es que se trate de comunidades y otra que sean homogéneas y todos piensen igual. Es habitual que los gobiernos institucionales, sean municipales, estatales o federales, metan mano en algunas de esas comunidades para hacer valer los intereses que representan, igual se trate de la construcción de una presa que de un parque industrial, de un fraccionamiento o de una concesión minera o maderera. La táctica más común de gobiernos o empresas para inmiscuirse en las comunidades ha sido dividirlas o aprovechar y profundizar las divisiones existentes. Una comunidad dividida es casi siempre más vulnerable.
 
 
En el estado de Guerrero, en la Montaña y en la Costa Chica nació en 1995 un movimiento comunitario para protegerse tanto del crimen organizado como de las fuerzas institucionales del orden que de tanto en tanto las hostilizaban. Surgió así la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias de la Montaña y Costa Chica de Guerrero-Policía Comunitaria (Crac-PC).
 
Su objetivo original, que se ha respetado hasta la fecha, está basado en la conciliación entre las partes y la rehabilitación más que en el castigo. Para los delitos no considerados graves, la sanción –si no hay conciliación entre las partes– suele ser el servicio a la comunidad, que ellos llaman reducación; y para los graves, como homicidio, violación, producción, trasiego y venta de drogas ilícitas, asaltos con violencia y secuestro, habrá penas decididas por la asamblea regional, en la inteligencia de que en estos casos no hay posibilidad de reparar el daño ni restablecer la ofensa a terceros. La prevención y persecución de delitos, así como la aprehensión de sus autores, dependen de la Policía Comunitaria, que no percibe sueldo y puede ser revocada si no cumple correctamente su función.
 
Todos los gobiernos del estado de Guerrero han tratado de subordinar a la Crac-PC a las policías estatales y municipales, de desacreditarla a pesar de sus éxitos reconocidos por tirios y troyanos, de dividirla, de hostigarla calificándola de ilegal e inconstitucional, etcétera. Tanto Zeferino Torreblanca como Ángel Aguirre Rivero (y éste con el apoyo de secretario de Gobernación, Osorio Chong) han querido absorber y subordinar a la policía comunitaria. De hecho, según se lee en La Jornada (10/2/13), Aguirre tiene un proyecto de decreto para convertir a la PC en auxiliar de la seguridad pública (algo muy similar ya lo había intentado el ex gobernador Juárez Cisneros, antecesor de Torreblanca). De aprobarse, la Policía Comunitaria, y por extensión el Sistema Comunitario de Seguridad, Justicia y Reeducación, serían neutralizados y los logros que han tenido a lo largo de 17 años tirados a la basura, logros de los que por cierto no pueden presumir, en general, las autoridades dependientes de los gobiernos estatales y municipales de Guerrero ni de otras entidades de la República.
 
Si la intención o no del gobierno de Aguirre Rivero era la división de la Policía Comunitaria, en Ayutla de los Libres ya se logró desde principios de este año. Uno de los fundadores de la Crac-PC, Bruno Plácido Valerio, es ahora dirigente de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), quien, desde el 8 de febrero de este año ha circulado una carta en contra de otros fundadores que permanecen en la Crac, como es el caso de Pablo Guzmán Hernández, Valentín Hernández y Gelasio Barrera, argumentando que no son indígenas sino mestizos, cuando bien se sabe que de las 72 comunidades fundadoras de la Crac, cuatro eran mestizas (ahora son 108 y 30 más en proceso de incorporación).
 
Para mí es confuso lo ocurrido a principios de enero en Ayutla de los Libres. Según se lee en Ojarasca (suplemento de La Jornada, febrero de 2013), hubo un levantamiento contra la delincuencia organizada. Los líderes de esta revuelta hicieron creer que se trataba de la Policía Comunitaria de la Crac, pero ésta los desmintió y señaló que en realidad se trataba de otra organización, la UPOEG, y que en esta acción advertía la intención de institucionalizar la seguridad comunitaria subordinándola a las autoridades del estado y, obviamente, contra la Crac. En otro momento ésta señaló que sus policías no andaban encapuchados, en clara alusión a los de la UPOEG.
 
¿Es de esperarse una maniobra de Aguirre Rivero para paralizar a la Policía Comunitaria en su estado? Puede ser, pues los de la UPOEG iniciaron negociaciones con el gobernador, avaladas por la Secretaría de Gobernación, y entregaron el 8 de febrero a 11 de sus detenidos. Al día siguiente un grupo de la UPOEG se apoderó de las instalaciones de la casa de justicia de la Crac-PC en San Luis Acatlán, acción que se interpreta como una provocación y quizá una escalada contra la coordinadora que, al parecer, no quiere alinearse al gobernador y su proyecto de Armonía y desarrollo de los pueblos indígenas.
 
Lo que parece estar en juego, como casi siempre, es quién se queda con la Policía Comunitaria y si ésta debe enlazarse a la policía preventiva y al sistema de justicia del estado o debe permanecer independiente, con base en los usos y costumbres de las comunidades. En la nota de Rosa Rojas y Sergio Ocampo en este diario (10/2/13) se citó a uno de los comandantes de la PC: “Sabemos el enredo que nos está trayendo la UPOEG en coordinación con el gobierno del estado. Desde el 6 de enero se culpa a la Crac de lo que se hace en Ayutla; no se vale que líderes que en su momento aportaron mucho a la Crac la estén vendiendo con el gobierno” (las cursivas son mías).
 
Si esta acusación es cierta, podría pensarse que la UPOEG está formada por gente cooptada por el gobierno y que trata de fracturar el sistema comunitario y autogestionario en Guerrero, de vieja tradición. Quizá estamos en presencia de la crisis más fuerte que haya sufrido la Crac-PC en más de tres lustros, si no en el final de esa valiosa experiencia que permitió disminuir considerablemente el delito en esa región que, por cierto, es altamente codiciada por empresas mineras que ya han iniciado labores de exploración con el beneplácito del gobierno.
Facebook: Julio Astillero
La geopolítica del Vaticano

Soledad Loaeza
La renuncia del papa Benedicto XVI conmueve los equilibrios sobre los que se sostiene la presencia del catolicismo en las diferentes regiones del mundo, ya de por sí cambiantes por efecto de una redistribución regional de la presencia católica que muchos atribuyen a la obra de evangelización que emprendió el pontífice renunciante. Según el Anuario pontificio de 2010, en Europa, que fue durante siglos el corazón de la Iglesia de San Pedro, el número de católicos practicantes se ha desplomado y representa sólo 24 por ciento del total; la participación de América Latina también ha disminuido a 28 por ciento, mientras que el crecimiento más importante se ha registrado en Asia y en África. La proporción de católicos de Estados Unidos representa 6 por ciento, y se ha mantenido estable pese a los escándalos de pederastia que tan caro le han costado a la Iglesia, gracias en particular a la población latina.
 
La evolución demográfica del catolicismo no podrá pasar inadvertida en el cónclave que habrá de elegir al sucesor de Benedicto XVI. Entre los nombres que se barajan y que publicó el diario francés Le Monde hace unos días, únicamente dos son europeos, italianos para más señas: Angelo Scola y Tarcisio Bertone; los demás son Francis Arinze, de Nigeria; Marc Ouellet, de Canadá; Luis Antonio Tagle, de Filipinas; Odilo Pedro Scherer, de Brasil; Peter Turkson, de Ghana, y Wilfrid Fox Napier, de Sudáfrica. También se menciona a Joao Braz de Aviz, arzobispo de Brasilia y actualmente en el Vaticano como prefecto de la Congregación de Institutos de la Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica. La elección de un papa polaco en 1979 puso fin al control de los italianos sobre el báculo de San Pedro. Esta decisión, que en su momento se consideró audaz, pareció convertirse en tendencia cuando el cardenal alemán Joseph Ratzinger fue elegido Benedicto XVI. Así que dados estos antecedentes no resulta imposible que el nuevo papa no sea italiano. Entonces la pregunta que hay que hacernos es si será europeo.
 
El hecho de que Juan Pablo II fuera polaco determinó en la década de los 80 la orientación de la diplomacia vaticana, una materia que es de gran complejidad. Por una parte, su propósito central es mantener y ampliar la universalidad del catolicismo en un mundo en el que se extiende el pluralismo religioso, como lo prueba el crecimiento de las iglesias evangélicas y del Islam, para no mencionar el vigoroso islamismo que se manifiesta en el norte de África, en el Medio Oriente y en Asia central. Por otra parte, el Vaticano ha sido históricamente un actor internacional que se ha desempeñado como mediador en distintos tipos de conflictos políticos.
 
No así en el caso del papa Wojtyla, que fue un protagonista central en la ofensiva en contra de los regímenes socialistas en Europa del este, y no son pocos los que le atribuyen el colapso de la Unión Soviética. En esos años se levantó lo que se ha llamado la tercera ola de la democratización en el mundo, y aunque el papa concentró su atención en Europa, y tuvo muchas dificultades para lidiar con el catolicismo en otras regiones, los ecos de su cruzada llegaron hasta la movilización contra Ferdinando Marcos en Filipinas y la batalla de los haitianos contra el dictador Duvalier. Asimismo, un papa no italiano alteró la disposición de las fuerzas políticas en Italia, y pudo haber contribuido a la caída de la Democracia Cristiana. No obstante lo cual, a Juan Pablo II siempre se le reprochó una visión eurocentrista que nublaba su apreciación de las diferencias culturales en el seno de la Iglesia. Esta limitación se hizo evidente en la visita que hizo a la Nicaragua sandinista, donde quedó horrorizado por la interpretación vernácula del rito católico, y no hablemos de su repudio a la teología de la liberación, la única verdadera aportación latinoamericana al pensamiento católico.
 
Las preocupaciones relativas a la política mundial que enfrentó Benedicto XVI fueron desplazadas por los problemas internos que sacudieron a la Iglesia durante su pontificado, sobre los que ya ha reflexionado en estas páginas Bernardo Barranco. En primer lugar, el tema del abuso sexual contra menores en el que a través de los años incurrieron cientos de sacerdotes en todo el mundo cimbró profundamente la confianza de la feligresía en sus pastores; luego, la falta de transparencia en las finanzas vaticanas; las filtraciones de documentos confidenciales, y más en general, el advenimiento de sociedades abiertas y participativas representa un reto importante a la organización y a los patrones de funcionamiento del Vaticano.
 
La elección de un papa no europeo modificaría la perspectiva de la diplomacia vaticana. Tal vez orientaría sus recursos a regiones no europeas donde las perspectivas de crecimiento o de consolidación son más prometedoras. Es probable que no se mantuviera indiferente a la disminución de católicos en América Latina, una región que experimenta un acelerado proceso de pluralización religiosa. Además, la secularización de los valores sociales, es decir, la creciente separación de los valores religiosos y los valores sociales, erosiona la autoridad de la Iglesia sobre el comportamiento y las creencias de los católicos. En México, por ejemplo, muchos de ellos sostienen que mantienen una relación directa con Dios, que no pasa por un sacerdote. De lo que se desprende que la religiosidad no se traduce en obediencia a los mandatos de la Iglesia.
 
 
La otra cara de la moneda de la reorientación de los intereses vaticanos es el desplazamiento de la Iglesia de la estructura interna de poder en los países católicos. Pensemos nuevamente en el caso mexicano. Si el cónclave elige a un ghanés papa, México no tendría un lugar de privilegio en su estrategia mundial. Dejada aquí a sus propios recursos, la Iglesia no podrá frenar la gradual pérdida de influencia que de hecho ya experimenta –si es que el gobierno no suple sus deficiencias, como los obispos esperan que lo haga cuando exigen que se imparta educación religiosa en la escuela pública–. La geopolítica vaticana podría colocar a México, y a toda América Latina, en una zona de segunda importancia, en la que se agravaría la creciente debilidad del catolicismo, que sólo podría contrarrestar el nuevo papa si mantuviera la evangelización que se propuso Benedicto XVI como uno de los propósitos centrales en la región.
 
 
 Con toda decisión-Hernández
Adiós al Papa
Adolfo Sánchez Rebolledo
Dicen los que saben de estas cosas que el papa Benedicto XVI decidió renunciar en algún momento de su apoteósico viaje a México y Cuba. Puede ser. Ya entonces parecía cansado, sin fuerzas, incapaz de competir en el escenario con la leyenda de su antecesor, un rock star vaticano, el mismo que había conquistado con su carisma mediático a la grey mexicana, que de inmediato le concedió un nicho en el chauvismo nacional. Juan Pablo, hermano, ya eres mexicano, coreaba la multitud en encuentros catárticos, mientras la jerarquía y la derecha mexicana ganaban espacios al viejo pero imprescindible laicismo del Estado. La iglesia del silencio, evocada en el primer viaje papal, se evaporó gracias a las reformas modernizadoras de Salinas de Gortari y a la restauración emprendida por dos presidentes católicos dispuestos a rescribir desde el gobierno la historia. Ante la devoción a Juan Pablo II, Joseph Ratzinger, un teólogo, un pensador religioso, un ser conceptual carente de vivacidad emotiva –escribí entonces–, el viaje era, pues, una aventura de la cual no podía salir bien librado. De hecho no tenía forma de ganar en la comparación, aunque es justo decir que los organizadores de la visita le sacaron todo el jugo posible al espectáculo, al grado de coronarlo con un sombrero de charro como despedida triunfal. Era el anti Ratzinger. Los periodistas romanos que lo acompañaban no podían creer lo que sus ojos veían: el Papa tímido puesto en la picota del ridículo por los lobos que siempre lo rodearon (pienso, especulo, que tal fue en uno de esos instantes de sacrificio al rating cuando en la mente de don Joseph se cruzó la estrella de la renuncia; no lo sé).
 
Pero, al final de cuentas, no era el contraste con el estilo de Woytila su problema, sino la herencia dejada por el ahora canonizable pontífice, contra la cual no había remedio indoloro. Pronto se puso de manifiesto la fragilidad de la institución, apenas encubierta por la potente actuación de su antecesor. Rota por los escándalos de pederastia, Ratzinger se vio atrapado en una dinámica que, en definitiva, interpretaba las causas de la decadencia de la fe a partir de la visión más conservadora. Como muy bien lo ha dicho en estas páginas Bernardo Barranco hace unos días “(la Iglesia) no ha querido otorgar ninguna apertura ante la sensibilidad de la cultura moderna (…) Sobre todo las mujeres sienten en el catolicismo una amenaza para su cuerpo y su libertad. Predominan el reproche, la culpabilización y el chantaje hacia nuevas prácticas de la sociedad, y eso explica el éxodo de fieles hacia otras ofertas religiosas que aportan una flexibilidad mayor a su sensibilidad y reconocimiento”.
Durante su visita a México, propios y extraños se sorprendieron por el silencio en torno a ciertos temas y la facilidad con que se prestó a la escenificación de un acto político al reunir en una misa a los entonces tres candidatos a la Presidencia, más el Presidente de la República. A pesar de las multitudes y la obsecuencia de los del Yunque, el Papa no podía abstraerse de la presencia azufrosa del padre Maciel, cuya cercanía histórica con Juan Pablo II, el propio Ratzinger había padecido desde la Congregación para la Doctrina de la Fe, y al que luego, ya cuando el mal era irreparable, Benedicto persiguió hasta los infiernos. Y, sin embargo, estando en México, la tierra del fundador de los Legionarios de Cristo no se refirió a sus graves delitos, a pesar de que los sobrevivientes abusados hicieron en esos días una valerosa denuncia pública. La memoria vaticana, tan sensible para canonizar a los cristeros, les cerró las puertas. Tampoco abrió los brazos para recibir a numerosos familiares de las víctimas de la guerra contra el crimen organizado que así lo esperaban.
 
Ahora, el papa Benedicto XVI, visiblemente cansado, ha puesto día y hora para volver a ser Joseph Ratzinger. La renuncia humaniza al Papa, restaura la terrenalidad de su existencia, relativiza la eternidad de su obra, pero también magnifica el fracaso de su paso a través del laberinto de intereses que agobia a la Santa Sede. No seré yo quien critique un gesto como la renuncia, pero en cuanto a nosotros sería pertinente volver a no calibrar el significado de la relación con el Vaticano, ahora que muchos de sus súbditos prefieren olvidar las lecciones del laicismo y apelan al poder de hecho de la jerarquía católica para dirimir disputas de orden cívico y moral. Es debido recordar que no todo tiene en Roma olor a santidad.
 
PD. La Crac, las policías comunitarias y la UPOEG no son una y la misma cosa, aunque todas se pronuncien por la autodefensa y tengan muchas cosas en común. Las primeras hacen de la autonomía la pieza clave de su desempeño; la otra acepta negociar su estatus con el gobierno, admitiendo fórmulas de acción (por ejemplo, encapuchados) que la CRAC rechaza. Esto debería saberlo el gobernador. Urge que los congresos estatales y el federal acepten revisar la cuestión, asuman las experiencias positivas (que hay muchas) y cesen las provocaciones que llevan, esas sí, al paramilitarismo. La polícia comunitaria surge justamente ante el abandono por parte de Estado de sus funciones más elementales. Ese es el tema.
La científica y el religioso-Rocha

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