Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 6 de febrero de 2013

Bajo la Lupa- Conversación con Carlo Ginzburg- Honduras: entre golpistas y neofilibusteros

Bajo la Lupa
Bomba Biden en Munich: ¡EU dispuesto a negociación bilateral con Irán!
Alfredo Jalife-Rahme
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Trabajadores iraníes frente a la planta de energía nuclear Bushehr, a unos mil 200 kilómetros al sur de Teherán, en octubre de 2010Foto Reuters
Después de varios descalabros diplomáticos y de la intensificación de asfixiantes sanciones de la OTAN –que incluye atentados ciberterroristas por Israel y Estados Unidos al software de las instalaciones nucleares iraníes–, la antigua Persia cosechó esta semana tres resonantes triunfos: dos tácticos y uno estratégico.
 
Los dos tácticos: reanudación de las negociaciones del grupo P5+1 (los miembros permanentes del Consejo de Seguridad con la adición de Alemania) a finales de febrero en Kazajstán; y la espectacular aceptación pública del vicepresidente Joe Biden de proponer negociaciones directas entre Estados Unidos e Irán, lo cual, a mi juicio, hacen estorbosas y redundantes las tratativas del grupo P5+1.
 
El triunfo estratégico: visita histórica a Egipto por primera vez desde 1979 de un presidente iraní (en este caso Mahmud Ajmadineyad) para participar en la 12 cumbre de líderes de la Organización de la Cooperación Islámica de 57 miembros (Telesur, 5/2/13), que puede catalizar una santa alianza entre la principal potencia sunita árabe (Egipto) y la primera potencia mundial chiíta (Irán), susceptible de descarrilar el proyecto anglosajón balcanizador de atizar guerras religiosas en todo el Medio Oriente.
 
No hay que cantar victoria, ya que Irán se encuentra aún bajo la espada de Damocles de la amenaza de una guerra unilateral por el atribulado premier israelí Bibi Netanyahu (un sionista mesiánico, según Meir Dagan, ex director del Mossad), vapuleado humillantemente en las recientes elecciones.
 
No todo es color de rosa cuando las querellas internas en Irán se han acentuado en vísperas de cruciales elecciones presidenciales que han confrontado públicamente al saliente presidente Ajmadineyad con Alí Larijani, poderoso líder del Parlamento y muy visible candidato presidencial.
 
Tampoco en Estados Unidos en los circuitos halcones ha caído muy bien el acercamiento gradual entre la administración Obama y la teocracia jomeinista cuando el siempre belicoso McCain, partidario de una guerra contra Irán, insultó a Ajmadineyad de mono (israelnationalnews.com, 5/2/13), lo cual levantó un ultraje generalizado y valió una reprimenda de un miembro del Partido Republicano, quien calificó de racista la postura del senador por Arizona, muy cercano a los maximalistas de Israel.
 
Mejor pasemos a lo relevante: lo equivalente al lanzamiento de una bomba diplomática por Joe Biden para negociar en directo con Irán durante la reunión 49 de la célebre Conferencia de Seguridad de Munich de 400 altos funcionarios de 70 países (mycatbirdseat.com, 4/2/13), y adonde acudieron los BRIC (Brasil, Rusia, India y China).
 
La Conferencia de Seguridad en Munich, conocida como Wehrkunde, es una de los más importantes del mundo, con una variedad de temas.
 
En esta ocasión asistió el canciller iraní Alí Akbar Salehi, quien declaró a los delegados que Irán es un poder regional que representa la llave de oro de entrada al Medio Oriente y quien está de acuerdo en acudir a negociar en forma directa siempre y cuando Estados Unidos cese tanto su retórica amenazante como el espectro de una guerra mediante su reiterativa frase de que todas las opciones se encuentran sobre la mesa.
 
El prospecto de negociaciones directas entre Estados Unidos e Irán fue muy bien recibido por los delegados, mientras afuera de la conferencia miles de manifestantes de 80 organizaciones se pronunciaron contra la intervención colonialista en Maliy la preparación de la guerra contra Siria –que naturalmente afecta decisivamente a Irán–; bajo el eslogan No hay paz con la OTAN pidieron levantar las sanciones contra Irán.
 
La agencia estadunidense de noticias Ap (5/2/13) refiere los obstáculos para una negociación directa y cita el escepticismo de Vali Nasr, decano de la Escuela Paul H. Nitze de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins.
 
En notable contrapunto, el canciller iraní Salehi no ocultó su optimismo de negociar directamente con la nueva administración Obama, a la que considera menos bélica (The Australian, 5/2/13).
 
Por su parte, el académico iraní Kaveh L. Afrasiabi juzga que la conferencia de Munich rompió el hielo entre Irán y Estados Unidos (Asia Times, 5/2/1).
 
Entre los peligros que pueden descarrilar las negociaciones, Afrasiabi señala la postura del gobierno conservador británico del primer ministro David Cameron, quien puede jugar el papel de aguafiestas debido a sus lazos íntimos con Israel, lo cual se refleja en la actitud punitiva de la británica Catherine Ashton, quien dirige la política exterior de la Unión Europea.
 
En forma relevante, Afrasiabi destaca la interrogante sobre la estrategia de Estados Unidos hacia Irán, que considera debe cambiar para que avancen las negociaciones.
 
Juzga que la estrategia de Estados Unidos se ha basado hasta ahora en dos puntos: contención del poder iraní y la disuasión de que Irán adquiera armas nucleares. Ya Hillary Clinton, anterior secretaria de Estado, había declarado ante el influyente Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés) que Estados Unidos está firmemente comprometido a prevenir la capacidad armamentista nuclear de Irán.
 
Debka, presunto portal del Mossad, da por hecho que Irán ha adquirido el pleno conocimiento para fabricar bombas nucleares y que Obama está dispuesto a aceptarlo.
 
Debka (5/2/13), que suele ser muy desinformativo en forma deliberada, para incitar a la guerra sicológica, comenta que Ajmadineyad arriba a El Cairo cuatro a seis meses antes de que adquiera su capacidad nuclear.
 
Kaveh L. Afrasiabi aduce que si Estados Unidos insiste en que Irán suspenda su programa de enriquecimiento nuclear, pues será un esfuerzo fútil condenado al fracaso. Irán estaría dispuesto a aceptar un techo voluntario de enriquecimiento de uranio, una suspensión temporal al 20 por ciento (nota: que es un “enriquecimeinto bajo, LEU; se recuerda que para fabricar una bomba se requiere un alto enriquecimiento, superior al 90 por ciento, HEU).
 
Como parte de las concesiones de Irán estaría “su disposición a registrar en las Naciones Unidas (¡supersic!) el edicto islámico (fatwa) del supremo líder Ali Jamenei en contra de las bombas nucleares, para probar que no se trata simplemente de una sentencia religiosa sino de la política nacional iraní”, al unísono de una mayor cooperación con la polémica Agencia Internacional de Energía Atómica.
 
Así las cosas, “en forma conjunta, las medidas iraníes otorgarían ‘garantías objetivas’ respecto a la naturaleza pacifica y las intenciones del programa nuclear iraní”.
 
Pepe Escobar, feroz columnista de Asia Times (6/2/13), filtra que Alí Larijani, protegido del supremo líder, ha visitado Estados Unidos dos veces en secreto desde inicios del año. Pero Pepe Escobar no es nada optimista y apuesta a que el deshielo entre Irán y Estados Unidos será saboteado por los halcones de Estados Unidos e Israel.
 
Pepe Escobar cita al canciller ruso Sergei Lavrov, quien recomendó otorgar incentivos a Irán y convencerlo de que no se trata de un cambio de régimen.
 
Lavrov considera inaceptable una guerra contra Irán e invitó a abordar el contencioso en el contexto de la seguridad del Golfo Pérsico, ya que Irán nunca ha atacado a nadie (Russian Radio, 2/2/13).
 
¿Quien detendrá al sionista mesiánico Netanyahu de librar su guerra anhelada?
Twitter: @AlfredoJalife
 
Conversación con Carlo Ginzburg
Claudio Lomnitz
Anoche la Biblioteca Pública de Nueva York ofreció en su programación nocturna una conversación con el historiador italiano Carlo Ginzburg. Tuve la fortuna de estar presente, y no puedo menos que compartir algo de lo que dijo ese pensador extraordinario.
 
El tema anunciado se podría traducir algo así como el proceso de ser judío (en inglés: Being and becoming Jewish) y, tras hacer una mención oblicua (porque Ginzburg se negó a pronunciar el nombre de Berlusconi) a la reciente recuperación pública de la figura de Mussolini que hizo la semana pasada el ex-primer ministro, Ginzburg entró en materia, provocado siempre hábilmente por su interlocutor, el escritor Paul Holdengräber.

Holdengräber pidió que se comenzara explicando por qué el historiador hablaba del proceso de ser judío, siendo que Ginzburg era judío por nacimiento. Ginzburg le entró a la pregunta de frente: todo su trabajo se rebela contra la categoría de identidad. La identidad no es un concepto analítico desde el punto de vista del mundo social. Es cierto que cada uno de nosotros tiene características estrictamente individuales, que nos dan una identidad fija e inescapable, por ejemplo, las huellas digitales. Pero esos elementos le interesan a la policía más que a los historiadores. Para el análisis social lo que importa es que cada uno de nosotros pertenece a una variedad de categorías entrecruzadas: somos humanos, de sexo X, nacidos en tal parte, con una parentela Y, aficionados a tal o cual cosa, de una profesión Z… Es verdad que Ginzburg nació judío –su madre y su padre eran judíos–, pero es igualmente cierto que a lo largo de la vida ser judío ha sido para él un proceso que unas veces ha resultado fundamental, y otras totalmente irrelevante.

Siguió contando y explicando. Carlo Ginzburg nació en 1939. Su padre, Leone Ginzburg, emigró de niño a de Odessa a Turín. Era crítico literario y editor, profesor universitario especialista en literatura rusa, y fue cofundador de la importante casa editorial Einaudi. En 1934 Leone Ginzburg fue echado de su puesto en la Universidad de Turín por haberse negado a hacer un juramento de lealtad al régimen fascista de Benito Mussolini (hoy rehabilitado por Berlusconi). En 1938 se casó con Natalia (Levi) Ginzburg, que se convertiría con los años en una famosa escritora. Ese mismo año, Leone perdió la nacionalidad italiana debido a las leyes raciales antijudías, y en 1940 los Ginzburg fueron enviados a un exilio interno (el llamado confino) en las montañas de Abruzzi. A la caída de Mussolini, en 1943, pero estando la península itálica todavía en poder de los alemanes, Ginzburg se escapó a Roma, donde trabajó en un periódico clandestino hasta que cayó en manos de la policía, que lo entregó a los alemanes, quienes lo asesinaron.
Carlo, entonces, fue criado por su madre y por su abuela. Fue justamente esa abuela quien dio a Carlo su primera memoria del proceso de ser judío. Cuando Carlo tenía cinco años, estando la península en plena guerra, su abuela le dijo que si alguien le preguntaba cómo se llamaba, debía responder Carlo Tanzi. En ese momento, dice Ginzburg, me convertí en judío.
 
Carlo mencionó también un segundo momento de ese proceso, cuando tenía 10 años y, ya terminada la guerra y jugando al futbol en un parque, trabó amistad con un chico con quien encontró singulares coincidencias. El chico se llamaba Giovanni Levi –y sería, años después y junto a Carlo, fundador de una notable escuela de historiográfica (la llamada ‘microhistoria’ italiana)–. Los padres de ambos muchachos habían militado en el mismo partido antifascista (Giustizia e Libertá), y el tío de Giovanni, Carlo Levi, escribió un libro (y después bello filme) sobre el exilio interno durante Mussolini llamado Cristo se detuvo en Eboli. Además de todo, ambos chamacos tenían nombres curiosamente parecidos: Carlo Nello Ginzburg y Giovanni Nello Carlo Levi –el Carlo Nello les venía a ambos por los hermanos Carlo y Nello Roselli, fundadores del partido Giustizia e Libertá, asesinados por fascistas franceses a las órdenes de Mussolini.
 
Pero lo verdaderamente fascinante de la conversación de anoche fue cómo estas y otras historias íntimas se volcaron inconscientemente a la problemática que definiría la obra del singular historiador. En 1959 Ginzburg decidió dedicarse a lo que era entonces un tema extravagante: las acusaciones de brujería en Europa en los albores de la edad moderna (siglos XVI y XVII). Ginzburg quería recuperar el punto de vista de los acusados. Durante el proceso de descubrimiento histórico –plasmado en sus libros–, tuvo el gran valor de encarar una paradoja: la recuperación del punto de vista de la víctima, del brujo procesado por la Inquisición, colocaba también al historiador en una relación de afinidad intelectual con el inquisidor, por más que sus simpatías estuvieran con la víctima. Y hay aquí, también, otro encuentro de Ginzburg con su judaísmo, pues el judaísmo tuvo que desarrollarse en una dialéctica con esa clase de persecución y, por tanto, conocía íntimamente aquella mezcla paradójica de simpatía por la víctima con proximidad intelectual o racional con el inquisidor. El judaísmo moderno está cargado de esa ambivalencia y ha vivido constantemente esa paradoja que es, si se tiene el valor de encararla, una forma poderosamente crítica de vivir la vida.
 
Ginzburg habló de mucho, mucho más. Habló de sus influencias. Auberbach, Walter Benjamin, Eisenstein. Reconoció mucho a su madre…
 
Pero quisiera cerrar esta reseña con otro elemento. Para Ginzburg, la idea occidental de la historia está forjada en el modo en que el cristianismo leyó al judaísmo –o, más precisamente, en la forma en que los cristianos leyeron el Antiguo Testamento–. Esa lectura veía en el Antiguo Testamento una figura, una profecía de lo que sólo se cumpliría cabalmente en el Nuevo Testamento –es decir, que el viejo testamento era leído como una confirmación del Nuevo Testamento, y por eso el viejo testamento se justificaba sólo a partir del nuevo. Esta visión de la historia puede ser llamada también una historia de los vencedores, donde el pasado es negado como genitor, y visto en vez como una justificación de la apoteosis del presente.
 
 
Honduras: entre golpistas y neofilibusteros
José Steinsleger
El “vendedor de ciudades ‘llave en mano’ más grande del mundo”, Paul Romer, resultó un tipo más práctico que el precursor de la mayología John L. Stephens (1805-52), empresario, aventurero, explorador y escritor romántico que en Honduras compró la ciudad maya de Copán en 50 dólares.
 
Como es sabido, Stephens trozó varias estelas y monumentos de Copán, y los embarcó a Nueva York con el propósito de indagar si los glifos pintados o grabados en piedras eran de origen egipcio o extraterrestre. Y a pesar de su gran capacidad de imaginación, jamás le cuadró que los antiguos natives podían ser los autores de tales maravillas.

William Walker (1824-60), conquistador de Sonora y Baja California, guardaba frente a los natives iguales reservas que Stephens. El filibustero esclavista anhelaba protegernos del terrorismo islám… (perdón, apache) y, al igual que Romer, afirmaba que su intención no era destruir, sino “…reorganizar la sociedad”.

El propósito del esclavista Walker consistió en llevar colonos civilizados a México, Honduras y Nicaragua, ya que, a su juicio, “…la gastada sociedad de aquellos países no había podido sustraerse a los cambios que los nuevos elementos iban a realizar en su organización política y social” (La guerra de Nicaragua, Educa, San José, 1972, p. 37).

A finales del siglo XIX, el historiador inglés James Jeffrey Roche observó que el filibustero tradicional había sido “…suplantado por el especulador, sin que se note que la moral del mundo haya ganado con el cambio” (The story of the filibusters, Londres, 1894).

El inglés no andaba descaminado, pues tal fue el caso de Sam Zemurray (1877-1961), el banana man que en Nueva Orleáns entabló amistad con el ex presidente de Honduras Manuel Bonilla, depuesto en 1907. Y con ayuda de un grupo de mercenarios amigos de Zemurray, Bonilla regresó al poder en 1911.

La élite hondureña devolvió a the banana man los favores recibidos. Su empresa, la Cuyamel Fruit Company (precursora de la United Fruit), obtuvo gigantescas extensiones de la costa atlántica. Durante muchos años, el enclave neocolonial de Zemurray fue un auténtico Estado dentro del Estado, con estatutos, exención de impuestos y autonomía del Estado hondureño.

En cambio, el audaz Paul Romer emplea recursos más sofisticados. Maestro probado en los usos y prodigios de Internet, Romer ofrece a los países fallidos ciudades modelo para alcanzar el verdadero desarrollo. Y hasta cierto punto, resulta chistoso oír a esta suerte de neofilibustero ciberespacial cuando explica a las audiencias más o menos idiotizadas (o lúcidamente cómplices del negocio), las ventajas de su producto (chartercities.org).
 
Con excelencia académica, Romer evoca las ciudades Estado que en los puertos del mar Báltico forjaron la Liga Hanseática en los siglos XII y XIII, así como la franquicia del rey Carlos II de Inglaterra al propietario absoluto de Pensivlania William Penn (1644-1718), o los estatutos de Hong Kong luego que China cedió a Londres el enclave colonial por 99 años (1898).
 
Las ciudades de Romer serían tecnológicamente sanas (sic) y con mediación de alguna potencia protectora responsable (sic), adoptarían normas derivadas de los más altos derechos civiles (sic): poca regulación, leyes justas, y trabajadores inmigrantes importados. Por consiguiente, los inversionistas caerían en torrente y al país anfitrión, liberado ya de onerosos endeudamientos externos, sólo le restaría… ¡encender las luces!
 
Con un inglés deliberadamente elemental, didáctico y más elocuente y perfecto que el del predicador Billy Graham, Romer no tuvo que hacer en Honduras mayores esfuerzos para que los políticos exclamaran ¡guau! Y así, el Congreso Nacional reformó sin discusión la Constitución para promulgar la llamada Ley de Regiones Especiales para el Desarrollo (RED, 2011).
 
Pero hay un problema o… varios. Para que las distopías urbanas de Romer funcionen, los países se deben comprometer a olvidar lo que él llama old rules. Esas viejas reglas que habrían sido poco exitosas (sic), y que los pueblos insisten en llamar democracia, constitución, justicia social leyes, Estado nacional, soberanía.
 
Como bien apuntó el analista hondureño Ernesto Paz Aguilar “…la existencia de dichas ciudades no es real, sino virtual. Lo único real son las maquetas y los videos que han elaborado sus promotores. Sólo existen en Internet. Es genial: Honduras se convirtió en huésped del experimento neoliberal más radical” que conoce la historia reciente (La Tribuna, Tegucigalpa, 12/9/12).
 
El gobierno conservador de Porfirio Lobo asegura que ninguna parte del país está en venta. No obstante, en el periódico The Globe and Mail (24/5/12) los canadienses alcanzaron a leer un anuncio que decía:
 
Si usted es multimillonario, y no es propietario de un famoso equipo de futbol, o de una carísima colección de arte de categoría mundial, ahora puede ser propietario de un miniestado, completamente privado: Honduras ofrece la oportunidad. ¡Llame ahora!

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