Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

viernes, 8 de febrero de 2013

Túnez, Egipto y los límites de la rebelión árabe- Penultimátum-Economía Moral

Túnez, Egipto y los límites de la rebelión árabe


Ayer, por segundo día consecutivo, miles de manifestantes se movilizaron en diversas ciudades de Túnez, incluida la capital, en protesta por el asesinato del político opositor Chokri Belaid, ultimado el pasado miércoles a las afueras de su casa. Las movilizaciones, en las que se han registrado choques con integrantes de la policía y varios muertos, constituyen el punto más intenso de la confrontación entre los sectores laicos y progresistas y el gobernante partido islamita Ennahda, que hace dos años confluyeron en una revuelta popular que derivó en el derrocamiento de Zine Abdine Ben Ali. Los primeros responsabilizan a Ennahda de tolerar e incluso alentar la oleada de violencia y represión puesta en práctica por sus simpatizantes integristas desde enero de 2011, los cuales se han encarnizado contra sindicalistas, artistas, periodistas independientes y políticos opositores como el propio Belaid.
 
Así pues, en la nación magrebí –la primera en ser sacudida a principios de 2011 por reclamos sociales de libertad, modernización y democracia que dieron origen a la llamada primavera árabe– puede observarse hoy algo parecido a lo que ocurre en Egipto, donde los sectores participantes en la rebelión popular que derrocó a Hosni Mubarak han vuelto a protestar en la emblemática Plaza Tahrir contra las directrices regresivas y autoritarias impuestas por el gobierno de Mohamed Morsi y por la integrista Hermandad Musulmana, señalados como agentes de la restauración del viejo autoritarismo despótico.

Uno y otro casos son ilustrativos, en suma, de las dificultades que han tenido los movimientos sociales que sacudieron al Magreb y el norte de África a comienzos del año antepasado: si bien éstos despertaron simpatías y admiración en todo el mundo y fueron expresión de frescura y modernidad en sociedades dominadas por estructuras políticas inmovilistas, autoritarias y caducas, a la postre resultaron incapaces de generar una propuesta programática y organizativa que les permitiera superar la simple defenestración de gobernantes autocráticos e impopulares. En tal circunstancia, las oportunidades de acceso al poder, una vez que éste estuvo en disputa por medios democráticos, terminó siendo capitalizada por los sectores más retardatarios de esas sociedades, particularmente por los fundamentalismos islámicos, los cuales se presentaron como las únicas alternativas orgánicas y coherentes a los regímenes derrocados.
 
El que los dos casos más emblemáticos de la primavera árabe hayan derivado en meros recambios en las cúpulas de un poder autoritario –si no es que en procesos de regresión política y social– deja en claro que el proceso de transformación y modernización institucional de las naciones árabes, que se creía culminado con la caída de las viejas dictaduras poscoloniales, tomará mucho más tiempo de lo que pudo pensarse en un inicio. Cabe esperar que esa situación se traduzca en un aprendizaje para los participantes en las expresiones de resistencia cívica de los pasados dos años y que derive en un desarrollo de su capacidad organizativa y en la superación de las orfandades programáticas respectivas, a fin de que logren constituirse en una alternativa real de poder y que puedan inducir en forma determinante en dicha transformación.
 As en la manga-Ahumada
Penultimátum
Corrupción e impunidad

El periodista y escritor inglés John Carlin publicó el pasado lunes en el diario El País un artículo donde afirma que la corrupción de autoridades, partidos políticos y empresarios en España no es muy diferente a la tradicional que distingue a México. Que la marca España se encuentra por los suelos en el mundo mientras le economía mexicana, pese a la corrupción, crece a ritmo envidiable. Termina por señalar que se esfumó el sueño de que España es un país europeo moderno: lo que sus habitantes sienten hoy es vergüenza, humillación, rabia, decepción.
 
Bien sabe el autor del libro Playing the Enemy (sirvió de argumento de la película Invictus, sobre el papel que por medio del rugby jugó Nelson Mandela en su política de curar las heridas dejadas por el apartheid), que la metrópoli trajo al Nuevo Mundo la semilla de la corrupción y la abonó con esmero.

Con esmero el Partido Popular (PP), que hoy manda en España, se aprovechó de ese mismo mal desde el gobierno de Aznar. Así lo demuestra la contabilidad que llevó el que fue por 20 años tesorero de ese partido, Luis Bárcenas, y en la que detalla los donativos que los empresarios daban a esa agrupación; y la forma de repartirlos entre los dirigentes y altos funcionarios.

Bárcenas es buen ejemplo de cómo negocios-corrupción-poder político-clase gobernante van de la mano. Mago a la hora de obtener y manejar los fondos de su partido (y de aprovecharse de ellos en su beneficio personal) con razón gozó de toda la confianza de Aznar y Rajoy, que figuran en la lista de favorecidos con los dineros negros de la corrupción. Po unos cuantos ao siempre defendió al ts demás lo niegan y acusan a la oposición y a los medios de desprestigiar al partido en el gobierno y al presidente Rajoy.
 
¡Al ladrón, al ladrón! Gritan los que ahora cosechan la repulsa ciudadana. Al pésimo manejo de la crisis, la clase dirigente española pretende sumar el manto de la impunidad. Si esta vez los dejan.
 
Economía Moral
 
Parece no haber paz para los malvados. Destapada la cloaca, y en un intento por repartir responsabilidades, reveló el mes pasado la lista de los beneficiados con parte de los dineros mal habidos. Sólo unos cuantos aceptan estar en ella. Los demás lo niegan y acusan a la oposición y a los medios de desprestigiar al partido en el gobierno y al presidente Rajoy.
 
¡Al ladrón, al ladrón! Gritan los que ahora cosechan la repulsa ciudadana. Al pésimo manejo de la crisis, la clase dirigente española pretende sumar el manto de la impunidad. Si esta vez los dejan.
 Distinción exclusiva-Magú
Economía Moral
La medición de la pobreza en el mundo/ VI
Gastos de consumo (en vez de ingresos) para medir pobreza y desigualdad
Julio Boltvinik
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En los primeros años que impartí el curso sobre conceptos y medición de pobreza en El Colegio de México, solía ilustrar la deficiencia del indicador de ingresos para medir pobreza con la situación de desempleo que viví durante un par de meses antes de incorporarme a dicha institución en 1992. En esos dos meses el ingreso de mi hogar fue igual a cero, a pesar de lo cual nuestro nivel de vida fue similar al de años anteriores, porque tenía ahorros y crédito de los que eché mano. A muy corto plazo, el ejemplo es válido. Sin embargo, la pregunta es cuántos meses hubiera podido mantener dicho nivel de vida sin encontrar un nuevo empleo. Sería aquí aplicable el concepto de ingreso permanente acuñado por Milton Friedman (el mismísimo padre del neoliberalismo) para explicar el comportamiento de consumo-ahorro de los hogares en su libro A Theory of the Consumption Function, 1957 (Para una descripción y crítica de la teoría de Friedman, véase el capítulo III de Julio Boltvinik, La teoría del consumo en las ciencias sociales: una revisión crítica, tesis de licenciatura en economía, UNAM, 1971). En el escenario de desempleo a largo plazo, mi ingreso permanente tendería a cero, pero con un periodo de desempleo de sólo un par de meses, mi ingreso permanente resultaba poco afectado. Quienes sostienen que el gasto de consumo es mejor indicador que el ingreso para medir pobreza y desigualdad argumentan que ello es así porque aproxima mejor el ingreso permanente.
 
Peter Lanjouw, en el capítulo 13 del libro de Besharov y Couch Counting the Poor, que he venido examinando en esta serie de entregas, aborda la utilización de datos de consumo como expresión del bienestar de los hogares para ser usados en cálculos de pobreza y desigualdad, tomando como caso de estudio a Brasil. Dice que hay razones conceptuales y prácticas para preferir el indicador de gastos de consumo del hogar que el de ingreso (p.273). Argumenta que “los gastos de consumo reflejan no sólo lo que un hogar puede adquirir basado en su ingreso corriente, sino también si puede tener acceso al mercado crediticio o a ahorros propios, o si disponer de transferencias intrafamiliares o intracomunitarias de recursos en periodos en los que los ingresos corrientes son bajos o incluso negativos…Por esta razón, puede haber una desvinculación significativa entre el nivel del consumo corriente y el del ingreso corriente, siendo un mejor panorama del nivel de vida a largo plazo del hogar el del consumo que el del ingreso. Aún más, en las condiciones de un país en desarrollo, la medición de los gastos de consumo es frecuentemente más fácil que tabular (sic) los ingresos del hogar” (p.274). Construir un agregado de gastos de consumo no significa, solamente, sumar los gastos de cada rubro porque, según el autor hay cuatro consideraciones especiales que hay que hacer:
 
1) Rubros costosos que se adquieren esporádicamente. Por ejemplo, automóviles. Aunque el periodo de referencia para el gasto en el cuestionario sea el año pasado, habrá una proporción reducida de hogares que hayan adquirido un auto en dicho año, pero una proporción mucho mayor poseerá un automóvil. Si sólo se incluye en el agregado la información para quienes adquirieron automóvil en dicho año se cometerá un doble error: se subestimará el nivel de consumo (bienestar) de quienes poseen automóvil adquirido antes y se sobrestimará el de quienes lo adquirieron en el año, tomando todo el costo del automóvil como si se hubiera consumido durante dicho año.
 
2) Rubros que sirven como insumos para la producción o como inversiones. Por ejemplo, gastos en un tractor o en fertilizantes que deben ser excluidos del gasto de consumo. En estos casos la distinción es sencilla, pero en otros es muy difícil, dice Lanjouw. Aunque no da un ejemplo concreto, si el hogar produce alimentos para la venta (por ejemplo, quesadillas), una parte de los gastos en alimentos (tortillas, queso) no constituirán gastos de consumo sino en insumos.
 
 3) Rubros adquiridos para otros hogares, el gasto en ellos debe ser excluido del indicador de bienestar del hogar. Correctamente, precisa el autor que los regalos recibidos si deben contabilizarse en el gasto del hogar receptor. En rigor, aunque el autor no lo comenta, son parte también del ingreso, como lo consideramos los que aplicamos el MMIP (Método de Medición Integrada de la Pobreza en México) y utilizamos para ello las bases de datos de las ENIGH (Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares) del Inegi que captan tanto regalos otorgados como recibidos por los hogares.
 
4) Rubros cuyo gasto tiene baja elasticidad respecto del nivel del gasto total (lo que significa que al aumentar el gasto total el destinado a saludanjouw a incluir el gasto en educación en su indicador de gasto, pues los gastos en colegiaturas de escuelas privadas se pueden relacionar directamente con un nivel más alto de bienestar, mientras en salud sólo incluyó los gastos en seguros de salud que son discrecionales y preventivos (p.282). Concluye que si se desea expresar el nivel de bienestar de los hogares lo ideal es capturar no tanto los niveles de gasto sino el valor monetario del flujo de servicios de consumo disfrutados por el hogar de cada bien o servicio, lo que supondría captar no sólo el gasto corriente en bienes durables sino la posesión de un número amplio de ellos, su fecha de adquisición y su valor monetario actual. El autor no incluye cálculos de pobreza, sólo de desigualdad a partir del consumo, pero no los compara con los basados en ingresos.

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