Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

viernes, 23 de marzo de 2012

El trabajo académico: patrimonio cultural de la humanidad- Televisa, el Vaticano y la impunidad- Benedicto XVI en México: ¿viaje de negocios?

El trabajo académico: patrimonio cultural de la humanidad
Gilberto López y Rivas
    
    A partir de una propuesta inicial del editor Fernando Valdés y la colega Ana Ornelas, miembros de la comunidad educativa, cultural, artística y literaria se han manifestado –en diversos foros, incluyendo el Congreso de la Unión– en favor de que el quehacer académico con sentido social y pacífico sea reconocido por la Unesco como Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. Esto en razón del visible deterioro que experimentan las sociedades humanas actuales y los entornos naturales del planeta por la aplicación del modelo neoliberal, y en virtud de su impacto cotidiano en las condiciones de vida que afectan directamente la labor intelectual.
Los promotores de esta propuesta están conscientes de que los criterios plasmados por la Unesco para el reconocimiento del patrimonio cultural inmaterial son muy recientes, y muy grandes las dificultades para su identificación, pues abarca amplias esferas de la actividad humana social, cultural, creativa. No obstante, quienes apoyan la iniciativa parten de constatar que la importancia del patrimonio cultural inmaterial no estriba en la manifestación cultural en sí, sino en el acervo de conocimientos y técnicas que se transmiten de generación en generación. Asimismo, la propuesta se fundamenta en los criterios emanados de las directrices de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, así como en los señalamientos publicados en las distintas ligas electrónicas de la Unesco y el documento desprendido de dicha convención titulado Preparación de candidaturas para la lista del patrimonio cultural inmaterial que requiere medidas urgentes de salvaguardia (Proyecto 2.1, de 15 de marzo de 2011).
Se define el concepto de Trabajo académico con sentido social y pacífico (TASOP) como la actividad docente, humanística, cultural, artística e investigación científica en todos los campos del conocimiento, motivada por el bien común y dirigida al beneficio de las comunidades humanas, la paz y los entornos naturales donde habita nuestra especie.
Precisamente, no todo lo que tiene que ver con la investigación y docencia atraviesa por esta circunstancia de riesgo, sino únicamente aquel trabajo académico motivado y dirigido al bien común, el interés humanitario y pacífico, la concientización y formación de pensamiento crítico. En contraste, en el ambiente economicista-mercantilista e instrumental que domina la trasnacionalización capitalista, los recursos financieros y apoyos complementarios se destinan prioritariamente a proyectos atravesados por el beneficio económico y, en los países hegemónicos, el complejo militar-industrial que lo protege.
Se propone salvaguardar el TASOP por ser un bien útil al desarrollo humano. Éste es producto de distintas e históricas tradiciones, tanto teóricas como metodológicas y prácticas, transferidas en el contexto de la formación escolar y universitaria de los distintos colectivos intelectuales. Contiene en sí mismo una inagotable riqueza cultural, creativa y de conocimiento, en virtud de que refleja el nivel de desarrollo de los pueblos y sociedades en general. Por ello, posee un enorme valor su preservación, y fortalecimiento en las mejores condiciones materiales y sociales.
La propuesta responde a la toma de conciencia de que este importante recurso de desarrollo humano atraviesa por circunstancias que lo ponen en serio peligro y en circunstancias de grave detrimento. Esto es, en las recientes tres décadas y como consecuencia de los efectos del neoliberalismo globalizado, el TASOP ha sido emplazado y cuestionado sobre todo en su carácter público, laico y gratuito, merced a que la dinámica impuesta por la cultura del consumo, el pensamiento y la racionalidad regidos por el mercado, así como el conocimiento para fines bélicos, extendidas por el neoliberalismo planetario, hace que paulatinamente desaparezcan las condiciones materiales, subjetivas e institucionales para su realización plena. Particularmente, la calidad del TASOP ha ido a menos como consecuencia de la turbulenta y caótica automatización de la vida actual, que ha creado una suerte de fuerza centrífuga, en tanto que dispersa, desarticula, desorganiza y cada vez hace más difícil el quehacer académico que antaño giraba en torno a estructuras institucionales que ofrecían, si no las condiciones idóneas, sí las mínimas requeridas para su avance, habitualmente en sintonía con los nobles objetivos de producir conocimiento y brindar educación de calidad a las nuevas generaciones.
Al proponerlo como patrimonio cultural de la humanidad, se pretende recuperar al TASOP como un elemento visible y significativo por su importancia para preservar la dignidad de la vida en todas sus formas, en un marco de crecimiento, progreso y bienestar humano, así como reconquistar el respeto social del que antaño gozaba. Es indudable que el TASOP, como cualquier otra tradición cultural, local, regional o mundial, ha ido evolucionando y se transmite a las generaciones jóvenes, con lo cual contribuye a infundirnos un sentimiento de identidad y continuidad, creando un vínculo entre el pasado y el futuro a través del presente. El patrimonio cultural inmaterial no se presta a preguntas sobre la pertenencia de un determinado uso a una cultura, sino que contribuye a la cohesión social fomentando un sentimiento de identidad y responsabilidad que ayuda a los individuos a sentirse miembros de una o varias comunidades y de la sociedad en general. La propuesta cuenta con el apoyo del ámbito intelectual y cultural, grupos e individuos vinculados directa e indirectamente con la academia, en virtud de que son precisamente quienes experimentan, de modo más cercano, el demérito del que ha sido objeto su trabajo. La salvaguardia del patrimonio vivo se hace por tanto cada vez más necesaria para el desarrollo sostenible de nuestros pueblos.

Escala por el papamóvil-Magú
Televisa, el Vaticano y la impunidad
Gabriela Rodríguez
      Si el que viene para Silao es el Papa, ¿cuál es la intención de Televisa al dirigir las noticias desde Ciudad del Vaticano? ¿Será que no pueden ocultar al verdadero emisor ni disimular el sentido de la actual conquista espiritual? No aspiro a saberlo, pero el collage de Televisa y la Basílica de San Pedro me llevó a confirmar lo obvio: los medios de comunicación y los jerarcas eclesiales son el arma actual de domesticación de las conciencias.
Quienes controlan las conciencias pueden someterlas a su voluntad y tomar el mando de la justicia –y de las elecciones–, aun por encima de la ley. Quienes controlan las conciencias deciden a quién se encubre y a quién se castiga, quién gana y quién pierde. Quienes controlan las conciencias sustentan la impunidad.
México y el Vaticano presentan dos perfiles de impunidad muy parecidos. La imposibilidad del Poder Judicial para castigar la corrupción política y los excesos del Ejecutivo, al grado de llegar a utilizar el montaje escénico de Televisa para desvirtuar los más crueles delitos, nos muestra hasta dónde se ha infiltrado la cultura de la impunidad en nuestras instituciones. Por su lado, el estilo de justicia del Vaticano, en particular los escándalos de pederastia de la Iglesia católica, muestra un patrón que parece haber modelado la impunidad institucional de los países católicos.
Tal como lo suscribe Geoffrey Robertson, defensor de derechos humanos y consejero de la reina en Gran Bretaña, “no queda duda de que el enorme escándalo ocasionado por el abuso sexual surgió por directrices del Vaticano, específicamente de la Congregación para la Doctrina de la Fe –que dirigió Joseph Ratzinger por 25 años–, mediante las cuales se exigía que todas las denuncias de abuso sexual se procesaran bajo el máximo secreto, fuera del alcance de las fuerzas policiacas locales y de los tribunales, conforme a un derecho canónico obsoleto, ineficaz y no punitivo”. Cerca de 100 mil menores y adolescentes han sufrido abusos sexuales de parte del clero y muchos de ellos padecen daños sicológicos graves y duraderos. El sistema permite que los agresores no reciban castigo alguno y ha sellado los labios de las víctimas al juramentarlas y obligarlas a firmar arreglos legales confidenciales. La Iglesia los ha protegido o transferido a otras parroquias o países (de África y de Latinoamérica) y ha impedido que se les identifique y sentencie a prisión por insistir en apegarse a los protocolos internos que les brindan perdón en esta vida y en la próxima. Bajo total secretismo, la Santa Sede se ha ocupado de los transgresores con medidas opuestas al derecho de la nación donde opera y ha retenido la evidencia de su culpabilidad para evitar que llegue a las autoridades de procuración de justicia. Porque el Papa es el último monarca absoluto que reina hasta su muerte, así que en 2005, al convertirse en papa, Benedicto XVI adquirió ‘inmunidad de jefe de Estado’, y con ciertas excepciones, no se le puede demandar ni enjuiciar, porque la Santa Sede lo exime de responsabilidad civil. Ratzinger afirmaba que sin importar la gravedad de un delito, la comunidad internacional no debía exigir cuentas a dirigentes políticos o jefes de Estado, sino que se les debería juzgar en su propio país o no se les debería juzgar en absoluto.
El texto también ofrece estudios sobre la pederastia clerical. Explica que el voto de celibato y el hecho de que la Iglesia califique como pecado mortal la masturbación genera una insoportable tensión en muchos sacerdotes, un 50 por ciento lleva de alguna manera una vida ‘sexual activa’, hecho que no explica por qué del 6 al 9 por ciento incurre en actividad sexual con menores. El sacerdocio ofrece oportunidades incomparables de poder espiritual; la mayoría de los pederastas parece presentar infantilismo o inmadurez sicosexual y muchos pretenden negar su trastorno esperando que los rigores de la vida sacerdotal los protejan de sí mismos; para evitar el escándalo, la actitud del alto clero se traduce en una cultura de perdón; el perdón otorgado en el confesionario ‘genera un ciclo de culpabilidad que vincula a clérigos y confesores, donde las transgresiones sexuales secretas se minimizan y trivializan; incluso los actos sexuales con menores de edad se convierten en un pecado más que se debe perdonar’, y al haber pagado sus penas (orar y rezar más) se sienten ‘con derecho’ a usar a los niños para su satisfacción sexual. Por el lado de las víctimas, la obediencia infantil a la solicitud de favores sexuales se deriva del ‘temor reverencial’: sienten tal respeto emocional y sicológico por el transgresor que no pueden negarle lo que les pide. Desde los siete años de edad, en que ya pueden comulgar, se obliga a las niñas y a los niños a confesar sus pecados y el sacerdote puede dispensarles el perdón (Geoffrey Robertson, El caso del Papa: rendición de cuentas del Vaticano por abusos a los derechos humanos, original de Editorial Penguin Books, 2010; publicación en español de DEMAC y Católicas por el Derecho a Decidir).
Ahora que un mensajero de Dios viene nuevamente a tierras mexicanas –como anuncia Televisa–, cuando la tensión política se viste con las prendas de la contienda electoral, el Papa vendrá a revitalizar la resignación, sumisión y obediencia que tanto necesita un pueblo sumido en la pobreza y la violencia. A cambio, gobernantes, candidatos y señores del dinero, como otrora los hacendados y los reyes, otorgarán al clero fueros, prebendas, libertad religiosa, o los privilegios que soliciten.
Detrás de la cruz-Fisgón
Benedicto XVI en México: ¿viaje de negocios?
     La primera visita de Benedicto XVI a México, que se inicia hoy en Guanajuato, es una confluencia de significados pastorales y políticos que distan de ser alentadores para nuestro país.
En el primero de esos ámbitos, y a reserva de esperar los discursos que habrá de pronunciar el pontífice durante su estadía en el país, un primer aspecto inadmisible de su visita a México es que el Vaticano no haya aceptado realizar encuentro alguno con las numerosas víctimas de pederastia y otros delitos sexuales cometidos por sacerdotes: dicho encuentro sería procedente y necesario no sólo porque Joseph Ratzinger ha mantenido encuentros similares con víctimas en otras partes del mundo, sino también por el papel que desempeñó en el encubrimiento de esos crímenes en México, particularmente los del líder de la Legión de Cristo, Marcial Maciel.
Lo anterior obliga a recordar la indolencia proverbial del Vaticano –e incluso de sectores clericales locales– ante los flagelos sociales, políticos e institucionales que recorren la región, entre los que destacan la pobreza, la desigualdad, la insuficiencia educativa, la insalubridad, la corrupción de las élites gobernantes, la discriminación de los pueblos indígenas, las persistentes afrentas a los derechos humanos y la desintegración del tejido social provocada por las políticas neoliberales, el incremento de la violencia criminal y, desde luego, las conductas delictivas cometidas por miembros de la propia Iglesia.
Por lo que toca al aspecto político, la visita coincide con un avance y un fortalecimiento preocupantes de posturas tradicionales de la Iglesia católica en la agenda pública y legislativa nacionales. Si bien algunos de estos avances se han venido consolidando desde hace meses y años –tal es el caso de las iniciativas que penalizan la interrupción del embarazo en más de la mitad de las entidades del país–, otros parecen estar relacionados, incluso causalmente, con la visita del Papa a México, como ocurre con la reciente modificación al artículo 24 de la Constitución en materia de libertad religiosa, y resulta inevitable percibir, en dicha coincidencia, un afán de autoridades y representantes populares por congraciarse con el alto clero católico de cara a la gira papal que hoy empieza.
Con ese telón de fondo y ante la cercanía de los comicios previstos para julio próximo, da la impresión de que el máximo líder del catolicismo no viene al país en visita pastoral, sino a negociar intercambios con los sectores políticos que aprobaron la modificación señalada: por ejemplo, nuevas claudicaciones legales y constitucionales en materia de laicidad del Estado a cambio de presencia y aliento –en la entidad que es el bastión electoral panista por excelencia– cuando la cita con las urnas está a la vuelta de la esquina.
En suma, la visita de Ratzinger a México deja ver una lamentable pérdida del sentido republicano y laico en el país –pérdida a la que abonan los candidatos presidenciales con su decisión de asistir a un ritual religioso presidido por el pontífice que se celebrará en un sitio público– y el ensanchamiento de los márgenes de maniobra con los que cuenta hoy el clero católico para recuperarse de pérdidas de poder históricas que, hasta hace no muchos años, parecían irreversibles. Se cierran, en forma inversamente proporcional, los espacios para el desarrollo cívico de una sociedad plural, justa, libre, diversa y tolerante.

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