Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

jueves, 29 de marzo de 2012

Golpe al Estado Laico- A ojos de Dios...

Golpe al Estado Laico
A puerta cerrada, senadores de PRI y PAN imponen la cuestionada reforma religiosa
Al artículo 24 se agregó el concepto de libertad de conciencia y de convicciones éticas
No fue una demanda social: Moreno
Peña Nieto pactó con el alto clero el cambio a la Carta Magna, acusa Pablo Gómez
No se permitió a grupos opositores entrar al recinto
Foto
Protesta afuera del Senado durante la discusión y aprobación de la reforma al artículo 24 constitucionalFoto Francisco Olvera
Andrea Becerril y Víctor Ballinas
Periódico La Jornada
Jueves 29 de marzo de 2012, p. 2
     En un recinto cerrado, con las galerías vacías para que no se colara ninguna protesta, la mayoría PRI-PAN en el Senado pasó trabajos, pero logró finalmente la votación calificada y aprobó ayer las reformas al artículo 24 constitucional.
El cambio consiste en agregar al concepto de libertad de religión, ya consignado en ese ordenamiento de la Carta Magna, el de libertad de conciencia y de convicciones éticas.
En tribuna, senadores de PRD, PT y Movimiento Ciudadano, así como la priísta María de los Ángeles Moreno, explicaron que eso significa un avance hacia la desarticulación del Estado laico y es un intento de la jerarquía católica por lograr nuevos privilegios y fueros.
Senadores del PAN reconocieron ante el pleno que a partir de esta reforma deberán debatirse cambios que permitan la enseñanza religiosa en escuelas públicas y que las iglesias pueda tener medios de comunicación masiva.
El perredista Pablo Gómez acusó al candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, de haber pactado esa reforma con el alto clero, y Moreno dijo que ese cambio no es producto de una demanda social, sino más bien de un voluntarismo de religiosos trasnochados o de cúpulas de poder que desean complacer a algunas fuerzas con las que piensan que es útil pactar, sin considerar las graves consecuencias.
Previamente y por mayoría, el Senado aprobó la reforma al artículo 40 constitucional, para refrendar el carácter laico del Estado mexicano, minuta que estuvo congelada durante dos años, ya que el PAN se oponía a su aprobación. Es una especie de cambalache, ahora por el artículo 24, acusó Pablo Gómez, quien junto con su compañero Leonel Godoy y la priísta Moreno protestaron por la determinación de no permitir que los representantes de grupos como Foro Cívico México Laico accedieran a la galería de invitados del salón de sesiones.
Tanto el pleno como las dos galerías fueron cerradas y sólo se permitió el acceso a los fotógrafos y camarógrafos acreditados. Cuatro opositores a la reforma lograron colarse al sitio de prensa, pero fueron desalojados al primer grito de ¡no a la reforma!.
Afuera del recinto de Reforma e Insurgentes, decenas de manifestantes con demandas similares se mantuvieron las cuatro horas que duró la discusión.
Participaron 12 oradores, ocho de ellos en contra. Los perredistas Gómez, Godoy, Rubén Velázquez y Máximo García Zalvidea, Eugenio Govea y Dante Delgado, de Movimiento Ciudadano, y la priísta Moreno argumentaron los riesgos de aprobar un texto mal redactado, que no define ni detalla los alcances y las consecuencias de las nuevas libertades señaladas en el capítulo derechos humanos de la ley suprema del país.
Pablo Gómez expresó ante el pleno que se trata de una modificación innecesaria, porque la libertad de religión se estableció en la Constitución desde 1857. Advirtió que nadie había explicado para qué se quería ese cambio, que podría derivar en la objeción de conciencia.
Por su parte, Godoy advirtió que se pretende abrir una rendija en la Constitución para introducir otros temas, entre ellos el de la educación confesional. Aludió a la redacción actual del artículo 24, que señala: Todo hombre es libre de profesar la creencia religiosa que más le agrade y para practicar las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley.
La nueva redacción, en cambio, establece: Toda persona tiene derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su agrado. Esta libertad incluye el derecho a participar, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, en las ceremonias, devociones o actos de culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley.
Godoy recalcó que ni mejora la redacción del artículo 24 ni se amplían las libertades de los mexicanos. Se establece la libertad de convicciones éticas y de conciencia, copiándo la redacción de tratados internacionales sin precisar sus alcances, lo que las deja a la libre interpretación del ciudadano y ello constituye un riesgo para el sistema jurídico mexicano.
Al presentar el dictamen, el presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales, el prísta Melquiades Morales, sostuvo que la modificación no es una ocurrencia ni tiene el propósito de conculcar principios que sustentan el Estado laico. Recalcó que de la exposición de motivos de la minuta se eliminó un párrafo en el que los diputados habían establecido que a la luz de ese cambio al artículo 24, se requerirá también la revisión de los artículos tercero, quinto, 27 y 130 de la Carta Magna.
Sin embargo, poco después, en tribuna, la senadora panista Judith Díaz explicó que la libertad de conciencia se relaciona con la libertad de formación y de educación religiosa. Tenemos que empezar a definir a quién corresponde el derecho a la educación, si a los padres, a la Iglesia o a quién.
También –agregó– se tiene que definir el acceso de las iglesias, como asociaciones religiosas, a los medios de comunicación masiva.
Por su parte, su correligionario Santiago Creel sostuvo que es hora de dejar atrás las simulaciones, como las que él vivió –dijo– cuando estudiaba en un colegio católico y debían esconder los libros de religión cuando se presentaba un inspector de la Secretaría de Educación Pública.
Una mayoría ciega y sorda, como la definió Eugenio Govea, de Movimiento Ciudadano, aprobó la reforma.
Por lo que se refiere al artículo 40, el texto ayer aprobado queda de esta manera. Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica y federal.
Ambas minutas pasaron a las legislaturas de los estados para continuar con el proceso del Constituyente Permanente.

Golpe al Estado Laico
La priísta Margarita Villaescusa prácticamente fue obligada a dar el sí
Andrea Becerril y Víctor Ballinas
Periódico La Jornada
Jueves 29 de marzo de 2012, p. 2
La reforma al artículo 24 se aprobó con apenas la mayoría calificada necesaria, es decir la anuencia de las dos terceras partes de senadores presentes en el recinto. Fue un voto lo que hizo la diferencia y se logró gracias a la disciplina de la fracción del PRI.
Había en el recinto 107 senadores, y cuando se abrió el tablero electrónico, el presidente de la mesa directiva, el panista José González Morfín, comenzó a preocuparse porque los votos en contra iban en aumento. Llegaron a 35 en contra y 71 a favor, ¡faltaba uno para la mayoría calificada! Dieron varios minutos más para sufragar y se preguntó una y otra vez quiénes faltaban.
Apoyado por el secretario de Servicios Parlamentarios, Arturo Garita, en la mesa directiva se dieron cuenta de que faltaba de votar la priísta Margarita Villaescusa, suplente del hoy gobernador de Sinaloa, Mario López Valdez (Malova).
Villaescusa se había ido al final del recinto, como para salir, pero el secretario de la mesa directiva, el también priísta Cleominio Zoreda, no dudó en presionarla. Tres veces la llamó y al final le pidió que en propia voz se definiera, y ella, con apenas un susurro, dijo sí a la reforma al 24. Ya tenemos la mayoría, gritó el priísta. Se aprobó entonces con 72 votos a favor y 35 en contra.
Al final, la senadora María de los Ángeles Moreno reclamó a Zoreda por la presión a Villaescusa.
En cambio, la reforma al artículo 40 pasó con 97 votos a favor, tres en contra y dos abstenciones.
El verdadero souvenir-Rocha
A ojos de Dios...
Soledad Loaeza
    
     A ojos de Dios todos somos iguales, pero no lo somos a ojos del papa Benedicto XVI, quien nos trató diferente. Cuando visitó Alemania, Australia y Estados Unidos se entrevistó con víctimas del abuso sexual por parte de sacerdotes a quienes se había confiado a niños para su educación y cuidado. En cambio aquí, ni las vio ni las oyó. No sabemos si fue decisión del Vaticano, aunque uno hubiera esperado lo contrario en vista de que el cardenal Ratzinger fue un severo crítico de Marcial Maciel, el patético protagonista de los episodios más vergonzosos de la historia reciente de la Iglesia católica mexicana. Bernardo Barranco, en estas páginas, atribuye la responsabilidad de esta imperdonable omisión a los obispos mexicanos, que no han querido dar la cara a las víctimas, ni asumir la parte de culpa que les toca en tanto que miembros de la corporación que es la Iglesia. Según Barranco, el Papa no quiso balconear a los obispos locales que rehúyen cobardemente ese tema y que no se atreven a tratarlo en público, asumiendo que lo hacen en privado, aunque no sea más que para hablar mal del arrogante Maciel.
Las respuestas de los obispos al porqué aquí no hubo entrevista papal para las víctimas de abuso sexual prestan credibilidad a la hipótesis de Barranco. En general niegan el problema, no sin un cierto grado de cinismo, pues ¿quién no conoce la historia de José Barba Martín o de Francisco González Parga? La han contado y recontado verbalmente, por escrito, han dado entrevistas en todos los medios, en México y en el extranjero, y a pesar de eso el obispo Carlos Aguiar Retes, a la pregunta de por qué no se incluyó en la agenda del Papa un encuentro con ellos, dio una respuesta inaceptable: “Nosotros no podemos asumir el liderazgo de algo que no conocemos. Mientras las víctimas no aparecen, no se conocen sus rostros, no sabemos quiénes son…” (Reforma, 23 de marzo) ¿En dónde vive el obispo Aguiar, que ha logrado mantenerse ignorante de las historias de Maciel o de otros sacerdotes como Nicolás Aguilar Rivera y Carlos López Valadez, acusados de los mismos delitos que Maciel? Estas son las historias de su corporación, de su gremio, y han hecho escándalo, así que al obispo Aguiar no le creo.
Bernardo Barranco lo ha planteado en estas páginas. Benedicto XVI incurrió en una grave omisión al quedarse callado respecto de la pederastia sacerdotal en México, esto es, al hacer lo mismo que han hecho los obispos mexicanos. Si el Papa hubiera hablado, habría orientado a sus obispos, les habría indicado cómo tratar el problema, los habría educado y habría evitado que se mostraran tal y como son. Así, por ejemplo, el obispo de Tlapa, Óscar Roberto Domínguez, hizo una declaración al respecto en la que reveló una notable incapacidad de empatía con las víctimas. Si él es así, la verdad, mejor se hubiera dedicado a otra cosa. El obispo dijo: “Hay que ver la proporción. ¿Cuántas gentes (sacerdotes) han hecho este problema? ¿Cuántos sacerdotes vivimos como Jesús nos pide? Este problema en otras esferas existe y (nadie dice nada) (Reforma, 23 de marzo). O sea, “mal de muchos…” ¿Y a nosotros qué nos importa que en las filas del clero mexicano haya una masa de santos varones que portan orgullosos la azucena de San José? Con que haya un solo perverso, uno solo, basta para que todos reflexionen al respecto y, como son miembros de la corporación, que se pregunten qué hay en ella que puede llevar a alguien por ese camino.
Benedicto XVI nos trató distinto. No quiso ventilar el asunto de la pederastia sacerdotal con algunas de sus víctimas. Le habrán dicho que los mexicanos somos como niños con quienes no se puede tratar como si fueran adultos con capacidad de reflexión y de juicio. O tal vez le dijeron que los temas de la moralidad, del equilibrio mental y emocional de los sacerdotes no pueden discutirse con quienes poseen una fe religiosa superficial, atravesada por paganismos, católicos que no conocen el Evangelio y que en cualquier momento pueden caer en la aborrecida práctica protestante de pensar por sí mismos. Peor todavía, los obispos mexicanos, cuidadosos de su propio prestigio en el Vaticano, le habrán dicho al Papa que ellos se encargan de tratar con la masa de creyentes, a la que le conocen los modos; ese mismo conocimiento les permite asegurar que el asunto de la pederastia no interesa, que basta el espectáculo: la imagen del Papa dando la comunión al Presidente, el saludo a los candidatos, la foto del Papa con la Virgen de Guadalupe, la inolvidable escena de Benedicto XVI colocándose un sombrero charro. Le habrán dicho que el turismo religioso –como cualquier otro– se agradece mucho en estas tierras. Obispos como Aguiar y Domínguez habrán convencido a los representantes del Papa, o al Papa mismo, de que nosotros no necesitamos explicaciones, que estamos dispuestos a aceptar lo que ellos digan. Por eso nos trató diferente, porque, a sus ojos, no es cierto que todos somos iguales. Y ojalá que tengan razón, y que Marcial Maciel sólo haya habido uno.

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