Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

martes, 26 de junio de 2012

Por qué AMLO ganará- AMLO: «No los voy a traicionar, sería una infamia; líder no va a faltar, tengan confianza»- Sobre la posibilidad de fraude

Elecciones 2012
Gracias a ellos y a las redes sociales Peña empezó a irse en picada y nosotros hacia arriba
Con la participación de los jóvenes, las cosas en el país comenzaron a cambiar: AMLO
No los voy a traicionar, sería una infamia; líder no va a faltar, tengan confianza, asegura
Foto
Cierre de campaña de Andrés Manuel López Obrador en la ciudad de Morelia, Michoacán
Foto Carlos Ramos Mamahua
Víctor Ballinas
Periódico La Jornada
Martes 26 de junio de 2012, p. 7
Morelia, Mich., 25 de junio. En la plaza Melchor Ocampo, desbordada de simpatizantes, Andrés Manuel López Obrador llamó a los ciudadanos a dar el último estirón para ganar la Presidencia de la República. No cambien su voto por migajas; hay que orientar a la gente: que acepten todo lo que les den, pero que voten de acuerdo con su conciencia.

          Convocó a los ciudadanos a que convenzan a cinco personas más para que después de votar se queden en las casillas a cuidar los sufragios. Tómenle fotos a las sábanas de casillas con sus teléfonos celulares y envíenlas a un centro de información que habrá para que nos hagan llegar todas y ese día podamos anunciar nuestro triunfo.

           En cuatro ocasiones el discurso de López Obrador fue interrumpido por el repicar de las campanas de la catedral. Cada 15 minutos se escuchaban, y el candidato de las izquierdas llamaba a la gente a esperar, entre gritos de Presidente, presidente y Es un honor estar con Obrador.

         Señaló a los michoacanos que hace 45 días las cosas comenzaron a cambiar, por la participación de los jóvenes, muchos creían que eran apáticos, que no les interesaba el cambio, pero gracias a las redes sociales y a su movimiento, Peña empezó a irse en picada y nosotros hacia arriba.

       Los patrocinadores de Peña pensaban que iba a ser fácil, que con una telenovela lo iban a sentar en la silla presidencial, pero no les salió, y entonces fueron a buscar a (Vicente) Fox, y éste traicionó a su partido y a su candidata y llamó a votar por el puntero, que ahora es quien les habla. Hagánle caso a Fox.

         Ante los gritos de Presidente, presidente, refirió: vamos muy bien en todo el país; el entusiasmo de ustedes es lo que se siente; en mis cierres de campaña he tenido plazas llenas en Tabasco, en Guadalajara, en Tepic, en Pachuca y ahora en Morelia; mañana va a ser lo mismo en Colima y en Toluca, y los invito el próximo miércoles al cierre en el Distrito Federal, donde vamos a caminar del Ángel de la Independencia al Zócalo.

         Explicó que la efervescencia que se vive, el ánimo, el entusiasmo es porque la gente quiere un cambio verdadero ante la crisis social de inseguridad y violencia que hay en el país; hoy hay condiciones para lograrlo; que no se apague la llama de la esperanza, ésta que surgió hace 45 días.

            En respuesta, los asistentes coreaban No más PRI, Fuera Peña, fuera Vallejo. Entonces López Obrador subrayó: Peña va en picada, se desinfló. Llamó al gobernador Fausto Vallejo a no obstaculizar el ejercicio democrático del voto, porque, dijo, “el fraude electoral no lo borran las aguas de todos los océanos.

   El PRI, ante el fracaso de su estrategia, ahora de manera descarada recurre a la compra de votos. Los gobernadores, como antaño con Fidel Velázquez, ofrecen millones, pero la gente quiere justicia.

       Por la mañana, también en un mitin multitudinario en Pachuca, López Obrador cerró su campaña en Hidalgo. Ahí se comprometió a ser el guardián del presupuesto y dedicarlo al desarrollo del país, a generar empleos y a incrementar los salarios de los trabajadores.

      En los dos cierres de este lunes insistió en su programa social. En el de Michoacán destacó: Yo no los voy a traicionar, sería una infamia. Líder no va a faltar, tengan confianza.

Astillero
Y sin embargo...
Actuar contra fraude
Detectar mapachería
El lunes siguiente
Julio Hernández López
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TERMINAL 2 DEL AICM. Tres agentes de la Policía Federal que realizaban un operativo antidrogas resultaron muertos tras un enfrentamiento con presuntos elementos de la misma corporación en la Terminal 2 del aeropuerto capitalino
Foto Alfredo Domínguez
         El conjunto de intereses que en 2006 cerró el paso a la opción reformista representada por López Obrador ha vuelto a montar un aparato de defraudación electoral. No es solamente el burdo operativo nacional de compra de voto, al más clásico estilo del peor priísmo, ni las brigadas gordillistas de mapachería de las que ha dado actualizado reporte Karina Avilés en La Jornada a propósito del plan de acción delictiva denominado Ágora.

       Es también la reunificación explícita de los mismos obstructores de ayer: Calderón, convertido en gustoso jugador con devaluadas monedas josefinas que apuesta al triunfo de la ficha copetona en espera de ganar la misma impunidad monumental que ha disfrutado hasta ahora su antecesor, Fox (la señora Marta y los hijos Bribiesca), el famoso ranchero lengua larga que asoma la punta intelectual de sus botas en el escenario descompuesto para criticar en El País al Felipillo al que siempre ha menospreciado, elogiándose como el mejor presidente de la historia del país y enderezando baterías contra el perredista tabasqueño cuya supuesta lejanía apabullante respecto de Peña Nieto, según las encuestas de opinión alineadas, haría fútil el gasto de metralla tan abundante y concentrada.

         Coros institucionales celebran en tonos vehementes la más absoluta imposibilidad de un fraude electoral mientras por todo el país se multiplican los reportes de las mil formas priístas de botar en regalos electoreros los fondos habidos en exceso. En medios de comunicación asociados al priísmo (es decir, a la confluencia final del calderonismo y el salinismo) se sataniza toda insinuación de fraude, condenando desde ahora al paredón patriótico a quien ose dudar de la palabra oficial que el próximo domingo, faltando un cuarto para las doce de la noche, habrá de anunciar con solemnidad el nombre del nuevo sol sexenal, contundente e inobjetable.

        Y sin embargo, jóvenes del movimiento 132 anunciaron ayer un esfuerzo para los seis días finales, en busca de organizar a los ciudadanos que defienden no necesariamente a un candidato en especial, sino el derecho a elegir en libertad al próximo presidente de México. Son tantas las evidencias del magno mecanismo de adulteración electoral en marcha, que pareciera al mismo tiempo desconcertante que no se produzca una reacción ciudadana que luche por frenarlo. Parecería que la proporción de lo que está a la vista ha inhibido a los votantes que desean limpieza electoral, resignados tempranamente a conformarse con la imposición programada. La primavera cívica detonada semanas atrás pareciera haber entrado en un acelerado proceso de hibernación, pasmado el movimiento juvenil, y ciudadano en general, ante las artes de mediatización, divisionismo, confusión y desgaste que el sistema ha puesto en práctica mediante un judo político y mediático que con la misma fuerza de los opositores trata de generar su caída.

         Los ríos de dinero que ya están corriendo, las cuotas electorales asignadas a los gobernadores priístas, la parálisis convenenciera de los consejeros del IFE, la preparación anestésica mediante encuestas de opinión programadas para sostener la presunta delantera de EPN y las técnicas crudas de defraudación, como la famosa Ruleta que hace prácticamente imposible evitar en un contexto normal el depósito en urnas de boletas marcadas en favor de un partido, llevan a muchos mexicanos a preguntar qué hacer.

         No encuentran respuestas ni siquiera en la estructura de apoyo a AMLO, en la que están incrustados acechantes adversarios internos que sólo esperan el momento para reiterar la vocación por la traición, ni en los líderes partidistas que ya han obtenido ganancias al acomodar a sus piezas en los privilegios plurinominales que integrarán las próximas cámaras, y ni siquiera en algunos miembros del hipotético gabinete que desde ahora se preguntan si su predisposición a los gobiernos de coalición debería llevarlos a aceptar una invitación priísta, en caso de que fallara la opción tabasqueña.

        Por lo pronto, en estos días finales queda claro que una manera firme de romper la cadena de defraudación electoral que está montando el PRI requiere de la detección y denuncia de las casas de operación electoral en las que se repartirán artículos y productos, además de dinero en efectivo, para promover ese voto en Ruleta.

          También parece cierto que los futuros votantes deben razonar con todo cuidado la manera en que cruzarán las boletas el próximo domingo, pero que tal vez vaya a ser aún más trascendente analizar y decidir respecto de lo que se haría el siguiente lunes, en caso de que el conjunto de intereses que ya hizo fraude en 2006 reitere su conducta seis años después.
Astillas
Un buen número de mexicanos se han quejado por el uso de sus datos de identificación (alojados en registros oficiales, del Conacyt y del Sistema Nacional de Investigadores) para que recibieran una carta personalizada de Enrique Peña Nieto... Martín Gerardo Fernández reportó: viendo el Canal Once este lunes, cerca de las 18 horas con 15 minutos, transmitieron un espot de no más de 15 segundos donde se argumenta que siete de cada 10 mexicanos no quieren a López Obrador y ponen fotos de supuestos mítines con unos 20 asistentes y reiteran que México no lo quiere. Hasta aquí todo parecería normal, pese a la manipulación de la información, pero lo alarmante de todo esto es que este espot no lo firma nadie, no dice quién lo paga, esto es, que no aparece ni al principio ni al final ningún partido, institución o particular haciéndose responsable de este mensaje... Y, mientras siguen los jaloneos sangrientos por eventual cambio de administración en el negocio oscuro, esta vez en el aeropuerto capitalino, ¡hasta mañana, con el físico Jaime Ruiz-García, de la UASLP, asegurando que “la encuesta del diario Reforma está equivocada, ya que en realidad tiene a AMLO a 4.7 por cierto de Peña Nieto, y no a 12 por ciento, como indicó en su encuesta de junio” (estudio disponible en www.astillero.tv )!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
Por qué AMLO ganará
Víctor M. Toledo
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Cuadro
         Durante los meses recientes, el IFE registró más de mil encuestas realizadas por todos los rumbos del país y a todas las escalas. Centrar la mirada en una sola cifra es reducir y congelar la realidad; es un acto absurdo e inútil, más aún cuando la fiabilidad de las casas encuestadoras se encuentra, por decir lo menos, bajo la tierra. Hoy hacemos un análisis del panorama electoral basado en el conjunto de evidencias que surgen de la totalidad del contexto. Se trata de registrar lo que se percibe, se escucha, se mira, se husmea y se intuye a partir de las evidencias cotidianas, hechos sorpresivos, cambios sutiles, comparaciones con el pasado y, por supuesto, todo tipo de sondeos, simulacros y evaluaciones, incluyendo sitios de Internet.
       1. AMLO gana de manera rotunda en todas las comunidades académicas donde hubo simulacros. En 18 universidades públicas y privadas del DF, Guanajuato, Jalisco y Michoacán AMLO gana con entre 30 y 91 por ciento de los votos de estudiantes, profesores, investigadores y empleados, y con un promedio del 72.6 por ciento (unos 80 mil votos computados). Sorprenden los resultados en el Iteso de Guadalajara y en la Universidad de Guanajuato, dos estados panistas. Los estudiantes universitarios representan la tercera parte del voto joven.

       2. En los encuentros masivos, AMLO no solamente se encuentra muy arriba de sus dos principales competidores en términos cuantitativos, sino en la calidad de los participantes. Entre el 10 de abril y el 27 de junio AMLO realizó 115 mítines de carácter popular (salvo algunas visitas a universidades y tecnológicos), que incluyó todas las 32 capitales, y las 80 ciudades más importantes de México. El recorrido se hizo a un increíble ritmo de casi dos mítines por día. Si se considera que la inmensa mayoría de los asistentes acuden por su propia voluntad, contra las prácticas de acarreo del PRI y el PAN, el candidato de la izquierda tuvo contacto directo con entre 600 mil y un millón 115 mil verdaderos ciudadanos, ello sin incluir el cierre de la ciudad de México. La irradiación de esta energía civil hacia los ámbitos sociales no puede ignorarse.

        3. En cuanto al voto joven, menores de 30 años, cuyo contingente representa la tercera parte del total de votantes, el análisis de las encuestas de Reforma revela que entre el 28 de marzo y el 31 de mayo las preferencias por AMLO se incrementaron 12 puntos, las de EPN descendieron 16 puntos y las de JVM bajaron 4 puntos. Si estas tendencias se mantienen se llegaría al día de la elección con 37 por ciento del voto joven para AMLO, 28 por ciento para EPN y 20 por ciento para JVM. Esta estimación se hace sin ponderar los inesperados eventos y expresiones anti-Peña que arrancaron en la Universidad Iberoamericana y se extendieron en manifestaciones por todo el país, dando lugar al movimiento #YoSoy132.

        4. Hay un cúmulo de rarezas, de indicadores sorpresivos, que deben tomarse en cuenta porque contradicen las evaluaciones de las encuestas dominantes que sitúan a EPN muy arriba. Aquí deben citarse los sondeos por Internet como El Menos Peor, donde AMLO lleva 70 por ciento de las preferencias de un total de 272 mil votantes; o la encuesta electrónica realizada por Milenio Tv y retirada de inmediato porque AMLO la encabezaba con 85 por ciento de los votos. También destaca la encuesta semanal del SNTE y Panal, supuestamente confidencial, con padres de familia, donde AMLO aventaja por seis puntos, y la encuesta que levantó un taxista del DF con más de 4 mil pasajeros, con AMLO arrasando. Finalmente la cereza en el pastel: la encuesta levantada por Werevertumorro.mx, que es el canal de YouTube más visitado de Iberoamérica, con casi 4 millones de seguidores, y donde AMLO obtuvo 66 por ciento de casi 100 mil votos (abril 28).

         5. Otra evidencia son las tendencias electorales, los cambios de preferencias a través del tiempo. Aquí hay una coincidencia de varias encuestas y sondeos efectuados cronológicamente que marcan un ascenso constante de AMLO, una caída permanente de EPN y un estado estacionario o ligeramente a la baja de JVM. Esto se lee en encuestas de escala nacional o estatal, como DF, Puebla, BC y Jalisco (ver cuadro).

       6. Finalmente, están los elementos circunstanciales. Una apretada síntesis personal es: votarán por AMLO la homeópata de la familia, el grupo de la hija de la señora trabajadora que estudia ciencias de la educación, mi cardiólogo, el joven encargado de un estacionamiento público en Tlaxcala, la familia de la señora que hace el aseo en el estudio, la experta de Unysis Guadalajara que siempre lo detestó, los papás de todo el grupo del hijo de un amigo en Xalapa, 60 por ciento de los usuarios de la micro financiera Invierta, varias amigas y amigos que siempre fueron panistas, la mitad de los vecinos, todos los parientes en primero y segundo grado, mil 600 intelectuales y artistas y un largo etcétera.

        Si viviésemos en un país verdaderamente democrático y donde se respetaran las leyes, el cúmulo de evidencias aquí descritas sería suficiente para dibujar el panorama electoral. Sin embargo en una sociedad dislocada por la corrupción y con una larga tradición de trampas y fraudes electorales, ello se ve amenazado. Cuatro fenómenos alimentan lo anterior: la sospechosa insistencia por mantener a EPN a la cabeza por las seis grandes encuestadoras, que son las más publicitadas por la Tv, radio y cadenas periodísticas; la imparable compra del voto; las dudas sobre el IFE, y la ausencia de mecanismos legales para penalizar, rápida y efectivamente, los delitos electorales. El triunfo, incluso amplio, de AMLO este 1º de julio deberá ocurrir sin sobresaltos indicando que el país por fin entra a una etapa real de cambio y de consolidación democrática. El otro escenario, en una sociedad en crisis, sería simplemente una tragedia de inimaginables consecuencias. Este país no se lo merece.
Urnas y basureros-Hernández


Sobre la posibilidad de fraude
Javier Flores
          Es imposible un fraude, dice José Woldenberg en un artículo publicado la semana pasada en el diario Reforma. Las razones que dan sustento a su afirmación incluyen: a) el padrón y la lista nominal de electores han sido aprobados por todos los partidos y revisados por 333 comisiones de vigilancia; b) las boletas son infalsificables, al igual que las credenciales de elector; c) los funcionarios de casilla son ciudadanos seleccionados al azar mediante doble insaculación; d) los resultados son anotados en un acta y exhibidos fuera de las casillas. Además de lo anterior, todas las etapas del proceso son vigiladas por representantes de los partidos políticos: la revisión del padrón y todo lo que acontece en cada casilla, la verificación de la identidad de los ciudadanos que votan, el conteo de los resultados, su asentamiento en las actas correspondientes y su traslado a los comités distritales, con las que se construye el Programa de Resultados Electorales Rápidos (Prep) del Instituto Federal Electoral (IFE), que puede ser consultado a cada momento por quien quiera hacerlo.
        Francamente no encuentro una diferencia notable entre los elementos citados y los presentes en las elecciones presidenciales de 2006, la más cuestionadas de nuestra historia reciente. Formalmente son los mismos que en aquel año, en el que la proclamación del ganador por el IFE y su ratificación por el tribunal electoral dañaron profundamente al país por la sospecha bien fundada de un fraude que dividió a los mexicanos, vulneró la confianza en las autoridades electorales y enturbió durante seis años la vida económica política y social de México. Tendríamos que suponer que se han producido cambios en cada uno de estos elementos con los cuales, ahora sí, el proceso electoral tendrá la certeza que requiere, aunque éstos no se incluyen en la argumentación citada. En mi opinión, el cambio más significativo el próximo primero de julio, de producirse, sería la presencia de representantes del candidato que impugnó la elección pasada en todas las casillas.

         Pero supongamos que los argumentos citados al principio fueran suficientes para demostrar que no es posible que se pueda producir un fraude (aun cuando se ha presentado, por ejemplo, la duplicación de boletas supuestamente infalsificables, hecho que el IFE ha reconocido aunque minimizado). Durante las semanas pasadas se han venido acumulando datos de prácticas irregulares y preparativos antes de la elección para asegurar el voto a favor del candidato del Partido Revolucionario Institucional. Si bien las acciones de las cuales son responsables directamente las autoridades electorales pudieran ser incuestionables (como parte de nuestra suposición), las irregularidades que ocurran fuera de las casillas (como la compra o coacción del voto) o dentro de las mismas (como la sustitución de funcionarios, relleno o robo de urnas, e incluso actos de violencia), que queden fuera de las posibilidades de los representantes de los partidos para evitarlas, permiten anticipar que habrá múltiples impugnaciones.
          Esas prácticas son fraudulentas, constituyen delitos y los ciudadanos y partidos están en su derecho de denunciarlas públicamente desde ahora. Pasarlas por alto representaría un grave daño para el avance de la democracia. Existen además instituciones imparciales (nuevamente dentro de nuestra suposición) creadas para atender estas denuncias antes, durante y después de la jornada electoral, y recurrir a ellas no tiene que ser motivo de escándalo.

          Algunos analistas han intentado minimizar el impacto de estas prácticas fraudulentas en el resultado de las votaciones. En el caso de la compra de votos, por ejemplo, Ciro Murayama en El Universal, basado en diversas suposiciones, ha realizado un cálculo según el cual se necesitarían 100 millones de pesos para conseguir, mediante este procedimiento ilegal, el uno por ciento de los votos, lo que le parece una cantidad de dinero muy elevada como para tomarse en serio. Si es mucho o es poco depende de los recursos con los que cuenten los delincuentes electorales. Además, siguiendo el mismo ejemplo, se requeriría sólo la mitad (50 millones) para lograr una diferencia de votos como la que oficialmente definió la elección en 2006.

           Todo lo anterior ocurre en un contexto en el que se estigmatiza a todo aquel que se atreve a hablar de la posibilidad de fraude. Como parte de la guerra sucia que no se detiene, al candidato del Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador, se le critica porque advierte, apoyado en la información que recibe de distintas zonas del país, de la proliferación de prácticas que constituyen delitos electorales. Se le acusa de que si gana todo está bien y si pierde es que hay fraude, y se repite hasta el cansancio su supuesto desprecio por las instituciones. Se le trata de obligar a reconocer los resultados oficiales, aun sin agotarse los procedimientos de impugnación que contemplan las leyes, y que todo hace suponer, serán abundantes.

           En mi opinión no queda suficientemente demostrado a partir de los mismos elementos empleados en la elección de 2006, ni con los argumentos que pretenden minimizar el efecto de de las prácticas irregulares sobre los resultados de la elección, que pueda descartarse un nuevo fraude electoral, cuyos costos para el país serían incalculables.

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