Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 30 de enero de 2013

Bajo la Lupa- Guatemala y Honduras: ¿bantustanes para ricos?- Cassez, paramilitares de Acteal y mujeres de Atlacholoaya

Bajo la Lupa
La desglobalización que viene, según la revista International Economy, de EU
Alfredo Jalife-Rahme
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Manifestantes se expresan contra el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, el sábado 26 de enero
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Puede la globalización sobrevivir a 2013?, es el título de la columna del periodista Robert Jacob Samuelson, de The Washington Post (30/12/12; a no confundir con Paul, premio Nobel de Economía del mismo apellido).
 
Robert Jacob Samuelson resume sesgadamente en el rotativo del establishment de Estados Unidos la tesis de David Smick, editor de la revista trimestral especializada International Economy y consultor de mercados financieros y macroeconomía global, quien denomina desglobalización a la retirada de la globalización.
 
Que un servidor lo haya enunciado hace 13 años en el libro El lado oscuro de la globalización, refrendado en otro libro, Hacia la desglobalización, siete años atrás, cobra simple valor teórico, con poco impacto, no se diga influencia, mucho menos cuando su audiencia latinoamericana es dominada en la periferia por el centro financiero de la globalización.
 
Que el economista francés Jacques Sapir –director de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París y de la Escuela Económica de la Universidad de Moscú– haya hace tres años abordado el tema en su libro La desmundialización se limitó a una influencia relativa en los circuitos académicos de Francia y Rusia.
 
Pero que David Smick, apuntalado a nivel más público por el periodista Robert Jacob Samuelson en un periódico sumamente influyente de Estados Unidos, se atreva a formular la desglobalización desde el centro primigenio del modelo neoliberal global, adquiere una advertencia de alcances estratégicos.
 
Robert Jacob Samuelson suaviza artificialmente el texto original de David Smick al escamotear sus matrices y matices.
 
Lo atractivo de David Smick subyace en su asociación gerencial a través de su empresa mancomunada de inversiones Johnson Smick International Inc con el economista Manuel H. Jonson, anterior vicepresidente del consejo de gobernadores de la Reserva Federal en la década de los 80 (en pleno thatcherismo/reaganomics anglosajón de la dupla neoliberal Hayek/Friedman), quien goza de conocimiento interno del modus operandi monetarista en la cúpula de la desregulada globalización financierista.
 
David Smick saltó a la fama pública con su libro El mundo es encorvado, que versa sobre los riesgos de la globalización: réplica al libro muy simplón El mundo es plano del columnista Thomas Friedman, de The New York Times, adicto al neoliberalismo global.
Ya David Smick había expuesto su ensayo “¿Puede resquebrajarse la globalización? (The International Economy, otoño de 2012) en su artículo ¿Qué sustituirá al modelo de la globalización?, en The Washington Post (16/10/12).
 
Para algunos su leitmotiv podrá sonar catastrofista (v. gr. los asiduos turistas al Foro Económico Global de Davos), para otros realista (v. gr. un servidor): la casa se incendia, el techo corre riesgo de colapso (¡supersic!) y el G-20 toma té y pastelillos sentado serenamente en el salón.
 
Más allá de la identidad del ocupante en turno de la Casa Blanca, quien sufrirá el exorcismo ciudadano en castigo a los estragos, los desafíos económicos son desalentadores (¡supersic!), en referencia estructural a sus fundamentos: el modelo de la globalización de los pasados 30 años se resquebraja, sin ningún sucedáneo a la vista.
 
Sostiene que en el pico de “la era de la globalización financiera, los servicios financieros representaron en forma absurda un elevado porcentaje de las ganancias bursátiles en Estados Unidos –30 por ciento– y 40 por ciento de sus ganancias trasnacionales”, mientras el promedio industrial del índice Dow Jones pasó de 800 puntos en 1979 a 13 mil a finales de 2007.
 
Cita a Gary Hufbauer, de Peterson Institute, quien señala que Estados Unidos se volvía más rico con un billón de dólares cada año debido al comercio globalizado, sin contar el bono hegemónico: casi 10 por ciento del PIB global, según los académicos de China (ver Bajo la Lupa, 16/1/13).
 
Luego estalló la burbuja y ahora se asienta el escenario opuesto cuando nuestros bancos están quebrados (¡supersic!), sobrerregulados, con aversión al riesgo y reticentes a alimentar la expansión económica.
 
¿Qué sustituirá el vacío del PIB de Estados Unidos abandonado por los servicios financieros?
 
David Smick no compra el nuevo mantra vigente en Estados Unidos sobre su milagrosa capacidad exportadora del gas esquisto (shale gas), cuando la experiencia enseña cautela sobre el consenso en la política energética: la energía es un campo de batalla donde la promesa de independencia energética ha sido elusiva por varias décadas.
 
Expone los consabidos datos duros de la economía global declinante cuando el mundo se encuentra al borde de una guerra de divisas con por lo menos 12 países, más allá de China, manipulando sus monedas contra el dólar para sus ventajas comerciales.
 
Cita al analista Criton Zoakos, de Leto Research, quien aduce que la rápida inflación laboral en China y las nuevas tecnologías de software basadas en recorte de costos en la manufactura en Estados Unidos contribuyen a que el modelo de la globalización se vuelva obsoleto (¡supersic!).
 
La liberalización financiera, que también ha desembocado en una montaña rusa de terror financiero e infartos, y el libre flujo de capitales, se encuentran en asedio a escala mundial cuando los bancos se han vuelto rápidamente nacionalistas” (¡supersic!); a mi juicio, con la notable excepción global del “México neoliberal itamita”, que se despojó absurdamente de su banca para sucumbir en las garras de la quebrada banca española/anglosajona.
 
Arguye que la eurozona se encuentra en el corazón de la tendencia a la desglobalización cuando los bancos europeos habían sido tradicionalmente la fuente de 80 por ciento del mercantilismo financiero en los mercados emergentes.
 
Hoy los bancos europeos se encuentran severamente subcapitalizados y repatrian sus capitales y no queda claro que los bancos de Estados Unidos, China o Japón puedan llenar el vacío, al unísono del incremento de tensiones geopolíticas debido al colapso (¡supersic!) de la globalización”.
 
Fustiga que la clase política, en lugar de tomar al toro por los cuernos del peligroso cambio tectónico en los asuntos económicos del mundo, se ha confinado a vagas generalizaciones sobre reformas impositivas y mayor inversión gubernamental.
 
Perturba el vacío conceptual de David Smick (en similitud al rey Luis XV: después de mí el diluvio), quien se queda sin sucedáneos cuando el mundo se instala en un hipercomplejo nuevo orden multipolar, al unísono de regulaciones financieras y hasta neoproteccionismos (del mismo Estados Unidos).
 
Si se extrapolan las tendencias tanto del G-7, en notoria declinación, como en el despegue gradual de los resplandecientes BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), el mundo se encamina a regionalismos puntuales con sus respectivas esferas de influencia concomitantes al retorno asombroso de nacionalismos y hasta de subnacionalismos que exhiben la vitalidad del género humano que rehúsa sucumbir bajo los espejismos teológicos del misántropo neoliberalismo global totalmente descerebrado y carente de creatividad samaritana.
 
David Smick soslaya que el mundo no se acaba como tal, ni siquiera después de Sodoma y Gomorra. Que cuando un mundo fenece amanece otro distinto, quizá mejor, o peor: todo depende de los humanos, en última instancia.
Twitter: @AlfredoJalife
 
Guatemala y Honduras: ¿bantustanes para ricos?
José Steinsleger /II
A río revuelto… Cuando así fluyen las cosas, los aventureros del imperialismo entrepeneur, con dudosas chapas académicas, se pasean por los países del otrora llamado tercer mundo seduciendo a políticos, intelectuales y gobernantes dispuestos a pagar por ideas modernas, que en realidad son cuentos para cazar bobos.
 
En Mauritania (agosto 2008) y Madagascar (marzo 2009), el economista Paul Romer (promotor mundial de las charter cities, o ciudades virtuales llave en mano con estatutos tipo Hong Kong), estuvo a punto de vender su distopía urbana, hasta que esos golpes de Estado hostiles a la comunidad internacional le frustraron el negocio.

Sin embargo, tras el cuartelazo que en junio de 2009 derrocó al presidente de Honduras Manuel Zelaya, el optimista Romer volvió a la carga. Y para su dicha, se encontró con un presidente, un Congreso y una clase dominante tan celosa de las ideas esclavistas del filibustero William Walker que en la frente, grabada a fuego, llevan la frase del magnate bananero Sam Zemmurray: en Honduras, una mula cuesta más que un diputado.

A Vicente Sáenz (1896-1963), intelectual y patriota costarricense que vivió y murió en México, nunca le gustó esa vieja frase, ya troquelada, en boca de inescrupulosos capitanes de industria. La usó también, como invento propio, Lincoln G. Valentine al referirse a Nicaragua y miembro de la dinastía que ha venido explotando en Honduras la Rosario Mining Company (Democracia y tiranías en el Caribe, de William Krehm, Editorial Parnaso, Buenos Aires, 1957, p. 135).

Mas cabe preguntar: ¿hay otra para ilustrar mejor la vocación entreguista y antipatriótica del Partido Nacional (sic, en el poder), cuyos diputados, recogiendo las ideas modernas de Romer, volcaron sus bancas en favor de la llamada Ley de Regiones Especiales de Desarrollo (RED), popularmente conocidas como ciudades modelo (2011)?

Las protestas contra las RED empezaron a hacerse sentir. En septiembre pasado, poniendo las barbas en remojo, Romer anunció que se retiraba del proyecto de las RED. Simultáneamente, el periódico inglés The Guardian publicaba la carta que le dirigió al presidente Porfirio Lobo, en la que afirma que no existían las condiciones para la Comisión de Transparencia. Comisión formada por el gobierno de Lobo, y en la que Romer era la única estrella. En el blog Pasaport del sitio Foreign Policy, apareció un artículo firmado por Joshua Keating: Some complications for Honduras Hong Kong.

Un mes después, la Corte Suprema declaró que la ley era inconstitucional. Entonces, el mismo Congreso que en 2009 convalidó el derrocamiento de Zelaya, defenestró la Sala de lo Constitucional al tiempo de preservar al único magistrado que no votó en contra de las ciudades modelo.
 
Por consiguiente, al pueblo hondureño le va quedando claro que las charter cities conllevan algo más que espacios urbanos y exclusivos para ricos (como de los tantos que abundan en México), ciudades cerradas y artificiales como el plástico Paseo Cayalá de la ciudad de Guatemala, o un megashopping, como el alucinante Dragon Mart, que se las trae en Cancún.
 
Carentes de legitimidad histórica, económica, cultural y social, las charter cities de Romer conllevan, en líneas generales, el sarcástico gerrymandering, término inventado por los periodistas de Massachusetts a inicios del siglo XIX, y que las ciencias políticas adoptaron después para fustigar las manipulaciones partidarias con fines electorales.
 
Las charter cities hondureñas tampoco serían blancas, como la mítica de posible origen maya que el inglés Theodore Morde aún buscaba en 1939, y al encontrar una de ellas la llamó Ciudad perdida del dios mono.
 
De concretarse, las ciudades modelos que los políticos hondureños piensan construir con o sin Romer, se convertirán en una suerte de bantustanes, como los inventados por los racistas sudafricanos, pero al revés: for white only. ¿Acaso el propio término bantustán no fue utilizado por los críticos del apartheid en oposición a homeland (patria)?
 
En La guerra de Nicaragua, con prosa fluida, William Walker adelantó que el verdadero objetivo de su causa “… era establecer (en Nicaragua), una república militar y dividida en tres castas: la de los blancos de habla inglesa, compuesta de naturales del sur de Estados Unidos, que serían los dueños de la tierra; la de los esclavos para cultivarla, formada de negros e indios de pura raza, y la de los mestizos, verdaderos parias que debían ser despojados y destruidos sin piedad, entendiéndose por mestizos todos los demás centroamericanos”.
 
Agrega: “…la esclavitud negra tendría en Nicaragua una doble ventaja. A la vez que proporcionaría mano de obra para la agricultura, tendería a separar las razas y a destruir a los mestizos, causantes del desorden que ha reinado en el país desde la independencia” (Educa, Costa Rica, 1972, p. 253).
 
Me parece que frente a la hipocresía de los políticos hondureños, es cosa de agradecer la honestidad de aquel filibustero que con serenidad aceptó la pena máxima que, por motivos elementales de dignidad nacional, y así como el de México con Maximiliano, el digno pueblo hondureño le reservó.
 
Cassez, paramilitares de Acteal y mujeres de Atlacholoaya
R. Aída Hernández*
La decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de revocar la sentencia a 60 años de prisión por secuestro y participación en la delincuencia organizada de la ciudadana francesa Florence Cassez y ordenar su inmediata liberación, ha polarizado a la opinión pública mexicana y francesa.
 
Las imágenes de esta ciudadana francesa, recibida como heroína nacional por el presidente François Hollande, contrastan con las imágenes de llanto e indignación de los secuestrados y sus familiares. Si bien este caso ha servido para recordarnos una vez más las ineficacias y corrupciones que caracterizan a nuestro sistema de justicia, no podemos olvidar que la liberación de Florence Cassez se hizo por irregularidades en el proceso, no porque haya sido probada su inocencia.

La Suprema Corte repite los argumentos utilizados para liberar en febrero del año pasado a 20 paramilitares acusados de la masacre de 45 mujeres, niños y ancianos, acaecida en diciembre de 1997 en el poblado tzotzil de Acteal, en Chiapas. En esa ocasión el obispo Raúl Vera, defensor de los derechos humanos, señalaba: ¿Es ése el papel tan pobre de una Suprema Corte? ¿Revisar procedimientos en papel sin resultado alguno para el restablecimiento de la justicia? Y peor aún, ¿para que se exonere de toda responsabilidad a los criminales? ¿Para animar el caos en este país convulsionado por la violencia, porque los crímenes de todo tipo van a tener carta de impunidad?

En ambos casos la decisión de la Corte ha sido tomada con base en revisar los procedimientos jurídicos en cuanto a forma y no a fondo, haciendo a un lado las demandas de justicia de las víctimas. Si se siguieran los mismos criterios para revisar los expedientes judiciales de los 222 mil 330 presos que hay en México, probablemente se tendría que vaciar las prisiones del país por irregularidades en los procesos.

¿Cuándo es que se toma la decisión de reconocer la ineficacia de nuestro sistema y liberar a los acusados? Evidentemente cuando hay intereses políticos y dinero de por medio. Fue hasta que el caso de Acteal fue llevado ante la justicia internacional acusando al ex presidente Ernesto Zedillo por su complicidad en la masacre, que intelectuales y abogados vinculados a los grupos de poder deciden rescribir la historia y realizar un litigio estratégico para liberar a los paramilitares. De igual manera, ahora que Enrique Peña Nieto asume el poder en el marco de una denuncia popular de fraude electoral y necesita legitimarse ante la comunidad internacional, es que se decide nuevamente revisar el caso de Florence Cassez y utilizar su liberación para mejorar las relaciones con el gobierno francés.

Durante los cinco años en que he trabajado sobre el acceso a la justicia para mujeres indígenas y he coordinado un taller de escritura en el Cereso Femenil de Atlacholoaya, Morelos, he documentado de múltiples formas que en nuestro país los engranajes de la justicia se aceitan con dinero. Las cárceles de México están llenas de pobres, que un país racista y racializado como el nuestro, son mayoritariamente morenos y de orígenes indígenas (aunque no siempre se reconozcan como tales). Los pocos rostros claros y de clase media que uno encuentra en esos espacios están porque tuvieron algún enemigo más poderoso que decidió quitarlos del camino.
 
Las historias de vida de las mujeres presas están plagadas de violaciones a sus derechos humanos: mujeres torturadas y violadas al momento de su detención y obligadas a firmar confesiones que las inculpan; indígenas que no contaron con traductor y que no saben por qué están presas; mujeres con procesos de cinco a siete años que las mantienen en la incertidumbre.
 
Cuando veo la manera en que se celebra la liberación de Florence Cassez no puedo dejar de pensar en doña Honoria Morelos, nahua de 75 años, que estuvo siete años en prisión, porque en el autobús en que viajaba a la ciudad de México se encontró droga y los agentes federales que la detuvieron la inculparon, sin que ella entendiera de qué se le acusaba. Pasó siete años en prisión y luego fue liberada por falta de pruebas. Murió a los seis meses de su excarcelación por una úlcera gástrica que desarrolló durante su cautiverio. Pienso también en Florina Cantú Cano y en Carolina Tapia Cantú, tlapanecas que están presas en Atlacholoaya, por troción, me dicen, no sé a qué se refieran, ni ellas tampoco. Me explican, en su poco español, que las detuvieron por aconsejar a una muchacha que no aceptara el matrimonio con un hombre mayor al que la querían obligar sus padres. Me viene a la mente también el caso de Marisol Hernández del Águila, poeta y narradora tras las rejas, quien fue encarcelada por su propio marido después de un largo viacrucis de violencia doméstica al que ella trató de poner fin sin éxito. Los policías judiciales que la detuvieron la entregaron a su esposo con quien tenían amistad para que la golpeara y la torturara, antes de llevarla a Atlacholoaya. Marisol cumple una condena de 10 años por extorsión e intento de homicidio. Su marido nunca sufrió ningún atentado. Puedo llenar este diario con casos plenos de irregularidades que nunca llegarán a la Suprema Corte de Justicia, y cuyas violaciones a los derechos humanos quedarán en el olvido.
 
Si en algo coinciden tanto las autoridades francesas, las víctimas de secuestro de los Zodiaco, los sobrevivientes de Acteal y las mujeres de Atlacholoaya, es que en México el sistema de justicia necesita una reforma integral, para que realmente se haga justicia. Evidentemente las sentencias de la Corte, basadas en la forma y no en el fondo, no están contribuyendo a mejorar el acceso a la justicia ni a frenar la impunidad.

* Profesora-Investigadora de Ciesas e integrante de la Red de Feminismos Descoloniales

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