Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 28 de enero de 2013

Dragon Mart y la apertura comercial indiscriminada-¿Irá la «cruzada» al origen del problema?- ¿Quiénes verdaderamente saben lo que pasa?

Dragon Mart y la apertura comercial indiscriminada
El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) alertó ayer sobre la posibilidad de que el proyecto Dragon Mart en Cancún no se encuentre dirigido al mercado mexicano, sino que sea, en realidad, un antecedente para triangular el comercio internacional, a fin de crear un acceso preferencial al mercado de Estados Unidos y usar a nuestro país como trampolín hacia la nación vecina, aprovechando la posición de México como integrante del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). En ese caso, sostiene el organismo, estamos en la antesala de una pérdida de capacidades productivas y creación de comercio.
 
Frente a semejante perspectiva, el CEESP pidió una investigación gubernamental urgente, a fin de desechar la posibilidad de que el proyectado centro de acopio, exhibición y distribución de la industria china en nuestro país sea una fachada de prácticas desleales de importación, pues no podemos ponerle la mesa del libre comercio regional a una economía que no practica nuestros mismos principios sobre la base de una competencia real. En el mismo documento, el CEESP afirma, sin embargo, que el libre comercio, como generador de crecimiento, progreso material y bienestar de las naciones, es un postulado no sujeto a mayor cuestionamiento.

Por lo que puede verse, el organismo de la iniciativa privada olvida que los cuestionamientos mayores al modelo de libertinaje comercial impuesto por el neoliberalismo en la mayor parte de los países –cuestionamientos que sí existen y que se han expresado masivamente en buen número de naciones– vienen señalando desde hace por lo menos tres lustros los desastres sociales y los peligros económicos que entraña la aplicación indiscriminada y acrítica de tal postulado: la competencia comercial real es imposible entre economías y sociedades tan dispares y asimétricas como las de Estados Unidos y México. Por eso, a mediados de los años 90 del siglo pasado la industria nacional resultó prácticamente aniquilada por la incapacidad de competir con los productos extranjeros; otro tanto ha venido ocurriendo con la producción agrícola y los servicios financieros, y el país padece ya los efectos negativos en el sector comercial de la apertura a rajatabla iniciada por el gobierno de Carlos Salinas y continuada por los de Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
 
Además de una perceptible bonanza para ciertos sectores minoritarios, esos fenómenos han dado lugar a un drama social extendido y profundo: devastación del agro, crecimiento desmesurado de la marginalidad en las ciudades y un incremento exasperante de las desigualdades sociales. Tales consecuencias del libre comercio –entendido como se aplicó en México, es decir, como entrega de los mercados internos a cambio de nada– ha sido, junto con otros lineamientos del programa neoliberal, uno de los factores que permiten explicar el auge explosivo de la delincuencia y la inseguridad.
 
Por lo demás, con el telón de fondo de una economía globalizada, ha resultado inevitable que la apertura comercial hacia Estados Unidos y Canadá haya sido acompañada de una invasión del mercado mexicano por productos asiáticos y un consiguiente debilitamiento adicional de los productores nacionales.
 
Los riesgos del establecimiento del Dragon Mart en Cancún, aludidos por el CEESP en su más reciente boletín, son sin duda reales, y es de lamentar que el organismo no mencione los peligros que ese proyecto entraña para otros ámbitos, además del comercial, como el ecológico y el social. De la misma forma, resulta desolador que el pensamiento empresarial y corporativo aún no sea capaz de establecer la relación causal entre la apertura comercial indiscriminada emprendida por los sucesivos gobiernos desde 1988 y algunos de los conflictos sociales que hoy padece el país. Tal vez esa cortedad de miras se explique por el papel del sector privado como el principal promotor ideológico y político del libre comercio, papel que no se niega en el posicionamiento comentado.
 
¿Irá la cruzada al origen del problema?
Iván Restrepo
Por si no bastaran los datos que muestran el retroceso que la sociedad sufrió durante los gobiernos del cambio, y especialmente durante el del becario de Harvard, ahora se reitera la enorme desigualdad que existe en México. Por un lado se conocen los éxitos financieros de los que aparecen en Forbes. Por el otro, cada día mueren 23 personas por desnutrición; en los sexenios del cambio sumaron más de cien mil y la mayoría tenían más de 65 años. Esto, mientras esos gobiernos se ufanaron de contar con las mayores reservas de divisas de la historia: más de 160 mil millones de dólares. De que entraron al país miles de millones de dólares por exportaciones petroleras, turismo y envío de los migrantes desde Estados Unidos y Canadá.
 
Las cifras que muestran nuestra realidad hablan también de que más de 21 millones de personas viven en pobreza alimentaria, concentrados en los estados que desde siempre arrastran enorme marginación, como Chiapas, Guerrero, Puebla y Oaxaca, y sin que escapen a esa realidad entidades que figuran como las más desarrolladas del país. Entre ellas, el Distrito Federal, Jalisco y el estado de México. Llama la atención que los gobiernos del cambio (los del partido que ahora reconoce su derrota cultural) se ufanaran de sus programas para combatir la desnutrición, la pobreza y la desigualdad. Que gastaran tanto dinero en mensajes triunfalistas sobre sus logros en abatir el desempleo, y garantizar una mejor calidad de vida entre la población más necesitada.

Este desalentador panorama se vincula con otros datos sobre la situación en que se desenvuelven las comunidades de los estados con mayores problemas de alimentación, desnutrición y pobreza extrema. Ocurre que en ellos existe una enorme y rica diversidad biológica. Un patrimonio natural que contrasta con las carencias de sus habitantes. Y que por la migración de la gente joven y la poca efectividad de los programas en apoyo de las actividades agropecuarias de las comunidades, la tierra se encuentra abandonada. Muere la gente o vive mal donde hay los recursos necesarios para producir, pero no los apoyos reales para lograrlo.
 
Recién se anunció una mal llamada cruzada contra el hambre. Simbólicamente en tierras zapatistas. En un magno escenario mediático se promete cambiar la realidad de 400 municipios donde viven más de 7 millones de personas con graves carencias. Se desconoce la metodología utilizada para seleccionarlos. No está de más recordar que apenas ayer se negaba que en México hubiera gente con hambre y menos que muriera por tal motivo. Tras reconocer esa realidad, el gobierno promete coordinar efectivamente los esfuerzos de las dependencias que participan en la nueva tarea; evaluar estrictamente los programas. Además, no aprovecharse electoralmente de ellos, como es la costumbre.
 
Pero los especialistas se preguntan si la cruzada irá realmente al origen del problema: la injusta distribución del ingreso y la riqueza, la carencia de servicios básicos en el sector rural y no pocas ciudades (agua potable y drenaje, vivienda adecuada, educación y asistencia médica); la impunidad y la injusticia y un modelo económico depredador en lo social y lo ambiental. Además, la falta de apoyos suficientes y oportunos para que la población rural se incorpore ventajosamente a la economía; si la población participará efectivamente en asuntos que a ella más que a nadie interesan; y si los recursos oficiales no se quedarán en la burocracia y las redes de corrupción.
 
Precisamente contra esos factores tuvo que luchar en Brasil José Graziano Da Silva cuando el presidente Lula le encargó el programa Fome Zero (hambre cero). En apenas cinco años sacó de la pobreza a 24 millones de habitantes y redujo en 25 por ciento la desnutrición. Lo hizo utilizando responsablemente apenas 0.5 por ciento del producto interno bruto brasileño. Un éxito reconocido mundialmente.
 
El ahora director de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura visitará próximamente nuestro país para ver de cerca la versión mexicana del programa que tan bien supo llevar adelante. Ojalá sus observaciones sean tomadas en cuenta y la cruzada no resulte más de lo mismo.
 
¿Quiénes verdaderamente saben lo que pasa?
Gonzalo Martínez Corbalá
Dicen los analistas de la historia que las acciones ejecutadas por los jefes de Estado o los líderes y dirigentes son diariamente las que dan materia informativa a los medios, desde el tradicional periódico en papel hasta los más sofisticados medios electrónicos que no están verdaderamente al alcance de las masas populares, aun cuando así se les denomine, por su extensión inigualable, y porque cubren hechos que, si pudieran ser leídos por todo el mundo, sin el ánimo de parecer pretenciosos, constituirían un verdadero corte diacrónico, en tiempo real, que pondría al alcance de todos los habitantes del planeta, que usaran para darse a entender un idioma cualquiera, que pudiera serlo, realmente, con capacidad de comunicar ideas, situaciones, o simplemente describir estructuralmente, con signos de validez universal, todo lo que realmente constituye un universo completo, que se va conociendo de él progresivamente, mediante la superposición de imágenes, que no expresan cabalmente todo lo que contiene un corte infinitamente delgado, de tal manera que cuando se integra en proporciones un verdadero bloque informativo, todo lo que contiene, lo que lo integra en dimensiones perceptibles, ya está en otro tiempo, que no es el tiempo real, sino que es un bloque estático para todo efecto práctico, que pone a nuestro alcance lo que ya no está representando nada que exista en tiempo real, y, sobre todo, que dimensionalmente corresponda al mundo imaginario que uno cree verdadero y coexistente.
 
Bien podría interpretarse este retraso vital como realmente coexistente, cuando lo que sabemos del mundo, y que determina por cierto el alcance real, nos ubica en un universo de determinadas dimensiones, que pudo haber sido una parte de nuestra realidad, pero que lo único que logra es dar vida a un mundo más grande o más chico que el que nunca conoceremos, fuera de los periódicos, los medios electrónicos, o bien lisa y llanamente, de las páginas de gran precisión actualmente, pero que cuando las vimos y las consideramos como retratos exactos correspondientes a un mundo que realmente no existió, en el mundo verdadero, en el tiempo en el que de alguna manera tomamos conciencia de él, en el mismo tiempo, en el que se dio y que fue para toda la humanidad de tal manera fugaz, que únicamente quienes como Einstein y quienes han podido tener el privilegio de conocer, en tiempo real, la verdadera fisonomía del mundo, mediante la aplicación de la teoría de la relatividad, en tales proporciones, que han sido muy pocos seres humanos que la han tenido a su alcance, y es tan difícil de entender y aceptar, que es mucho más lo que se ignora de ese mundo verdadero que lo que se sabe de él. Desde la prehistoria, pasando por la edad antigua, la Edad Media, los siglos XV, XVI, XVII, para llegar a la edad moderna y después desembocar a la edad contemporánea, y de los siglos XIX, XX y XXI, para quienes lleguen de esta manera al siglo XXII.
 
Dice la Wikipedia que la historia suele dividirse en cuatro grandes periodos: desde casi el año 3000 a.C. hasta alrededor del siglo VI, con Medio Oriente, el Mediterráneo cuna de la antigüedad clásica, de China e India; la Edad Media, entre el siglo VI hasta finales del siglo XV; la Edad Moderna, que va desde finales del siglo XV hasta 1789 (revolución francesa), que incluye el Renacimiento europeo, y la Edad Contemporánea, que comienza en 1789, con la Ilustración y la Revolución industrial, y que llega hasta nuestros días.
 
De esta manera, nuestro universo se ha ido agrandando, sin que por ello hubiera ganado precisión y amplitud. Más bien se ha ido poniendo una distribución histórica que ha hecho realidad un sistema estructural, cuya coincidencia con la diacronía universal, abriendo posibilidades para que en un futuro ya no muy lejano quienes participan en esta sistematización de la historia les permitirá tomar parte activa en la reducción del tiempo real que ahora nos separa del conocimiento más exacto del mundo que conoceremos en su totalidad y en tiempo real.
 
Parece ser que nos acercamos ya a la ampliación exacta del universo en el que vivimos. Nos conoceremos mejor, y podremos hacer posible la paz universal. Todo por la vía de la ciencia creada, por unos cuantos cerebros privilegiados. Sería la primera vez en tantos milenios, que la ciencia habría aportado a todo el universo una posibilidad de resolver a base de ayudarse a vivir, y no a matarnos unos a los otros para conseguirlo.

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