Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

domingo, 1 de septiembre de 2013

Bajo la Lupa- Siria: ataque militar, decisión tomada- Siria: antes de que sea demasiado tarde

Bajo la Lupa
Siria: los fantasmas de Irak persiguen a Obama
Alfredo Jalife-Rahme
En vísperas de la cumbre del G-20 en San Petersburgo, Barack Obama juega con su legado histórico: diluye su vino bélico para dejar la decisión del punitivo bombardeo unilateral/moral en Siria en manos del Congreso.
 
La evaluación del gobierno Obama sobre el presunto uso de armas químicas por el gobierno sirio (http://www.whitehouse.gov/the-press-office/2013/08/30/government-assessment-syrian-
government-s-use-chemical-weapons-august-21) ha levantado muchas cejas locales, regionales y globales y empieza a ser demolida por lingüistas geopolíticos, como Virginia Tilley (Antiwar.com, 31/8/13).

Más allá de Siria, se desprende de la filípica de John Kerry y su acrobático juego de billar que el objetivo verdadero es Irán: Este asunto va más allá de las fronteras de Siria. Es Irán, quien ha sido víctima de ataques de armas químicas y se sentirá envalentonado (sic), en ausencia de cualquier acción, a obtener armas nucleares.

Un anónimo (sic) funcionario del equipo Obama comentó que su gobierno no desea romper el equilibrio en la guerra civil de dos años en Siria, donde los militares de Assad combaten a rebeldes que incluyen a muchos (sic) extremistas islámicos. No se trata de un cambio de régimen, sino del tema de las armas químicas ( Military Times, 30/8/13). ¿Así se resuelve un tema tan delicado?

¿Qué tanto pesó el factor Putin, que puede dar pie a una negociación con Obama sobre Siria, al margen de la cumbre del G-20?

El presidente ruso Vlady Putin llamó a Obama a no dar una carta triunfadora (sic) a los rebeldes sirios antes de la presentación de las evidencias de la ONU. Incluso, Putin acusa a los rebeldes sirios de haber perpetrado la gasificación infantil para catalizar la intervención de Estados Unidos ( The Washington Times, 31/8/13). ¡Súper-uf!

Pese a que Rusia colocó dos barcos de guerra en la costa oriental del mar Mediterráneo, su canciller Serguei Lavrov afirmó que no responderá al bombardeo.

La tormentosa relación de Estados Unidos y Rusia no es lineal ni se circunscribe a Siria, y llama la atención que en medio de las tensiones en torno a Siria, NORAD/NorthCom (conformado por Estados Unidos y Canadá) y una flotilla de aviones cazabombarderos modernos rusos SU-27 hayan conducido pruebas militares ( Russia Today, 30/8/13).

Los fantasmas de las mendacidades bushianas en Irak sobre las inexistentes armas de destrucción masiva reaparecen con vibrante intensidad reactiva 10 años después: las opiniones públicas de Estados Unidos y Gran Bretaña impugnan una nueva aventura en el Medio Oriente, mucho más después de su reciente caos en Libia, hoy en desintegración centrífuga.

Se tambalea el liderazgo regional y global de Obama. El gobierno de Canadá, tan expedito en acompañar a Estados Unidos en sus aventuras militares, imita la ruta del insólito rechazo del Parlamento de Gran Bretaña (cachetada mayúscula del aliado preferido), mientras el canciller del “México neoliberal itamita”, Antonio Meade, anterior secretario calderonista de Hacienda, se precipitó en forma grotesca en apoyar el castigo a Siria por Obama como importante (sic) y urgente. El TLCAN sufre la deserción bélica de uno de sus socios: Canadá.

Tampoco el Pentágono está muy convencido del juego de billar de Kerry, carente de claridad estratégica ( Politico, 30/8/13).

Siria, con pletóricos yacimientos de gas en sus costas, constituye una encrucijada ( hub) para los proyectados gasoductos y oleoductos provenientes de Irak –primera reserva del mundo de petróleo ligero– y del Golfo Pérsico –en especial, de Qatar, tercera reserva mundial de gas, detrás de Rusia e Irán–, tan relevantes para el dependiente mercado europeo, lo cual quizá explique la postura dubitativa de Alemania.
 
Paul Salem, director del Carnegie Middle East Center en Beirut, refiere que no necesariamente intervendrán directamente los iraníes, quienes han permanecido pasivos y han recogido las piezas en Irak y en Afganistán. Cierto: Irán se especializa en recoger los destrozos de Estados Unidos en el Medio Oriente.
 
Georgy Mirsky, profesor del Instituto de Economía Mundial y de Relaciones Internacionales de Moscú, aduce que Rusia permanecerá tranquila, ya que la situación es ventajosa para Moscú, cuando “estará más que feliz (sic) de ver a Estados Unidos iniciar una nueva guerra que no puede ganar ( Financial Times, 30/8/13)”.
 
Obama, en su inesperado ocaso prematuro, se ha encajonado y juega riesgosamente con su credibilidad.
 
Zbigniew Brzezinski –anterior consejero de Seguridad Nacional de Carter y cercano al presidente– comentó sarcásticamente a la televisión Deutsche Welle (27/8/13) que la estrategia de Obama en Siria la tiene guardada en secreto y aconseja ( Financial Times, 27/8/13) que la acción de Estados Unidos debe ser parte de una estrategia que evite una explosión regional cuya “violencia puede expandirse a la región del Cáucaso (¡supersic!) de Rusia (una víctima inevitable serían los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi, planeados por el presidente Vladimir Putin). El efecto dominó podría engullir a Jordania, Líbano, Irak, Palestina e Israel, Turquía y Kurdistán, así como eventualmente atraer a Irán y a Estados Unidos.
 
Brzezinski no elimina la posibilidad, en el peor escenario, de que la crisis siria puede ser reminiscente de la inicialmente violencia trivial (sic) en los Balcanes hace un siglo (nota: que desembocó en la Primera Guerra Mundial).
 
No existe claridad estratégica, al menos que se desee incendiar a todo el Medio Oriente con una guerra de 30 años mediante un nuevo Afganistán en Siria.
 
El bombardeo quirúrgico de Obama hecho a la medida está muy telegrafiado: 50 objetivos militares durante un máximo periodo de tres días. Todo esto es teoría pura y falta ver su aplicación en la práctica, que suele desmentir los grandes diseños.
 
El senador Rand Paul, del Tea Party, cita a Pat Buchanan –jefe de prensa del ex presidente Nixon–, quien afirma en forma perturbadora que los rebeldes sirios montaron el ataque químico (Infowars.com, 29/8/13).
 
Peor que bombardear a locas, Obama tiene la oportunidad dorada de transcender como estadista metahistórico para liderar la abolición de las armas químicas, hayan sido usadas por el gobierno sirio y/o por los rebeldes. Siria no firma la Convención de Prohibición de Armas Químicas (en vigor desde 1997) e Israel no la ratifica.
 
Estados Unidos ha permitido un apartheid teológico sobre las armas de destrucción masiva (atómicas, biológicas, químicas y radiológicas): consiente que Israel posea un máximo de 400 bombas nucleares ( Boletín de los Científicos Atómicos dixit) e impone a Irán la línea roja de un enriquecimiento de uranio hasta 20 por ciento (nota: para una bomba atómica es mayor a 90 por ciento).
 
El contradictorio cuan inconsistente Obama, premio Nobel de la Paz, se ha encajonado con su proyectada aventura militar, reminiscente del estropicio iraquí, sin la ONU. la OTAN, la arrepentida Liga Árabe ni la opinión pública local o global a su favor: acompañado distantemente en su soledad global por el socialismo francés y, en forma retóricamente cómica, por uno de sus dos socios del TLCAN.
 
Putin puede rescatar a Obama durante la cumbre del G-20 con un arreglo sobre Siria, extensivo a Irán, para que no repita el desastre bushiano en Irak.
Twitter: @AlfredoJalife
Facebook: AlfredoJalife
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 
Siria: ataque militar, decisión tomada


El presidente estadunidense, Barack Obama, declaró ayer que ya ha tomado la decisión de lanzar un ataque militar contra Siria y afirmó que las fuerzas armadas que encabeza están listas para atacar cuando lo decidamos. El mandatario agregó que, si bien cree tener la autoridad suficiente para ordenar una incursión semejante sin autorización del Legislativo, pedirá el aval del Congreso para que las acciones resulten más efectivas.
 
Tales palabras no sólo constituyen un atropello a la legalidad internacional sino que representan una grave desviación de la sustancial lógica democrática esencial de separación de poderes: el que el titular del Ejecutivo dé por hecho que el Legislativo lo respaldará y que asuma la petición de autorización como un mero formulismo, algo así como un gesto de cortesía. Se trata, por ende, de un error político garrafal en el desempeño de Obama como mandatario, además de una grosera contravención del principio de representatividad, habida cuenta que, según encuestas y sondeos, la mayor parte de la sociedad estadunidense se opone a una nueva incursión bélica de su país en Medio Oriente.

Más allá de las formas, la actitud es, en sus contenidos, insostenible por varias razones. La primera es que, si bien existen elementos de juicio disponibles que indican que la semana pasada tuvo lugar una acción con gases tóxicos en las afueras de Damasco, no existen pruebas de que tal hecho, sin duda condenable y criminal, haya sido de la autoría del gobierno de Bashar Assad. Hasta ahora, éste y los rebeldes que lo combaten con apoyo occidental –de Washington y sus aliados, en primer lugar– se acusan mutuamente de estar detrás de tal acción, y no hay a la vista, hasta ahora, ninguna prueba que permita dar la razón a uno o a los otros.
 
Por otra parte, antecedentes históricos demuestran que las incursiones militares occidentales en países de Medio Oriente y Asia central –con o sin la etiqueta de humanitarias– no sólo no resuelven los conflictos internos o externos habidos sino que los agravan, multiplican los sufrimientos de las poblaciones y complican un tablero geopolítico de por sí turbio.
 
El caso más claro de este patrón es Irak, una nación que sigue sumida en un baño de sangre desde hace una década, a raíz de la invasión lanzada por el antecesor de Obama en la Casa Blanca, George W. Bush, con el pretexto de que el régimen por entonces imperante poseía unas armas de destrucción masiva que, a la postre, resultaron ser una mentira fabricada por Washington para justificar la agresión bélica. Es inevitable recordar ese antecedente cuando ahora la Casa Blanca señala, sin pruebas, al gobierno de Damasco como el autor del bombardeo de civiles con armas químicas.
 
No debe pasar inadvertida, por último, la escandalosa paradoja de que el político afroestadunidense, al que se entregó el premio Nobel de la Paz, esté ahora forzando la marcha para intervenir militarmente en un escenario nacional ajeno al suyo que lo último que necesita es más violencia y destrucción y ante el cual las potencias tendrían que intensificar los esfuerzos por conducir el conflicto interno por los cauces del diálogo y la negociación.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 
Siria: antes de que sea demasiado tarde

Guillermo Almeyra
Estados Unidos y las ex potencias coloniales de la región se preparan para agredir militarmente a Siria. Pero, como en la guerra contra Serbia, los blancos principales reales son otros. En este caso, nuevamente Rusia, la gran potencia en crisis, dueña del gas y del petróleo del norte, e Irán, la amenaza político-social a las monarquías del Golfo y a Israel, y la clave para el petróleo del Pérsico. Pero un golpe contra esos países y China, que defiende a Irán y a Siria y tiene acuerdos fundamentales con Rusia, prepara también una posterior agresión contra Venezuela (protegida por ellos y también dueña de inmensas reservas petroleras). La guerra que están por lanzar contra Siria busca, en el fondo, hacer volver a fojas cero el proceso de descolonización abierto con el fin de la Segunda Guerra Mundial e instalar a Israel como única potencia vasalla en la zona, derrotando el proceso de democratización en el mundo árabe. Sobre todo, es la típica respuesta del capitalismo a su larga crisis económica que no cesa: el capital financiero internacional espera, como en el pasado, salir del estancamiento con una gran guerra que destruya bienes y a millones de personas y cree el gran negocio de la reconstrucción en condiciones mundiales de servidumbre y semiesclavismo.
 
Por eso está todo unido: la desocupación creciente en Europa; la anulación masiva de conquistas sociales; la prolongación de la edad para jubilarse y la reducción de las ayudas sociales, como en Francia; los ataques especulativos contra la moneda brasileña; los fallos en Estados Unidos en favor de los fondos buitres en el caso de Argentina, para llevarla a la quiebra; los esfuerzos para desestabilizar a Venezuela, así como la represión en Túnez o la contrarrevolución en Egipto, apelando incluso a una alianza con las fuerzas de Mubarak.
 
La gran ofensiva del capital contra salarios directos e indirectos en todos los países, las leyes reaccionarias y las embestidas contra los gobiernos progresistas tienen su expresión político-militar directa en la preparación de una gran guerra en Medio Oriente. Ésta, pese a la cautela de una parte del Pentágono y de Israel mismo, que temen ver en Damasco un gobierno islámico fundamentalista y son partidarios de un golpe limitado, podría extenderse a buena parte del globo y transformarse en una terrible catástrofe sin precedente en costos materiales y humanos. La ceguera de la izquierda tradicional europea que rechaza las políticas sociales de sus respectivos gobiernos pero no centra sus esfuerzos en denunciar e intentar impedir la costosísima y devastadora guerra que se prepara muestra que de esa gente no se puede esperar nada. Hay que reaccionar sin ellos y por sobre ellos.
 
El pretexto para la guerra contra Siria es la dictadura del régimen de los Assad, régimen odioso que durante décadas sirvió de sostén indirecto y garantía al racismo y el apartheid de Israel en la zona. Pero no se puede creer en sus cómplices, que ahora quieren ser sus verdugos. El mismo día en que Foreign Policy publicó documentos desclasificados de la CIA y del Departamento de Estado que comprueban que en 1988 éstos sabían que Saddam Hussein tenía gas sarín y lo utilizaría contra Irán y lo ayudaron a lanzarlo, Reino Unido y Estados Unidos decidieron atacar a Siria, sin esperar siquiera el informe de la comisión investigadora de la ONU en ese país para dilucidar si se utilizaron armas químicas y, en caso de que así fuere, quién lo hizo, si un grupo opositor o el ejército sirio. Como en el caso de la agresión a Irak, el veredicto de los piratas está listo antes de ninguna prueba o proceso. Así, apenas hizo pie en un charco de sangre el grupo militar reaccionario que reprime la revolución democrática en Egipto, Londres y Washington, con su faldero socialista proisraelí francés, decidieron actuar en Siria porque la no intervención del régimen de El Cairo en defensa de Siria les daba luz verde para su aventura.
 
Como en Afganistán, donde los estadunidenses armaron y utilizaron a Bin Laden y a los talibanes contra la entonces Unión Soviética (y después tuvieron que combatir contra el monstruo que habían engendrado), las potencias imperialistas, a pesar de las dudas de Tel Aviv, apoyan en este caso a grupos salafistas que mañana no los obedecerán y se preparan a sumir a Siria en un conflicto interreligioso e interétnico igualmente sangriento al de la ex Yugoslavia. En efecto, el gobierno dictatorial sirio cuenta con el apoyo de alauitas, cristianos de diversos credos, palestinos, minorías islámicas que rechazan el fundamentalismo de la gente financiada por Qatar, y además, una guerra interétnica e interconfesional en Siria se extenderá inevitablemente a Líbano, como en el pasado, y no sólo porque Hezbollah apoya a Assad, sino también porque en ese país las viejas potencias quieren reconquistar por completo su dominación.
 
Si Rusia (y China) no resistiesen la operación imperialista en Siria, pondrían su cuello en la guillotina y abrirían el camino a la colonización de Irán y de sus propios territorios. O sea, a un mundo que uniese una brutal reducción de los derechos humanos de tipo nazi con el retorno del racismo y del colonialismo y la superexplotación esclavista de cientos de millones de seres humanos.
 
El destino de Siria lo deben decidir los sirios, no los qataríes ni los imperialistas. La guerra debe ser repudiada mundialmente e impedida antes de que sea demasiado tarde. Hay que exigir en todas partes a los gobiernos una inmediata oposición explícita a la aventura bélica. ¡Ni un soldado, ni un peso para la aventura contra el pueblo árabe! ¡Cese inmediato del apoyo militar y en armas de gran calibre a los llamados rebeldes sirios! ¡Inmediatas negociaciones políticas de paz en Siria sobre la base de un cese el fuego para preparar una Asamblea Constituyente que determine su régimen político!
FUENTE: LA JORNADA OPINION

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