Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 7 de noviembre de 2011

México también- ASTILLERO- ¿Qué les pasa (en Televissa)? NUESTRA SOLIDARIDAD SI ES QUE SIRVE DE ALGO "·BRAVO, BRAVISIMO POR HECTOR SUAREZ "

Astillero
¿Qué les pasa (en Televisa)?
Iniciativa con censura
Denuncias de Héctor Suárez
Comicios envenenados
Julio Hernández López
Foto
CONDUCCIÓN. Emilio Azcárraga Jean, presidente de Televisa (izquierda), dirige unas palabras al concluir la estrategia denominada Iniciativa México, ayer en el Auditorio Nacional. Lo acompaña Ricardo Salinas Pliego, dueño de Tv Azteca
Foto Luis Humberto González
Como una muestra más de poderío y manipulación, Televisa ha sido el eje de otra estrategia de embobamiento colectivo que pretende mostrar de manera acrítica las grandes posibilidades que el pueblo mexicano tiene de hacer por su propia iniciativa lo que los gobiernos no realizan, tanto por sus características particulares de corrupción, ineficacia y miopía, como, en múltiples casos, porque parte de los presupuestos que deberían ser dirigidos a obras y servicios públicos son desviados al pago de onerosas campañas de propaganda política para ensalzar a gobernantes que luego acaban concurriendo a las mismas pantallas chantajistas para celebrar que migajas de las ganancias de esas empresas electrónicas sean destinadas a una caridad elegida mediante concursos voluntariosos (hasta el siempre afanoso rector de la UNAM, José Narro, se presta casi por rutina para la convalidación alegre. En Twitter, el columnista Enrique Galván Ochoa escribió: ¡Por mi raza hablará el Canal de las Estrellas!).
La edición de Iniciativa México correspondiente a este año ha tenido, sin embargo, un episodio que reitera lo ampliamente sabido respecto a intolerancia y rasgos de control laboral cuasi feudalista que imperan en la empresa que dirige Emilio Azcárraga Jean. El actor Héctor Suárez ha denunciado censura y castigos relacionados con su participación en pequeños segmentos cómicos basados en un programa que le dio fama muchos años atrás, titulado ¿Qué nos pasa?, en el que el comediante ha hecho una limitada crítica normalmente circunscrita a los rasgos más fácilmente caricaturizables del comportamiento de los políticos, sin entrar nunca a terrenos más profundos ni tocar al sistema dominante en sí, más que a sus especímenes más evidentes.
No es que al actor Suárez le faltaran conocimiento, contexto o ganas de ir más a fondo, pero en Televisa la regla es la superficialidad o, cuando mucho, el buceo controlado, como puede verse en el programa de análisis político en familia denominado Tercer grado o en las diversas emisiones de periodismo bajo contención que diariamente modelan la percepción nacional conforme a intereses de los patrocinadores políticos y económicos que acaban siendo los mismos.
Convocado a una segunda época de ¿Qué nos pasa?, según explica en carta pública, Suárez se topó con que los subordinados de Azcárraga Jean coartaron toda la libertad y crítica de la que yo gozaba, al grado de querer reducir todo a uno más de los inanes programas cómicos que se hacían a puñados, motivo por el cual el actor prefirió abandonar dicha emisión.
Aun así, Suárez fue llamado para intervenir en Iniciativa México, pero asegura que los productores Rubén y Santiago Galindo buscaron reducir la crítica y la burla en los nuevos segmentos, con una actitud moralista, temerosa y prejuiciosa, con el “temor de ‘molestar a alguien’”. Pregunta Suárez: ¿A qué le temían los señores Galindo? ¿A quién le cuidaban las espaldas? ¿Temían ofender a los que han depredado este país? ¿O simplemente estaban cumpliendo órdenes superiores?
Y, a consecuencia de esos desencuentros, afirma el comediante que ahora pretenden obligarlo a cobrar menos dinero de lo acordado y quitarme mi trabajo, y que lo han hecho pasar la humillación y la vergüenza de no dejarlo pasar a instalaciones de Televisa a recoger sus pertenencias, vestuario, maquillaje y pelucas.
Por ello pregunta a Azcárraga Jean: ¿sabe que sus subordinados ejercen una política de terror laboral en contra de mis compañeros actores y actrices al amenazarlos abierta o veladamente con vetarlos si trabajan en otra parte? O sea que no se les permite trabajar, pero tampoco se les da la seguridad de un trabajo en su empresa. ¿Y de qué se supone que van a vivir mis compañeros? ¿Qué clase de iniciativa es ésta? Lo comprendo si gozan de una exclusividad, pero los que no gozamos de eso, ¿por qué también? Señor Azcárraga, estamos en el siglo 21. Esta imagen de señores de horca y cuchillo es denigrante para cualquier trabajador, que debe tener la libertad de buscar otras fuentes de ingreso, y más en estas épocas difíciles.
Vetado durante 12 años de Televisa, Héctor Suárez ha escrito: “Señor Azcárraga, en su empresa están acostumbrados a someter a sus trabajadores y, en muchas ocasiones, a pisotear sus derechos, como en esta ocasión lo están haciendo una vez más conmigo, pero más acostumbrados están a que nadie les reclame ni les diga nada por terror a perder su trabajo y su seguridad económica, razón que no juzgo y respeto. Pero habemos personas como yo que por ningún motivo lo permitimos y nos arriesgamos a sufrir las consecuencias antes que perder la dignidad. Y eso, señor Azcárraga, no me hace ni rebelde ni mucho menos conflictivo. Me hace un hombre valiente, honorable, confiable y respetable ante mis hijos, mi familia, el mundo que habito y ante Dios. Le pregunto ahora, señor Azcárraga, por estas palabras que hoy le externo: ¿me esperan otros 12 años de veto? ¿Extenderán sus medidas a mi familia, como lo hicieron injustamente con mi hijo Héctor Suárez Gomís, quien, sin deberla ni temerla, también fue ‘castigado’ y vetado? ¿Tiene usted el valor… o le vale?”
Astillas
Las elecciones de Michoacán están envenenadas por el uso político de la guerra contra el narcotráfico y por el empecinamiento de Los Pinos en imponer a la hermana del suministrador de recursos públicos y controlador de las fuerzas federales. En los cierres de campaña, Cocoa mostró dinero de sobra e intolerancia creciente, el PRI puso en juego a su principal carta decorativa (Peña Nieto) y el PRD está listo para dejar el poder...
Y, mientras el tribunal federal electoral decide las sanciones aplicables al sol azteca por incumplir parcialmente la orden de renovar sus consejos plenamente, pues faltaron dos entidades y hubo problemas en ciertas delegaciones del DF, ¡hasta mañana, con las famosas encuestas en vías de ser procesadas (¿políticamente?) para dar a conocer al candidato presidencial de la izquierda súbitamente acompasada!
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Facebook: Julio Astillero
México SA
México: ¿rumbo correcto?
El ingreso, desmoronado
Mágicas fortunas Forbes
Carlos Fernández-Vega
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En muchas viviendas de las familias que viven sobre el cerro del Peñón, en la colonia La Joya, delegación Iztapalapa, los pedazos de roca del cerro forman parte de la estructura habitacionalFoto Roberto García Ortiz
Cinco gobiernos neoliberales al hilo han repetido hasta la ignominia que México va por el rumbo correcto, y que gracias a su política económica los habitantes de este país cada día reportan mayores índices de bienestar. Eso han coreado, pero, como siempre, los dichos contrastan brutalmente con los hechos. Suficiente sería que los dirigentes salieran a las calles y recorrieran el México real que abominan para constatar que nada tiene que ver con el México de sus discursos.
Que México va por el rumbo correcto lo confirma la siguiente información, publicada ayer por La Jornada: el ritmo de crecimiento del ingreso por habitante en México se desplomó 80 por ciento en las pasadas tres décadas, en comparación con el registrado antes de la crisis de la deuda en los 80, indica una investigación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). El producto interno bruto (PIB) per cápita, considerado el indicador más general sobre la distribución de la riqueza de un país entre su población, apenas ha crecido en promedio 0.6 por ciento por año de 1980 a 2008, en contraste con el aumento de 3 por ciento reportado antes de dicho periodo. Incluso refiere que tal indicador ha perdido tanto terreno en México que es más bajo que el que existía en el siglo antepasado, en cuanto a la proporción que representaba del correspondiente a Estados Unidos. El crecimiento del PIB por habitante no sólo ha caído por debajo de la experiencia histórica del periodo previo a la crisis de la deuda. También ha resultado inferior al crecimiento de la mayoría de las regiones del mundo, países ricos y pobres, exportadores o importadores de petróleo, reformadores o no. Para 2008 el PIB per cápita ya había caído a una cuarta parte del nivel de Estados Unidos, menor aún que el porcentaje alcanzado en 1870 (Susana González).
Todo ello en sólo 30 años, es decir, a lo largo de los cinco maravillosos gobiernos neoliberales durante los cuales México (según la versión oficial) ha transitado por el rumbo correcto y colmado de bienestar a sus habitantes. La Cepal lo reseña así: el ingreso por habitante en México llegó a ser equivalente a 60 por ciento del existente en Estados Unidos en el siglo XIX, mientras el mayor nivel alcanzado en el siglo pasado correspondió a la década de los setenta, cuando equivalió a 70 por ciento del PIB per cápita estadunidense. A partir de entonces comenzó su descenso: en 1981 todavía representó 35.6 por ciento de su similar estadunidense, pero en 2008 fue equivalente a sólo 25.6 por ciento, según los comparativos del organismo. Para 2010, de acuerdo con el Banco Mundial, tal equivalencia se redujo a 18.9 por ciento.
He allí el resultado del rumbo correcto presumido por la quinteta infernal. El organismo especializado detalla: a partir de los noventa el crecimiento del PIB per cápita se expandió a una tasa anual de 1.6 por ciento, pero no bastó para remontar tanto la caída que dejó la crisis de la deuda como las posteriores consecuencias en la economía por el desmantelamiento industrial y la apertura comercial, entre otros factores, propiciados por el giro radical en la relación Estado-mercado registrado en estas décadas, que la Cepal califica como el tercer y largo periodo de estancamiento económico en la historia del México independiente y que llega hasta el presente. Con los cambios neoliberales que implicaron un adelgazamiento del Estado la principal víctima fue la inversión pública en infraestructura, además de que el actual modelo de desarrollo exacerba las disparidades sociales. La política de desarrollo que ha seguido el gobierno mexicano en las últimas tres décadas no parece haber captado adecuadamente cuál es el origen de los problemas de ajuste. El diagnóstico en que se inspira la estrategia actual deja qué desear. Por mucho que no se defiendan estrategias de desarrollo del pasado no habría que dar por sentado que la crisis se debió al agotamiento de las mismas y para superar los nuevos obstáculos es posible que se requiera una participación mayor y mejor del Estado, y no lo contrario.
El balance es aterrador, pero que pierdan muchísimos no quiere decir que todos pierdan, que nadie gane. Allí está el caso de los magnates mexicanos marca Forbes, quienes en el mismo periodo neoliberal han incrementado sus fortunas (la mayoría de ellas ligadas a la política neoliberal privatizadora) como si se tratara de un cuento de hadas (de terror para la mayoría de los mexicanos). Sólo hay que recordar que en 2010 la decena de empresarios autóctonos que aparecieron relacionados en el inventario de los más ricos entre los ricos conjuntamente acapararon alrededor de 15 por ciento del producto interno bruto. De hecho, sólo uno de ellos se quedó con la mitad de esa proporción.
Salvo en el caso de Carlos Slim (mil 600 millones de dólares en 1991, tras la privatización de Telmex), no hay información disponible sobre sus fortunas antes de 1994, pero de ese año al cierre de 2010 los tres magnates más ricos entre los ricos muy lejos estuvieron de reportar el mismo resultado que los millones de mexicanos que vieron crecer –por llamarle de alguna forma– el PIB per cápita en apenas 0.6 por ciento como promedio anual. En el juego de la perinola, los empresarios Forbes siempre ganan todo, en especial a partir del desmantelamiento del aparato productivo del Estado, o lo que es lo mismo, la política privatizadora de los cinco gobiernos neoliberales.
Las rebanadas del pastel
Algunos ejemplos del rumbo correcto: de 1991 a 2010 la fortuna de Carlos Slim –de acuerdo con Forbes– se incrementó 4 mil 525 por ciento, al pasar de mil 600 a 74 mil millones de dólares; la de la familia Larrea (primero con Jorge, conocido como El Azote, y ahora con su hijo Germán, el de Pasta de Conchos) aumentó mil 400 por ciento entre 1994 y 2010, es decir, de mil 100 a 16 mil millones de billetes verdes; en ese mismo periodo el empresario totalmente palacio Alberto Bailleres (el único con pedigrí entre los ricos más ricos del país, con negocios en la minería, el comercio, los seguros) vio crecer sus haberes en 530 por ciento, de mil 900 a 12 mil millones de dólares; también está Ricardo Salinas Pliego (el oscuro personaje de los abonos chiquitos y los intereses de agio, sólo apareció entre los multimillonarios a raíz de la privatización del Instituto Mexicano de la Televisión, Imevisión, hoy Tv Azteca), quien de 1994 a 2010 mágicamente vio crecer su fortuna de mil 200 a 8 mil 200 millones de dólares, igual a 583 por ciento.
México también
León Bendesky
Es un error, y grande, pensar que las malas condiciones económicas y financieras que prevalecen hoy en Estados Unidos y Europa son un asunto de ellos y sobre el que podemos desentendernos. Es erróneo, por lo tanto, creer que los demás países que aun muestran signos de alguna fortaleza en sus economías, quedarán inmunes. El contagio es cada vez más difícil de evitar. México, por supuesto, no es una excepción en este escenario.
En los países en los cuales la crisis surgida en 2008 se ha ido agravando, se advierte un claro deterioro del ritmo de la actividad productiva y de la creación de empleos; hay mayor endeudamiento de las familias y del gobierno, más altos déficit de las finanzas públicas y, también, un empeoramiento de las condiciones de muchos bancos y otras instituciones financieras.
Tan sólo en días pasados la crisis económica y política en Europa, centrada ahora en el caso griego, llevó a un punto de irritación tal que se puso en entredicho la existencia misma del euro como moneda común e, incluso, la estructura actual de la Unión Europea. Los arreglos han sido frágiles y la incertidumbre política continúa.
Un conjunto de bancos europeos resienten de modo fuerte la exposición de su riesgo en la deuda soberana de países como Grecia, considerada parte de la periferia del sistema. Pero en la mira está igualmente Italia, ese sí un país central.
La debilidad es grande y las medidas de los reguladores, como exigir mayor nivel de capitalización, no logra reducirla, lo que se hace queda en el margen. La posible quiebra de los bancos ha sido un elemento clave en la gestión de la crisis que encabezan los gobiernos de Alemania y Francia. Las fricciones entre ellos y el primer ministro británico surgieron también de modo abierto. En juego está el uso de una enorme cantidad de recursos para el fondo europeo de estabilidad financiera.
En Estados Unidos acaba de quebrar la empresa de corretaje MF Global, en el caso más sonado desde la caída de Lehman Brothers. Hasta ahora han sido fallidos los intentos para aminorar el desorden de las condiciones de los mercados de deuda y recomponer las pautas del crecimiento productivo y el consumo.
La reunión el viernes 4 de noviembre del Grupo de los 20 tampoco llevó a ningún avance significativo, y la desconfianza sigue siendo la moneda de cambio en la relación entre algunos gobiernos europeos y sus acreedores.
Entra Italia. Esta es la octava economía en tamaño del mundo y la cuarta en la Unión Europea, y hoy tiene que pagar por los bonos de su deuda una tasa de 6.4 por ciento, muy por encima de lo que paga Alemania debido al riesgo que representa. Cuando llegaron a esos niveles de réditos países como Irlanda, Portugal y Grecia, con economías mucho más pequeñas, requirieron ayudas financieras para garantizar el pago de la deuda.
La avalancha se puede ir sobre España, tal cosa se ha venido anticipando por algunos meses ya. La situación de esa economía es cada vez peor. Este es el estado de apuro y debilidad que existe; es el efecto conjunto de la elevada deuda, su alto costo y los límites de un ajuste fiscal muy oneroso e inequitativo que ha mostrado ya sus extremos en Grecia. Y las quitas de capital, hasta un 50 por ciento del valor nominal, no han servido para calmar las condiciones del mercado en donde las fluctuaciones de las expectativas expresan una inestabilidad aguda.
Mientras la producción no vuelva a crecer será imposible generar los recursos para ordenar la deuda. En tanto no se redefina el funcionamiento del sistema financiero y las funciones de cada tipo de institución seguirá siendo una fuente de fricción. Reducir a ultranza el gasto público no es un remedio para saldar las cuentas financieras en el corto plazo y en un horizonte más largo sólo impondrá un mayor costo social. Hay una gran falta de lucidez política que aviva el conflicto.
El modelo de financierización de la economía se ha agotado y con él también la forma de globalización rampante que se ha desplegado en los últimos 20 años.
Y así como se agotó en México a fines de los años 1970 el modelo del desarrollo estabilizador y de sustitución de importaciones, lo mismo ocurre ahora con el modelo de liberalización a ultranza y volcado al mercado externo.
La estabilidad de nuevo cuño que define a la política económica y social desde hace tres sexenios no genera crecimiento del producto, no crea empleos suficientes, alimenta la informalidad de modo masivo y necesita expulsar la mano de obra incluso del país. La salud fiscal del Estado es una creencia falaz que aun se sustenta en el ingreso petrolero, en tanto que los indicadores sociales siguen siendo bastante pobres.
Este es un periodo de transición que por ahora está indefinido y por ello parece prudente concentrar la atención en las condiciones no intencionadas del proceso hasta que se marque alguna ruta. Algo similar a esto ocurrió entre 1914 y 1945 y en términos económicos se pudo ordenar en Bretton Woods. Ahora, sin embargo, todo parece ocurrir más rápido; la sociedad no es la misma, para nada, y se requiere innovar no sólo institucionalmente, sino en el modo de pensar.
FUENTE LA JORNADA

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