Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

viernes, 18 de mayo de 2012

Dinero- Jóvenes incandescentes- Generales arraigados y descomposición

Dinero
El futuro de México según Slim
En tres lustros todos seremos clase media
El Parnaso de Carlos Fuentes
Enrique Galván Ochoa
 
       Siempre son interesantes las opiniones de Carlos Slim, por razones obvias. Ayer dijo en Cancún que el país perdió la oportunidad de crecer económicamente estos últimos 30 años. Así es. Lo que no mencionó fueron las causas. Una de ellas son los monopolios. Hasta antes de que Carlos Salinas de Gortari le vendiera la compañía telefónica, se cumplía con cierta eficacia la prohibición que marca la Constitución. Existían los monopolios de Estado, como Pemex y la CFE, mas no los privados. Al privatizarse Telmex debió ser desarticulado en varias regiones del país y vendido a diferentes grupos empresariales. Había un punto de partida para seguir ese modelo. El servicio telefónico en Baja California y la zona norte de Sonora era operado por una compañía independiente, la Telefónica Fronteriza, pero la incluyeron en el paquete. Salinas de Gortari entregó a su viejo amigo Slim todo el negocio, incluyendo el del norte del país. Otras empresas también fueron privatizadas; los bancos, por citar un caso, y los beneficiarios los quebraron. En cambio, Slim hizo prosperar el suyo. Con esto quiero decir que su talento está fuera de discusión. Hoy en día es el hombre más rico de México, del mundo, y si sus 72 años le permiten seguir en acción algunos más, podría convertirse en el más rico de la historia reciente de la humanidad. Dijo otra cosa interesante en Cancún. Aunque el país desaprovechó las últimas tres décadas, ahora cuenta con las bases para convertirse en una nación desarrollada en los próximos 15 años, y los trabajadores mexicanos podrán registrar ingresos de 15 mil dólares en promedio en esos tres lustros. Eso también aseguraba Salinas de Gortari en medio de la fiebre de privatizaciones: los siguientes años, con las principales empresas ya en manos de particulares, la economía daría un salto formidable. Sí lo dio, pero al precipicio. En el primer mes en el gobierno de su sucesor, Ernesto Zedillo, sobrevino la crisis de la que todavía no salimos. Está al alcance del señor Slim adelantarse al futuro. Pagarle a sus empleados esos 15 mil dólares anuales que avizora. El salario de las meseras de Sanborns debería darle vergüenza. No dejaría de ganar dinero. Sus ganancias más importantes hoy en día provienen de las bolsas de valores.
Lo más cercano al Parnaso
Cuando queramos llevar un ramo de flores a la tumba de Carlos Fuentes será necesario ir a París. Mucho antes de su muerte hizo arreglos para que sus restos reposaran en el cementerio Montparnasse; ahí están las tumbas de sus hijos. Hará compañía a otras figuras de la literatura, de la música, de la filosofía. También a un mexicano célebre, el ex presidente Porfirio Díaz. Aunque murió en el exilio, después de ser derrocado, llama la atención que pasan los años y siempre hay un ramo de flores frescas o una vela encendida al pie de su tumba. Es un misterio quién las lleva. Ocupa un mausoleo modesto, nada que ver con la gloria y el poder de sus mejores días. París es una ciudad pequeña, desde Montparnasse se puede llegar caminando a la Universidad de La Sorbona, al barrio latino, a los cafés de Saint Germain des Pres, al río Sena y alargando los pasos al templo de Nuestra Señora, que alberga una imagen de la Virgen de Guadalupe. Se han expresado algunas opiniones de personas que hubieran deseado que los restos de Carlos Fuentes se quedaran en México, pero su decisión fue otra, muy de acuerdo a su trayectoria literaria. Puesto a escoger entre el borbollón de sangre en que la clase política ha convertido a nuestro país, Carlos Fuentes optó por Montparnasse, lo más cercano en nuestros días al monte Parnaso, de Grecia, la patria mitológica de los poetas y sus musas. Es el punto de partida de su nuevo periplo por la eternidad.
e@Vox Populi
Asunto: no les pagan en Terracota
Terracota, editorial que publica libros de texto para secundaria, no paga a sus colaboradores externos. En septiembre del año pasado editamos unos libros y nos aseguraron pagos parciales por semana mientras realizábamos la edición. Luego nos dijeron que la empresa suele pagar 60 días hábiles después de finalizado el trabajo. Pero nada de esto se ha respetado. Semana tras semana, mes tras mes, hablamos a la editorial y nos dan excusas diferentes: que los pagos se programan por lista, que están esperando un depósito, que hablemos en unos días, que pidieron un crédito, etcétera. La última razón que dieron fue que no tienen dinero porque la Conaliteg no les ha pagado. Al señor Antonio Reyna le preguntamos: ¿por qué encargan trabajo si no tienen la solvencia para pagar a tiempo y dependen de Conaliteg, ¿cómo es que su empresa solicita trabajo a marchas forzadas y después se desentiende? Esto es una falta de respeto a los colaboradores externos. Si no tienen con qué pagar mejor que no editen libros.
Grupo de editores independientes
R: La industria editorial está en crisis pero no es razón para que no les paguen. ¿Por qué no le escriben al director de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, Miguel Agustín Limón Macías? Está a su alcance interceder por ustedes ante su incumplido proveedor.
Twitter
Exigen indagar abusos de Gas Natural en Nuevo León. Pues a mí Gas Natural aún no me contesta.
Griegos temen no poder retirar más de mil euros al mes de sus cuentas. Cajas fuertes se venden como pan caliente.
Twitter: @galvanochoa
Facebook: @galvanochoa
Jóvenes incandescentes
Gabriela Rodríguez
 
      Como la actividad del Popocatépetl, el México profundo está expresando su indignación con explosiones de intensidad creciente. El episodio de la Universidad Iberoamericana fue como el domo de lava enrojecida que asoma sobre el cráter del Popo, erupción que lanza fragmentos incandescentes de lodo, cenizas, como los gritos a Peña Nieto: “¡Fuera! ¡La Ibero no te quiere!”, ¡Asesino, Atenco!
Erupción que no sólo ocurrió en un volcán, sino también en un centro de enseñanza superior, en un territorio donde se crea y difunde el conocimiento, donde la voz sustituye a las cenizas y es expresión de libertad.
¿Quién pretende contener la indignación de la juventud? Aun frente a la responsabilidad confesa de Enrique Peña Nieto (EPN) por usar la fuerza pública para poner orden y paz a base de tortura y violación masiva que hicieron sus huestes en Atenco.
Se trata de un acto de conciencia de clase, de estudiantes que saben que ninguno de los agresores de Atenco ha sido sancionado –como en los tiempos de Salinas–, que reaccionan a la violencia priísta que pretendió comprarlos para callarlos y ficharlos ese día, que piensan que EPN no tiene derecho a ser presidente –como afirmó Carlos Fuentes–; muchachos representantes de 20 por ciento de los jóvenes universitarios privilegiados, mientras la otra mitad de la población no tiene acceso ni a la prepa, aunque sí a la televisión (91 por ciento).
La televisión tiene gran influencia en las nuevas generaciones, en mayor medida sobre quienes no leen periódicos y cuentan con menor escolaridad. El Estado ha descuidado otros factores formadores de opinión pública relevantes, como la familia y la educación. La sociedad está teledirigida, diría Giovanni Sartori.
La democracia ha sido definida con frecuencia como un gobierno de opinión, pero el poder de la imagen se coloca en el centro de todos los procesos de la política contemporánea. El pueblo soberano opina sobre todo en función de cómo la televisión le induce a opinar, ya sea en la elección de los candidatos, en su modo de plantear la batalla electoral, o en la forma de ayudar a vencer al vencedor.
Los sondeos de opinión consisten en preguntas formuladas por el entrevistador y respuestas que dependen ampliamente del modo en que se formulan las preguntas y que, frecuentemente, el que responde se siente forzado a dar una respuesta improvisada que resulta débil, volátil, inventada en ese momento con tal de decir algo, pero sobre todo produce un efecto reflectante, un rebote de lo que sostienen los medios de comunicación.
Los sondeos de opinión reinan como soberanos: un millar de mexicanos son continuamente interrogados para decirnos a nosotros, es decir, a los otros 112 millones lo que debemos pensar. Porque es falso que la televisión se limite a reflejar los cambios que se producen en la sociedad; en realidad, la televisión refleja los cambios que ella misma promueve.
El problema surgió cuando el acto de ver suplantó al acto de discurrir, la fuerza arrolladora de la imagen rompe el sistema de equilibrios. Con la televisión, la autoridad es la visión en sí misma, es la autoridad de la imagen. Lo esencial es que el ojo cree en lo que ve; y, por tanto, la autoridad cognitiva en la que más se cree es lo que se ve. Lo que se ve parece real, parece verdadero. Porque la televisión se exhibe como portavoz de una opinión pública que en realidad es el eco de regreso de la propia voz. La pantalla es falsa porque descontextualiza, se basa en primeros planos fuera de contexto.
El reduccionismo es enorme: lo que desaparece es el encuadre del problema al que se refieren las imágenes. La imagen es enemiga de la abstracción; explicar es desarrollar un discurso abstracto, en otras palabras los problemas no son visibles. Para el hombre que puede ver, lo que no ve no existe. La amputación es inmensa (Sartori, G., Homo Videns. La sociedad teledirigida, Ed. Taurus, Madrid, 1997).
Lo vimos en el debate del 6 de mayo. Nada fue más real que la playmate que vestía de blanco tan fuera de contexto y del encuadre político. Una imagen dedicada a los hombres, la cultura de la imagen rompe el delicado equilibrio entre pasión y racionalidad. Verdadera cortina de humo para desviar hacia ella la atención, acto que tuvo un efecto mediático de trascendencia internacional: la gente ni se enteró de lo que ahí se dijo.
A la velocidad del siglo XXI, las redes sociales difundieron la imagen de aquellos pechos expuestos, una nueva erupción que no se originó en la Iztaccíhuatl, sino entre cibernautas del mundo virtual. Un mundo en el que, a diferencia de la televisión, el emisor no es un señor poderoso, sino legiones juveniles que construyen y en-vían mensajes de humo, donde se rompen las secuencias y el principio de lo consecutivo, donde deja de ordenarse una cosa tras otra. Diría Sartori que abolida la lógica lineal, todo se hace virtualmente reversible, la lógica circular, sin centro, es infinitamente liberatoria. La realidad se hace onírica y el mundo se puebla de sonámbulos.
Las redes sociales son el actor de las presentes elecciones, hasta los más pobres tienen celular y van a los cafés Internet. ¡Despertaron nuestros jóvenes! ¡Como los árabes, los indignados y los ocupas! Sueñan con un cambio verdadero. Frente a la cerrazón de las televisoras ellos toman el control de ese espacio colectivo: crean collages de música, humor y placer estético, afirman su tolerancia religiosa heterosexuales, gays y lesbianas; filman, crean y difunden videos y mensajes políticos; pero también gritan en las calles y convocan a reuniones en espacios populares y universitarios, aunque vuelvan a ser reprimidos como en la época del PRI, lo estamos viendo en Morelia, en Querétaro, en Saltillo, en Veracruz,
Nadie sabe por quién votarán los 24 millones de jóvenes que tienen entre 18 y 29 años de edad, y menos el millón y medio que lo hará por primera vez; lo que sí sabemos es que representan 30 por ciento de la lista nominal del IFE y que este grupo de edad será determinante del resultado electoral.
Generales arraigados y descomposición
 
       La Procuraduría General de la República (PGR) informó ayer que los generales Tomás Ángeles Dauahare, ex subsecretario de la Defensa Nacional, y Roberto Dawe González, general brigadier en activo, detenidos el martes por esa dependencia federal, permanecerán arraigados por 40 días como medida cautelar para avanzar en las pesquisas por sus presuntos vínculos con la delincuencia organizada. Cabe recordar que tras la captura de los militares, realizada con base en una orden de presentación y localización, la dependencia a cargo de Marisela Morales emitió un escueto comunicado en que se limitaba a informar que los detenidos declaran ante el Ministerio Público Federal adscrito a la Subprocuraduría de Investigaciones Especializadas en Delincuencia Organizada (Siedo), y que la captura carece de connotación política o de relación alguna con las campañas en curso o los candidatos en contienda.
Con independencia de la inocencia o culpabilidad de los oficiales arraigados, la información disponible indica que la PGR no ha respetado, en este episodio, las garantías individuales de que debe gozar cualquier persona, independientemente de su condición jurídica: a los señalamientos de los familiares de los detenidos en el sentido de que éstos permanecían incomunicados, se sumaron ayer las denuncias del abogado de Ángeles Dauahare, quien dijo que las autoridades de la Siedo se habían resistido a acreditarlo como defensor del militar en retiro y habían designado uno de oficio para tomar su declaración. Tales elementos resultan preocupantes pues ponen en perspectiva un nuevo caso de atropello y abuso por parte de la procuraduría, pero sobre todo porque constituyen un ejemplo de la indefensión en que se encuentran los ciudadanos comunes ante el ejercicio cada vez más arbitrario, discrecional e ilegal de la procuración de justicia: cabe preguntarse cuántos ciudadanos anónimos estarán atravesando en estos momentos por situaciones similares, sin contar con los reflectores mediáticos centrados en la detención de Ángeles Dauahare y Dawe González.
Por otra parte, las detenciones comentadas ocurren en el contexto de una severa descomposición de las instituciones encargadas de salvaguardar el estado de derecho, la soberanía y la integridad territorial –la propia PGR, la Policía Federal y fuerzas armadas–, como consecuencia de la guerra contra el narcotráfico iniciada por Felipe Calderón hace más de un lustro. Así pues, si hubiese algún elemento de verosimilitud sobre los presuntos vínculos entre los militares arraigados y el crimen organizado –señalamientos que, hasta donde se sabe, no se han configurado aún en una acusación formal–, sería imposible desvincular este episodio particular del deterioro institucional referido, y quedarían confirmadas las advertencias que en su momento formularon legisladores, académicos, dirigentes políticos y activistas sociales: el involucramiento de las fuerzas armadas en tareas que les son constitucionalmente ajenas –como el combate al narcotráfico–, además de abrir un margen para atropellos contra civiles inocentes y erosionar la confianza y el respeto de los cuerpos castrenses entre la población, coloca a éstos en el riesgo de sufrir infiltraciones del narcotráfico.
Un tercer elemento de juicio es la inocultable partidización, en el curso de las dos administraciones federales recientes, de los organismos de procuración de justicia a escala federal, que se ha expresado en la invención de delitos, la fabricación de culpables y el uso faccioso de la ley con el objetivo de golpear a adversarios políticos. Tales antecedentes obligan a preguntarse si la presunción de culpabilidad de Ángeles Dauahare y Dawe González deriva de un genuino afán legalista de la PGR o si acabará formando parte de la saga de acciones judiciales facciosas, erráticas y fallidas que en su momento se cebaron contra 30 funcionarios de Michoacán, contra el ex alcalde de Tijuana Jorge Hank Rhon o contra los ex gobernadores de Tamaulipas Manuel Cavazos Lerma, Tomás Yarrington y Eugenio Hernández.
En suma, las detenciones comentadas arrojan una disyuntiva desoladora: o se confirma la infiltración de la delincuencia organizada en las más altas esferas castrenses de la nación, con las implicaciones que ello acarrearía para la seguridad de la población y la viabilidad del Estado mismo, o se asiste, de nueva cuenta, a un uso político e indebido de las instancias de procuración de justicia; en cualquier caso, queda de manifiesto la debacle que padece la institucionalidad política del país como consecuencia de acciones u omisiones de los gobiernos recientes, particularmente del actual.

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