El despertar estudiantil que tiene en jaque a la clase política
El aspirante presidencial priista, Enrique Peña
Nieto.
Foto: Víctor Jiménez
Foto: Víctor Jiménez
Solitario en la cumbre de las encuestas, a partir del incidente del
viernes 11 de mayo en la Universidad Iberoamericana, Enrique Peña Nieto ve su
aspiración presidencial al filo del abismo. El candidato puntero, su partido y
Televisa, su principal promotor y beneficiario, enfrentan el acoso inesperado
del grito estudiantil, el de las redes sociales contra el que apenas se
defienden, el de las autoridades hacendarias que hurgan las finanzas de dos de
los colaboradores más cercanos a Peña Nieto y el del bien calculado golpe del
gobierno de Washington contra el exgobernador priista de Tamaulipas Tomás
Yarrington. Lo más temible para el candidato, el PRI y Televisa parece ser, sin
embargo, el movimiento de los jóvenes universitarios #YoSoy132, cuyos alcances
son aún imprevisibles. Esta es la breve e intensa historia de cómo se
generó.
Nacido del desprecio, el Movimiento 131 que se originó en la Universidad
Iberoamericana el undécimo día de mayo, durante la visita de Enrique Peña Nieto,
puso en jaque a la clase política y a los medios que los desestimaron.
Durante días se encontraron con el rostro mutado. Distorsionados sus dichos y
sus gestos, no se reconocieron en la realidad que proyecta la televisión,
tampoco en la que escribe un sector de la prensa. Los llamaron fascistas,
porros, acarreados de un partido político que los había entrenado para
“reventar” adversarios. Los desconocieron como alumnos con un discurso legítimo.
Censurados en medios electrónicos, los insultaron también con el silencio.
El enojo inundó el mundo virtual que los jóvenes de hoy habitan. La
indignación se propagó como un virus. Miles de jóvenes estaban atentos a las
redes sociales, espacio que no sabe de timidez o de miedos, esperando una
reacción que pudiera ser suya.
Entrevistados por Proceso, incendiados sus ojos, los
fundadores de ese movimiento cuentan que su raíz está en Atenco, en los
feminicidios, en los desplazados, en la corrupción, en el hartazgo del “sistema”
y los relatos que, en la prensa, no llegan.
Rodrigo Serrano tuvo la iniciativa. “Había que responderles”, relata al
reportero. Por Facebook que desde la tecnología agrupa a la comunidad más grande
del mundo que conocemos, convocó a que cada uno de los manifestantes
disconformes de la Ibero elaborara un video simple, con su credencial de
estudiante en mano, para recobrar la identidad robada.
(Extracto del reportaje que se publica esta semana en la revista
Proceso 1856, ya en circulación)
El estudiante 132
Los estudiantes de la Ibero.
Foto: Tomada de Twitter
Foto: Tomada de Twitter
No prendió en la UNAM la protesta de los estudiantes, como sucedió en 1968. A
la mayor universidad pública del país los candidatos a la Presidencia ni
siquiera han asistido durante este tiempo de campañas. Dicho en breve, la magna
casa de estudios, con sus bandas sobreideologizadas, no ofrece las mínimas
seguridades físicas para la conversación con personas que no comulgan con las
ideas prevalecientes ahí. De haber asistido los candidatos, podían haberlos no
sólo abucheado, sino apedreado. Me lo confirma una puma que se ha unido, como
tantos otros pumas, al movimiento #YoSoy132, Jazmín Itzel Agüeros: Estamos
reflexionando sobre cómo la UNAM se ausentó (del proceso democrático en este
2012).
El movimiento prendió en cambio en la Universidad Iberoamericana, sin organización previa y provocado únicamente por la arrogancia de Enrique Peña Nieto. Primero, su equipo llenó una tercera parte de las butacas del auditorio con acarreados priistas. Luego, el candidato defendió el uso de la violencia por el Estado, tratándose de un caso, el de Atenco, donde hubo violaciones de mujeres. Luego, los priistas acusaron a los estudiantes que corearon el repudio a su candidato de haber sido manipulados por fuerzas oscuras. Luego, 48 periódicos filopeñistas reportaron que la visita de Peña Nieto a la Ibero fue un éxito y las televisoras le dieron un minuto de difusión en sus noticiarios. Por fin, cuando los estudiantes marcharon de la Ibero a Televisa, en Santa Fe, a reclamar “el sesgo (a favor de Peña Nieto) de la información que Televisa difunde”, Televisa reportó esa marcha en 10 minutos y a continuación le dio 18 minutos a Peña Nieto para declamar un discurso en que convocó al país a perfeccionar nuestra democracia. Es demasiado tarde, opinó Saúl Alvidez, del Tec de Monterrey campus DF. Ser el beneficiario principal de las distorsiones periodísticas durante tres años no te califica para ser el adalid de la transparencia.
Sencillamente no lo entienden. Es tan sencillo que no lo entienden. Acostumbrados a la simulación, los políticos, y el círculo adjunto de informadores y comentaristas, no logran escuchar el mensaje de los universitarios. Están en contra de la mentira. Tan fácil. Están en pro de la verdad. Así de fundamental. Creen que la distorsión de la verdad es el origen del desorden moral del país. Y tienen razón. Quieren unas elecciones donde los ciudadanos voten sabiendo por quién votan. ¿No se llama a eso democracia verdadera?
Por jóvenes, porque aún la frustración no les ha mellado el ánimo, porque aún las urgencias económicas no los han forzado a ajustarse al sistema nacional de la mentira y el eufemismo, por universitarios también, porque gozan del privilegio de moverse a diario entre las grandes ideas, son la pureza que puede señalar con el dedo al emperador y declarar que va desnudo. Son la pureza que puede lanzar la primera piedra porque todavía no han pecado. Qué tan mentiroso es nuestro sistema, qué tanto tuerce a los adultos, que está siendo recondenadamente difícil que las personas de más de 25 años entiendan a los jóvenes.
Primero la Izquierda ha intentado quitarles su bandera y escribir en ella el nombre de su candidato a la Presidencia. No es que la mayoría de ellos no vayan a votar por AMLO: una encuesta del periódico Reforma del mes de mayo mostró que entre los jóvenes efectivamente AMLO goza de preferencia mayoritaria. Es que los jóvenes #YoSoy132 no quieren desaparecer al ser incorporados a otra filiación. Luego, los medios han querido mostrarles que son ingenuos. A ver muchachitos, esto es más complicado, les dice el locutor de radio. O el articulista los acusa de irrespetuosos. Los quiere con calcetines blancos y recién bañados y planchados presentándose a la mesa de la discusión política, para que allá digan, muy respetuosamente: El sistema político del que son parte ustedes es un mazacote de pactos inmorales. Loret de Mola los entrevista en su matutino y con aire jovial les dice que le da gracia que supongan un sesgo a favor de Peña Nieto en Televisa. El país entero es testigo de festivales televisados desde Toluca con el candidato y su familia en las butacas y en reiterados close-ups. Reportajes de discursos sublimes por su intrascendencia ocurridos en los pueblos de Palo Alto, Palo Bajo y Palo Intermedio, o en el Encuentro XYZ de Europa. Tres años de propaganda pagada por el gobierno del Estado de México e insertada como noticia o entretenimiento, y sin la aclaración de rigor periodístico de que ha sido pagada. ¿Y las propuestas?, les reclama una conductora de radio. Como si les dijera: Tienen tres minutos para solucionar a México y vamos a comerciales.
La transparencia de la verdad es abismal. La verdad, decía Aristóteles, es idéntica a la belleza, y consiste en la justeza entre la palabra y lo que nombra. Los universitarios tienen la verdad de su lado este 2012. Ojalá no se dejen tragar por otros movimientos. Ojalá los adultos no los intimiden con sus exigencias y sus desdenes mezquinos. Respetemos al estudiante 132 y el poderoso mensaje que viene a entregarnos en la mano. México necesita de la verdad. La verdad es el bien común primordial, dice Saúl Alvidez, estudiante número 132.
El movimiento prendió en cambio en la Universidad Iberoamericana, sin organización previa y provocado únicamente por la arrogancia de Enrique Peña Nieto. Primero, su equipo llenó una tercera parte de las butacas del auditorio con acarreados priistas. Luego, el candidato defendió el uso de la violencia por el Estado, tratándose de un caso, el de Atenco, donde hubo violaciones de mujeres. Luego, los priistas acusaron a los estudiantes que corearon el repudio a su candidato de haber sido manipulados por fuerzas oscuras. Luego, 48 periódicos filopeñistas reportaron que la visita de Peña Nieto a la Ibero fue un éxito y las televisoras le dieron un minuto de difusión en sus noticiarios. Por fin, cuando los estudiantes marcharon de la Ibero a Televisa, en Santa Fe, a reclamar “el sesgo (a favor de Peña Nieto) de la información que Televisa difunde”, Televisa reportó esa marcha en 10 minutos y a continuación le dio 18 minutos a Peña Nieto para declamar un discurso en que convocó al país a perfeccionar nuestra democracia. Es demasiado tarde, opinó Saúl Alvidez, del Tec de Monterrey campus DF. Ser el beneficiario principal de las distorsiones periodísticas durante tres años no te califica para ser el adalid de la transparencia.
Sencillamente no lo entienden. Es tan sencillo que no lo entienden. Acostumbrados a la simulación, los políticos, y el círculo adjunto de informadores y comentaristas, no logran escuchar el mensaje de los universitarios. Están en contra de la mentira. Tan fácil. Están en pro de la verdad. Así de fundamental. Creen que la distorsión de la verdad es el origen del desorden moral del país. Y tienen razón. Quieren unas elecciones donde los ciudadanos voten sabiendo por quién votan. ¿No se llama a eso democracia verdadera?
Por jóvenes, porque aún la frustración no les ha mellado el ánimo, porque aún las urgencias económicas no los han forzado a ajustarse al sistema nacional de la mentira y el eufemismo, por universitarios también, porque gozan del privilegio de moverse a diario entre las grandes ideas, son la pureza que puede señalar con el dedo al emperador y declarar que va desnudo. Son la pureza que puede lanzar la primera piedra porque todavía no han pecado. Qué tan mentiroso es nuestro sistema, qué tanto tuerce a los adultos, que está siendo recondenadamente difícil que las personas de más de 25 años entiendan a los jóvenes.
Primero la Izquierda ha intentado quitarles su bandera y escribir en ella el nombre de su candidato a la Presidencia. No es que la mayoría de ellos no vayan a votar por AMLO: una encuesta del periódico Reforma del mes de mayo mostró que entre los jóvenes efectivamente AMLO goza de preferencia mayoritaria. Es que los jóvenes #YoSoy132 no quieren desaparecer al ser incorporados a otra filiación. Luego, los medios han querido mostrarles que son ingenuos. A ver muchachitos, esto es más complicado, les dice el locutor de radio. O el articulista los acusa de irrespetuosos. Los quiere con calcetines blancos y recién bañados y planchados presentándose a la mesa de la discusión política, para que allá digan, muy respetuosamente: El sistema político del que son parte ustedes es un mazacote de pactos inmorales. Loret de Mola los entrevista en su matutino y con aire jovial les dice que le da gracia que supongan un sesgo a favor de Peña Nieto en Televisa. El país entero es testigo de festivales televisados desde Toluca con el candidato y su familia en las butacas y en reiterados close-ups. Reportajes de discursos sublimes por su intrascendencia ocurridos en los pueblos de Palo Alto, Palo Bajo y Palo Intermedio, o en el Encuentro XYZ de Europa. Tres años de propaganda pagada por el gobierno del Estado de México e insertada como noticia o entretenimiento, y sin la aclaración de rigor periodístico de que ha sido pagada. ¿Y las propuestas?, les reclama una conductora de radio. Como si les dijera: Tienen tres minutos para solucionar a México y vamos a comerciales.
La transparencia de la verdad es abismal. La verdad, decía Aristóteles, es idéntica a la belleza, y consiste en la justeza entre la palabra y lo que nombra. Los universitarios tienen la verdad de su lado este 2012. Ojalá no se dejen tragar por otros movimientos. Ojalá los adultos no los intimiden con sus exigencias y sus desdenes mezquinos. Respetemos al estudiante 132 y el poderoso mensaje que viene a entregarnos en la mano. México necesita de la verdad. La verdad es el bien común primordial, dice Saúl Alvidez, estudiante número 132.
No hay comentarios:
Publicar un comentario