Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

jueves, 5 de julio de 2012

Grave amenaza del Bravo a la Patagonia- Josefina vs. las mujeres- MEXICO, S.A.

Grave amenaza del Bravo a la Patagonia
Ángel Guerra Cabrera
 
         El golpe de Estado contra el presidente de Paraguay, Fernando Lugo, exige de una revisión de su estrategia y táctica por los gobiernos progresistas y las fuerzas populares latinoamericanas. Cabe recordar que Estados Unidos dispone de una gran pista de aterrizaje en Mariscal Estigarribia, sobre el Chaco paraguayo, lista para recibir aviones de transporte Galaxy y bombarderos B-52. Construida con el acuerdo de los mismos partidos oligárquicos que dieron el golpe parlamentario a Lugo, éstos también han aprobado anteriormente el ingreso de tropas estadunidenses al país y señales recientes apuntan a convertir esa presencia en permanente.
 
El aeropuerto se ubica sobre el acuífero Guaraní –tercera reserva de agua potable del mundo–, a tiro de cañón de los campos gasíferos de Bolivia, contra cuyo gobierno también apunta. Junto a las bases ya establecidas en Chile, Perú, Ecuador, Colombia y Antillas Holandesas conforma un dispositivo de cerco militar de la Amazonia, con su gran riqueza en biodiversidad, y de Brasil en su conjunto, a la vez que facilita el rápido traslado de un gran cuerpo expedicionario para actuar en América del Sur.

El golpe, por consiguiente, busca establecer una amenazadora cabeza de playa del imperialismo estadunidense en una zona de enorme importancia geoestratégica, corazón de Mercosur y de Unasur. El monroísmo militar desborda así el Caribe y América Central para desplegarse de norte a sur en América Latina. Después del traspaso a Panamá en 1999 de las instalaciones del canal, donde se asentaba el Comando Sur (CS) de Estados Unidos, han proliferado maniobras conjuntas de sus fuerzas con ejércitos latinoamericanos y acuerdos de seguridad o pequeñas bases militares, que ahora abarcan desde México, pasando por El Salvador, Honduras, de nuevo Panamá y hasta Paraguay.

Los jefes del CS han venido planteando ante comisiones del Congreso en Washington que los peores enemigos de Estados Unidos son el narcoterrorismo, la inestabilidad política y el surgimiento de movimientos radicales populistas en América Latina.

Esa criptografía describe a los gobiernos de Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega, Cristina Fernández y Dilma Rouseff, y a los movimientos populares, entre ellos el encabezado por Andrés Manuel López Obrador. De modo que Estados Unidos considera enemigos a los gobiernos y movimientos que no satisfagan sus intereses ni se plieguen a sus deseos, por más apoyo popular que disfruten. Pero entre más tibia –que no prudente– la postura de un líder ante Washington, menos apoyo popular recibirá y mayor será el riesgo de ser destituido o frenado.
La cuestión es muy clara. Como ha apuntado el politólogo cubano Roberto Regalado (rebelion.org/noticia.php?id =152139), después de la caída del muro de Berlín Washington se equivocó al considerar que el modelo de democracias neoliberales podía funcionarle indefinidamente mediante la alternancia entre candidatos de los partidos que defienden esa ideología. Probablemente llegó a esa conclusión al considerar que el espíritu de rebeldía de las masas había quedado cercenado tras el asesinato de decenas de miles de revolucionarios y luchadores sociales por el pinochetismo, la Operación Cóndor y la guerra sucia, en esa orgía de sangre armada por la CIA que abarcó de la Patagonia a México entre los años sesentas y ochentas del siglo XX. No se percató de que precisamente las políticas neoliberales, cuya aplicación a rajatabla promovió en América Latina y el Caribe, terminarían por revertir en una ola de luchas y protestas sociales. Y que la cresta de esa ola colocaría al mando, o en el umbral, de un grupo apreciable de gobiernos de la región a importantes fuerzas y líderes populares.
Entonces esperaba la inminente rendición de Cuba, estrechamente vinculada como estaba su economía a la derrumbada URSS. Grave error de apreciación, pues aquella llama de rebeldía mantenida en las circunstancias más adversas de hostilidad y cerco yanqui, fue una gran fuente de inspiración de las mencionadas luchas. Y traigo también Cuba a colación porque más de medio siglo de victoriosa resistencia a la hostilidad política, militar, las acciones terroristas y la guerra económica del imperialismo yanqui sólo han sido posibles en virtud de dos factores fundamentales: uno, la unidad monolítica y sin fisuras de su pueblo y sus organizaciones ante Washington; y dos, no haberle hecho una sola concesión de principios.
Twitter: aguerraguerra

Josefina vs. las mujeres
Soledad Loaeza
 
       Muchas son las causas de la derrota del PAN, desde la incapacidad que han mostrado dos gobiernos panistas sucesivos para resolver los problemas de una economía que no ha podido crecer en forma sostenida hasta el descontento creciente con la política de seguridad pública del gobierno. Es posible, como asegura este último, que las percepciones negativas de su desempeño sean injustas o producto de una mala prensa, pero entonces tendrían que preguntarse por qué no han podido vencerlas, y si estas percepciones no encuentran apoyo en nuestra vida cotidiana.
 
Aquí me refiero a otras causas de la derrota que son menos generales, pero de ninguna manera son irrelevantes: las divisiones entre los panistas y el pobre atractivo del discurso de campaña de Josefina Vázquez Mota. El presidente del PAN, Gustavo Madero, ha declarado que él no pertenece a la cultura de la dimisión, y que no ve en los catastróficos resultados que obtuvo su partido el pasado primero de julio motivo para abandonar el barco. Pero también habló de luchas intestinas, de reconstitución y de rencuentro, en alusión al impacto disruptivo de la derrota sobre el partido, y dijo que hay suficientes tensiones y disputas en el partido como para añadir una más.

No es raro que una derrota saque a flote tensiones, resentimientos, que provoque reproches y pleitos y exacerbe rivalidades y fracturas. Así se explica que, como dijo Madero, en este momento para los panistas la prioridad es el partido; pero si reviso lo ocurrido durante la campaña desde la elección de Josefina Vázquez como candidata presidencial, todo sugiere que para algunas corrientes internas la prioridad siempre fue el partido, incluso por encima de la victoria en la presidencial. Me pregunto incluso si, convencidos de antemano de que iban a perder, esos panistas no habrán apoyado la precandidatura de Ernesto Cordero, con la idea de que con él como candidato podrían conservar el control del partido incluso después de la previsible derrota, y así protegerlo de sus estragos.

La protección del partido es un objetivo razonable, pero no todos los panistas estaban de acuerdo en que fuera lo más importante, sobre todo durante una campaña electoral, en las que normalmente la primera línea de ataque está a cargo de los partidos. Contrariamente a lo que se hubiera esperado del PAN, que ha hecho de la disciplina casi una biografía, no todos los panistas se alinearon detrás de su candidata, y la fractura que abrió la competencia por la candidatura presidencial nunca sanó del todo. El PAN escapó al control de los josefinistas, en la campaña estuvo casi todo el tiempo en la retaguardia, y se ahorró muchas batallas; pero la integridad del partido fue un costo para la candidata que daba la impresión de estar sola. Josefina no es Vicente Fox, quien en una situación lejanamente similar pobló esa distancia con empresarios y clases medias que aspiraban a vivir como si estuvieran en Texas.
Al tibio apoyo del partido como factor de derrota, yo sumaría el discurso de la candidata. No me refiero al estilo, a la oratoria bien entrenada, a la gestualidad ensayada y seguramente supervisada por un experto en la materia. A mi manera de ver la selección de los temas, la identificación del interlocutor, los recursos retóricos tuvieron mucho que ver con el tercer lugar de Josefina en los resultados. A través de ellos, temas, retórica y destinatario del mensaje, la candidata proyectó una y otra vez la imagen que tiene de lo que es la sociedad mexicana, y ésta resultó tan alejada de la realidad que no hubo manera de que las grandes audiencias se identificaran con esa candidatura. Ahora la ex candidata ha mudado el discurso, tal vez porque reconoció el error que fue pensar que la sociedad a la que se dirigía estaba integrada por familias que se reúnen a las siete de la noche todos los días a rezar el rosario y tomar chocolate Abuelita. De ahí que en el discurso de reconocimiento de la derrota haya insistido tanto en los ciudadanos, en el papel central que cumplen en la construcción de la democracia, y que haya anunciado la formación de un movimiento ciudadano (así de enojada está con su partido).

Confieso que el tipo de sociedad que evocaba Josefina en sus discursos me resultaba intolerable, en particular cuando se refería a las mujeres. Me pregunto cómo es posible que después de haber sido secretaria de Desarrollo Social haya insistido en llevar a cabo una campaña mojigata y rezandera, en la que las mujeres eran sólo madres de familia, o esposas, hermanas, hijas, novias, ahijadas; es decir, Josefina nos definía una y otra vez en relación con un hombre. Como si no supiera que un tercio de los hogares en México tiene a una mujer como jefe de familia; que nos hemos integrado en masa al mercado laboral; que la planificación familiar nos ha liberado y nos ha favorecido tanto que no queremos dar ni un paso atrás. Nunca nos vio como individuos, o si quieren, como personas que vivimos en el siglo XXI, con voluntad de independencia. Tendría que haber revisado la Encuesta Mundial de Valores de Ronald Inglehart, para ver cuánto han cambiado las actitudes de las mujeres hacia los hombres, el trabajo o la Iglesia católica.

El México disfrazado de clase media texana que ofreció Vicente Fox tampoco me gustaba, pero debe de haber sido mucho más cercano para millones de electores, porque ganó con esa oferta chabacana; en cambio, perdió el México ultramontano de Josefina.

México SA
¿Elecciones ejemplares?
Tache en 54% de las casillas
Gobiernos foráneos en el limbo
Carlos Fernández-Vega
 
       ¿Dónde estaba el IFE, sus consejeros y demás alegres declarantes que, a coro, calificaron de ejemplar la pasada elección del primero de julio? ¿En qué momento se perdieron?, porque de etiquetarla como una jornada comicial limpia, en la que todos los mecanismos funcionaron, de pronto reconocieron que la mayoría de las casillas reportaba irregularidades, tanto como 54 por ciento del total, aunque existen denuncias de que tal proporción podría elevarse a 81 por ciento. Entonces, ¿el ejercicio dominical fue ejemplo de rectitud, o de cómo se las gastan los partidos políticos, con el PRI a la cabeza, en eso de jugar cochino, de comprar, coaccionar o inducir el voto, de violar los topes de campaña, de alterar el resultado?
 
Y, también vale preguntar, ¿dónde está el conocimiento de las leyes mexicanas por parte de los gobiernos extranjeros que rápida y solícitamente respondieron a la urgencia de Enrique Peña Nieto de encontrar canales de legitimación por la vía de las cartas de felicitación y las llamadas telefónicas para reconocer el triunfo del presidente electo? (de Obama a Cristina Fernández de Kirchner; del franquista Rajoy al uruguayo José Mujica, sin olvidar a la brasileña Dilma Rousseff, todos perdidos en el espacio, el desconocimiento, el oportunismo o la complicidad). Ello, porque la legislación nacional es clara cuando señala que el Tribunal Electoral es el único que puede declarar vencedor en la contienda electoral federal, y, por ende, en este caso, presidente electo, lo cual, dicho sea de paso, tal instancia no ha hecho, amén de que todos los atentos felicitadores cuentan con representación diplomática en México, de tal suerte que algo deben de saber de la legislación vigente.

Lamentablemente, el haiga sido como haiga sido (cínica aportación filosófica de Felipe Calderón a la de por sí cochina cultura política nacional) llegó para quedarse. Sin la denuncia del peje candidato, nadie se hubiera tomado la molestia de revisar la paquetería electoral, ni mucho menos de hacer como que se interesaba en la descarada compra de votos realizada por Peña Nieto y su equipo de operadores, con todo y sus tarjetas Soriana y Monex. La paquetería electoral, una vez más, se habría archivado en el limbo histórico, y todos estarían celebrando la pulcritud con que se llevaron a cabo las elecciones, lo bien que funcionaron todos los mecanismos y lo democrático de los resultados, siempre en el marco del haiga sido como haiga sido.
Así, de lo ejemplar, los consejeros del IFE pasaron al recuento de la mayoría de los sufragios: en el cómputo oficial de votos que inició esta mañana (ayer) en todo el país, el Instituto Federal Electoral informó que serán recontados 54.5 por ciento de los votos de la elección presidencial, nivel equivalente a 78 mil 12 paquetes de igual número de casillas que se instalaron en la elección del domingo. La cifra más alta de apertura ocurrirá en la elección de senadores, con 61 por ciento de los paquetes (87 mil 806 casillas), mientras que para la de diputados se prevé la apertura y recuento de 60.3 por ciento de los sufragios, depositados en 86 mil 328 casillas. El nivel de recuento de voto por voto representa el doble que el registrado en la elección federal pasada, en 2009, cuando se eligieron diputados y senadores (La Jornada, Fabiola Martínez y Alonso Urrutia).
Lo anterior no precisamente refuerza aquello de que la jornada electoral fue ejemplar y limpia, y de que funcionaron todos los mecanismos. Por el contrario, confirma las enormes deficiencias y lentitud del instituto y demás instancias electorales, las enormes lagunas de la ley en la materia, de la irreversible actitud mafiosa de los partidos políticos y del enorme chiquero que es la política nacional. Pero también, y es lamentable decirlo, es signo de una ciudadanía callada, agachada, comodina, que de plano no puede superar –ni quiere, según la evidencia– el síndrome de la Conquista.

Jubiloso, el mismo domingo primero de julio, el consejero presidente Leonardo Valdés Zurita salió a festejar en cadena nacional: “ha sido una gran jornada electoral… Los mexicanos hemos ratificado que la democracia y las elecciones democráticas son el único método válido para obtener el poder político… La de hoy es la elección que más votos ha recibido en la historia de México… El IFE garantiza que el voto de todos sea escrupulosamente respetado”. Y acto seguido dio por ganador al copetón, sólo para pasarle la batuta al sonriente inquilino de Los Pinos, quien también felicitó al nuevo ganador del haiga sido como haiga sido, no sin olvidar que la primera felicitadora fue la propia candidata panista Josefina Vázquez Mota. Y todos se dedicaron a celebrar la limpieza de los comicios, para, 24 horas después, y sólo tras la denuncia y presión del peje candidato, reconocer que ni tan limpia ni tan ejemplar, pues cuando menos en 54 por ciento de las casillas se reportaron irregularidades.

Y para la memoria, lo registrado el 4 de julio, pero de 2006: “los números fueron manipulados desde un principio; contienen infinidad de inconsistencias e irregularidades que perjudican, entre otros, registros menores de los sufragios obtenidos, la existencia de 3 millones de votos ‘perdidos’ y el hecho de que no coinciden las actas para la elección presidencial y las de diputados y senadores. Por ello, Andrés Manuel López Obrador anunció que los dirigentes de los tres partidos que postularon su candidatura solicitarán al IFE todas las facilidades para hacer un recuento casilla por casilla y acta por acta, que les permita cotejar sus propios datos y conocer el resultado real de la elección. Tras su denuncia, las dirigencias de PRD, PT y Convergencia anunciaron la determinación de respaldar sin cortapisas al tabasqueño, descalificaron al PREP porque ‘no es ningún instrumento para declarar a nadie ganador de la contienda’, y exigieron al IFE que se abstenga de declarar resultados electorales basados en ese instrumento. AMLO aclaró que no busca descalificar a la autoridad electoral, ni a ninguna otra institución, pero como candidato ‘tengo el derecho de exigir, de demandar, un proceso transparente. Tengo el compromiso de defender la voluntad de los millones de mexicanos que me dieron su voto’” (La Jornada, Roberto Garduño y Andrea Becerril).

Las rebanadas del pastel
Y mientras todos los ojos están fijos en la pantalla principal, en la trastienda se ponen otro clavo al ataúd: los fondos del IMSS para pensionados se agotarán en 2016.

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