American Curios
Cacofonía
David Brooks
Barack Obama, gran beneficiario de la generosidad de Wall Street, ayer en un acto de campaña por la relección presidencial, en ChicagoFoto Ap
“Y todas las noticias son malas. ¿Hay de otro tipo?/Todos están hablando a la vez. Bueno, son malos tiempos para unos, para otros son dulces/Alguien gana dinero cuando hay sangre en las calles/Todos están hablando a la vez… Y la guerra sigue y sigue… y ya no hay dinero... Bueno, rescatamos a todos los millonarios, ellos recibieron la fruta, nosotros la corteza/Y todos están hablando a la vez”, canta Tom Waits en su nuevo disco, Bad as Me.
Aquí, al empezar la recta final de la campaña electoral presidencial, se habla de todo y de nada, todo a la vez. En torno a la economía el debate es entre más de lo mismo; o sea, una respuesta tibia y cautelosa por el presidente Barack Obama, quien ahora habla en nombre de algo llamado la
clase media(al parecer, no existe la mayoría de la población, que en otros países sería llamada
trabajadores, ni los pobres) y su contrincante republicano, quien habla en nombre de los empresarios que “construyeron a América”. Disputan sobre cuánto más recortar los fondos de asistencia social y sobre si incrementar o recortar los impuestos sobre los ricos. Todos dicen, como lo hacen todos los políticos del mundo en sistemas llamados
democráticos, que su objetivo es
generar empleo. ¿Hay un político que proponga lo contrario?
Será la elección más cara de la historia: en la presidencial los gastos podrán superar 2.5 mil millones de dólares, y si se agregan los gastos de las legislativas, la elección federal podría tener un gasto en total de más de 5 mil 800 millones de dólares, según cálculos del Center for Responsive Politics. Se podría ver, tal vez, como un estímulo económico que hará ricos a profesionales publicitarios y los medios con los cientos de millones que se gastará en propaganda. Los multimillonarios tienen ahora, explícitamente, la
libertadde gastar sin límites para definir esta elección. Pero el secreto abierto es que los banqueros y financieros serán los triunfadores, gane quien gane; invierten en las campañas tanto de demócratas como de republicanos. Obama fue el mayor beneficiario jamás visto de la generosidad de Wall Street en su última elección, y su equipo económico está integrado por ex ejecutivos financieros o sus aliados. Romney fue ejecutivo en jefe de la financiera Bain Capital. Para Wall Street no hay pierde.
Las voces de desempleados, de familias destrozadas por las maniobras y engaños de Wall Street casi no se oyen en el debate electoral, más que como cifras y cuentos usados por los candidatos para mostrar los fracasos de sus contrarios. Los estudiantes que enfrentan un futuro inmediato gris (endeudados para completar sus estudios, cuyo valor ahora está anulado), las familias que han perdido sus hogares por la crisis hipotecaria, y las grandes mayorías que ahora pagan las cuentas del rescate de los bancos –los mismos que destruyeron el bienestar de todos– son el saldo de esta crisis. Hay más: por ejemplo, esta semana la ciudad de Nueva York reportó que un número récord de 43 mil 731 personas (18 mil de ellas, menores de edad), 18 por ciento más que el año pasado, están registradas como sin casa y solicitantes de espacio en el sistema municipal de albergues. Por otro lado, las comunidades inmigrantes continúan bajo sitio por la ola antimigrante que tanto conviene a los políticos durante una crisis.
Todas estas voces suelen estar ausentes en el debate político oficial, pero sus gritos y pesadillas se suman al ruido subterráneo e incesante de este país.
Lejos de aquí las guerras continúan, muchas a control remoto, pues los que jalan el gatillo están detrás de pantallas en comunidades suburbanas supuestamente seguras en Estados Unidos, a miles de kilómetros de distancia. El ruido de gritos, el color de la sangre y lo salado de las lágrimas de inocentes se oye, se ve, se prueba, pero muy, muy lejos, aunque siguen llegando veteranos militares destrozados desde esos lugares, y algunos ahora regresan a un país sin empleos ni oportunidades, en el que muchos viven en las calles.
Pero la guerra sí está presente como juego y para uso político. Durante los Juegos Olímpicos (que supuestamente promueven la paz entre las naciones), NBC promovió el estreno de su nuevo programa Stars Earn Stripes, donde ocho celebridades son llevadas a un concurso en el que tienen que competir en
misionesguiados por ex militares de operaciones especiales (con municiones y explosivos reales) bajo el mando el ex general Wesley Clark. Uno de los concursantes es el esposo de la ex candidata presidencial Sarah Palin. El objetivo del show es reconocer y honrar a las tropas. Todos los políticos
honrana las tropas, pero el hecho es que ninguno de los cuatro contendientes a la Casa Blanca (presidente o vicepresidente) es veterano militar.
Los medios –tanto liberales como conservadores y los que se dicen
objetivos– suelen cubrir las elecciones como si fueran un espectáculo olímpico, calificando cada maniobra, evaluando los errores de técnica (casi nunca de contenido), y quién está avanzando hacia la medalla de oro, todo interrumpido por comerciales y publicidad política. Sólo falta que den a conocer quiénes son los patrocinadores de los juegos.
Mientras tanto, no cesan los tuits, los chats, los mensajes electrónicos, los intercambios por Facebook, Tumblr, Linkedin, los correos. Nadie ve a su alrededor, nadie pone mucha atención ante tanto multitasking; en medio de cualquier conversación en persona, todos van sacando sus celulares constantemente para ver si alguien se ha comunicado.
Con todos hablando a la vez, no hay silencios ya en este país. Es una cacofonía. Tal vez el único cuerdo es un hombre alto y delgado, vestido con trapos verdes y una capucha, que suele dar vueltas sin destino por Greenwhich Village hablándose a sí mismo, y de repente se alcanza a oír, entre tanto ruido, que está declamando, en español, poemas de amor.
Pero nadie lo escucha.
El narco y el boom del ladrillo
Iván Restrepo
En una reciente edición de la versión inglesa de Der Spiegel (la revista semanal más leída de Alemania) se incluye una feroz crítica a los banqueros, empresarios y funcionarios españoles, culpables de la crisis que atraviesa la economía y la mayoría de los ciudadanos de ese país. Entre otros datos se cita el caso de un taxista al que le dieron un crédito hipotecario de 200 mil dólares cuando al mes sus ingresos no superan mil 200 dólares. ( www.spiegel.de/international/what happened to the Spain where I was born? ) Otras publicaciones de prestigio también recogen la opinión de especialistas que revelan la dimensión de esa debacle; cómo los culpables siguen tan campantes negociando salvar las instituciones que apenas ayer hacían aparecer muy solventes, ejemplo de buen manejo y, en el colmo del cinismo, cobrando por su
exitosotrabajo salarios y bonos estratosféricos.
Y mientras en España el gobierno trata de enfrentar la crisis aplicando el recetario elaborado por los que manejan las finanzas de la Unión Europea, se oculta que no pocos hoteles ubicados en América Latina pertenecientes a las cadenas ibéricas están técnicamente en quiebra por mal manejo o problemas de flujo de caja. Invertir, prestar sin mirar a quién y cobrar elevados salarios fue práctica establecida por la cúpula bancaria a sabiendas de que las pérdidas las cubriría eventualmente el gobierno o la Unión Europea. Mas al final es la gente la que paga los platos rotos.
Este tipo de préstamos o inversiones directas de las que tanto se ufana uno de los bancos españoles con presencia en México, son flexibles. En la hoja de balance pueden reportarlas con el valor invertido (menos amortizaciones normales) y lucirse como campeones de las finanzas. Pero si las mismas inversiones y préstamos se consideran a su valor real, el banco puede presentar un balance tan negativo que el gobierno español no podrá hacer otra cosa que salvarlo. Como estamos viendo, para esos bancos se trata de un juego en el que siempre salen ganando, pues, como ocurrió en México con el Fobaproa, las pérdidas las cubre la población. Con las inversiones internacionales es básicamente lo mismo, a una escala mayor y más fácil de manipular. ¿Quién va a viajar por el mundo valuando cada inversión?, se pregunta mi amigo Campos.
Por eso no debe sorprender si pronto nos enteramos de que un buen porcentaje de los hoteles y otras inversiones hechas en ultramar no rinden las utilidades esperadas. Por mal manejo o porque generarlas no fue el objetivo de sus promotores. En ciertos casos, lo fue convertir dinero sucio en legítimo. De ser así, los balances de los bancos registrarán pérdidas más abultadas de las que hoy reportan. También es posible que exageren la devaluación de sus bienes para obtener más dinero de los fondos de rescate. Cualquiera que sea la situación, la realidad es que el sistema bancario español huele mal. Y que la ayuda que se acuerde para salvarlo no debe terminar en las manos y los bolsillos de los mismos que causaron la debacle. Todos deben estar sujetos a una rigurosa auditoría.
A los daños financieros, sociales y culturales de la crisis española deben entonces sumarse los ocasionados en la franja costera del Caribe de México vía las manos libres otorgadas a las inversiones procedentes de la península. No son pocos y, en algunos casos, son irreversibles.
Individualismo vs colectivismo
Arturo Balderas Rodríguez
Mitt Romney y los líderes republicanos han visto cómo Barack Obama gana popularidad y podría aumentar la ventaja sobre el virtual candidato de ese partido a la presidencia de Estados Unidos. Es probable que la necesidad de marcar una clara diferencia con Obama haya sido la razón para escoger como compañero de fórmula para la vicepresidencia al congresista conservador Paul Ryan, quien se ha formado en la tradición más individualista de la cultura estadunidense y es presidente de la Comisión de Presupuesto en la Cámara de Representantes.
no nos equivoquemos, la lucha es del individualismo contra el colectivismo. A partir de ese pensamiento ha construido una propuesta política que incluso va más allá de su responsabilidad como encargado de elaborar un presupuesto para el país. La propuesta se deriva de una interpretación muy personal del pensamiento de economistas como Adam Smith, Hayek y Friedman, a los que usa para justificar la necesidad de superar los peligros de la acción colectiva. Su intención de eliminar las redes de protección social y reducir radicalmente la intervención del gobierno, particularmente el apoyo guberna- mental a los más necesitados, es para él una obsesión.
En un principio los líderes republicanos en el Congreso lo vieron con escepticismo y se desmarcaron de los planteamientos de Ryan. En determinado momento el propio Romney se apartó de la propuesta de Ryan por el temor a perder un sector importante del electorado independiente al que le parecen demasiado radicales las propuestas de Ryan. Fue la fracción republicana conocida como Tea Party la que apoyaría esa propuesta y lo convirtió en su legislador favorito. Ahora se sabe que ganó la posición más conservadora del Partido Republicano y será Ryan el candidato a la vicepresidencia.
Diversos comentaristas han señalado que independientemente de que la elección de Romney en favor de Ryan haya sido impuesta o motu proprio, es una apuesta riesgosa que le puede resultar costosa. Disminuir el déficit con medidas draconianas, como lo propone Ryan, atenta contra programas cuyos beneficios están en la base de la cultura de protección social estadunidense, como el Welfare, el Medicaid y Medicare. Eso no lo perdonarían amplios sectores del electorado, entre ellos los latinos. Tal vez quienes han forzado la candidatura de Ryan a la vicepresidencia piensen que el país está en vías de un regreso al grosero individualismo que él propone. Es de esperarse que ese individualismo no progrese.
Termino con una felicitación a la selección mexicana de futbol por su triunfo frente a la poderosa escuadra brasileña. Los mexicanos demostraron que el trabajo de equipo es más importante y efectivo que el de dos o tres individualidades. Valga decir, contrario al individualismo que para su país propone Ryan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario