Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 15 de agosto de 2012

Astillero- Fuero militar y derechos humanos- Juegos Olímpicos y creencias religiosas

Astillero
La izquierda que sí ganó
Chuchos y Amalios
Cumbre en Acapulco
¿Nuevo partido?
Julio Hernández López
Foto
62 LEGISLATURA. Silvano Aureoles y Miguel Barbosa coordinarán a los legisladores del PRD
Foto La Jornada
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La designación de los coordinadores de las bancadas legislativas del PRD es la confirmación de que, en el plano de la izquierda, los ganadores reales de la pasada contienda electoral fueron los grupos y los proyectos contrarios al movimiento social encabezado por Andrés Manuel López Obrador.

Las alforjas más beneficiadas son las de la corriente denominada Nueva Izquierda, conocida como Los Chuchos a partir de que sus principales dirigentes son Jesús Ortega y Jesús Zambrano, aunque otros personajes destacados son Carlos Navarrete Ruiz y Guadalupe Acosta Naranjo (éste forcejeó con sus compañeros de grupo al pretender que uno de sus subordinados tuviera una de las coordinaciones camarales.)

Los Chuchos acabaron instalando a Luis Miguel Barbosa al frente de los perredistas que llegarán al Senado, mientras que en San Lázaro comparten el patrocinio de Silvano Aureoles, un michoacano que ha crecido al amparo del Foro Nuevo Sol, es decir, de Amalia García, la muy impugnada ex gobernadora zacatecana que ahora retoma fuerza, diputada federal ella misma y aspirante a ejercer gran influencia tras su protegido Aureoles.

El adecuado manejo chucho-amalista de esos instrumentos de la representación legislativa del PRD, permitirá que prosperen las negociaciones que en nombre de Enrique Peña Nieto realizarán los priístas Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones. Con Barbosa y con Aureoles se premia la vocación por la maniobra y el pragmatismo mercantilista: el primero, Luis Miguel, es el cacique del PRD en Puebla, operador de la alianza con el PAN que llevó al gobierno al elbista Rafael Moreno Valle y especialista en estrategias basadas en lo plurinominal y en el arreglo con los poderes establecidos; el segundo, Silvano, ha crecido en la escuela del patrimonialismo ejercida por Lázaro Cárdenas Batel y Amalia García en los gobiernos de Michoacán y Zacatecas; ha sido diputado federal y fue candidato a gobernador de Michoacán, frente a Fausto Vallejo y Cocoa Calderón, y quedó en tercer lugar.

Con tales coordinadores queda fuera de cualquier punto de confluencia el movimiento encabezado por AMLO. Son pocos los futuros legisladores federales que se asumen claramente como seguidores del tabasqueño y no pesan a la hora de las decisiones cuantitativas. De alguna manera se sugiere que el bejaranismo podría representar una vía de representación del lopezobradorismo, pero lo cierto es que Dolores Padierna Luna y su cada vez más activo esposo, René Bejarano, se mueven rigurosamente en función de sus intereses grupales, apoyando con contingentes ciertas movilizaciones del tabasqueño, pero sin compartir proyecto general ni actuar de común acuerdo, enfocado ese bejaranismo a la consecución de cargos, puestos y presupuestos.

La izquierda que sí va ganando a partir de las elecciones de julio recién pasado está decidida abiertamente a reconocer el resultado del tribunal electoral que designará presidente electo a Peña Nieto. Además, pretende trazar una nueva ruta que pase por la creación de un nuevo envase partidista (aunque podría mantener la etiqueta: PRD). Al respecto, léase la entrevista con Jesús Zambrano que Alma Muñoz y Arturo Cano publicaron en La Jornada el sábado anterior (http://bit.ly/MLr6aU) con el título “López Obrador, ‘indiscutible pieza clave’ en un nuevo partido político”. El presidente nacional del PRD dice: Estamos absolutamente convencidos de que debemos jugar este papel de ser cabeza de un planteamiento que vea hacia delante.

Por lo pronto, y a iniciativa de Los Chuchos, hoy se realizará en el puerto de Acapulco la que se ha dao en llamar Reunión Cumbre de la izquierda electoral. Han sido invitados los mandatarios electos (Miguel Ángel Mancera (Distrito Federal), Arturo Núñez Jiménez (Tabasco) y Graco Ramírez Garrido Abreu (Morelos), ya dispuestos a entablar negociaciones institucionales con Enrique Peña Nieto; de manera sobresaliente, casi atrabancada, el último) y los que están en funciones, con el anfitrión, Ángel Heladio Aguirre Rivero (de larga carrera en el Revolucionario Institucional hasta antes de renunciar a éste para volverse opositor, identificado con EPN), deseoso de convertirse en líder de una parte de la nueva izquierda reciclada. Además, irán los diputados federales y los senadores electos, así como la directiva nacional del partido del sol azteca. Entre otras cosas formalizarán la previsible postura colectiva frente al resolutivo del tribunal electoral que impondrá a Peña Nieto.

El movimiento lopezobradorista, en tanto, sigue recorriendo los caminos legales a que le obliga la firma de un acuerdo de civilidad política, con televisoras y empresarios como celosos vigías. A pesar de que su presentación es tardía y no corresponde al modelo tradicional de las pruebas que pueden funcionar ante jueces –en este caso, los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación–, el desahogo de la reciente modalidad de recursos transportados en camión se ha debido hacer con un irónico respeto de las formas jurídicas, clasificando y certificando el material utilitario que da muestra de los excesos económicos habidos en la campaña electoral peñanietista.

El futuro del movimiento encabezado por el político tabasqueño todavía perredista también está en suspenso. Largamente se ha hablado de Morena como la semilla de un proyecto lopezobradorista de nuevo partido político, pero esa organización no ha podido levantar cabeza luego del golpe electoral recibido. Y el Partido de la Revolución Democrática, que parecía estar un año atrás en una situación casi terminal, supuestamente temeroso de que AMLO dejara sus filas y condenara a ese partido a una recolección muy recortada de sufragios, ahora se ha fortalecido y varios de sus líderes creen llegado el momento de que el dos veces candidato presidencial asuma una posición distante de decorativo liderazgo moral.

Y mientras se ve si Andrés Manuel López Obrador acepta la realidad apabullante de los nuevos ganadores, con sus coordinaciones legislativas de poca monta política, pero en espera de altos montos mercantiles, y de las cumbres programadas para el rápido alineamiento con el peñanietismo presidencial inminente, ¡hasta mañana, con un adiós a María de las Heras!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
Fuero militar y derechos humanos
El pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) determinó que cualquier delito cometido por un militar y que no afecte los bienes jurídicos (del arma a la que pertenezca) o la disciplina castrense debe ser conocido por jueces civiles, sean federales o civiles.
 
La sustancia del fallo implica que las infracciones cometidas por uniformados no estén relacionadas con la disciplina militar, incluso si no hay civiles involucrados en el ilícito, deben ser juzgadas fuera de las cortes castrenses.

La decisión fue tomada en el marco del caso 60/2012, relacionado con soldados que acusaron de posesión de mariguana a civiles, los cuales demostraron que los militares habían incurrido en falsedad de declaraciones, por lo que el máximo tribunal del país estableció que ese último delito deberá ser visto por un juez civil del ámbito federal.

La determinación de la SCJN es, pues, una acotación adicional al fuero militar, cuya injustificada amplitud da margen para la impunidad y constituye en la actualidad uno de los principales obstáculos para combatir las violaciones a los derechos humanos por parte de personal castrense. Tales violaciones, como se sabe, se han incrementado en forma alarmante en el marco de la estrategia oficial contra la delincuencia organizada.

De hecho, algunas organizaciones sociales han señalado que en regiones en las que se ha movilizado a las fuerzas armadas, la población civil, y no los criminales, ha llevado la peor parte en las confrontaciones y en los abusos de ambas partes.

Ejecuciones extrajudiciales, muertes colaterales, privaciones ilegales de la libertad, casos de tortura, allanamientos, lesiones, robos y otros atropellos han sido imputados por los afectados a efectivos de las fuerzas armadas sin que haya procedido una impartición de justicia regular, debido a la opacidad y la discrecionalidad que permite el fuero castrense.
Por lo demás, las propias instituciones armadas del país han sufrido un daño significativo en la credibilidad y la confianza que debieran inspirar a la población civil y el tema del respeto a los derechos humanos ya es abordado con creciente frecuencia por los mandos castrenses. Ayer, por ejemplo, el director del Colegio de Defensa Nacional, el general Ernesto Aguilera Casados, exhortó a los egresados de una de las maestrías que se imparten en ese plantel a vivir con mérito, respetando la ley y los derechos humanos.

Pero, independientemente de la necesidad de que se inculque entre la tropa, las clases y los oficiales el pleno respeto a las garantías y a los derechos individuales, es necesario concluir las reformas al fuero militar a fin de contar con una legislación precisa y clara al respecto.

Adicionalmente se requiere, por supuesto, de la voluntad política para cumplir con las normas y la jurisprudencia.

De cualquier forma, la solución de fondo y necesaria es el retiro de las fuerzas armadas de la lucha contra la delincuencia. Como se ha señalado en innumerables ocasiones, los militares no son policías, no tienen por qué estar capacitados para serlo y su estatuto constitucional es claro. Desvirtuar su misión conlleva, a la larga, un desgaste institucional inevitable y una erosión de su imagen entre los civiles.
Cordero-Rocha
Juegos Olímpicos y creencias religiosas
Bernardo Barranco V.
 
Luis Fernando Tena, entrenador de la selección mexicana, a pocos segundos del silbatazo final, se hinca en el césped y con los brazos abiertos mirando hacia el cielo da gracias a Dios. Ha ocurrido una especie de milagro; un equipo mexicano de manera inédita había conquistado la medalla de oro en futbol. Las creencias religiosas estuvieron presentes en cada momento de los pasados Juegos Olímpicos de Londres; muchos atletas antes de entrar en acción se persignan, otros al marcar un tanto o conquistar una meta señalan al cielo, dando crédito a Dios; sea cristiano, ser supremo, creador o Alá.
 
Dichas escenas, que millones de televidentes compartimos, contrastan con las medidas e impedimentos en materia religiosa que asumió el Comité Olímpico Internacional (COI) al prohibir que durante los Juegos Olímpicos se introdujeran en los estadios, sitios de entrenamiento y lugares de reunión entre los atletas cualquier impreso o libro de carácter religioso. El motivo de dichas restricciones es que, a diferencia de Pekín 2008, se decidió aislar el deporte de cualquier conflicto religioso o político, razón por la cual el COI no quiso homenajear a los atletas israelíes asesinados en Munich hace cuatro décadas. Sin embargo, la fe irrumpió con los principales actores: los atletas. Fue imposible reprimir o prohibir gestos, actitudes o manifestaciones religiosas de los competidores. Si bien los sentidos religiosos pueden sufrir un marcado declive en Europa y Reino Unido, buena parte de los atletas olímpicos parecían manifestar lo contrario.

La postura del COI fue muy criticada por su severidad secular. ¿Cómo desconocer el origen y parte de la esencia de las justas atléticas? Todos sabemos que el nacimiento de los Juegos Olímpicos es religioso. Se desarrollaban hacia 770 aC en la ciudad griega de Olimpia, al norte de la península del Peloponeso, y estaban consagrados a Zeus, el dios más importante del panteón griego; a esta celebración acudían ciudadanos de las más diversas polis a presentar sus ofrendas. Durante esta conmemoración se realizaban los Juegos Olímpicos. Competencias de la destreza física, espiritual y deportiva, en las que sólo podían participar hombres. Éstos no sólo ofrendaban su esfuerzo a los dioses, sino que los emulaban. Recordemos que en la religión helénica el rasgo más relevante es el antropomorfismo de sus divinidades; es decir, los griegos representaban a sus dioses en forma humana e incluso les adjudicaban las mismas virtudes y los mismos defectos que poseemos los seres humanos.

La dimensión lúdica de las justas y la fuerte carga emocional de la competencia olímpica, por su simplicidad y eficacia, alcanza las audiencias más diversas en términos sociales, culturales y geográficos. Excitación de los sentidos, plasticidad estética, tanto de los escenarios como de los cuerpos, y la exaltación de los héroes olímpicos, que alcanzan categoría de semidioses, como en la antigua Grecia, son fórmulas de probada eficacia de rencantamiento del mundo. La exacerbación de la emoción y la pérdida del sentido de la realidad que los movimientos religiosos pentecostales utilizan son recetas altamente eficaces para capturar así el interés de las masas.
La diversidad de culturas que conviven en las olimpiadas, la pluralidad de razas, credos y lenguas son sometidas por un orden olímpico superior. Las reglas del juego ordenan la complejidad, así como un código de ética deportiva superior en que se mezcla la tolerancia, la hermandad, la cooperación y la honradez en la competencia. Pero no es sólo asunto de creencias tradicionales y ancestrales, como el fuego o la llama olímpica. La entonación de los himnos nacionales, la mimetización de los uniformes con los colores emblemáticos de las banderas nacionales, las ceremonias de premiación, las ceremonias de inauguración y clausura son nuevos ritos laicos que se incorporan a toda la simbología religiosa que está detrás, soportando el conjunto de la cultura e identidad olímpica que subyace en los juegos. Solo así entendemos, por ejemplo, que el padre de la judoca Wodjan Ali Seraj Abdulrahim Sharkhani, primera mujer que iba a competir en unos Juegos Olímpicos en representación de Arabia Saudita, prohibiera a su hija luchar sin el hiyab, algo que contraviene las normas del deporte. Tampoco resultó nada extraordinario que Usain Bolt, el hijo del viento jamaiquino, el mejor de los corredores de la historia deportiva mundial, llevara colgada del cuello una cadena de oro con una medalla, y cuando se preparaba para la salida se hizo la señal de la cruz mirando y rezando al cielo.

No se trata sólo de afirmar que el deporte y las justas olímpicas sustituyan las formas religiosas, a pesar de que los domingos hay más gente en los estadios que en las iglesias, sino que la religión también invade la esfera y la cultura de los imaginarios del deporte. Muchos deportistas son en buena parte portadores de supersticiones, cábalas y comportamientos que exaltan el politeísmo de las masas. En el futbol, el gol es la exaltación absoluta de la liturgia: los fanáticos celebran la anotación como shock catártico que libera una masa de energía primitiva y provoca clímax. Muchos atletas, antes de entrar en acción, se recogen espiritualmente, respiración y meditación, invocando e impregnándose de poderosa energía que optimice su desempeño.

Sin exagerar, cuestionamos por ello la decisión tajante del COI de restringir expresiones religiosas durante las justas, cuando en el origen y en la percepción de muchos atletas lo religioso es algo vivo, presente y actuante.

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