Con Peña Nieto más "narcoguerra" y otros seis años de rezago económico
En fin que a este tipo de crítica se han unido dos personas hasta ahora: Manlio Fabio Beltrones y Raúl Plascencia Villanueva
Para quienes pensaron que emitiendo su voto por Enrique Peña Nieto el panorama iba a cambiar, que se harían planes de gobierno distintos, que habría también una marcada diferencia entre todo lo malo que nos ha pasado durante los últimos doce años y lo que vendría, todo apunta a que se llevarán un gran fiasco, que serán muy pocos los grados de diferencia y menos aún lo que pueda palparse sigue un camino distinto. Por lo pronto, está el renglón seguridad, en el cual y según lo ha declarado el mexiquense en su primera gira internacional como Presidente Electo, se mantendrá la “guerra” contra el narco en los mismos términos; el empobrecimiento y el desempleo continuarán en orden ascendente y ahora respaldados por las reformas laborales; se obedecerán puntualmente los dictados tanto del FMI como del propio BID y encontrarán puntos de apoyo importantes para la obtención de mayores créditos a través de la reforma fiscal y la participación de la iniciativa privada extranjera quedará garantizada a través de PEMEX, manteniendo el paraíso fiscal de Paseo de la Reforma: la Bolsa Mexicana de Valores.
En Colombia y según fue declarado al diario “El Tiempo”, durante el mandato de Peña Nieto se mantendrá la misma estrategia contra el crimen organizado en la cual, afirma, “no se puede tener pacto ni tregua” y abunda en la necesidad de ampliar alianzas estratégicas como las que México tiene en la región, señalando que la experiencia colombiana en la lucha contra las drogas y las mafias será “un referente” para su gobierno. Habrá que ser muy puntuales en el análisis de estas declaraciones ya que esa ampliación es justamente con los países a los cuales han acudido los Estados Unidos “en auxilio” imponiendo sus necesidades que no son otras que mantener el mercado totalmente controlado y con una oferta que les permita garantizar tanto el precio como los conductos para el lavado de dinero procedente de todas las ventas. Incluso, ya sabemos, el asesor del mexiquense, el general Oscar Naranjo Trujillo, ha sido otro de los aliados incondicionales del vecino del Norte para obtener todas esas garantías.
Es curioso que, en tanto que en México ya se tienen más de 70 mil cadáveres, no se tenga el mismo número o mayor de detenidos por el tráfico de estupefacientes, así que tal estrategia o guerra o enfrentamiento o hacerle al cuento o como quiera llamársele, no ha rendido ningún fruto a estos países con los que Peña quiere “aliarse” y el único que ha resultado beneficiado son los Estados Unidos ya que mantienen un mercado cautivo, monopolizado, se han garantizado un número millonario de consumidores, sus estructuras financieras les permiten el lavado de dinero que manejan impunemente frente a toda la comunidad económica y financiera mundial y, de refilón, obtienen también ingresos extraordinarios y muy voluminosos con la venta de armas tanto al Ejército como a la Marina y ni qué decir de las que les venden sin el menor rubor a los de la delincuencia organizada, sus mejores y más pagadores en efectivo, clientes.
A lo anterior hay que agregar que entre los costos económicos directos de la guerra calderonista contra los cárteles de la droga se encuentran 10 mil millones de dólar que la presente administración dice que destinó a fortalecer sus instituciones de seguridad y justicia, en particular el marco jurídico, según datos proporcionados al gobierno de Estados Unidos por la canciller mexicana Patricia Espinosa Cantellano y el titular de Gobernación, Alejandro Poiré. Tan cuantiosos recursos no se ven por ningún lado, más que en el papel de los reportes de los disciplinados funcionarios mexicanos ante sus homólogos estadounidenses.
Así que tal cual seguirán las cosas. Nosotros con nuestros cadáveres, peleando porque no llegue a crecer hasta volúmenes también ya fuera de todo control el número de consumidores y haciéndose de la vista gorda con el lavado de dinero, fingiendo que a través de los depósitos mayores a 15 mil pesos se pretenden establecer controles que impidan tal acción. Dijo el futuro inquilino provisional de Los Pinos que se busca que también con esos países con los que ahora se reúne se formen nuevos mercados y lazos que trasciendan lo económico. Y aquí también se presentan las interrogantes ya que por un lado se tienen Tratados de Libre Comercio que no han tenido ninguna utilidad para los mexicanos y sí le han representado pérdidas y cierres de pequeñas y medianas empresas con la consabida pérdida de empleos y, por el otro lado, podría estar lo cultural pero de eso no hay todavía quien se encargue ni siquiera para taparle el ojo al macho, en el equipo de transición.
También es bueno señalar que si de oídos sordos se trata las cosas seguirán como en la última década y más allá. Porque ningún caso habrá de hacérsele a las declaraciones de Mario Vargas Llosa, el escritor premio Nobel de Literatura, que de nuevo, en un foro internacional llevado a cabo en Madrid, España, expuso que es necesario cambiar la estrategia para combatir las drogas que ha llevado a cabo Felipe Calderón porque demostrado está que “no es el camino”, por lo que todo apunta a que se quedará esperando, como nosotros, que con la llegada de un nuevo máximo mandatario se dé alguna transformación. Quienes lo escucharon lo hicieron muy atentamente ya que las cifras de muertos, de sangre, todo lo que viene ocurriendo en nuestro territorio ya aterra a muchos países en el mundo.
El peruano, quien también ambicionó ser presidente de su país, sostuvo que se debe buscar una política distinta en el combate a las drogas y a las mafias que tenga como prioridad la inversión en rubros como la información, la rehabilitación y la prevención. Es en este punto justamente en donde puede verse la mano negra de quienes han sido y son los beneficiados con la venta de estupefacientes. Los EU son los campeones en el bombardeo publicitario y sin embargo poco o nada hacen para que esto se haga en contra de las drogas, para que se informe de todo el daño que causan en el ser humano, para que se difunda la manera tan cruel en la que se pierde la vida y como puede terminarse en las calles, sobreviviendo en la inmundicia, siendo víctima de todo tipo de epidemias. Ellos no publicitan nada de esto, no informan y no puede decirse que por pudor porque ahí están todas sus series de detectives de todo tipo de crímenes y de especialistas en abusos sexuales con temas por demás fuertes y en todos los horarios, difundidos por si fuera poco en sus más conocidas cadenas.
Tampoco se sabe de clínicas de rehabilitación, ni pocas, ni muchas, ni las necesarias para las decenas de millones de consumidores con los que cuentan. No se conoce de presupuestos extraordinarios, importantes, dedicados a este rubro y la razón es sencilla: al ser uno de sus principales puntales económicos ¿matarían a la gallina de los huevos de oro? Todo apunta a que no, y que en sus estrategias o planes o iniciativas tampoco contemplan que lo hagan los países que los surten de materia prima para sus multimillonarias ganancias ya que en el caso de México, se ha visto y reportado, son ya decenas y decenas de jóvenes y adultos que han sido ejecutados, acribillados dentro de las propias casas habilitadas como clínicas de rehabilitación. Finalmente y de la prevención, mejor ya no hablamos porque es totalmente inexistente en EU y en esos países latinoamericanos, incluyendo a México por supuesto, con los que don Enrique pretende las alianzas.
Estás alianzas se darán, no cabe duda, pero para mantener los beneficios hacia los Estados Unidos y nada más. Aunque todo esto también le viene sirviendo a Calderón para garantizar que a su único pupilo con vida, a Genaro García Luna, no le suceda nada que pueda privarlo de sus capitales acumulados o alterar su forma de vida que será libre como el viento. Si Peña Nieto declara que seguirá adelante con la misma estrategia seguida por don Felipe es porque para él, para su equipo, para sus planes de gobierno, no ha pasado nada irregular y por lo tanto lo hecho y los cadáveres sembrados por don Genaro son producto de una lucha legal, permitida, auténtica, benéfica y estando así las cosas no hay material para llevar a cabo ningún juicio, menos aún si están por fortalecerse los grupos de narcos protegidos y que le son necesarios para garantizar el abasto a los mandamases norteamericanos. Se mataron pues varios pájaros con una sola pedrada, aunque el daño real lo resientan millones, de aquí y de allá, porque el sufrimiento de las familias tanto de las que suman pérdidas como de las que tienen en su seno a adictos es indescriptible y severo.
Pero, mientras lo anterior se producía en Guatemala y Colombia con su repercusión hasta Madrid con Vargas Llosa o en Valencia, también en España, con las declaraciones de Max Alberto Diener, en donde señala que las luchas contra los mafiosos deben sostenerse para lograr los resultados que la sociedad exige, en México se fugaban 131 reos de la cárcel estatal en Piedras Negras, Coahuila. Justamente se da esta acción en donde se involucran nada menos que 84 reos federales, es decir ligados al narco, al secuestro, a la trata de blancas. Justamente se da esta acción en una Entidad en la que se ha visto involucrada la autoridad con los cárteles. Justo se da esta acción en un Estado endeudado visiblemente y sin salida. Pero todo eso a don Felipe, todavía responsable del gobierno federal, le parece solamente “deplorable”.
Lo anterior no es sino una muestra más del cinismo del sexenio. Se involucró, encabezó una lucha anticrimen, o guerra contra el narco, sin contar siquiera con el número de penales suficiente para encarcelar a los, suponemos, cientos o miles de maleantes que, también creemos, pensaron en algún momento que iban a capturar. O sea que todo fue hecho, planeado para los medios, como golpe publicitario, sin la intención real de aprehender a nadie sino de liquidar, de matar, de proteger a un o un par de grupos que entregara y enfrentara al resto o ¿de qué otra forma puede explicarse que no se construyeran los penales federales suficientes? ¿Planeaba culpar a los gobernadores, en su mayoría priístas, de todo lo que dentro de las cárceles ocurriera y de las fugas cuando fueron los suyos los que sobrepoblaron estos sitios? Deplorable ha sido su actitud, su gobierno, sus decisiones en este y muchos otros renglones que han causado daños irreparables de la sociedad, a los ciudadanos, a sus familias.
En fin que a este tipo de crítica se han unido dos personas hasta ahora: Manlio Fabio Beltrones y Raúl Plascencia Villanueva. El primero, coordinador de los diputados priístas, advirtió que la fuga de los internos del penal de Piedras Negras no deja de ser una llamada de atención a Calderón quien no debe permitir la laxitud en la disciplina, el orden y la responsabilidad porque todavía está al frente del desorden que organizó durante seis años. El segundo, titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, sostuvo que cada vez resulta más difícil llevar a los criminales a la cárcel pero más sencillo que se fuguen de ellas y acuso que el sistema penitenciario es uno de los más grandes lastres del país y que, a pesar de la gravedad del tema, las autoridades federales han tomado el asunto con extrema ligereza. Así pues todo indica que hasta el último minuto del mandato Calderón seguirá recibiendo el caudal de críticas merecidas y de su parte sólo seguiremos escuchando palabrería que intente justificaciones y salpicadero de culpas hacia los gobernadores.
Lilia Arellano - Opinión EMET
La estrategia de Peña Nieto: completar el programa neoliberal iniciado hace treinta años
Calderón ya se va, con el repudio incluso de sus propios correligionarios, como lo evidenció claramente la pugna con el senador Javier Corral, a quien le sobra razón cuando afirma que tanta incondicionalidad lo echó a perder-
Luego de tres décadas de neoliberalismo en México, lo razonable y conducente sería darle un respiro a la sociedad mayoritaria, pero es por demás obvio que no será así, sino todo lo contrario. Con el regreso del grupo salinista a Los Pinos, se habrán de agudizar los problemas estructurales del país, con la finalidad de acabar de desmantelar al Estado y dejar listo el territorio para su devastación total por parte de grupos empresariales insertos en los mecanismos de poder manejados desde Washington.
No es que uno sea terco y dispuesto a verlo todo negro, lo que ocurre es que la información que se posee le permite a uno darse cuenta, con más objetividad, de las causas y efectos de los problemas nacionales. Si a duras penas llegamos al final de la pesadilla panista, resulta dantesco lo que nos puede ocurrir dentro de seis años, si es que para entonces continuara en Los Pinos Enrique Peña Nieto. Esto por la razón simple y llana de que los actuales problemas se habrán de magnificar, a extremos inimaginables, debido a que la estrategia de “gobierno” del PRI no será otra que completar el programa neoliberal iniciado hace treinta años.
No es que no sepan, quienes habrán de suceder a los panistas en el poder, lo que nos espera con su lealtad a los lineamientos del Consenso de Washington, sino que les tienen sin cuidado las consecuencias de su ingrata tarea. Están muy conscientes del papel que les toca jugar en el escenario neoliberal de liquidación del Estado de bienestar keynesiano, pero al aceptarlo deben cumplir todas y cada una de las instrucciones provenientes de los grandes centros de poder trasnacional, aunque impliquen acciones no sólo contrarias a los más elementales derechos humanos, sino de franco genocidio.
Mucho se avanzó, en el infausto sexenio que concluirá el día último de noviembre, en lo que respecta al desmembramiento de la sociedad mexicana; pero es claro que la plutocracia internacional no está satisfecha y quiere más avances en esa dirección. De ahí su firme rechazo a que el pueblo mexicano elija a sus gobernantes, pues no quieren que la sociedad nacional se rehaga y retome el camino de la regeneración social, sino que de una vez por todas se acabe toda posibilidad de rescatar el Estado al servicio del pueblo, porque lo que quieren es que México se deshaga como nación soberana para poder explotarla impunemente.
Luego de tres décadas de neoliberalismo, los problemas son de toda índole y se entrelazan dramáticamente unos con otros. Por ejemplo, en el Foro “Desplazamiento interno forzado: ¿crisis humanitaria en México?”, se puso en evidencia la gran tragedia nacional derivada de tal fenómeno. Se afirmó que la “guerra” antinarco provocó que más de 2 millones de personas mayores de 18 años se hayan visto obligadas a desplazarse de sus lugares de origen, con todos los problemas inherentes a tal situación. De ahí que ahora sea necesario crear un registro nacional de desplazados, con el fin de tener un diagnóstico claro del problema.
Otro grave problema aún sin cuantificar es el de los niños huérfanos, cuyas consecuencias no se han contemplado en toda su magnitud. En muchas partes del territorio nacional existen estas víctimas de la “guerra” contra el crimen organizado, que en realidad no fue tal, sino una estrategia orientada a profundizar las contradicciones sociales que caracterizan al país, y de paso impulsar al alza los mercados negros de la venta de armas de todo tipo y de las drogas ilegales. Esos miles de huérfanos habrán de crecer con traumas funestos que los impulsarán a actuar de manera antisocial.
Por todo ello, lo sensato hubiera sido permitir que las aguas procelosas que recorren México volvieran a su cauce, como pudo haber sucedido de permitir la oligarquía que el pueblo votara libremente y eligiera a quien estaba en condiciones de enderezar el rumbo del país. No fue así, lo que evidenció las verdaderas intenciones del grupo en el poder: acabar de destruir las instituciones nacionales para instaurar una dictadura de corte policial, con el fin de que los grandes intereses corporativos actúen impunemente, saqueando a su antojo los cada vez más valiosos recursos del país, que lo son porque cada vez son más escasos y habrán de hacer enorme falta a las nuevas generaciones de mexicanos.
Calderón ya se va, con el repudio incluso de sus propios correligionarios, como lo evidenció claramente la pugna con el senador Javier Corral, a quien le sobra razón cuando afirma que “tanta incondicionalidad lo echó a perder”(al aún inquilino de Los Pinos). El problema ahora es el legado de destrucción de las instituciones que deja al pueblo de México, que desgraciadamente será bien recibido por su sucesor, quien incluso puede agravarlo para completar el proyecto neoliberal. A eso llega a Los Pinos.
No es que uno sea terco y dispuesto a verlo todo negro, lo que ocurre es que la información que se posee le permite a uno darse cuenta, con más objetividad, de las causas y efectos de los problemas nacionales. Si a duras penas llegamos al final de la pesadilla panista, resulta dantesco lo que nos puede ocurrir dentro de seis años, si es que para entonces continuara en Los Pinos Enrique Peña Nieto. Esto por la razón simple y llana de que los actuales problemas se habrán de magnificar, a extremos inimaginables, debido a que la estrategia de “gobierno” del PRI no será otra que completar el programa neoliberal iniciado hace treinta años.
No es que no sepan, quienes habrán de suceder a los panistas en el poder, lo que nos espera con su lealtad a los lineamientos del Consenso de Washington, sino que les tienen sin cuidado las consecuencias de su ingrata tarea. Están muy conscientes del papel que les toca jugar en el escenario neoliberal de liquidación del Estado de bienestar keynesiano, pero al aceptarlo deben cumplir todas y cada una de las instrucciones provenientes de los grandes centros de poder trasnacional, aunque impliquen acciones no sólo contrarias a los más elementales derechos humanos, sino de franco genocidio.
Mucho se avanzó, en el infausto sexenio que concluirá el día último de noviembre, en lo que respecta al desmembramiento de la sociedad mexicana; pero es claro que la plutocracia internacional no está satisfecha y quiere más avances en esa dirección. De ahí su firme rechazo a que el pueblo mexicano elija a sus gobernantes, pues no quieren que la sociedad nacional se rehaga y retome el camino de la regeneración social, sino que de una vez por todas se acabe toda posibilidad de rescatar el Estado al servicio del pueblo, porque lo que quieren es que México se deshaga como nación soberana para poder explotarla impunemente.
Luego de tres décadas de neoliberalismo, los problemas son de toda índole y se entrelazan dramáticamente unos con otros. Por ejemplo, en el Foro “Desplazamiento interno forzado: ¿crisis humanitaria en México?”, se puso en evidencia la gran tragedia nacional derivada de tal fenómeno. Se afirmó que la “guerra” antinarco provocó que más de 2 millones de personas mayores de 18 años se hayan visto obligadas a desplazarse de sus lugares de origen, con todos los problemas inherentes a tal situación. De ahí que ahora sea necesario crear un registro nacional de desplazados, con el fin de tener un diagnóstico claro del problema.
Otro grave problema aún sin cuantificar es el de los niños huérfanos, cuyas consecuencias no se han contemplado en toda su magnitud. En muchas partes del territorio nacional existen estas víctimas de la “guerra” contra el crimen organizado, que en realidad no fue tal, sino una estrategia orientada a profundizar las contradicciones sociales que caracterizan al país, y de paso impulsar al alza los mercados negros de la venta de armas de todo tipo y de las drogas ilegales. Esos miles de huérfanos habrán de crecer con traumas funestos que los impulsarán a actuar de manera antisocial.
Por todo ello, lo sensato hubiera sido permitir que las aguas procelosas que recorren México volvieran a su cauce, como pudo haber sucedido de permitir la oligarquía que el pueblo votara libremente y eligiera a quien estaba en condiciones de enderezar el rumbo del país. No fue así, lo que evidenció las verdaderas intenciones del grupo en el poder: acabar de destruir las instituciones nacionales para instaurar una dictadura de corte policial, con el fin de que los grandes intereses corporativos actúen impunemente, saqueando a su antojo los cada vez más valiosos recursos del país, que lo son porque cada vez son más escasos y habrán de hacer enorme falta a las nuevas generaciones de mexicanos.
Calderón ya se va, con el repudio incluso de sus propios correligionarios, como lo evidenció claramente la pugna con el senador Javier Corral, a quien le sobra razón cuando afirma que “tanta incondicionalidad lo echó a perder”(al aún inquilino de Los Pinos). El problema ahora es el legado de destrucción de las instituciones que deja al pueblo de México, que desgraciadamente será bien recibido por su sucesor, quien incluso puede agravarlo para completar el proyecto neoliberal. A eso llega a Los Pinos.
Guillermo Fabela - Opinión EMET
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