Los Zetas, tras el control de Guadalajara
Hallan en Jalisco cuerpos de 17 hombres ejecutados.
Foto: Rafael del Río
Foto: Rafael del Río
No obstante el triunfalismo de las autoridades federales por la captura
de los cabecillas del Cártel de Jalisco Nueva Generación y de La Resistencia, lo
cierto es que ambas organizaciones tienen su estructura financiera intacta y que
la violencia tiende a crecer, asegura un catedrático de la UdeG. Apoyado en un
estudio reciente de la organización Stratfor Global Intelligence, advierte que
Los Zetas aprovechan la coyuntura para arrebatar la plaza a sus
rivales.
GUADALAJARA, Jal. (Proceso Jalisco).- Las detenciones de los hermanos Álvarez
Ayala, cabecillas del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y la de Ramiro
Pozos González, alias El Molca, líder de La Resistencia, el miércoles 12 por
elementos de la Policía Federal en Metepec, Estado de México, detonaron la
violencia, asegura el catedrático Dante Haro Reyes.
Adscrito al Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la
Universidad de Guadalajara, Haro Reyes sostiene que la captura de los mandos de
las dos organizaciones rivales no sólo debilita sus estructuras, sino que
despeja el camino a Los Zetas, cuyos integrantes intentan apoderarse de la
plaza. Y alude a los 17 cuerpos abandonados el domingo 16 a un costado de la
carretera Tizapán-Sahuayo, a la altura del kilómetro 38, en los límites de
Jalisco y Michoacán.
El académico dice que el 30 de agosto último el Centro Internacional de
Análisis de Seguridad Stratfor Global Intelligence, con sede en Texas, difundió
un reporte en el cual destaca que Guadalajara es “una ciudad de orden
estratégico” y que Los Zetas están listos para expandir sus actividades a otras
regiones de México, a pesar de la distancia de su lugar de origen, que
corresponde a la parte de la costa Este de la República Mexicana.
“Los Zetas han llevado a cabo actos de violencia en Guadalajara, como una
exhibición pública –el 9 de mayo– de 18 cadáveres cerca de Guadalajara, en la
población de Ixtlahuacán de los Membrillos. Si bien estos hechos no demuestran
que (los sicarios de esas organización) estén haciendo progresos en la lucha
territorial, sugieren lo que se podría avecinar si Los Zetas logran controlar
Guadalajara”, expone el documento.
Destaca también que la detención de Érick Valencia Salazar, alias El 85, uno
de los líderes del CJNG, el 12 de marzo último, detonó la ola de ejecuciones en
la entidad.
Según Haro Reyes, Jalisco representa una plaza importante para el
asentamiento de narcolaboratorios por su ubicación geopolítica y porque es,
dice, uno de los principales sitios donde se elabora droga sintética. Advierte
también que es factible que la disputa entre las bandas criminales desencadene
la violencia en ciudades intermedias de la entidad.
Hoy, insiste, Jalisco aparece en el centro del tablero del narco por su
condición geopolítica y en unos meses más comenzarán a proliferar los
narcolaboratorios por toda la entidad. Eso, comenta el investigador de la UdeG,
habla de la importancia de la infraestructura en comunicaciones de la zona.
Según él, Los Zetas son una banda mucho más violenta que el CJNG y La
Resistencia.
Las vendettas
Con respecto a los 17 cadáveres localizados el domingo 16, la Procuraduría
General de Justicia de Jalisco (PGJ) identificó al día siguiente a seis de
ellos, incluidos dos presuntos militares: Omar Juárez Lucas, nacido en 1975,
quien fue soldado de infantería, y Gerardo Nava Sánchez, quien tenía
antecedentes penales en Chiapas, según la procuraduría de esa entidad.
Los otros ejecutados, también con antecedentes penales, son: Benito Rodríguez
Pérez, Pablo Rosas Campos, Porfirio Hernández Rodríguez y Joel Cruz Sevilla. En
su comunicado del lunes 17, la PGJ destacó que “los testigos refirieron que
sujetos a bordo de camionetas arrojaron los 17 cadáveres y luego huyeron hacia
Michoacán”.
Según la dependencia, el grado de descomposición en los cuerpos sugiere que
las víctimas tenían cuando menos 24 horas de haber sido ejecutados; todos
presentaban huellas de los hematomas por los golpes recibidos.
Los cuerpos estaban encadenados entre sí y amarrados de pies y manos, tenían
impactos de arma de fuego y el tiro de gracia en la cabeza. Por el tipo de
vestimenta, apunta la procuraduría, pudieron ser oriundos de Michoacán; además,
al menos 12 de tenían tatuajes alusivos a la Santa Muerte y otros símbolos. No
obstante, el procurador Tomás Coronado Olmos declinó adelantar juicios sobre el
caso.
El multihomicidio del domingo 16 es el tercero que ocurre en territorio de
Jalisco en menos de un año y, a decir de las autoridades, ha causado 61 muertes.
El primero fue el del 24 de noviembre de 2011, cuando varios sujetos abandonaron
26 cuerpos en los Arcos del Milenio, en esta ciudad. Las autoridades locales
atribuyeron la matanza al Cártel del Milenio y a sus aliados, Los Zetas.
El segundo fue el 9 de mayo último en el municipio de Ixtlahuacán de los
Membrillos, donde los lugareños descubrieron 18 cuerpos dentro de dos vehículos
y avisaron a las autoridades. La PGJ interpretó esa acción como represalia por
el asesinato de 14 personas en Nuevo Laredo, Tamaulipas, días antes.
Luego de los hechos registrados el domingo 16, la PGR levantó un acta
circunstanciada para coadyuvar con la investigación sobre ese múltiple
asesinato, en tanto que el gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, dijo
que los cuerpos localizados son parte de la guerra entre bandas.
Por su parte, la PGJ pidió el apoyo a sus pares de Michoacán, Distrito
Federal, Colima, Chiapas y Oaxaca para identificar a 10 de los fallecidos a
quienes solamente se les pudo ubicar por los tatuajes.
Para Haro Reyes, los narcobloqueos y multihomicidios, producto de la guerra
entre bandas por el control de la plaza, y los enfrentamientos con los cuerpos
de seguridad únicamente evidencian el fracaso de la lucha de las autoridades
federales contra el narco:
“Lo que vemos es una estrategia fallida. El asunto es que desde hace tres
años Jalisco se ubica entre los primeros seis lugares en delitos de alto
impacto, hechos de violencia o ejecuciones. Lo que vive Jalisco es una verdadera
guerra por el control de la plaza”.
Para acabar con las secuelas de ese enfrentamiento, dice, deben atacarse las
causas de ese fenómeno y diseñarse estrategias de prevención del delito. La
detención de los hermanos Álvarez Ayala y de Ramiro Pozos, El Molca, sólo
provocan la atomización de los cárteles a los cuales pertenecen, pero no su
exterminio, puesto que sus estructuras financieras y su modus operandi siguen
intactas.
Al Molca, quien tenía nueve órdenes de aprehensión y era uno de los
narcotraficantes más buscados en Jalisco, la PGJ lo señala como autor
intelectual del asesinato de Carlos Alberto Rayas, jefe de homicidios de la PGJ,
el 24 de abril de 2009.
El martes 18, durante una gira por Lagos de Moreno, el gobernador González
Márquez declaró a los medios locales que el multihomicidio del domingo 16 es “un
ajuste de cuentas entre bandas de delincuentes”. Según él, los 17 occisos “muy
probablemente fueron ejecutados en Michoacán y aventados del lado de Jalisco.
Hay delincuentes que mataron a otros delincuentes”.
Y añadió: “Estamos para proteger a la población, esperando que los
delincuentes entiendan que el camino fuera de la ley a lo que lleva es a la
cárcel o la muerte, y ninguna de éstas es querida para estas personas”.
Sin embargo, no respondió a los clamores de la población de Tizapán, que
lleva meses exigiendo a la presencia de policías estatales para reforzar la
vigilancia, en particular el acceso a la carretera que comunica con Michoacán,
donde se han registrado varios delitos relacionados con la delincuencia
organizada.
González Márquez destacó que la ciudadanía debe estar tranquila. Quienes
deben preocuparse, enfatizó, son los delincuentes, porque sólo tienen dos
caminos: perder la vida o ser detenidos por la policía.
Hace uno año, en vísperas de los Juegos Panamericanos 2011, el mandatario no
se cansaba de presumir dentro y fuera de la entidad que Jalisco estaba bien
blindado contra la delincuencia. Ahora, frente a la violencia de los cárteles
que ponen en evidencia la vulnerabilidad de las instituciones estatales,
González Márquez aparece poco en los medios de comunicación, pero sigue
manteniendo su discurso triunfalista.
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