Video antiislamista: libertad de expresión contra herejía
Egipto. Continúan protestas contra película
sacrílega.
Foto: AP
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LONDRES (apro).- La reciente ola de violencia en el mundo musulmán desatada
por una película contraria al profeta Mahoma y al Islam abrió un debate profundo
en el Occidente entre aquellos que consideran que el mundo debe priorizar el
derecho universal a la libertad de expresión, y aquellos que culpan a las
grandes potencias como Estados Unidos y Gran Bretaña de haber creado un caldo de
cultivo en Medio Oriente, el norte de África y el sudeste asiático propicio para
el extremismo y la intransigencia religiosa.
El polémico filme, titulado La inocencia de los musulmanes, creado por el
egipcio Nakoula Basseley, un cristiano copto que reside en California y que en
un principio dijo ser un israelí-americano llamado Mark Basseley, fue la causa
principal por la que los musulmanes perpetraron los ataques a las misiones
diplomáticas de Estados Unidos el pasado 11 de septiembre y siguientes protestas
en distintas naciones musulmanes, en una serie de hechos de violencia que
terminaron con varios muertos y decenas de heridos.
Días después de esos incidentes, el escritor angloindio Salman Rushdie, uno
de los más populares y exitosos de Gran Bretaña, afirmó en una entrevista a la
BBC de Londres que su libro Los Versos Satánicos, escrito en 1988, no podría
publicarse hoy día debido al clima de “miedo y nerviosismo” en torno a las
críticas contra el Islam.
El autor de 65 años dijo el pasado 17 de septiembre que la prohibición de su
novela en muchos países y las amenazas posteriores a su vida crearon un “efecto
aterrador a largo plazo”.
La novela, cuyo título hace referencia a los versos satánicos, un intento de
interpolación en el Corán descrito en la biografía de Mahoma escrita por Ibn
Ishaq, narra la historia de Gibreel Farishta y Saladin Chamcha, dos actores de
origen indio. Farishta es una estrella de Hollywood especializado en papeles
religiosos con un fuerte complejo de superioridad; Chamcha, un emigrante que ha
roto con su pasada identidad hindú, trabaja como actor de voz para comerciales,
experto en adoptar cualquier acento, lo que le ha ganado la fama del “Hombre de
las Mil Voces”. Al principio de la novela ambos caen en picado, al haber
explotado el avión en el que viajaban, el Bostan 706, de India a Inglaterra. Sin
embargo, sobreviven milagrosamente al caer cerca de las costas inglesas,
transformados Farishta con una aureola angelical y Chamcha con unas nacientes
protuberancias en la frente, respectivamente arcángel Gabriel y Shaitan.
“Un libro que es crítico del Islam sería muy difícil que se publicara hoy en
día”, afirmó Rushdie a la BBC.
El escritor angloindio, ganador del prestigioso premio literario Booker Prize
en 1981 por “Hijos de la medianoche”, sostuvo que la única forma de resolver el
problema es que los editores “sean más valientes”.
“La única forma de vivir en una sociedad libre es sentir que uno tiene el
derecho de decir y hacer lo que quiera”, destacó el autor.
Muchos musulmanes consideran “Los Versos Satánicos” como “blasfemo” y el
libro sigue estando prohibido en gran cantidad de países, entre ellos India y
Pakistán.
Durante años Rushdie debió esconderse y vivir cambiando de domicilio luego
que el ayatolá iraní Seyyed Ruhollah Musavi Jomeini emitió una fatua (condena de
muerte) pidiendo por su ejecución inmediata. El libro había sido publicado en
septiembre de 1988, pero su difusión provocó la ira del mundo musulmán y Jomeini
ofreció una recompensa millonaria por la cabeza de Rushdie.
El angloindio afirmó que de la misma forma muchos escritores siguen siendo
atacados hoy día por sus obras en países musulmanes como Turquía, Egipto,
Argelia e Irán.
“Si uno analiza la forma en que la libertad de expresión ha sido atacada por
el extremismo religioso, las palabras que usan son siempre las mismas:
blasfemia, herejía, insulto y ofensa. Es un vocabulario medieval. Hay mucho
miedo y nerviosismo y eso debe cambiar”, subrayó.
Rushdie destacó además que a comienzos de este mes, el Channel 4 de Londres,
uno de los más vistos de Gran Bretaña, se vio obligado a cancelar la emisión del
documental “Islam: The Untold Story” (Islam: La historia no contada), tras
amenazas de seguridad recibidas en la sede central del canal.
“El hecho de que un documental sobre el Islam debiera ser sacado del aire
porque alguien estaba preocupado por las consecuencias es un indicativo de lo
mal que están las cosas”, sostuvo el escritor.
Sin embargo, Rushdie notó que, a 20 años de la fatua contra él y su libro,
muchos de los que organizaron protestas en su contra dijeron más tarde que se
habían arrepentido de sus acciones, considerándolas ahora un error.
“Algunos de ellos parecen haber aceptado el argumento por la libertad de
expresión y entendieron que está bien que haya otras personas que puedan pensar
y decir cosas diferentes, aunque difieran de parecer”, continuó.
Por ello Rushdie consideró que a futuro “podríamos salir del actual clima de
miedo”.
El escritor hizo las declaraciones previo a la publicación de sus esperadas
memorias, tituladas “Joseph Anton” (Random House Mondadori), en referencia a sus
autores favoritos Jospeh Conrad y Anton Chejov, en el cual narra cómo debió
esconderse y vivir en la clandestinidad por su libro.
En la autobiografía, Rushdie, nacido en Bombay el 17 de junio de 1947, dos
meses antes de la independencia de la India, y que actualmente reside en
Londres, cuenta cómo el 14 de febrero de 1989 su vida cambió por completo cuando
un periodista de la BBC le informó que el ayatolá Jomeini de Irán había
declarado una fatua contra él por considerar “Los versos satánicos” blasfemos
con el Islam.
En ese momento tuvo que cambiar de identidad y de nombre, según le recomendó
Scotland Yard. Su nombre preferido fue “Joseph Anton”.
En la infame fatua, Jomeini señalaba: “Informo a los musulmanes del mundo que
el autor de los ‘Versos satánicos’, libro que atenta contra el Islam, contra el
Profeta y contra el Corán, y todos los involucrados en su publicación que
estaban al tanto de su contenido son condenados a muerte. Les pido a todos los
musulmanes que la ejecuten donde quiera que los encuentren”.
A pesar de los problemas y dolores de cabeza que le significó por años ese
libro, Rushdie lo considera una buena obra literaria.
“Me gusta mi libro, es un buen libro, es una legítima obra de arte”, subrayó,
aunque atacó a quienes han tratado de coartar la libertad de expresión porque se
han sentido ofendidos.
“Estoy cansado de gente religiosa que dice que necesita un trato especial. No
merece un trato especial (…) Si no te gusta un libro, no lo leas, lee otro. Por
eso hay tantos libros en el mundo, nadie te obliga a leer un libro de 600
folios”, dijo Rushdie.
También defendió su libertad literaria, porque considera que tiene derecho a
“escribir un libro de una manera determinada”.
“Yo entro en una librería y hay muchos libros que no me gustan, pero no
incendio la librería”, subrayó.
Para él, el error de nuestro tiempo ha sido permitir que extremistas
religiosos impongan condiciones y digan “no se puede hacer nada que no nos
guste, de lo contrario vamos a matarte”.
“Ese es el crimen, la amenaza de la violencia, porque los libros no son
crímenes, son libros, con excepción de Mein Kampf (“Mi lucha”, la obra de Adolf
Hitler)”, resaltó el autor angloindio.
Del otro lado del debate se encuentra Robert Fisk, analista político y
columnista del periódico británico The Independent, para quien el problema no
pasa tanto por la libertad de expresión, sino por lo que llama “la mordedura del
escorpión”.
“Estados Unidos apoyó a los opositores al coronel libio Muamar Gadafi, ayudó
a Arabia Saudita y Qatar a enviar dinero y armas a los milicianos y ahora ha
cosechado lo que sembró: sus amigos libios se han vuelto en su contra,
asesinaron a su embajador (Christopher) Stevens y a sus colaboradores en
Benghazi y han lanzado un movimiento de protesta encabezado por Al-Qaeda que
consume al mundo musulmán”, escribió el experto el pasado 17 de septiembre.
Estados Unidos “ha alimentado al escorpión” de Al Qaeda y ahora “éste lo ha
mordido”.
“El argumento de Bashar Al-Assad es que Siria no es Libia y que los sirios,
con su historia, cultura, amor al arabismo y demás, no querían una revolución.
Pero la furia árabe contra el obsceno video de Hollywood contra el profeta ha
obligado a reescribir la historia en Occidente”, subrayó Fisk.
Para el analista británico, los medios estadounidenses “ya inventaron una
nueva historia según la cual su país apoyó la Primavera Árabe y salvó la ciudad
de Benghazi cuando sus pobladores estaban a punto de ser destruidos por los
monstruosos esbirros de Gadafi, y ahora ha sido apuñalado por la espalda por
esos árabes traicioneros en la misma ciudad rescatada”.
“La verdadera historia es diferente. Durante décadas, Washington impulsó
dictaduras árabes y les dio armas; Saddam Hussein era uno de sus favoritos.
Amábamos a Mubarak de Egipto, adorábamos a Ben Alí de Túnez, todavía tenemos un
amor apasionado por los Estados autocráticos del Golfo, y las gasolineras
financian las revoluciones que elegimos apoyar, del mismo modo que durante al
menos dos décadas le sonreímos a Hafez Al Assad y, aunque por breve tiempo, a su
hijo Bashar”, continuó.
“Así pues, vayamos al Departamento de las Verdades de la Patria. Cuando fue
asesinado, Osama Bin Laden ya era cosa del pasado; ningún revolucionario árabe
portaba su imagen. Pero esa malvada organización ha decidido aprovechar el río
revuelto; de allí el llamado de Al-Qaeda esta semana a continuar las protestas
contra el video sacrílego. De allí lo de Benghazi. El escorpión se ha metido
entre los chicos buenos; todo lo que se necesita es un chiflado hollywoodense. Y
un poco de hipocresía. Porque Washington dice con renuencia que no puede
prohibir el video porque pondría en peligro la libertad de expresión. Esa misma
libertad que durante décadas los dictadores favorecidos por Washington negaron
al pueblo árabe”, concluyó Fisk.
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