Obama, Romney, spin doctor
Ángel Luis Lara /II
Edward Greydon Pickels inventó la máquina ultracentrifugadora de vacío en los años treinta. El tipo trabajaba para la Fundación Rockefeller. La biología molecular y la bioquímica fueron los campos iniciales de aplicación del invento. Hoy, sin embargo, el artilugio también se usa en la política. La campaña electoral estadunidense es buena prueba de ello: la candidatura de Obama se ha mostrado especialmente proclive a un centrifugado de lo real que produce un vacío de sentido. Hace unas semanas, mientras Barack insistía en su condición de paladín de los trabajadores y de los servicios públicos, los maestros organizaban en Chicago la primera gran huelga en el sector en los últimos 25 años: Rahm Emmanuel, actual alcalde de la ciudad y antigua mano derecha de Obama, había declarado la guerra a la educación pública. A diferencia del señor Pickels, Emmanuel y Obama no trabajan para Rockefeller, pero sí están al servicio del dinero. Exactamente igual que Romney: el tipo posee un patrimonio personal de 255 millones de dólares. La fortuna de Obama, que en 2006 era de 1.7 millones de dólares, asciende hoy a 8.3 millones. Democracia y plutocracia no son términos sinónimos. El primero define el poder del pueblo. Con el segundo se nombra el gobierno de los ricos.
Sólo durante el pasado mes de septiembre, Obama recaudó 181 millones de dólares para su campaña electoral. Romney recibió 170 millones durante el mismo periodo. La prensa estadunidense lo ha llamado
Financial push:
Empuje financiero. La financiarización de la política forma parte de un proceso general de financiarización de la vida social en su conjunto: hoy en día la deuda somete por igual a los países y a las personas. Su desarrollo intensifica el gobierno del dinero sobre la vida hasta colonizar la subjetividad. Como escribió Marx, la clave de la economía de la deuda
no es ya la mercancía, el metal o el papel, sino la existencia moral, la existencia social, la intimidad del corazón humano mismo. Libertad y democracia son imposibles en una realidad financiarizada. La simbiósis entre política y financiarización termina por realizar una síntesis entre ambas: la disociación entre necesidades sociales y lógicas financieras es simétrica al evidente alejamiento de los gobernantes de las necesidades de los gobernados. Todo proceso de financiarización implica el desarrollo del crédito. El crédito lleva consigo la relación prestamista-endeudado. En su Genealogía de la moral, Nietzsche define dicha relación como
la promesa de un valor futuro. Las grandes compañías y los más ricos han invertido mucho en Obama y Romney. Sea quien sea el próximo presidente de Estados Unidos, estará en deuda con ellos.
Para prestarle dinero a alguien primero tienes que fiarte de él. La financiarización y el crédito descansan sobre la confianza: tienen que ver con las cuentas, pero también con los cuentos. Con ellos se tejen los estados de ánimo y se gestionan las emociones. En la política ocurre lo mismo: el discurso de los políticos es cada vez más compasional. La campaña electoral en Estados Unidos está resultando particularmente intensa en ese sentido. Biden abrió su intervención en la última convención demócrata con un mensaje dirigido a su esposa:
eres el amor de mi vida y la vida de mi amor. Obama siguió la misma senda durante el primer debate televisado de la campaña:
hay muchos temas que quiero tratar esta noche, pero el más importante es que hace 20 años me convertí en el hombre más afortunado de la tierra porque Michelle Obama aceptó casarse conmigo. Por eso, cariño, quiero desearte un feliz aniversario. Lo dijo delante de más de 70 millones de personas. Dominique Mehl habló hace tiempo de la televisión compasional. Su formato estrella es el reality show: al igual que la política en Estados Unidos, consiste en publicitar los ámbitos privados. Philippe Lacoue-Labarthe habló a finales de los ochenta de la estetización de los universos políticos. Lo hizo en La ficción de la política, su libro sobre Heidegger. Esa ecuación, ficción y política, resulta particularmente evidente en la campaña electoral estadunidense. Se trata de una cuestión cultural: “Está en nuestro ADN, la gente de este país quiere que su presidente sea como una cheerleader, un optimista, el mensajero de mejores tiempos venideros”, señala el historiador Robert Dallek. El periodista Scott Shane añade: “Jimmy Carter habló de una crisis nacional de confianza y perdió las elecciones contra un Ronald Reagan armado con un sencillo lema: ‘Más orgulloso, más fuerte, mejor’. Carter falló al proyecto de optimismo que los estadunidenses demandamos de nuestros presidentes”. Siete años antes de la contienda Carter-Reagan, la empresa de seguros State Mutual Life Insurantes, de Massachusetts, atravesó por un proceso de depresión generalizada de sus trabajadores. La dirección de la compañía decidió realizar la denominada
Campaña de la amistad: repartió un manual del empleado que incluía la orden de sonreír en horas de trabajo. También contrató al diseñador gráfico Harvey Ball, quien dibujó por primera vez a Smiley, el archiconocido rostro sonriente amarillo que acabó convirtiéndose en símbolo de la cultura acid house. Una de las pautas más importantes de dicha cultura era el consumo masivo de la droga de diseño conocida como
éxtasis. Por suerte para Obama y Romney todavía no se han impuesto los controles antidopaje en las campañas electorales estadunidenses.
Invasión
Silvia Ribeiro*
Están en proceso las primeras solicitudes de las trasnacionales Monsanto y Pioneer (propiedad de DuPont) para sembrar maíz transgénico a escala comercial en México: un millón 400 mil hectáreas en Sinaloa y más de un millón de hectáreas en Tamaulipas. Esto equivale a una superficie mayor que todo el Estado de México, 17 veces mayor que el Distrito Federal, y mayor que la suma del todo el DF, Morelos, Tlaxcala, Colima y Aguascalientes juntos. Es también muy superior a decenas de países enteros, por ejemplo, mayor que todo El Salvador, Kuwait o Luxemburgo
Sin embargo, contra toda lógica de bien público y soberanía, el gobierno saliente quiere aprobar estas monstruosas solicitudes que implican riesgos enormes contra la salud de la población y amenazan uno de los más importantes patrimonios genéticos de México, para cumplir turbios acuerdos con las trasnacionales.
La superficie pedida por las empresas es tan vasta que superaría ampliamente el área de maíz que normalmente se siembra en esas entidades, es decir que pretenden sustituir todo el maíz de riego y además otros cultivos. Es significativo que las solicitudes no las hacen agricultores, sino directamente trasnacionales de transgénicos, que se constituyen explícitamente en los dueños del agro mexicano: qué se siembra, cuánto, dónde, a qué precio, bajo qué riesgos, para quién.
Como explica Ana de Ita (Fe de ratas, La Jornada, 16/10/2012), la mayor parte del consumo de maíz en las ciudades de México, Monterrey, Guadalajara viene de esas entidades, principalmente Sinaloa, por lo cual, si se autorizan esas siembras, en pocos meses la población de las ciudades mexicanas estará comiendo tortillas transgénicas.
No es un tema menor: además del estudio de Seralini, hay otros
Las empresas y varias instituciones gubernamentales tratan de ocultar los graves problemas de salud asociados a los transgénicos, alegando que
no hay pruebasy que ya comemos transgénicos porque México importa la tercera parte del consumo nacional de maíz de Estados Unidos, donde la mayoría es transgénico. Son datos falseados.
Hay cada vez más pruebas de que los transgénicos causan problemas en la salud. El estudio de Seralini es el más amplio y más reciente, pero reportes anteriores indicaban lo mismo, por lo que la Asociación Americana de Medicina Ambiental llamó a no consumir transgénicos desde 2009. El estudio de Seralini es el mismo tipo de estudio que presentó Monsanto a las autoridades,
probandoque no hay problemas, pero Monsanto interrumpió el estudio a los tres meses. El equipo de Seralini lo continuó toda la vida de las ratas (hasta dos años) y los principales problemas aparecieron después del cuarto mes, lo cual cuestiona la honestidad de los investigadores e instituciones que aprueban los datos de Monsanto.
Además, la mayor parte del maíz importado en México se usa para alimentar cerdos y pollos industriales –criados por otras trasnacionales–, sólo una parte menor se usa en tortillas industriales. Al autorizar esta invasión en el norte del país, el consumo de maíz transgénico en las ciudades aumentará exponencialmente.
Con esta superficie gigantesca, la contaminación transgénica de otros maíces en México (híbridos o campesinos) será inevitable y con el tiempo llegará a todas partes, lo cual sirve a las mismas trasnacionales, que podrán llevar a juicio a quienes se contaminen
por uso sin licencia de sus genes patentados, tal como han hecho con cientos de agricultores en Estados Unidos y Canadá. El mapa oficial de
zonas centro de origendel maíz es absurdo, porque los insectos y el viento llevarán el polen transgénico a todas partes. Todo México es centro de origen del maíz y no se debería permitir en ninguna parte.
Además de un ataque concertado a la salud de la población, la aprobación de estas solicitudes significaría la primera contaminación masiva del centro de origen de un importante cultivo alimentario a nivel global, por lo que también hay una alerta internacional. Cínicamente, las empresas dicen que no sólo plantan para México, también para exportar. ¡A costa de la contaminación en el centro de origen!
Urge movilizarnos por todas las vías ante este gravísimo ataque: informándonos y difundiendo información, resistiendo desde cada milpa, escuela, comedor y barrio, objetando las solicitudes en
consulta pública, aumentando las redes campo-ciudad libre de transgénicos. Más información en ceccam.org.mx y redendefensadelmaiz.net
*Investigadora del Grupo ETC
Conmemoración de la teología de la liberación
Miguel Concha
Luego de recibir el premio Daniel Cosío Villegas en la sala Alfonso Reyes de El Colegio de México, don Pablo González Casanova planteó en su disertación la necesidad metodológica de considerar los tiempos largos o círculos cronológicos de la historia de una sociedad, para explicarla en todo o en parte, y estar en mejores condiciones científicas para predecir su futuro. E ilustró su propuesta subrayando la actualidad de la teología de la liberación en América Latina y el Caribe, relacionándola en el tiempo con la defensa de la dignidad humana de los habitantes originarios de estas tierras, que llevaron a cabo desde los inicios del siglo XVI Antón de Montesinos y la primera comunidad de frailes dominicos que llegaron al continente, y con la lucha de Fray Bartolomé de las Casas contra la pretendida legitimación divina de la conquista, consignada en su Breve Historia de las Indias. Refirió igualmente a través del tiempo el compromiso que hoy en día llevan a cabo muchas personas, colectivos y movimientos por la defensa y promoción integral de los derechos humanos, con la descalificación religiosa de la colonia, la abolición de la esclavitud y las luchas por la libertad y la justicia que emprendieron don Miguel Hidalgo y Costilla y don José María Morelos y Pavón
En la colaboración que sobre esta última voz me publicó en 1988 el redactor de la primera edición en español del Suplemento del Diccionario de Política, coordinado por Norberto Bobbio, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino, en Siglo XXI Editores, explico en efecto que en su última etapa –pues de alguna manera sus inicios se remontan a la actuación y los escritos de insignes misioneros objetores de la conquista, como Fray Antón de Montesinos y Fray Bartolomé de las Casas, y de libertadores eclesiásticos como los jesuitas Clavijero y Alegre, el dominico Fray Servando Teresa de Mier y los mencionados padres de la Patria, en los siglos XVII y XVIII– la teología de la liberación surgió en América Latina en 1967 con las reflexiones de ese teólogo peruano, ahora dominico, en Chimbote, Perú, y en Montreal, Canadá, sobre la pobreza y el desafío a una acción liberadora de la Iglesia, porque en este continente se dieron las condiciones objetivas y subjetivas de naturaleza sociocultural y eclesial que propiciaron su nacimiento y desarrollo: por un lado, un continente, en su gran mayoría excluido y creyente, con una larga historia de luchas populares, que padece las dramáticas consecuencias de los modelos capitalistas, subdesarrollados, dependientes y excluyentes, y, por el otro, este mismo continente estimulado por las luchas antiimperialistas y libertarias de sus pueblos, así como por el ambiente de renovación pastoral y creatividad teológica que se dio en la Iglesia católica en torno al Concilio y a la segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en agosto de 1968 en Medellín, Colombia.
Ese mismo año, Gustavo Gutiérrez publicaba en efecto en Perú un ensayo titulado La pastoral de la Iglesia en América Latina, en el que recogía una serie de charlas a un grupo de dirigentes de movimientos universitarios latinoamericanos reunidos en enero de 1967 en Montevideo, que quedaron impactados con la novedad de sus planteamientos. Un año después, en una conferencia presentada en la reunión de la memorable Oficina Nacional de Información Social (ONIS), realizada en Chimbote, Perú, Gustavo Gutiérrez presentaba un bosquejo general de su proyecto, utilizando por primera vez el nombre de teología de la liberación. Y en un encuentro teológico convocado en 1969 por el organismo ecuménico Sociedad, Desarrollo y Paz (Sodepax), en Cartigny, Suiza, proponía ya en una ponencia, significativamente titulada De la teología del desarrollo a la teología de la liberación, las primeras líneas de la teología de la liberación. Este último trabajo fue posteriormente desarrollado y publicado inmediatamente después por Indoamerican Press, de Bogotá, con el nombre de Hacia una teología de la liberación. Finalmente, en diciembre de 1971, se publicó el libro Teología de la liberación: perspectivas, por el Centro de Ediciones y Publicaciones de Lima, Perú, el cual, como he dicho, fue editado un año después por la Editorial Sígueme de Salamanca, España.
La teología de la liberación no se limita a ayudar individualmente a los pobres, como hace el simple asistencialismo. Tampoco, como el reformismo, intenta mejorar su situación, dejando incólumes el tipo de relaciones sociales y la estructura básica de una sociedad injusta. Además de conmoverse éticamente ante el hecho de la miseria colectiva, considera a los pobres como sujetos de su propia liberación, valorando en ellos su capacidad de resistencia, de conciencia de sus derechos, de organización y de transformación de su situación. Como afirma don Pablo González Casanova, considera que las luchas populares de liberación, y la participación de los cristianos en ellas, no son de ahora, sino que se remontan por lo menos al siglo XVI, a los mismos inicios de la colonización española y portuguesa.
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