Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 7 de marzo de 2012

Bajo la Lupa- Argentina «K»: proyecto sí, «Arcadia» no- ¿Es Homs un eco de lo que ocurrió en Srebrenica?

Bajo la Lupa
Fukushima y su desinformación radiactiva un año después
Alfredo Jalife-Rahme
Foto
Un trabajador muestra a la prensa extranjera un monitor con la lectura de la radiación persistente en la planta nuclear de Fukushima, la semana pasadaFoto Ap
 
     Después de la catástrofe de Fukushima, hace un año (Bajo la Lupa, 10/5/11 y 13/11/11), 52 de las 54 plantas nucleares de Japón han sido cerradas cuando la explosión del reactor destruyó la confianza de la población en la energía nuclear (Spiegel Online, 28/2 y 1/3/12) y obligó al gobierno a cambiar su plan energético por la presión de la opinión pública, pese a los poderosos intereses del lobby nuclear: Tepco, físicos y cabilderos.
El siquiatra Jun Shigemura, a cargo de la rehabilitación terapéutica de Fukushima, revela el intenso grado de trauma sicológico de la población (disminuida a la mitad y con incremento de suicidios) debido a que Tepco redujo los salarios 20 por ciento, cuando los trabajadores perdieron sus casas, sus familiares los abandonaron por temor a la radiación y el público los culpa por trabajar en Tepco.
El premier nipón Yoshihiko Noda, más consciente que su antecesor Naoto Kan –físico y agente de patentes (sic), muy bien lubricado por Tepco–, intenta transformar la política energética, pese a los fuertes intereses del nefario lobby nuclear, al cual le importa un comino el historial de Hiroshima y Nagasaki, ya no se diga el desastre de Chernobyl.
La opinión pública japonesa tiene un término maravilloso para describir al lobby nuclear: Genpatsu Mura, la ciudad atómica: la sacrílega alianza de Tepco, los físicos nucleares y los multimedia(Spiegel Online, 1/3/12). El problema yace en que 30 por ciento la atención a las necesidades energéticas de Japón proviene del ámbito nuclear, por lo que se planeaba construir 14 plantas adicionales en 2030.
Sibel Edmonds, en su blog (Boiling Frogs, 28/2/12), expone que pese a las garantías públicas de que la situación estaba bajo control en Fukushima, ahora se sabe que tres de los reactores de la planta empezaron su desintegración en horas, cuando se realizaron planes para evacuar Tokio. Devela que muchos no saben que los reactores dañados fueron diseñados por General Electric, con una tecnología añeja de 40 años y son sustancialmente similares a los 32 reactores en operación del mundo (sic), incluyendo 23 en EU, lo que exhibe la complicidad criminal de los reguladores (¡supersic!) de los gobiernos que fracasan en reforzar sus propias políticas y regulaciones en estos reactores añejos. Edmonds no dice que la única planta nuclear de México, en Laguna Verde, es también añeja y fue vendida como chatarra por General Electric.
El premier Noda reconoció la culpa compartida del gobierno por haberse cegado en la creencia falsa de la infalibilidad tecnológica de su país: el gobierno, el operador (léase Tepco) y el mundo académico (léase los físicos nucleares) se empinaron (sic) con el mito (sic) de la seguridad (NYT, 3/3/12).
Los estudiantes nipones han sido intoxicados, aun después del desastre, por el Ministerio de Educación, Ciencia y Cultura, que financia a las escuelas para enseñar las supuestas bondades de la energía nuclear. ¡Uf!
La vulnerabilidad energética de Japón se ha incrementado notablemente y por ahora no le queda otra opción que la importación de gas natural licuado de Qatar y Rusia, lo cual comporta también sus limitaciones. Un grave error del gobierno es haber dependido en demasía de la criminal trasnacional Tepco, la cual dictaba la agenda energética.
La fundación Rebuild Japan Initiative conformó un equipo de 30 profesores universitarios, abogados y periodistas (entre ellos el muy prestigiado Yoichi Funabashi, anterior editor del importante periódico Asahi Shimbun) que publicó un demoledor reporte de 400 páginas que tomó seis meses de investigación (NYT, 27/2/12) en el que exhibe que los líderes japoneses no sabían la extensión del daño en la planta y consideraron en secreto la posibilidad de evacuar Tokio (¡supersic!).
La trasnacional Tepco desinformó en forma criminal al gobierno de Naoto Kan y rompió la confianza con el gerente de la planta averiada (con tres explosiones radiactivas a cuestas).
La investigación independiente de la fundación se debió, según Funabashi, a la falla del gobierno en advertir a su población de los peligros y a la amplia desconfianza que generó. ¡Pues sí!: las opiniones publicas no son estúpidas, pese a toda la desinformación radiactiva de sus mendaces gobiernos controlados por trasnacionales criminales, cabilderos y físicos nucleares sin escrúpulos, quienes viven para sostener su empleo en detrimento del bien común y sin importar los daños colaterales.
La serie de explosiones de hidrógeno sacudió la planta y, ante la demoniaca reacción en cadena (sic), se consideró la evacuación de Tokio (más de 13 millones de habitantes), que se encuentra a 270 kilómetros al sur de Fukushima.
De milagro no ocurrió una tragedia generalizada cuando un helicóptero militar confirmó cinco días después que se había evitado el peor escenario. El resto del drama y sus detalles se los dejamos a la próxima película hollywoodense.
Funabashi criticó el miedo (sic) del gobierno de Kan al crear pánico en sus decisiones y subestimar los verdaderos peligros del accidente. Es lo que sucede cuando un gobierno pusilánime cede sus prerrogativas a los intereses unilaterales de una trasnacional criminal como Tepco y su perverso lobby nuclear (Genpatsu Mura).
Kan, quien había permanecido en la catatonia, se acordó de que, más que físico y agente de patentes (sic) comprometido con los intereses de Tepco, era el primer ministro que debía tomar la suprema decisión para el bien de su nación, cuando optó por irrumpir en las oficinas de Tepco en Tokio para obligarlos a no abandonar la planta de Fukushima. Un acto heroico que juzga Funabashi: su decisión de irrumpir en las oficinas de Tepco y exigir que no se rindieran salvó a Japón; le faltó agregar que también salvó a la región de la cuenca del Pacífico (incluido México).
El director del Instituto de Ciencias Nucleares, Alejandro Frank Hoeflich, ha apoyado irrestrictamente al lobby nuclear de Japón en el caso de Fukushima (CNN, 16/3/11 y La Jornada, 16/4/11). ¿Estará de acuerdo todo el plantel académico y el alumnado de la UNAM con esta postura unilateral, que ha valido severas criticas de los lectores de La Jornada (en su propio artículo, así como en El Correo Ilustrado, 28/4/11)?
Pese al encubrimiento de la Agencia de Protección (sic) Ambiental de EU (EPA, por sus siglas en inglés), las perniciosas consecuencias de Fukushima han alcanzado la costa del Pacifico, según Joseph J. Mangano (epidemiólogo) y Janette D. Sherman (internista y toxicóloga), de la universidad de Western Michigan, en un artículo de la revista científica International Journal of Health Services (2012): Aumento inesperado en la mortalidad en EU después de la llegada de la nube radiactiva de Fukushima: ¿existe correlación? Se calculan 14 mil niños muertos en EU debido a la derrama radiactiva, pese a la necedad de la trasnacional Tepco en sostener que sus efectos tóxicos han sido contenidos. ¿Habrá alcanzado la costa mexicana del Pacífico? ¿Quién investiga? ¿Quién estará evaluando aquí –que no sea el Genpatsu Mura local– la planta de Laguna Verde, situada sobre una falla tectónica y con el mismo modelo chatarra que vendió General Electric en Japón?
Argentina K: proyecto sí, Arcadia no
José Steinsleger
 
     El domingo pasado, por enésima vez, me propuse empezar con el aikido, ejercicio de origen japonés que sus promotores elogian como método para “… neutralizar al contrario en situaciones de conflicto, dando lugar a la derrota del adversario sin dañarlo, en lugar de simplemente destruirlo o humillarlo”.
Difícil. La noche anterior había leído la pesadillesca y nada inocente entrevista realizada por la revista española Cambio 16 al general genocida Jorge Rafael Videla. Y por la mañana, taza de café y cigarro en mano, oí al viejo vendedor de periódicos gritando por las calles de la colonia: “¡salió La Jornada! ¡No se pierda la réplica de Bonasso a Steinsleger!”
Titulada La Arcadia de los K, la susodicha réplica recurre a naipes marcados y dados cargados para complacer a los que el autor fustigó durante 40 años de militancia: el infantilismo izquierdista y pequeñoburgués del “anticapitalismo now”. Tal fue su postura, hasta que Néstor Kirchner le hizo saber que no sería jefe de gabinete, canciller o, siquiera, embajador en Cuba.
Entonces, Bonasso decidió ser opositor, y empezó a revistar en las filas de la revolución mundial, alineándose con los pelotones perdidos de las izquierdas sin pueblo que, no sólo en Argentina, reclaman a los gobiernos progres la expropiación de las corporaciones económicas imperialistas y, ya que estamos, la expulsión de los ingleses de Malvinas.
El trabajo del periodismo consiste en informar a muchos y en otorgar espacio a comentaristas que, sin abusar de la paciencia del lector, sitúan la información en su contexto. Lo demás (el know-how de las cosas) compete a las publicaciones académicas o partidarias y a los seminarios que organizan los institutos de investigación especializada.
Trabajo que el nuevo héroe del ultraizquierdismo a la carta desestima, omitiendo las realizaciones de un gobierno que en diciembre pasado fue refrendado con 54.11 por ciento de los votos. Por lo demás, la filosofía del aikido desalienta las analogías maliciosas. Sin embargo, ahí están los textos referidos.
Veamos. En la entrevista a Videla (destituido de su grado militar, juzgado y sentenciado en 1985, y nuevamente juzgado y sentenciado en diciembre de 2010 a prisión perpetua en cárcel común), el genocida acepta que el peor momento de los represores les llegó con los Kirchner. Y en su réplica, Bonasso mete en el baile al premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, quien “…tiene que recordar cada tanto a la presidenta que los derechos humanos no son cosa del pasado”.
Al lector común (y no necesariamente obligado a estar al corriente de todo) se le dibuja una interrogante sobre la cabeza. De un lado, le hemos dicho que desde diciembre de 2007 a octubre de 2011 (tras la derogación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida) el número de represores condenados durante el gobierno de los K aumentó de 41 a 243. Y por el otro, Bonasso sostiene que Argentina (así como México) “… tampoco sería ajena a la criminalización del conflicto social”.
Otorguemos al novelista el beneficio de la duda: basta con un solo muerto, un solo torturado, un solo herido o víctima de la violencia política y social en democracia, para entregar las riendas de un país al club del Dalai Lama. Pero eso de endosar a un gobierno de clara raigambre nacional y popular los contados y condenables crímenes ocurridos desde 2003, equivale a oportunismo político y deshonestidad intelectual.
Bonasso (a quien para su tranquilidad ya elogié por sus méritos literarios), sostiene que mi enfoque sobre la realidad argentina sería el de una Arcadia (sic), habiendo pecado de idealismo (visión idílica, dijo), y ponderando un estado de derecho bonaerense (sic) con perfiles nórdicos (sic).
¿Cuál Arcadia? ¿La del mito renacentista de Lope de Vega, y la de Cervantes en La Galatea, o la evocada por el Adriano de Marguerite Yourcenar, cuando deplora la alianza de sus pastores con la Persia refinada y la salvaje Tracia para combatir el poder imperial romano?
Nada de perfiles nórdicos. El propio FMI reconoció que Argentina se ubica entre las tres economías más dinámicas de todo el continente americano, a más de tener el mayor ingreso per cápita de América del Sur y de ser el país con menor nivel de desigualdad de toda la región (Perspectivas económicas: las Américas, vientos cambiantes, nuevos desafíos de política, octubre 2011).
Bonasso y yo somos hombres del pasado. La diferencia es que él se disfraza ahora de fauno ideológico, y este servidor celebra al gobierno más justo, soberano y digno de la historia política argentina.
Concluyo el debate con una sugerencia al viejo amigo: el aikido puede ser la solución contra la oxidación cerebral. Pero si no le entra, podría tomar Gerovital H3, medicamento inventado por la célebre doctora rumana Ana Aslan para renovar las células envejecidas y dañadas. Personalidades de fama mundial como la de Bonasso (De Gaulle, Kennedy, Adenauer, Neruda, Franco, Kruschev, la duquesa de Windsor, etcétera) lo tomaron, y permanecieron lúcidas hasta el fin.

¿Es Homs un eco de lo que ocurrió en Srebrenica?
Robert Fisk
 
      No hay paso para la Cruz Roja. No aún. Quizá en unos días, cuando el área haya sido asegurada. Los hombres y niños son separados de las mujeres. Ríos de refugiados: mujeres, niñas, niños pequeños y los viejos, entre los que hay sólo unos cuantos varones. Se habla de hombres que son hechos abordar camiones que se los llevan a un destino desconocido. Devastación. No hay periodistas ni libertad de movimiento para miembros de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Este lugar se llamaba Srebrenica.
Los paralelismos son seductores, peligrosos, aterradores; y con frecuencia, imprecisos. Nasser fue el Mussolini del Nilo para (el entonces primer ministro Anthony) Eden, en 1956. Saddam fue el Hitler del Tigris para Bush y Blair en 2003. Hacerle frente a tiranos –a excepción de nuestros tiranos”– ha sido la gran cosa. Cuando no los enfrentamos siento un poco de náuseas y empiezo a hacer preguntas incómodas. Me viene a la mente por qué nos quedamos sin hacer nada cuando Hafez Assad asesinó a sus opositores sunitas islámicos en Hama, en 1982. También pienso en Srebrenica, desde luego. Y ahora Homs. En Libia, mientras Kadafi avanzaba hacia Bengasi todo fue ¡bombas fuera! Durante Homs, nuestros muchachos permanecieron dispersos y el llamado a las armas nunca se escuchó.
Sí, los fantasmas de Srebrenica se mueven por nuestro planeta tan rápidamente que no nos percatamos de ellos. Son espectros muy veloces cuyas sombras oscurecen las prisiones de Libia y los poblados de Siria. Quizá los fantasmas de Hama visitaron Srbrenica antes de su caída, en 1995. Llegaron a esa localidad árabe hace años, cuando aún tenía generadores que funcionaban con chirriantes molinos de río; cuando las Brigadas de la Defensa de Siria luchaban en los túneles subterráneos de la ciudad, hace 30 años y perseguían a niñas islamitas suicidas que llevaban granadas atadas al cuerpo. Los asesinatos masivos son una especie de rueda rotatoria. Ahora los vemos, ahora no. Y después nos preguntamos: ¿cómo pudimos permitir que sucediera algo así?
En Hama murieron quizá 10 mil. En Srebrenica más de 8 mil. ¿Y en Homs? Bueno, si toda Siria ha perdido a 8 mil en un año, el sacrificio de Homs debe ser mucho menor. Pero las estadísticas de Naciones Unidas no parecen incluir a los miles de caídos en el ejército sirio. Soldados del gobierno también fueron asesinados en Homs, como lo fueron en Hama. No había muchos serbios en Srebrenica. Desde luego, Bengasi pudo ser el nuevo Srebrenica si la OTAN no hubiese bombardeado los tanques de Kadafi que estaban a punto de llegar a la ciudad, el año pasado. Hasta los sirios se burlaron de la campaña en Bengasi de Kadafi llamada Zenga, zenga, que significa callejón por callejón, en una traducción aproximada. Ahora las fuerzas del gobierno sirio están haciendo su propio zenga, zenga.
Existen otros paralelismos entre Srebrenica y Homs. En Srebrenica, el comandante musulmán local, Naser Oric, quien fue misteriosamente rescatado antes de la ofensiva serbia, se dedicó a matar a civiles serbios de la ciudad desde 1990. En Homs, los hombres armados cometieron sus propios asesinatos sectarios. Las organizaciones no gubernamentales se retiraron de Baba Amr durante el sitio y contaban horrendas historias de como los soldados del Ejército Libre de Siria alardeaban de haber degollado a sus enemigos. En Srebrenica, los serbios decían combatir a terroristas islámicos –una de las declaraciones favoritas de los señores Karadzic y Mladic– y eran también terroristas aquellos contra quienes los baazistas sirios decían estar luchando.
Esos son los aterradores espejos de Srebrenica y Homs, que fue con los que comencé estas reflexiones: la Cruz Roja sin poder entrar, sin periodistas, hombres y niños separados de las mujeres, las refugiadas y sus historias sobre hombres asesinados, varones abordo de camiones. El fracaso de la comunidad internacional.
De hecho, también hay muchas diferencias; las suficientes para retirar el pie del acelerador de la indignación por un momento. En Srebrenica, los cristianos mataban a los musulmanes porque eran musulmanes. En Homs, los musulmanes matan a los musulmanes porque un bando está a favor de los chiítas alawitas y el otro apoya a los sunitas. LA ONU concedió a Srebrenica el estatus de refugio seguro. El batallón holandés de Naciones Unidas (que está entre las unidades militares más patéticas del mundo) estaba en la zona y miraba cómo los serbios secuestraban hombres. Ni la ONU ni la OTAN han bendecido a Homs con una protección defectuosa.
Más bien todo lo contrario. Nuestros valientes líderes han perdido mucho tiempo diciéndonos que rechazan de manera absoluta, total y completa intervenir militarmente en Siria. Y qué raro es el que insistamos tanto en hacer pública nuestra impotencia ante la situación en Siria mientras que no cesamos de amenazar a Irán por su programa de armas nucleares, reales o mitológicas, cuando Irán no está cometiendo matanzas. El derecho a proteger de Occidente no es gratuito. Si las víctimas están demasiado cerca de las divisiones que existen en Medio Oriente, entonces sí son dignas de nuestro celo guardián.
A los ciudadanos sirios les damos nuestra compasión a paletadas. Hay indignación. Homs, la ciudad mártir, suena bien, sobre todo porque hace honor a la verdad. Pero sentir pena sale barato, la conmiseración es fácil, el dolor es en realidad un analgésico para las conciencias culpables. Los sirios serán dejados a su suerte, como lo fueron los bosnios musulmanes hace ya tantos años. Mientras tanto, esas sanciones de usos múltiples muerden con dientes de hule a los regímenes que culpamos de todos los horrores. Sólo el cielo sabe –ascendamos brevemente a las alturas del poder y el silencio– lo que ocurriría si israelíes y estadunidenses deciden atacar a Irán mientras que nosotros desperdiciamos nuestra protección en la gente de Homs, Idlib o Deraa.
Al Qaeda sirve para todo propósito. El régimen sirio dice que Al Qaeda lo ataca. Los estadunidenses sospechan que esto es verdad, al menos en lo que respecta a atentados suicidas en Damasco, Alepo y Deraa; incluso Al Qaeda lo admite. De la misma forma, los serbios afirmaron que combatían al extremismo islámico en el corazón de Europa. El fantasma de Bin Laden es útil para todos, excepto las víctimas.
Eventualmente llegaremos a Homs, por supuesto, cuando esté rota y aplastada y su gente admita calladamente los horrores que han padecido. Estuve brevemente en Hama durante los combates de 1982 y regresé poco después. Lo más que logré que me dijera un atemorizado comerciante que llevaba maíz en una carretilla fueron estas tres palabras: Dios sabe todo. Ergo Homs, supongo.
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca

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