De cara al debate: cambios de preferencias y campañas
EPN, JVM, Quadri y AMLO. Debate en el WTC.
Foto: Especial
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MÉXICO, D.F. (Proceso).- Los discursos de los tres candidatos presidenciales
con mayores preferencias reflejan claramente los cambios en las intenciones de
voto de los electores. Al generarse el empate técnico entre Enrique Peña Nieto y
Andrés Manuel López Obrador el enfoque de las tres campañas giró: los esfuerzos
del candidato de la coalición Compromiso por México, otrora puntero
indiscutible, se enfocaron a restaurar la imagen de una ventaja inalcanzable y a
denostar al candidato del Movimiento Progresista; los de la blanquiazul Josefina
Vázquez Mota también viraron en contra del mismo objetivo, incluso con el
absurdo de afirmar que la competencia es entre ella y AMLO; y López Obrador
retomó el discurso del 2006: advertir sobre un posible fraude electoral,
intentando minar la credibilidad de las autoridades electorales.
Las encuestas mostraron casi desde el inicio de las campañas –pero
recrudecidas en las últimas semanas, particularmente a partir del inicio del
movimiento #YoSoy132 y de la persecución de los exgobernadores tamaulipecos– dos
tendencias muy claras y definidas: el declive de las preferencias electorales de
Peña Nieto y Vázquez Mota, y el incremento de las de López Obrador y Gabriel
Quadri (aunque este último se lo deba más a su participación en el primer debate
el pasado 6 de mayo). Estos dos efectos combinados provocaron que se cerrara la
competencia entre el priista y el perredista y que la candidata del blanquiazul
se rezagara en el tercer lugar.
Además, en general las encuestas muestran, al margen de la diferencia que
reflejen entre los punteros, que Peña Nieto ya no arrastra más votos que los
candidatos priistas al Senado o a la Cámara de Diputados; al contrario: en
algunas de las encuestas los porcentajes de intención de voto son mayores para
los legisladores que para el candidato presidencial. En el caso de la encuesta
de Reforma, los diputados obtienen 3 puntos porcentuales más que el exgobernador
del Estado de México, mientras que en la de senadores son únicamente 2. En el
caso de Consulta Mitofsky –por poner sólo dos ejemplos–, la intención de voto
para presidente y diputados es idéntica: 44%, lo cual contrasta con lo que
sucedía al principio de la contienda, el 30 de marzo, cuando el exgobernador
tenía 4 puntos porcentuales más.
Estos hechos se reflejaron de inmediato en las campañas. Los equipos del
tricolor y del blanquiazul prepararon promocionales, denominados ahora “de
contraste”, para minar la imagen de López Obrador, en dos sentidos: uno,
recordando su actuación durante y después del proceso electoral del 2006; y dos,
mostrando (incluso manipulando y descontextualizando) partes de sus discursos
que pretenden proyectar una imagen violenta, y reeditando la embestida de hace
seis años.
Peña Nieto recurre incluso a la difusión de encuestas que le dan amplia
ventaja para contrarrestar la realidad. Mientras que dentro del equipo de
campaña de la candidata blanquiazul ya relanzaron la frase de que “López Obrador
es un peligro para México”, y la especie de que su triunfo significaría repetir
la historia de Hugo Chávez en Venezuela.
Sólo bajo la óptica de este empate técnico puede explicarse la intervención
del expresidente Vicente Fox en apoyo de Peña Nieto; no tiene ningún sentido
llamar a cerrar filas en torno a un candidato que tiene 18 puntos porcentuales
de ventaja sobre su más cercano perseguidor, como él mismo afirma, pues en una
contienda con tres participantes eso automáticamente implica que el puntero ya
tiene el apoyo de la mayoría de los votantes potenciales. En cambio, el llamado
sí tiene sentido ante la posibilidad de tener un escenario electoral similar al
del 2006, e, inclusive, de que ahora sí se concrete el triunfo del
perredismo.
Si los medios de comunicación se ocupan de difundir destacadamente la cena en
la que algunos de los colaboradores del candidato de la coalición de izquierda
solicitan el apoyo económico a un grupo de empresarios, es porque saben que hoy
AMLO tiene posibilidades reales de ganar y eso lo convierte otra vez en figura
destacada.
Aparte de estos cambios, hay que considerar las nuevas reglas que estableció
el IFE para el segundo debate, pues en lugar de la rigidez de las rondas de
intervención, réplicas y contrarréplicas, ahora será una intervención inicial de
2.5 minutos en cada uno de los tres bloques temáticos, y libertad para utilizar
a discreción otros seis minutos a condición de que no se utilicen juntos más de
2.5, lo cual garantiza en cada uno de los bloques al menos cuatro intervenciones
para cada uno de los candidatos. Y todo esto será por primera vez en las dos
principales cadenas de televisión nacional.
En estas condiciones, el segundo debate sufrirá cambios fundamentales, pues
ahora los misiles se dirigirán contra el candidato del Movimiento Progresista,
que es el principal objetivo de los otros tres: de Peña Nieto, para tratar de
romper el empate técnico o, si no lo quiere aceptar en esos términos, despegarse
de su más cercano perseguidor; de Vázquez Mota, para intentar reinsertarse en
una contienda electoral de la que ella y su equipo de campaña se salieron por
sus reiterados errores; y de Gabriel Quadri, para cumplir con el acuerdo de su
mentora (Elba Esther Gordillo) con Peña Nieto o, bajo su propia definición,
simplemente porque tiene más coincidencias con el priista que con el
perredista.
De este modo, si en el primer debate los misiles de Vázquez Mota y López
Obrador se dirigieron en contra de Peña Nieto, lo que lo llevó a repetir que era
muy poco el tiempo, en el segundo será AMLO quien recibirá los ataques de los
otros tres candidatos, aunque seguramente Quadri lo haga de manera más discreta,
simplemente para poder mantener su discurso contra “los políticos”.
Y a juzgar por los antecedentes de los dos debates en los que ha participado
(uno en 2006 y otro en mayo de este año), López Obrador también traerá su
arsenal en contra del abanderado tricolor, ya que es su principal competidor. En
las dos ocasiones, en un primer momento parecía que la artillería de López
Obrador fracasaba, pero en ambas logró los efectos deseados en los llamados
“posdebates”: en 2006, con el conocido caso Hildebrando y, en el 2012, con el
gasto en comunicación del gobierno que encabezó Peña Nieto.
Así, la contienda, que inició con mayor ventaja del puntero, puede dar
todavía vuelcos y sorpresas.
La pesada losa de Peña Nieto
Se reúne EPN con jóvenes priistas.
Foto: Germán Canseco
Foto: Germán Canseco
MÉXICO, D.F. (apro).- Con una caída en picada en las preferencias electorales
y una pesada losa a cuestas de exgobernadores del PRI vinculados presuntamente
con el narcotráfico, Enrique Peña Nieto llega al segundo y último debate
presidencial este domingo.
El 6 de mayo, el candidato priista inició su participación en el debate,
engallado y seguro. Pero la percepción de la ciudadanía fue modificándose en la
medida que Andrés Manuel López Obrador evidenció su relación con el expresidente
Carlos Salinas de Gortari y el haber protegido a su antecesor en el Estado de
México, Arturo Montiel.
Sin embargo, el bono otorgado por GEA-ISA de 20 puntos arriba de su más
cercana competidora, en ese momento Josefina Vázquez Mota, le permitió darse el
lujo de no avasallar en el primer debate.
Ahora, la situación es complicada para Peña Nieto. En primer lugar trae el
fantasma del movimiento juvenil, #YoSoy132 que por asamblea, decidió mantenerse
como anti Peña debido a que fue eso lo que le dio origen.
La persecución que ha tenido de parte de los jóvenes en cada ciudad que se
presentaba para hacer mitin, le hizo perder a Peña Nieto por lo menos 10 puntos
en las preferencias electorales.
Y por si fuera poco, la DEA y el gobierno federal mexicano hicieron el
uno-dos para señalar al exgobernador del PRI en Tamaulipas, Tomás Yarrington y
al sucesor de éste, Eugenio Hernández, posibles vínculos con el crimen
organizado.
Y si a eso se suma que exfuncionarios de Yarrington hoy forman parte de la
estructura nacional el PRI y de la campaña de Enrique Peña Nieto, entonces sí
que se puede entender la complicada situación en que se encuentra el candidato
tricolor.
Por ejemplo, encargada de una circunscripción en la campaña está Paloma
Guillén, quien fungiera como secretaria de gobierno del tamaulipeco señalado por
la DEA. Antes, en el mismo cargo estuvo Baltazar Hinojosa, quien hoy tiene a
cargo otra de las circunscripciones para organizar la campaña de Peña Nieto.
La cereza del pastel, que resulta un colaborador incómodo para el mexiquense,
es el presidente de la Comisión de Justicia del PRI, Horacio Díaz.
Las consideraciones de Yarrington hacia Horacio Díaz hicieron pensar a más de
un analista que sería su delfín, sin embargo el exgobernador cambió la dirección
hacia Eugenio Hernández.
Pero a Horacio Díaz no lo desamparó, le dio dos cargos en su gabinete,
primero como titular de Desarrollo Social y luego como secretario de Educación
en el estado.
La importancia de Horacio Díaz radica no sólo porque es el presidente de la
comisión encargada de suspender a su exjefe los derechos políticos como
militantes, sino que además se ha convertido en uno de los notarios favoritos
del propio Enrique Peña Nieto e incluso se le liga con la hoy candidata al
gobierno del Distrito Federal, Beatriz Paredes Rangel.
En el caso de Peña, Horacio Díaz, quien cuenta con dos notarías en el
Distrito Federal, fue quien el 19 y el 30 de abril pasados dio fe de la firma de
dos compromisos de Peña Nieto: el primero, la creación del Instituto para
Emprendedores; el segundo, otorgar computadoras portátiles a los niños de 5 y 6
años de primaria.
En el caso de Beatriz Paredes, fue el propio Horacio Díaz quien dio fe de la
residencia de la priista en el Distrito Federal por más de cinco años, requisito
indispensable para poder competir por la candidatura al interior de su
partido.
Este es el fardo con el que llega Peña Nieto al segundo y último debate
organizado por el Instituto Federal Electoral: el repudio estudiantil que
representa 24 millones de votantes, los posibles vínculos con el narcotráfico de
exgobernadores priistas y el tener a gente de confianza de éstos en su equipo de
campaña.
Y por si fuera poco, Peña Nieto llega sin los 20 puntos de ventaja del primer
debate; ahora, según la encuesta del diario Reforma, está a cuatro
puntos de distancia por arriba de Andrés Manuel López Obrador. En tanto que los
números de Televisión Azteca marcan siete puntos de diferencia.
La cara bonita de Peña Nieto no bastará para que convenza en este último
debate, en donde por cierto debe buscar reposicionarse para, en dado caso de que
el gobierno se decida, dar la última estocada: sacar nuevos expedientes contra
otros dos exgobernadores del PRI.
Y para poder hacer frente a los nuevos embates del gobierno federal, Peña
Nieto deberá tener una pulcra y convincente actuación, aunque a estas alturas
resulta harto difícil.
Comentarios mjcervantes@proceso.com.mx
Twt @jesusaproceso
Tras revelaciones del diario The Guardian… se les cayó el teatro
The Guardian destaca a EPN en su home.
Tuvieron que pasar siete años y muchos desencuentros con directivos de
Televisa y sus personeros para que se conociera con nitidez que el consorcio de
avenida Chapultepec le apostó al mexiquense Enrique Peña Nieto desde 2005. El 23
de octubre de ese año, cuando Proceso informó sobre el
plan de Televisa para impulsar al priista, muchos intentaron desacreditarlo.
Pero el jueves 7, cuando el diario británico The Guardian publicó un
reportaje que documenta las maniobras del consorcio de Emilio Azcárraga Jean,
entonces sí se les cayó el teatro…
La publicación del reportaje del diario británico The Guardian el
jueves 7 en el que, con base en “docenas de archivos informáticos”, describe el
ambicioso proyecto de asesoría y venta de cobertura favorable en la pantalla de
la empresa de Emilio Azcárraga Jean al mexiquense Enrique Peña Nieto, confirma
lo que Proceso ha documentado desde hace siete años.
Jo Tuckman, corresponsal de The Guardian, asegura que el cruce de
información contenida en hojas Excel y en Power Point le permitieron comprobar,
entre otras cosas, que la aplicación del presupuesto 2005-2006 a favor de Peña
Nieto se cumplió a través de la venta de 200 noticias, informes y
entrevistas.
La noticia provocó una auténtica conmoción al interior del equipo del
candidato presidencial del PRI-PVEM y entre los directivos de Grupo
Televisa.
El reportaje de Tuckman incluye también información hasta ahora desconocida
acerca de un proyecto de 60 millones de pesos pagados por el gobierno de Vicente
Fox en abril de 2005 para “golpear al aspirante de la izquierda a la Presidencia
de México”, Andrés Manuel López Obrador, a través de programas de
entretenimiento como Big Brother y El Privilegio de Mandar.
La información de The Guardian amplió y confirma lo que este
semanario comenzó a documentar en el reportaje “Manipulación
informativa, negocio publicitario”. Publicado el 23 de octubre de 2005, el texto
reveló que “Televisa negoció con el gobernador del Estado de México, Enrique
Peña Nieto, una ambiciosa estrategia para proyectar a este joven mandatario como
candidato presidencial en 2011” (Proceso1512).
(Extracto del reportaje que se publica esta semana en la revista
Proceso 1858, ya en circulación)
El Doctor
Priankestein


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