Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

sábado, 29 de diciembre de 2012

Apuntes postsoviéticos- El año perdido entre Berlusconi y Monti- El fin del mundo y los hombres y mujeres de maíz

Apuntes postsoviéticos
Moneda de cambio
Juan Pablo Duch
La Unión Soviética llegó a tener una larga tradición en materia de adopción de menores extranjeros y, como muestra de solidaridad, recibió con los brazos abiertos a niños de la España republicana, Angola, Chile, Nicaragua y muchos otros países.
 
Tras el colapso soviético, la Rusia independiente, su principal Estado sucesor, pasó de receptor de menores a exportador de huérfanos, muchos de ellos con enfermedades congénitas.

En los 20 años recientes, casi 60 mil huérfanos rusos encontraron nuevas familias en Estados Unidos, pero ahora los diputados rusos convirtieron a los niños sin padres en moneda de cambio en su confrontación con los congresistas estadunidenses.

El presidente Vladimir Putin ya promulgó la ley que prohíbe que matrimonios estadunidenses adopten huérfanos rusos, como represalia por la llamada lista Magnitsky.

Serguei Magnitsky, jurista de Hermitage Capital Management, denunció que los funcionarios públicos que investigaban esta empresa estadunidense en Moscú utilizaron documentación confiscada para estafar al Estado ruso por más de 200 millones de dólares.

Los corruptos siguen impunes y el abogado acabó en la cárcel, acusado de evasión fiscal, y murió al no recibir la atención médica que requería. El Congreso de Estados Unidos aprobó una lista Magnitsky, la cual deniega o anula el visado de entrada y congela las cuentas bancarias y propiedades en Estados Unidos de funcionarios rusos que, estima, tuvieron que ver con su muerte.
 
El Kremlin tomó como afrenta la imposición de represalias contra funcionarios suyos y ordenó adoptar medidas de reciprocidad que resultaron risibles, toda vez que elaborar una lista similar de funcionarios estadunidenses que hayan afectado los derechos de ciudadanos rusos es absurdo: no quieren venir ni tienen dinero ni propiedades aquí.
 
Para enmendar la situación, el Parlamento ruso propuso cerrar las organizaciones no gubernamentales del ámbito político financiadas por Estados Unidos y, con el pretexto de que han muerto 19 niños rusos al cuidado de padres estadunidenses, prohibir la adopción, pese a las opiniones contrarias de personalidades y varios ministros, que consideran la medida un balazo en pie propio, dado que los huérfanos serán los principales afectados.
 
 
El núcleo duro del Kremlin se impuso, no obstante que la prohibición se contradice con varios instrumentos, tanto locales como internacionales, que regulan el derecho de los huérfanos a ser adoptados.
 
 
Por lo pronto, la relación bilateral atraviesa por uno de sus momentos más tensos y, en el corto plazo, no se ve ni en Moscú ni Washington la voluntad para apretar otro botón que pudiera anunciar un nuevo y simbólico reinicio.
 
El año perdido entre Berlusconi y Monti
Rossana Rossanda *
Ha bastado que Silvio Berlusconi reapareciese en las pantallas, con el rostro mal estirado hacia arriba –hay límites, sólo sean los de la edad, para recomponerse las facciones–, para que Italia corriese a refugiarse bajo el ala de Mario Monti. O uno u otro, tertium non datur. No son la misma cosa, como sugiere Alberto Burgio, aunque el rumbo que indican es siempre todo a la derecha, pero desde hace tiempo los italianos parecen desacostumbrados a pensar que la distinción entre izquierda y derecha tenga sentido. Hoy no habría más que ese rumbo, indicado por el predominio del finanzcapitalismo, como lo llama Luciano Gallino, muy púdicamente corregido en la reciente cumbre europea... pero el guiño a los evasores fiscales, la primacía de los intereses privados como método de gobierno y vida, alguna broma antieuropea y falsamente popular –“Spread? (la prima de riesgo) ¿Esa quién era?”–, un cierto plebeyismo considerado ingenioso se reconocen en Berlusconi, lo mismo que en Grillo y similares. No yerran del todo fuera al vernos como una perpetua comedia del arte, Polichinela y Arlequín triunfan sobre la estupidez de los demás. Y esa mitad de la gente que no prefiere la astucia se vuelve a una figura que parece más frecuentable por costumbres y decencia.
 
 
Estamos perdiendo demasiado tiempo. Tertium non datur, porque no existe una izquierda suficientemente fuerte para dotarse de una política convincente y distinta de la austeridad. Sin embargo, no significa caer de la sartén del caballero de industria a las brasas del neoliberal de una pieza. Son ya tantas las voces de los expertos que lo advierten: por este camino la Europa del sur está cayendo en un agujero cada vez más profundo, en una crisis de sociedad cada vez menos transitable. Por mucho que se royera bien el gasto público, aun con más energía y equidad que Monti, hasta que no se produzca un giro en la economía, el empobrecimiento de 90 por ciento de la gente continuará hasta límites insostenibles. Ya lo son: el porcentaje de parados en el continente, más del doble en el caso de los jóvenes en busca de empleo, pesa como una losa. En torno a los 4 millones declarados en Francia y más que presuntos en Italia, con al menos otro tanto de precarios y trabajo en negro, sobre todo de mujeres y extranjeros, y la mitad de la fuerza de trabajo que vacila o se encuentra ya bajo el umbral de pobreza. La esponjosidad de la Italia de los años 70 y 80 ya no existe, la diferencia entre rentas del trabajo y del patrimonio, mobiliario o inmobiliario, que revolotea en los mercados mundiales, se ha invertido en favor de los segundos, y no hay rastro de la lucecita que Monti decía adivinar al final del túnel. Los indicios de crecimiento de Europa, ya muy bajos, no aciertan más que a disminuir y hasta el Fondo Monetario Internacional advierte: atención, si no crecéis vais camino del abismo.
 
Y no se trata de pequeños reajustes. Hay que poner freno a la caída productiva y al consiguiente empobrecimiento de la mayoría para reconstituir el crecimiento, distinto del esquema argentino, cuyo tenue aliento está terminando. La verdad es que hay por todos lados una corrección de las previsiones, también China crece menos desde hace algunos años, el rostro económico del mundo es todo un estremecimiento de variantes. Pero no se puede pensar en salvar Europa y su moneda por medio de algunas sabias maniobras del BCE en presencia de un permanente descenso de las mercancías que producir y vender fuera del país y del ejército asalariado que las produce y las compra: no hace falta ser un economista para entenderlo. Habría que recortarle alguna garra más a las finanzas, recuperar algún control sobre el movimiento de capitales (como ha explicado Andrea Baranes), negociar, posiblemente junto a los demás países del sur en vía de asfixia, una razonable prórroga de la deuda, si no su cuantificación, y restablecer un poder político sobre las políticas económicas. Es insensato que Europa se vea privada de todas sus capacidades productivas más importantes en lo que toca al acero (que se trataba de un bien construido con dinero público) para venderlo al millonario indio Mittal, el cual cierra ahora algunos altos hornos conservando la producción de acero de alto valor añadido, sin que los estados puedan defender a los trabajadores que se quedan en la calle, cuya asistencia como parados recaerá sobre ellos. Todo a la espera de que la mano invisible del mercado, socialmente ciego, ofrezca quién sabe dónde y cuándo un puesto de trabajo. Inane idea la de que el continente podía despojarse de los recursos estratégicos: el acero no es una mercancía opcional. ¿Y quién representa a los trabajadores del acero o del automóvil que se quedan sin trabajo? ¿Quién tiene la posibilidad de cambiar sus condiciones? Hasta Alemania comienza a boquear.
 
Publicado por: www.sbilanciamoci.info.
Traducido por: www.sinpermiso.info
* Escritora italiana, cofundadora del diario Il Manifesto
 
 
El fin del mundo y los hombres y mujeres de maíz
Silvia Ribeiro*
El 21 de diciembre 2012 marcó el inicio de un nuevo baktún, un periodo de 394 años solares, según la cuenta larga de los mayas y su sofisticado conocimiento astronómico. En una época donde la cultura dominante banaliza todo, el momento se cargó de significados contradictorios, para algunos el fin del mundo (ante la falta de sentido, el apocalipsis vende), para otros el inicio de una nueva era, o simplemente, un momento de reflexión. Para los pueblos que aún conservan una relación de respeto con la tierra y el entorno, el tiempo es definitivamente mucho más que un sexenio, no es lineal, la memoria colectiva y el horizonte común abrazan el presente, justamente, siempre presentes. 
 
Desde el corazón del mundo maya, la vasta movilización silenciosa y en perfecto orden de más de 40 mil comuneros zapatistas en Chiapas, recordó contundentemente al planeta que ahí siguen, construyendo, creando y resistiendo, mientras el sistema se derrumba. Mensaje callado de enorme resonancia, que como espejo nos devuelve la esperanza, no la que espera, sino la que construye.

Los mayas, escribe Carlos Lenkersdorf, como toda cultura, tienen una historia cambiante a través de los siglos y milenios. La oficialidad y la industria del turismo resaltan de ellos el periodo clásico (aproximadamente del año 300 al 900), épocas de teocracia y fuertes diferencias sociales, que es también cuando se construyeron pirámides y sitios como Palenque, Yaxchilán, Tikal y otros. Esos lugares fueron abandonados cerca del fin del periodo, en lo que muchos investigadores y la historia oficial consideran un colapso de la civilización maya. Pero Lenkersdorf señala que los mayas siguen existiendo y por tanto no colapsaron. Lo que terminó fue la estructura social altamente elitista que existía en ese periodo. Por tanto, se trató más bien de rebeliones de campesinos, que abandonaron esos suntuosos sitios para habitar lugares más adecuados a la vida comunitaria y a la siembra. A través del tiempo, los mayas han seguido resistiendo al sojuzgamiento, así como a los conquistadores –que a diferencia de otras culturas donde había estructuras jerárquicas centralizadas, tuvieron que enfrentarse con la prolongada resistencia de cada región maya, ya que aunque unas fueran derrotadas, las demás seguían resistiendo e incluso las que los españoles consideraban vencidas, se volvían a levantar. “A lo largo de 500 años, desde la llegada de los europeos, no hubo ningún siglo sin levantamiento maya. La ‘guerra de castas’, así llamada por los no mayas y que ocurrió en el siglo pasado, duró unos 50 años. El primero de enero de 1994 es fecha memorable de otro levantamiento maya al terminar el siglo XX. Dura ya años y la problemática de la rebelión no se ha resuelto”, nos recordaba Lenkersdorf y sigue vigente. Complementariamente, Nelson Reed, en La guerra de castas en Yucatán, señala que un detonante crucial de la rebelión en la península fue justamente haberles impedido seguir su vida como campesinos libres y plantar su maíz.
 
Estamos ahora en otra vuelta de la misma tuerca, pero en todo el mundo, incluido el mundo maya: el ataque despiadado a la vida campesina-indígena y a las fuentes independientes de producción de alimentos, bases de su sustento y el de la mayoría de la humanidad. Como resume la demanda de la audiencia sobre Maíz y Soberanía Alimentaria del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP), este ataque se despliega tanto a través del avance sobre sus territorios para acceder a los recursos que existen o puedan plantarse allí (entre otros, maderas, minería, agua, biodiversidad, monocultivos de palma, jatrofa y ahora soya y maíz transgénico) como por la destrucción provocada por los sistemas de infraestructura, carreteras, transporte y energía que éstos y otros desarrollos demandan, o por los desplazamientos a que obligan a sus habitantes destrozando sus medios de vida, sus culturas y sus asambleas, junto a los muchos problemas asociados al crecimiento salvaje de ciudades, basureros, contaminación, marginación.
 
La debacle se puede ver desde muchas aristas y sólo entre todos sabemos todo, como dicen los sabios wixárika. Por el trazado de un mapa colectivo en el TPP. Uno de los puntos de mira paradigmáticos es la destrucción de los sistemas alimentarios independientes, comenzando por la apropiación corporativa de las semillas. Todas las guerras tratan de destruir las fuentes de alimentación del enemigo. Para ello, los transgénicos, con la contaminación inevitable que conllevan y las patentes que criminalizan a las víctimas, son un arma privilegiada. Los conquistadores son ahora empresas transnacionales, que cuentan con ejércitos y gobiernos, para avanzar y defender sus intereses, paliar algunos impactos sociales si les da mejores mercados, o avasallar territorios y reprimir la defensa comunitaria.
 
Y aunque para las trasnacionales los campesinos y la gente en general no somos enemigos sino clientes potenciales (en realidad sólo les interesa la ganancia), apropiarse de las bases de la alimentación les da ambas ventajas: fabricar dependencia y destruir resistencia.
 
 
Pese a los ataques, la alimentación de cerca de 70 por ciento de la humanidad sigue estando en manos de la agricultura campesina y de pequeña escala, de pescadores artesanales, recolectores, huertas urbanas. En todas partes, las luchas se siguen tejiendo, en silencio a veces, en estruendo otras, mientras los hombres y mujeres de maíz siguen sembrando y el baktún apenas comienza. Tejiendo también culturas, dicen los indignados: no es que avancemos poco, es que vamos muy lejos.
*Investigadora del Grupo ETC

No hay comentarios:

Publicar un comentario