Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

sábado, 29 de diciembre de 2012

Deuda pública sin control- Nuevo sexenio y cambio de página- Desarrollo: causa de las migraciones

Deuda pública sin control
En el más reciente Informe sobre finanzas y deuda pública, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público exhibe datos alarmantes sobre el manejo del endeudamiento gubernamental durante el sexenio de Felipe Calderón: en ese periodo la deuda interna creció en más de 2 billones de pesos –lo que equivale a un incremento de 168 por ciento– y actualmente se ubica en 3 billones 567 mil 800 millones de pesos; la externa, por su parte, registró un alza de 146.6 por ciento, al pasar de 49 mil 919.1 millones a 123 mil 100 millones de dólares. En conjunto, ambos indicadores colocan los débitos del gobierno federal en un máximo histórico de 5 billones 170 mil millones de pesos, considerando el arbitraje promedio actual de la divisa.
 
La difusión constituye un desmentido al manejo responsable de las finanzas públicas en la pasada administración federal, alegato que constituyó uno de los ejes centrales del discurso oficial, e incluso un instrumento de golpeteo político en contra de opositores partidistas: baste recordar los frecuentes reclamos y las críticas formuladas por la pasada administración federal y su partido al crecimiento de las deudas públicas en entidades y municipios gobernados por el PRI o el PRD.

Por añadidura, el desmedido enduedamiento del gobierno federal entre 2006 y 2012 es particularmente injustificable, si se toma en cuenta que dicho fenómeno no tuvo un impacto favorable en la mejora de los servicios públicos; en el cumplimiento de las obligaciones del Estado en materia de seguridad, salud, vivienda, empleo y educación; en estímulos a la economía real y las actividades productivas, ni en mejoras a la calidad de vida de las personas. Al contrario, el referido periodo coincide con un deterioro pronunciado en las condiciones de subsistencia de las mayorías; con un alza en el déficit de empleos y un crecimiento exponencial de la informalidad; con el encarecimiento injustificable de tarifas y servicios públicos, empezando por el de los energéticos; con la persistencia del patrimonialismo y la opacidad en la conducción de los recursos públicos y con una explosión sin precedentes en la violencia, la inseguridad y los atropellos a los derechos humanos.
 
Por otra parte, en un momento en que el mundo parece enfilarse a nuevos abismos de debacle económica, como resultado del incremento desmedido en deudas públicas de naciones europeas y de la falta de solución al llamado precipicio fiscal en Estados Unidos, el crecimiento descontrolado de los débitos gubernamentales en nuestro país es un dato nada alentador. Por más que los niveles de endeudamiento gubernamental en México siga sin ser comparables con los de naciones como Grecia, España y Portugal, el desaforado crecimiento de los pasivos del gobierno, la discrecionalidad y falta de control con que se suele manejar los recursos públicos y la ausencia de mecanismos efectivos de rendición de cuentas hacen pensar que el país podría enfrentar en el futuro escenarios de pesadilla, similares a los que vivió en décadas pasadas o a los que padecen en estos momentos las referidas naciones europeas.
 
Es necesario que los encargados del manejo económico del país corrijan esa tendencia y esclarezcan plenamente las razones del crecimiento exorbitante en el endeudamiento público. De lo contrario, el próximo ciclo recesivo de la economía mundial –es un hecho que ocurrirá, tarde o temprano– se posarán sobre un país mucho más débil que el que enfrentó la última crisis financiera hace tres años, y los saldos en materia económica y social serán mucho más devastadores.
 
 
Nuevo sexenio y cambio de página
Enrique Calderón Alzati
Con el propósito de oxigenar el cerebro y dejar atrás la pesadilla del sexenio de Felipe Calderón, el más desafortunado y trágico para nuestro país, del que tengo memoria, decidí realizar un viaje con mi familia por la península de Yucatán; en él nos acompañó nuestra nieta más joven, Martina, de 9 semanas, la experiencia resultó extraordinaria, haciéndome posible el renacimiento de la esperanza por el futuro, al encontrarme con un país lleno de encanto, de misterio y de recursos naturales, con una historia larga y ejemplar, pero sobre todo, de gente orgullosa de lo que hace, de su presente y de su pasado, gente buena y amable, que vive de manera austera, trabajando y preparándose para el futuro.
 
De manera especial, la belleza de las playas y de la selva de Campeche me impresionaron profundamente al igual que su ciudad capital, la visita a las viejas ciudades de Ezdna y de Uxmal, constituyeron el clímax de nuestro corto viaje; como en todos los casos de visitas anteriores a estos sitios sagrados, la grandeza de las civilizaciones mayas se nos reveló en todo su esplendor, en medio del silencio milenario del atardecer, amplificado sólo por el canto y el aleteo de las aves, llamando a la reflexión en torno al futuro, haciéndonos pensar en todo lo que podemos y necesitamos hacer, en materia de educación, de salud, de justicia social, de conocimiento y de promoción de nuestras culturas.

Decidimos no visitar Chichén Itzá, ante la perspectiva de encontrarnos con la multitud de visitantes venidos no sólo de nuestro país, sino de muchos más, atraídos por el supuesto fin del mundo, producto de la publicidad y la idiotez, respuesta fácil de quienes viven sin entender lo que sucede en su entorno, ni les interesa entenderlo más allá del sensacionalismo del momento.

Regresamos del viaje con la mente despejada y con los ánimos redoblados para seguir luchando por un futuro mejor, como producto de una nación diferente a la que hoy somos, pensando que para ello era necesario primero, cerrar las páginas referentes al gobierno de Felipe Calderón y su estela de irresponsabilidad, para orientar nuestra atención a lo que hoy tenemos, y desde una posición crítica, estudiar las acciones del nuevo gobierno, con el propósito de contribuir a cambiar el rumbo, que por muchos años ha llevado al país a las condiciones de deterioro económico, social, institucional y ético que hoy padecemos.

En los últimos meses del año que termina, dediqué mis artículos escritos en este nuestro diario, a criticar las acciones y posiciones del gobierno y especialmente de sus dirigentes, comenzando por el Presidente, aparentemente sin lograr que este se inmutara en lo mínimo. Cierro esta página convencida de que ese hombre debe ser juzgado por sus crímenes contra el pueblo de México, y de que mientras ello no suceda, las heridas que ha dejado, no podrán cicatrizarse debidamente.

No abrigo muchas esperanzas de que el gobierno actual lo llame a cuentas, luego de la impunidad de que han gozado todos sus antecesores, y de la sospecha de que el proceso se repetirá nuevamente hoy, como confirmación de que el acceso al poder, de quienes hoy nos gobiernan, sólo fue posible gracias a las acciones y omisiones de ese hombre nefasto, a partir de un pacto secreto que le asegurara el olvido total de la justicia, para todas y cada una de sus acciones violatorias de la Constitución y de las leyes vigentes.
 
En una página de Internet con la dirección electrónica www.tribunalciudadano.mx que creamos unas semanas antes del fin del sexenio, un grupo de amigos convocamos a la sociedad primero a enviar las denuncias y acusaciones que tuvieran a bien, con objeto de integrar un expediente de las graves faltas cometidas por el entonces presidente, con objeto de generar un veredicto que pudiese ser puesto a votación ante la ciudadanía misma.
 
Ello nos permitió generar un veredicto que incluía las pruebas y argumentos para señalar a Felipe Calderón como responsable del delito más grave, del que puede ser juzgado un presidente, el de traición a la patria; el veredicto fue publicado en la página electrónica del tribunal, para hacerlo del conocimiento de la sociedad, una semana antes del cambio de gobierno. El tiempo para el juicio había pasado, la atención de la ciudadanía miraba ya para otra parte y el número de votos llegó apenas a los 352, con 331 votos a favor del veredicto, 13 en contra y 8 anulaciones. La experiencia lograda nos indicó que el recurso era válido y el medio adecuado, lo único que habría que modificar eran los tiempos, ninguna duda nos quedó sobre la importancia que este instrumento tendrá en el futuro, para utilizarlo todas las veces que sea necesario.
De esta manera, pretendo cerrar el tema que me ha venido ocupando a lo largo de 2012, para abrir un nuevo capítulo sobre el país que necesariamente tenemos desde ahora, esperando y deseando un cambio por el bien de todos; lo hago pensando en iniciar una página nueva y distinta de las que nos ha tocado vivir en los tiempos recientes, no obstante que desde ahora el nuevo gobierno ha empezado a dar señales que resultan inquietantes, junto a otras que constituyen compromisos muy serios que de cumplirse significarían un cambio crucial y positivo para el país en su conjunto.
 
Sin embargo, las críticas a esos proyectos no se han hecho esperar, los argumentos que las respaldan son tan sólidos, como cuestionables fueron los recursos empleados para acceder al poder por el grupo que ahora nos gobierna, quizás los primeros cien días de este nuevo gobierno nos puedan dar una mejor idea de lo que podemos esperar de él, por ahora me limito a desear a todo el pueblo de México y de manera particular a los lectores de La Jornada, un año 2013 de esperanza, de prosperidad y de bienestar.
 
Desarrollo: causa de las migraciones
Carlos Soledad
La ilusión del desarrollo para todos nunca llegó, fue una mentira. En el libro colectivo Diccionario del desarrollo. Una guía del conocimiento como poder (Sachs, 1992) varios pensadores radicales clausuraron la era del desarrollo, la sepultaron para siempre. Inspirados por la crítica a la cultura del progreso del filósofo e historiador Iván Illich denunciaron los mecanismos perversos de este paradigma como una carrera hacia el precipicio.
 
El desarrollo es un concepto polisémico –crecimiento, progreso, modernización– con apellidos a la medida –económico, sostenible, alternativo, humano– siempre positivo para multitud de académicos, teóricos e incluso activistas sociales. En el mundo real, como indica Gustavo Esteva, éste sólo está presente en unas cuantas naciones ricas o en las élites de las naciones empobrecidas y eso sí, siempre se genera a costa del resto. El desarrollo sólo lo obtienen unos cuántos, está cimentado en fuertes relaciones de poder y es el responsable de la crisis ambiental.

El destacado sociólogo Immanuel Wallerstein ha evidenciado el importante debate en la izquierda entre los promotores de éste modelo y aquellos que lo consideran la forma de operar del capitalismo, el origen de todos los males (La Jornada, 26/02/11). Una profunda reflexión y toma de partido al respecto es imprescindible, urgente. Con el argumento de la crisis, las fuerzas de la derecha están logrando mercantilizar todas las esferas de la vida.

El análisis de los movimientos migratorios contemporáneos puede ofrecer luz a esta discusión. A pesar de la influyente y masiva información generada por organizaciones globales como las Naciones Unidas, la Organización Internacional de las Migraciones, gobiernos de todos los colores, organismos de financiación internacional y estructuras regionales como la Unión Europea respecto a las bondades de las migraciones como promotoras del desarrollo; una mirada científica centrada en la inversión del vínculo, es decir, en el desarrollo como promotor de las migraciones forzadas, provee de importantes y alternativas conclusiones.

Para los investigadores de las migraciones Raúl Delgado Wise y Humberto Márquez, el enfoque de la migración como promotor del desarrollo no toma en cuenta las relaciones asimétricas entre países y sobre todo la descomposición económica, social, cultural y poblacional ocasionada por la dinámica capitalista actualmente en su faceta de globalización neoliberal. Por tanto, si tomamos al desarrollo como la variable independiente que genera las migraciones, el modelo de desarrollo realmente existente es el neoliberalismo y su efecto las migraciones forzadas.
 
En países donde se originan las migraciones, está bien documentado como el desarrollo ha clausurado las opciones de vida de millones de personas obligando a la migración forzada. En países receptores, la ayuda al desarrollo –excepto en contadas experiencias honrosas– ha sido la coartada perfecta para reforzar el sistema neocolonial.
 
En 1997 en el ámbito europeo, Sami Naïr introdujo el concepto del codesarrollo como: una propuesta para integrar inmigración y desarrollo de forma que ambos países, el de envío y el de acogida, puedan beneficiarse de los flujos migratorios. Es decir, es una forma de relación consensuada entre dos países de forma que el aporte de los inmigrantes al país de acogida no se traduzca en una pérdida para el país de envío.
 
Dos años más tarde, la Unión Europea incorporó el codesarrollo en la Cumbre de Tampere como modelo preferencial para vincular movimientos migratorios y desarrollo. Sin embargo, la propuesta fue rápidamente traicionada inclinándose hacia la construcción de la Fortaleza Europea que cada vez más condiciona su ayuda al desarrollo con países de origen al control de la migración ilegal, a la firma de tratados de repatriación y a la penetración de empresas europeas, como en el caso del segundo Plan África del Estado Español.
 
Uno de los casos más vergonzosos ha sido el acuerdo de cooperación bilateral entre Berlusconi y el ex dictador Kadafi –antes de la demonización por parte de la prensa internacional–, quien a cambio de 3,564 millones de euros para infraestructura, accedió a continuar realizando el trabajo sucio para los gobiernos europeos en materia migratoria. El intercambio se realizó a pesar de las advertencias realizadas por organizaciones como Human Right Watch y Afvic, denunciando importantes violaciones a los derechos humanos como arrestos arbitrarios y torturas en los centros de internamiento libios (El País, 11/06/09).
 
En estas circunstancias, salir de la ruta del neoliberalismo y de la mentira del desarrollo en países de origen y por tanto en México es un imperativo. Sabemos que el cambio no vendrá de arriba. Las luchas migrantes y su articulación con otros movimientos antisistémicos del país y del extranjero son un contrapoder indispensable en esta labor.

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