Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 19 de diciembre de 2012

ASTILLERO- El fin del mundo, según el apocalipsis maya- Juicio final sobre el dinero-La canija herencia

Astillero
Gabinete es destino
Todo para ganadores
Mexiquenses al alza
Pagar con delegaciones
Julio Hernández López
Foto
SEGURIDAD. Ante la visita de hoy del presidente Peña Nieto al estado de Guerrero y por el inicio de vacaciones, elementos de la Policía Federal han reforzado la vigilancia en Acapulco y Chilpancingo
Foto Notimex
 
Enrique Peña Nieto no ofreció un gabinete que generara socialmente expectativas de mejoría, sino uno que le garantizara fidelidades regionales, pago de favores recibidos en campaña y un ejercicio faccioso del poder, sin pluralidad ni guiños cuando menos esperanzadores.
 
Colocó de entrada a sus virtuales vicepresidentes en las posiciones más que sabidas: Miguel Ángel Osorio Chong en el manejo político y policiaco desde una intencional supersecretaría de Gobernación, y Luis Videgaray como secretario de hacienda con múltiples tentáculos más allá de ese ámbito, como, por ejemplo, la jefatura de la oficina de la presidencia que ocupa Aurelio Nuño, un subordinado del mencionado Videgaray.
 
Luego formó un segundo nivel operativo, con pretensiones de guerra política. Resucitó a Emilio Chuayffet para aprovechar su historia de confrontaciones con Elba Eshter Gordillo y darle una mayor fuerza escénica a las escaramuzas programadas para escenificarse con el SNTE y Elba Esther Gordillo como adversarios concertados. También rehabilitó a Rosario Robles para convertirla en ariete contra López Obrador y Morena, con un proyecto de asistencialismo electoral dirigido por el salinismo solidarista que pretende rebasar al pejismo por la izquierda. En la PGR puso a un duro entre los duros, a otro hidalguense, Jesús Murillo Karam, que practica un discurso que puede parecer aterciopelado pero que encierra una práctica de hierro. Y para comandar la policía federal y administrar la herencia de Genaro García Luna tomó al jefe de policía de Marcelo Ebrard, el mismo que AMLO había propuesto para la secretaría federal de seguridad pública, y lo transformó en instantáneo engranaje de una nueva maquinaria priísta.
 
En el rubro de pagos políticos colocó en primer lugar a la sobrina de Carlos Salinas de Gortari, a Claudia Ruiz Massieu, en la secretaría de turismo. Al coahuilense Enrique Martínez y Martínez, un político que parecía ir de salida, que había sido delegado del PRI en los inicios del peñismo, lo instaló agradecidamente en la secretaría de agricultura. A un político disciplinado, yucateco, Jorge Carlos Ramírez Marín, lo colocó en la desvaída secretaría de la reforma agraria. Y al obediente Pedro Joaquín Coldwell, que ocupó la presidencia del PRI para que el peñismo pudiera ejercerla, la secretaría de energía.
 
Pero la ubicación de Joaquín Coldwell forma parte de otro diseño, el de los destinados a las maniobras que abran paso a los grandes negocios, sobre todo en cuestiones energéticas. A Emilio Lozoya, hijo de un compañero de estudios y posteriores actividades políticas de Carlos Salinas, lo envió a Pemex y no a la secretaría de relaciones exteriores a la que parecía estársele encaminando. A la SRE, por su parte, mandó a alguien sin experiencia diplomática (como Joaquín Coldwell en cuanto a energía) pero con clara visión económica, como es José Antonio Meade Kuribreña, enviado de SHCP a la SRE.
 
Visto en conjunto, el gabinete de Peña Nieto es una clara confesión de intenciones. No se buscaron personajes con reconocidas cartas de especialidad en las carteras que iban a ocupar e incluso se instaló en varias de ellas a políticos sin pizca de conocimiento de sus nuevas atribuciones. Si gabinete es destino podría decirse que con esas cartas es previsible un juego sexenal tramposo, sin preocupación por las formas, concebido para hacer ganar siempre a la casa y atento solamente a las necesidades, intereses y planes de la cúpula gobernante que pareciera ocupada solamente por dos o tres personas: el actual ocupante de la silla, un ex ocupante del mismo puesto y un poderoso empresario televisivo.
 
Las preocupantes características del equipo de trabajo de Peña Nieto se agravan al revisar los nombramientos de subsecretarios, oficiales mayores y otros cargos de importancia. Ex gobernadores caídos en desgracia han sido allí reavivados, famas no de dudosa sino de contundente turbiedad son desempolvadas sin que asome siquiera una caritativa intención de aparentar que hay cierto barniz de móviles nobles en tales designaciones más bien denotativas de rapacidad grupal.
 
Otro detalle significativo es el regionalismo apabullante que en aras de presuntas fidelidades de paisanaje han llevado a instalar en cargos de índole nacional, necesitados de perfiles con experiencia amplia, a políticos de brillo mexiquense, en una transferencia sin recato de cierta clase política de la entidad natal del ahora ocupante de Los Pinos al organigrama federal.
 
 
El conjunto de indicios negativos habrá de descargarse hacia las entidades federativas con el nombramiento de delegados de secretarías y organismos descentralizados. El panismo, con Fox y con Calderón, asaltó sin pudor esos cargos para instalar a sus correligionarios carentes de carrera burocrática y experiencia en el ejercicio del gobierno. Lo sucedido fue atroz: malos resultados administrativos y una corrupción extendida. Pero con el priísmo es lo contrario: conocimiento profundo de lo que debe hacerse para usar esos puestos para enriquecimientos personales y grupales y para contiendas electorales. En este nivel, el de las delegaciones federales, se reflejarán muchos de los pagos a la clase media del priísmo militante, con los grandes caciques regionales como gestores de los cargos y garantes de que sean usados para los propósitos del grupo en el poder.
 
 
Mientras tanto, en Chiapas siguen los ajustes de poder. Manuel Velasco Coello sufrió maltrato político en el lapso en que fue gobernador electo, frente a un Juan Sabines que parecía no tener noción de que ese poder avasallante tenía un término y que llegado éste las posibilidades de abuso desde el poder cambiarían de usuario. Desde el endeudamiento del estado hasta la pretensión de mantener en los cargos a seguidores personales de él, Sabines fue llenando de ingredientes oscuros esa relación política. En una entidad políticamente inestable, llena de historias de venganzas políticas grupales, con ex gobernadores perseguidos en cuanto dejan el poder, hay expectativa por saber lo que hará Velasco respecto al retador y desbocado Sabines. ¡Hasta mañana!
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El fin del mundo, según el apocalipsis maya
Bernardo Barranco V.
Científicos, astrónomos e investigadores han rechazado la idea del fin del mundo, supuestamente vaticinada por los mayas entre el 21 y el 23 de diciembre próximos. En diferentes partes del mundo han centrado su atención y preocupación por las predicciones de una cultura mesoamericana importante, de la que recién se repara en su existencia y legado. El pánico ha crecido moderadamente en algunas regiones del planeta. Por ejemplo, en Rusia, tuvo que salir el primer ministro, Dimitri Medvedev, a desmentir la información de cataclismos y calmar a la inquieta población. En China también se han sucedido compras de pánico y las autoridades han perseguido a una secta de origen cristiano llamada Iglesia de Dios todopoderoso, que persuade a sus miembros a entregarle todos sus bienes para prepararse para el apocalipsis que, según ellos, se acompañará de la segunda llegada del Mesías, en forma de mujer china. Compras de víveres, construcción de refugios que soporten hecatombes y maremotos, así como las reservaciones en la Riviera Maya están al tope esos días, ya que al parecer florece el turismo apocalíptico de aquellos ciudadanos que quieren ver el fin del mundo en primera fila.
 
 
Más que las hipotéticas predicciones mayas, lo que me parece notable es la predisposición de la cultura occidental a las calamidades y a la idea del próximo fin de los tiempos vía la fatalidad y la tragedia. Desde el año 2000, con el advenimiento de un nuevo milenio, la cultura occidental parece fascinada por la idea del apocalipsis y el acaecimiento de una catástrofe inminente. Si bien es un tema presente en casi todas las religiones y civilizaciones, Occidente ahora juega con la idea sicológicamente suicida del fin del mundo, es decir, un estado de espera del fin de los tiempos, una especie de vigilia por el apocalipsis. Los desastres naturales, como el reciente devastador huracán Sandy en Nueva York, las crisis financieras como las que ahora azotan Europa, las coberturas dramáticas de las masacres, fuerzas caóticas, inquietantes y amenazadoras acechan y condensan una sentencia: hay temores y alarma, pero al mismo tiempo anhelos de cambios profundos, de fuertes sacudimientos de época. Antes era la amenaza nuclear, ahora es la ecológica. En ambos la humanidad es responsable del desenlace. Sin duda grupos religiosos inciden, especialmente los milenaristas, sin embargo, el suceso colectivo va más lejos y tiene una fenomenología más compleja. La noción apocalíptica de la historia viene del cristianismo y una noción lineal de la historia. Efectivamente el cristianismo emerge del fin del mundo helénico y de la noción de la historia como concepto rectilíneo que oscila entre la redención y la salvación. El libro del apocalipsis como revelación y profecía de la llegada del Mesías, por tanto, de la discontinuidad dramática de la historia. La escatología es el juicio final como apunta Malcom Bull en su libro compilado: La teoría del Apocalipsis y los fines del mundo, Fondo de Cultura Económica, 1998.
 
En contraparte la cultura maya tiene una noción circular del tiempo, lo que significa que la historia en algún momento se repetirá o se recrea. Por ello, es improbable una profecía sobre el fin de los tiempos en el calendario maya. Como señala Patrick Johansson, profesor del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), tenemos en primer lugar un problema epistemológico de un mundo como el nuestro que quiere entender un mundo radicalmente distinto como el mesoamericano prehispánico. Y sobre todo, la noción sagrada del tiempo circular de los mayas y la incorrecta yuxtaposición judeocristiana del devenir. La supuesta profecía maya del fin del mundo se originó a partir de una lectura errónea de una inscripción hallada en un bloque jeroglífico incrustado en un muro, conocido como el Monumento de Tortuguero, en el estado de Tabasco, sureste del país. Esta interpretación viene desde los años ochenta. Por tanto, las predicciones mayas son el resultado de aseveraciones que no están basadas ni en la cultura maya propiamente ni en la ciencia, en particular de la astronomía.
 
Rigoberta Menchú, en reciente conferencia en la sala Mayamax del Gran Museo del Mundo Maya, en Mérida, se quejó de la manipulación de una cultura que sigue viva y demanda respeto. Concretamente habla de sincretismos mercantiles y de lecturas supuestamente científicas de antropólogos particularmente mexicanos. Los mayas representan una cultura sofisticada en los cálculos y observación astronómica, su manejo depurado de la matemática, inventaron el número cero que le permitía conservar una noción mística del tiempo ligado a la producción agrícola. Por ejemplo, en los equinoccios, los alineamientos solares durante marzo y septiembre, los mayas expresaban que la serpiente de luz y sombra que baja por la pirámide durante estas fechas anuncia el tiempo de preparar la tierra para plantar el maíz. La serpiente es la conexión entre el cielo y la tierra, y trae la energía del sol a la tierra para la siembra en la perspectiva religiosa marcada por el animismo que vinculaban sus dioses con la naturaleza.
 
Más allá del exótico masoquismo occidental, las profecías mayas de diciembre han favorecido en el mundo entero el conocimiento de la extraordinaria cultura maya y sus legados importantes. Coincido con la protesta de Juan Villoro, importa más el actual y cotidiano apocalipsis maya, envuelto en la miseria, la exclusión y la injusticia de cientos de comunidades indígenas que los vaticinios catastrofistas. El fin del mundo se presenta como realidad cotidiana al postergado indígena maya de nuestros días. Continúa el relegamiento, a pesar del levantamiento armado de 1994, ahí sólo reivindicaban los derechos de los pueblos indios y la dignidad de su cultura. Sin embargo, parecemos empecinados en desaparecerlos y ser los verdaderos ejecutores del fin de su mundo.
 
 
 Pasatiempo-Helguera
Juicio final sobre el dinero
Alejandro Nadal
En 1969 se llevó a cabo un juicio único en los anales de la historia económica. El caso enfrentó a un ciudadano común y corriente contra un banco. El objeto del litigio y el veredicto deberían cambiar para siempre nuestro pensamiento sobre el dinero, la crisis actual y el portentoso poderío de los bancos.
 
En 1964 el señor Jerome Daly recibió un crédito hipotecario del First National Bank of Montgomery (en Minnesota, Estados Unidos) por 14 mil dólares. Cuando Daly se atrasó en sus pagos el banco quiso cobrarse con la casa. El litigio acabó en un juzgado del condado de Credit River, nombre cargado de una bonita ironía. El señor Daly argumentó que en todo contrato deben existir contraprestaciones, y si bien él había dado su casa en garantía hipotecaria el banco no había ofrecido ninguna contraprestación. Por tanto, el título hipotecario debía ser considerado nulo de pleno derecho y debía negarse la pretensión del banco de adjudicarse la casa.
 
Para demostrar que el banco no había ofrecido una contraprestación, Daly alegó que el banco no poseía el dinero de la hipoteca y que dicha suma había sido creada de la nada en el momento de autorizarse el crédito. Es decir, al acreditar en su contabilidad que se otorgaban 14 mil dólares al señor Daly, el banco había creado dinero y no lo había sacado de un activo preexistente. En otras palabras, el banco no acudió a su bóveda para retirar esa suma en billetes para prestársela al señor Daly.
 
Un testigo clave le dio la razón. En el proceso fue llamado a declarar el señor Lawrence Morgan, presidente del First National Bank of Montgomery. En su testimonio declaró que, en efecto, su banco había creado íntegramente los 14 mil dólares al inscribir una entrada en su contabilidad acreditando dicha suma al señor Daly, tal como si éste hubiera realizado un depósito por esa cantidad. En las curiosas palabras del funcionario del banco, tanto el dinero como el crédito comenzaron su existencia cuando fueron creados de esta forma.
 
El señor Morgan admitió frente al juez que al otorgar un préstamo su banco aceptaba un pagaré o una garantía a cambio de acreditar la suma en la cuenta del deudor. Nada de esto modificaba el monto de las reservas, aunque sí cambiaban los depósitos (porque habían sido creados por la apertura del crédito). Todo esto quiere decir que el banco no ofreció en contraprestación algo que le pertenecía. Sólo hizo una inscripción en su contabilidad.
 
En su veredicto el jurado determinó que el contrato hipotecario era nulo, porque carecía de una contraprestación legítima por parte del banco. En consecuencia, la pretensión del banco de adueñarse de la casa del señor Daly carecía de bases legales. La sentencia dio la razón al señor Daly, y éste pudo conservar su casa.
 
Las implicaciones de este juicio son de gran relevancia en los tiempos que corren. Lo que dicen el veredicto y el testimonio del funcionario bancario es que cada vez que un banco otorga un crédito, ya sea hipotecario, de consumo, en tarjeta de crédito o para un inversionista, en realidad no está prestando una cantidad de dinero que previamente estaba en su posesión. Está creando dinero de la nada. Ya sé que eso le parece difícil de creer a una persona que lleva escuchando toda su vida cómo los bancos prestan el dinero de los ahorradores. Pero si consideramos cómo funciona un banco podemos ver que el fallo en el juicio Daly vs First National Bank of Montgomery es apegado al funcionamiento del sistema bancario en una economía monetaria.
 
Un banco no funciona como una zapatería. Si usted solicita un crédito, el gerente del banco no va a verificar si todavía le quedan depósitos en el almacén para entregarle el monto solicitado. Cuando le autoriza un préstamo le abrirá una cuenta en el banco y usted podrá verificar que tiene un saldo a su favor, tal como ocurriría si usted hubiera ido a depositar el dinero en el banco. Y si este ejemplo no le acaba de convencer, imagínese cómo funciona el préstamo que le otorga el banco cuando usted dispone de una tarjeta de crédito. ¿Verificará el banco que todavía les quedan depósitos para autorizar cada transacción?
 
Lo anterior no significa que no hay gente que acuda a depositar algunos ahorros en un banco. Pero sí quiere decir que la rentabilidad de los bancos no viene de prestar esos depósitos.
 
 
Pasando a la crisis: los bancos alemanes no prestaron a los griegos y españoles los ahorros del pueblo alemán, simplemente aprovecharon una coyuntura para generar una burbuja inmobiliaria con su capacidad de creación monetaria y recogieron las ganancias mientras se pudo. Al llegar la crisis reclamaron el pago y el rescate, igual que el First National de Montgomery. Al igual que el señor Daly, pero con más razón, los pueblos europeos deben rechazar la maniobra que hoy les reduce a la condición de esclavos de los bancos. Esto es especialmente relevante hoy, que se incrementan los suicidios por desalojos hipotecarios.
 
Al banco le conviene que usted esté en deuda. ¿A usted le conviene que los bancos puedan crear dinero de la nada?
 
 Migrantes-Ahumada
La canija herencia
Luis Linares Zapata
En sólo 15, incipientes y prometedores días, Peña Nieto ha logrado lo que muchos dudaban o ponían a resguardo: someter al más pintado de los priístas escépticos a su voluntad. Nada se diga de aquellos modosos oponentes de la izquierda domesticada o la derecha clerical convenenciera que, añorando sus antiguas y arraigadas pulsiones, mantuvieron, durante los 12 años de ineficiente panismo, el subyugado recuerdo de lo que se llamó el coágulo del poder.
 
 
Ese madamás que, desde Los Pinos o, mejor dicho ahora con mayor prosapia, desde Palacio Nacional, desgranará sobre la nación entera sus inapelables dictados. El peso de toda una cultura política autoritaria, la canija herencia, asoma sin tapujos su rostro deforme. El mero titular ya está en acción, de cuerpo entero y con voz modulada, presto a introducir ante la muchedumbre expectante las ansiadas esperanzas de paz, progreso y concordia entre los hombres y mujeres de buena voluntad. Mientras tanto, ordena su administración para concentrar en su persona y oficina las decisiones clave y la estrategia general. Por necesaria derivada, las consecuencias le serán, también, a él atribuidas o reclamadas.
 
Nada ha sido improvisado. Cada pieza del escenario, palabras y entonaciones, han sido cuidadosamente calculadas. Gestos, ademanes y rostros han aparecido ante las teleaudiencias, ante los oyentes y lectores, envueltos en toda una parafernalia convincente, no sólo de pasable gusto, sino apropiada al momento inaugural de una pretendida época de concordia.
 
El aparato de convencimiento social trabajando tal como lo mandan los cánones actuales de la persuasión: a pleno vapor, coordinado centralmente y con clara ruta hacia el futuro. Nada ha salido del cuarto de mando sin haber pasado por una cuidadosa mano comunicacional. Todo un depurado estilo a la disposición de un gobierno pretendidamente eficaz que incluyó, entre muchos toques distintivos y detalles adicionales, el ahora obligado paseo por los salones y corredores de palacio. Después se analizarán los costos en que se incurra, aunque se anticipa que serán de cuantía. El tiempo apremia y el montaje del cambio por venir hay que dejarlo atrancado con la premura que exige un auditorio incrédulo y exasperado.
 
Las piezas del rompecabezas han sido, hay que repetirlo, cuidadosamente puestas en el lugar correspondiente. Todos a una, los priístas ya saben que, como antes, el poder está depositado allá, en esas lejanas alturas a las que pocos, muy pocos por cierto, tienen acceso directo. Y desde esas alturas, desde ese lugar tan enrarecido como concentrado, habrán de emanar los dictados, las señales, las líneas a seguir. Los retobos u oposiciones serán castigados sin contemplaciones. A veces se hará con muestras inequívocas de fatigas del ánimo presidencial o de los ujieres cercanos, otras veces con el ostracismo o, también, con los anatemas lanzados por los muchos amanuenses difusivos.
 
Todos los priístas, en el ámbito cotidiano y sin cabida para que, por ahora al menos, cristalicen las dudas de renegados, hablan, sostienen y esparcen con seriedad forzada, que un nuevo ambiente se ha introducido en el país. Quince días han sido suficientes para bordar las reglas básicas, el gran compendio de los decires y los comportamientos de la eficacia. Los deberes, tanto los sutiles como los expuestos con ruda crudeza, ya pueden ser atendidos, hasta juzgados si se quiere actuar sobre el filo de la navaja. Reformas, acuerdos negociados, firma de pactos, nombramientos de cercanos y políticas de Estado se han ido sucediendo en armónico y apresurado compás. Eso sí, hay una ausencia cada vez más notoria en este panorama de armonías fabricadas: la discusión, el debate, la tediosa, prolongada y penosa formación de consensos y disensos: la mera sustancia de la democracia. Acá, lejos de la cúspide, casi intocadas por la persuasión montonera, siguen presentes el desasosiego, las cortedades del ingreso, el endeudamiento, las carencias alimentarias, la pobreza, la desconfianza, el miedo, la cerrazón de horizontes, la mermada esperanza, los corajes por la desigualdad creciente. Todo ese manojo de consecuencias, apiladas sobre otros faltantes anteriores y agravadas durante los ya casi 30 años de vigencia del modelo productivo y de gobierno en boga.
 
El presupuesto anual a ejercer –casi 4 billones de pesos– se forma, en efecto, por una montaña de recursos. Bien empleados servirían de palanca para empujar el ansiado crecimiento e iniciar el proceso de enderezar las deformaciones actuales que se padecen. No se podrá darle tal orientación y uso. A lo mucho se podrá, según la versión oficial, sostener el estado actual de cosas con todas sus carencias, distorsiones e incapacidades a cuestas. Setenta por ciento de los trabajadores formales seguirán recibiendo menos de cinco salarios mínimos. La otra gran porción de trabajadores, los informales, seguirán recibiendo 35 por ciento menos que sus coterráneos. Y la línea de pobreza alcanzará a 60 por ciento de los mexicanos. La concentración en las capas superiores (dos de ellas) de la pirámide de ingresos, seguirá su manía concentradora y acaparará alrededor de 70 por ciento del total. Y esta realidad es, sin duda alguna, la piedra angular de toda la problemática nacional. Una realidad intocada por el cambio de las percepciones comentada arriba. Nadie solicita una cura instantánea, pero sí la señal de que la compostura está en camino y de que hay la voluntad de perseguir tal imaginario.
 
 

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