Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 2 de enero de 2013

2013

2013

Por: Redacción / Sinembargo - enero 1 de 2013 - 0:00
Casa de citas - 8 comentarios
Winston Churchill se puso de pie. Era el 13 de mayo de 1940. La Cámara de los Comunes de la Gran Bretaña se convulsionaba y exigía, sumida en la mezquindad, acuerdos políticos. No simpatizaba con el nuevo hombre fuerte del imperio. Pero el Primer Ministro sabía que el enemigo no estaba allí, sino en otra parte. El Tercer Reich amenazaba. La tragedia sacudía al mundo.
 
Churchill no improvisó. Orador gigante, consciente del papel que le tocaba jugar en la historia, tomó una frase de Guiseppe Garibaldi en su marcha sobre Roma, una que ya había sido utilizada por Theodore Roosevelt el 2 de junio de 1897, en el Colegio de la Marina de Guerra de los Estados Unidos, cuando era Subsecretario de Marina.
  
“No tengo nada más que ofrecer sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”, dijo.
 
La frase, en voz de Churchill, cargaba dramatismo y una alta dosis de sinceridad. Era una frase con sabor amargo, pero también con generosa esperanza. Por eso este discurso íntegro es considerado, hasta nuestros días, como una lección de honestidad política, de grandeza, arrojo y valentía.
  
La adversidad está enfrente, decía Churchill, pero estoy decidido a dar todo para sobrellevarla. Todo.
Pues con este discurso empezamos el año.
¡Feliz 2013!
Debemos recordar que estamos en las fases preliminares de una de las grandes batallas de la historia, que nosotros estamos actuando en muchos puntos de Noruega y Holanda, que estamos preparados en el Mediterráneo, que la batalla aérea es continua y que muchos preparativos tienen que hacerse aquí y en el exterior. En esta crisis, espero que pueda perdonárseme si no me extiendo mucho al dirigirme a la Cámara hoy. Espero que cualquiera de mis amigos y colegas, o antiguos colegas, que están preocupados por la reconstrucción política, se harán cargo, y plenamente, de la falta total de ceremonial con la que ha sido necesario actuar.
  
Yo diría a la Cámara, como dije a todos los que se han incorporado a este Gobierno: “No tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”.
 Tenemos ante nosotros una prueba de la más penosa naturaleza. Tenemos ante nosotros muchos, muchos, largos meses de combate y sufrimiento.
Me preguntarán: ¿Cuál es nuestra política? Se los diré: Hacer la guerra por mar, por tierra y por aire, con toda nuestra potencia y con toda la fuerza que Dios nos pueda dar; hacer la guerra contra una tiranía monstruosa, nunca superada en el oscuro y lamentable catálogo de crímenes humanos. Esta es nuestra política.
 
Me preguntarán: ¿Cuál es nuestra aspiración? Puedo responder con una palabra: Victoria, victoria a toda costa, victoria a pesar de todo el terror; victoria por largo y duro que pueda ser su camino; porque, sin victoria, no hay supervivencia. Tengan esto por cierto; no habrá supervivencia para todo aquello que el Imperio Británico ha defendido, no habrá supervivencia para el estímulo y el impulso de todas las generaciones, para que la humanidad avance hacia su objetivo. Pero yo asumo mi tarea con ánimo y esperanza.
Estoy seguro de que no se tolerará que nuestra causa se malogre en medio de los hombres.
En este tiempo me siento autorizado para reclamar la ayuda de todas las personas y decir: “Vengan, pues, y vayamos juntos adelante con nuestras fuerzas unidas”.
Winston Churchill a la Cámara de los Comunes. 13 de mayo de 1940

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