Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Bajo la lupa- Siria: los motivos de Obama- México, Chile, Siria

Bajo la lupa
¿Podrá el G-20 detener la guerra de Obama en Siria?
Alfredo Jalife-Rahme
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El presidente estadunidense, Barack Obama (centro), en un salón de la Casa Blanca, ayer, antes de comenzar una reunión con los líderes del Congreso para tratar la cuestión siria
Foto Ap
 
Estados Unidos (EU) se ha vuelto adicto a suicidios colectivos catalizados por sus mesiánicos mandatarios, lo cual expresan tanto Moby Dick, la genial obra de Herman Melville, como el excelso cineasta alemán Werner Herzog en Aguirre, la ira de Dios –en su balsa a contracorriente en la jungla amazónica–, que describen actos unilaterales antigravitatorios, supuestamente heroicos, que acaban en desastres: epítome de Ahab y la tripulación del ballenero Pequod despedazado por la ballena blanca Moby Dick. Las dos parábolas de Ahab y Aguirre, con sus respectivas embarcaciones, son sublimes en significado. Obama pareciera, en su aventura unilateral en Siria, simbolizar la síntesis de los antihéroes Ahab y Aguirre, cuyos prolegómenos ya se habían detectado en Irak y Afganistán con Baby Bush, no se diga en el operativo a Libia, concomitante al desastre de Bengazi que llevó a la muerte del embajador y del personal de la embajada de EU (todavía sin elucidar).
 
 
La llamada telefónica entre los mandatarios de Rusia, Vlady Putin, y David Cameron, de Gran Bretaña (GB), pudo haber resultado muy creativa, lo cual desembocó voluntaria y/o involuntariamente, en el rechazo histórico del Parlamento británico a acompañar a Obama en su soledad bélica.
 
    
Tal telefonema resaltó que hubiese sido realizado por Putin a su contraparte británica y no a su homólogo Obama, todavía enfurecido por el asilo a Snowden (Bajo la Lupa, 28/8/13).
 
 
Las iras son malas consejeras –en especial, durante las decadencias– y, guste o no, los británicos en general conocen mejor las entrañas de Medio Oriente que EU: quienes se parecen, como comentó en forma mordaz el viceprimer ministro ruso, Dmitry Rogozin, a un mono con una granada en mano ( The Washington Times, 28/8/13).
 
Según The Voice of Russia (2/9/13), Cameron “empujará a Rusia y a otros (sic) a apoyar una solución diplomática al conflicto de Siria en la cumbre del G-20 en San Petersburgo. La diplomacia británica es muy creativa cuando desea ser constructiva y suele jugar mucho mejor al billar geopolítico que John Kerry. Mientras Cameron dialoga con Putin para buscar una salida diplomática al delicado contencioso sirio, su canciller William Hague sostendrá charlas simultáneamente en Londres con Ahmad Jarba, presidente de la opositora Coalición Nacional Siria.
 
El director del Departamento de Medio Oriente y Noráfrica de la cancillería rusa, Sergey Vershinin, comentó que existe una gran oportunidad durante la cumbre del G-20 en sus discusiones sobre Siria de que la situación retorne al carril político.
 
Debka (2/9/13), presuntamente perteneciente al Mossad (servicio de inteligencia israelí), que suele ser muy desinformativa, afirma que Irán y Rusia aconsejan a Assad transferir su almacenamiento químico a Teherán para evitar un ataque de EU. No estaría mal. Lo cierto es que los titubeos de Obama han puesto muy nerviosos a sus aliados Israel, Turquía y Jordania ( Debka, 1/9/13). No falta quienes señalen que la unidad 8,200 del ejército israelí se encuentra detrás de la cocción de la desinformación sobre las armas químicas en Siria (rotativo israelí Yediot Ahronoth, 27/8/13, reportado por el insigne comentarista William Pfaff, 28/8/13) y que los gobiernos de EU sólo se han consagrado a llevar a cabo las guerras de Israel.
 
No hay que perder de vista la postura de China, cuyas publicaciones oficiosas han sido muy críticas del proyecto bélico de EU en Siria (EU ignora la lógica mientras suenan sus tambores bélicos, Global Times, 4/9/13), cuyo presidente Xi Jingping ha iniciado una gira estratégica a países islámicos de Asia Central en vísperas de las cumbres del G-20 y el Grupo de Shanghai (en Bishkek, Kirguizistán).
 
Una consecuencia del bombardeo unilateral de Obama a Siria empujaría a China a los brazos de Rusia (Mu Chunshan, The Diplomat, 3/9/13). En el discurso de apertura de la cumbre del G-20 en la ciudad natal de Putin es probable que anuncie la concreción de un acuerdo con China en la triplicación de sus exportaciones de petróleo, cuya suplementación será efectuada mediante el oleoducto transiberiano ruso de casi 5 mil kilómetros que vincula Siberia Oriental al océano Pacífico, lo cual, después de la muerte oficiosa del oleoducto bushiano Nabucco –salida del petróleo del mar Caspio por Azerbaiyán, Georgia y Turquía– ( Réseau International, 3/9/13), trastocará la geopolítica de óleo/gasoductos desde el oriente del mar Mediterráneo pasando por el mar Caspio y el golfo Pérsico hasta el Lejano Oriente (océano Pacífico).
 
A mi juicio, una de las principales causales de la guerra de EU contra Siria radica en el anuncio de un óleo/gasoducto de Irán pasando por Irak hasta Siria, lo cual aislaría a Qatar y a otros países del Consejo de Cooperación del Golfo de Países Árabes.
 
El mismo Réseau International divulga el malestar de algunos militares en la guerra de Obama contra Siria por apoyar flagrantemente a Al Qaeda, a lo cual se suma el centro de pensamiento militar estratégico europeo De Defensa (31/8/13) que conjetura que detrás de la voltereta sabatina de Obama en solicitar la aprobación del Congreso se encuentra la doble renuncia el viernes en la noche del jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, Martin Dempsey, y del secretario del Pentágono, Chuck Hagel.
 
Aun The Washingon Post exhibe las profundas dudas sobre el impacto y la sabiduría de un golpe militar de EU en Siria (29/8/13). Para que no quede duda: el general texano Mark Welsh, jefe de las Fuerzas Aéreas, en una asombrosa entrevista con Air Force Magazine, sentenció que EU no está preparado para una misión en Siria ( Haaretz, 3/9/13). ¡Súper uf!
 
Quizá en forma teatral Obama haya cancelado una reunión bilateral con Putin al margen del G-20 para abordar una salida diplomática al contencioso sirio.
 
La retórica escalada del secretario de Estado Kerry y del líder de los representantes del Partido Republicano, John Boehner, quizá levanta la puja bélica para que Obama no llegue tan desvalido a la cumbre del G-20, donde probablemente sólo cuente con el soporte tácito y/o abierto tanto del socialismo francés como del México neoliberal itamita.
 
Un acuerdo diplomático que cuente con el apoyo de Rusia, que puede resultar el gran triunfador con Irán de los estropicios de EU e Israel en la región, tiene que escenificarse en el marco de Ginebra 2 y, mucho más allá, en la aplicación gradual de la abolición de todas las armas de destrucción masiva sin excepción (definición de la ONU: atómicas, biológicas, químicas y radiológicas) que, en una primera etapa, debe obligar tanto a Siria como a Israel a firmar y ratificar la Convención de Prohibición de las Armas Químicas que entró en vigor en 1997 y, en una segunda etapa, a la desnuclearización de todo el gran Medio Oriente que incluya tanto el programa atómico de Irán (que se encuentra muy lejos del 90 por ciento del enriquecimiento de uranio para fabricar una bomba atómica) como del máximo de 400 bombas nucleares de Israel, que goza de las unilaterales canonjías celestiales de EU.
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FUENTE: LA JORNADA OPINION

Siria: los motivos de Obama


El secretario general de la Orga­nización de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, afirmó ayer, ante la posibilidad de un ataque militar contra Siria en respuesta al presunto uso de armas químicas contra civiles por parte del gobierno de Damasco, que se debe considerar el impacto de cualquier acción punitiva en los esfuerzos por evitar un mayor baño de sangre, facilitar una solución política del conflicto y evitar acciones militares.
 
Los pronunciamientos del político sudcoreano se producen en un momento en que la perspectiva de una aprobación del Congreso estadunidense al ataque en Siria luce más cercana, a pesar del rechazo mayoritario de la opinión pública de ese país. Ayer, como resultado del intenso cabildeo emprendido por la Casa Blanca entre los representantes del Legislativo estadunidense, el gobierno de Barack Obama consiguió el respaldo del presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, al que se sumaron otros representantes de los dos partidos dominantes en ese país.

Ante la determinación de Washington de emprender una nueva aventura bélica en Siria por la vía unilateral –sin esperar los resultados de las investigaciones realizadas por la ONU y pasando por alto el veto del Consejo de Seguridad del organismo multinacional–, el llamado a la sensatez formulado por Ban es un factor de contención deseable y saludable que debiera ser secundado por otros actores internacionales, habida cuenta de la improcedencia de combatir la barbarie que se desarrolla en la nación árabe con una barbarie multiplicada.

En la lógica de Obama la intervención militar en Siria resulta justificable si se hace en forma limitada y mediante un ataque quirúrgico que emplee aviones no tripulados y misiles teledirigidos: tales afirmaciones pasan por alto que dichos artefactos tienen un poder mortífero semejante o mayor al que tendría una incursión militar tradicional en territorio sirio y que el resultado no sería, por tanto, distinto del que se produjo en otras guerras humanitarias: muerte de civiles a escala masiva, multiplicación de la violencia en el país ocupado y mayor inseguridad planetaria, violaciones a derechos humanos y restricciones a las libertades.
 
Por lo demás, sería ingenuo suponer que una intervención como la esbozada por Obama no pondría en riesgo vidas y bienes de Estados Unidos: las experiencia reciente demuestra que las expresiones de encono antiestadunidenses no sólo se realizan contra los efectivos militares, sino también contra embajadas, consulados y, en general, contra objetivos que representen intereses geopolíticos o económicos de la superpotencia y sus aliados, los cuales no necesariamente quedarían indemnes tras los nuevos rencores que dejaría un ataque de Washington contra Siria.
 
Otro elemento que subraya la improcedencia de semejante agresión es que, si bien todos los elementos de juicio disponibles indican que el pasado 21 de agosto tuvo lugar un ataque con gases tóxicos en las afueras de Damasco, no existen pruebas de que tal hecho, sin duda condenable y criminal, haya sido de la autoría del gobierno de Bashar Assad. Es innegable, en cambio, que el régimen no ha cometido hasta ahora agresión bélica alguna contra Estados Unidos, como sí lo han hecho los grupos integristas islámicos –y en forma particular, la organización Al Qaeda– que hoy por hoy combaten en el bando de los rebeldes opositores a Damasco. Tales consideraciones configuran la paradoja de un gobierno estadunidense que podría terminar por apoyar militarmente a una organización responsable de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.
 
En suma, el plan de la administración Obama para atacar Siria resulta tan improcedente y desatinado que obliga a cuestionarse si la incongruencia es sólo aparente y si tal decisión está siendo influida por intereses privados y facciosos –la industria armamentista estadunidense y los halcones de Washington, que promueven sus intereses– que han resultado los beneficiarios proverbiales de intervenciones como la que Washington intenta iniciar en la nación árabe.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 
México, Chile, Siria

José Steinsleger
Piedra angular del sionismo anglosajón contra Rusia, Irán y China, el escenario bélico en Siria tuvo su prueba piloto en la primera guerra de Irak (1991), y en la destrucción de Yugoslavia años después. En menos de dos años, Siria contabiliza cerca 100 mil muertos, número redondo y similar a la cantidad de víctimas del sexenio de Felipe Calderón, y el primer año del presidente Enrique Peña Nieto. Sólo que en nuestro país no hay guerra.
 
En México hay, vaya eufemismo, limpieza étnica. Concepto que fue arteramente insinuado por uno de los tantos charlatanes del imperio (Samuel Huntington, El choque de civilizaciones, 1993), quien posiblemente, en su lectura de México, haya encontrado inspiración en la carta que otro charlatán de la libertad, el sionista Isaiah Berlin (1909-97), escribió a su anfitriona de Cuernavaca:

Regresé inundado por las más contradictorias emociones acerca de México y los mexicanos; me parecieron mucho más oscuros y violentos de lo que esperaba, llenos de superstición y auténtica barbarie medieval, y con temperamentos más intensos y una vida interna más secreta que los alegres, sonrientes y, supongo, frívolos latinoamericanos de otros países con los que uno se encuentra en Washington. La tierra en México es muy rica y exuberante y la vegetación muy abundante, pero las expresiones en los rostros de la gente me parecían más bien atemorizantes (1945).

Nada nuevo (aunque refrendado), de la ética y moral que inspiraron a los Padres Fundadores de la gran nación del norte. Y al parecer, de buena acogida en amplios sectores de la sociedad mexicana, que repiten el discurso fascista de Televisa y Tv Azteca, junto con los intelectuales derechistas que justifican la limpieza étnica, y el proceso de destrucción nacional en curso.

Los contextos de Siria y México son distintos, pero las derechas explican sus guerras con eufemismos similares. Allá, contra la violencia sectaria. Acá, contra el crimen organizado. Y en ambos una causa común: el petróleo y agendas militares que se retroalimentan de la ideología neoliberal, despojando a la economía de sentido político.

Desde el 11 de septiembre de 2001 los pueblos de la Tierra viven a merced de una agenda de seguridad, redactada por Estados Unidos, Israel y la Unión Europea. Un eufemismo, seguridad, que les permite exportar el terrorismo de Estado, el saqueo de los recursos naturales, y la perversa, deliberada confusión entre ley y derecho.

La subordinación total de la política a la economía empezó en otro 11 de septiembre, hace 40 años, en Chile. Crecimiento sin más, guerra a muerte contra cualquier pretensión de soberanía y desarrollo social: comunicación, educación, vivienda, salud pública, fondos de retiro, mercantilización de la cultura, depredación feroz del medio ambiente.
 
En Estados Unidos el capitalismo salvaje devino en más que adjetivo: ¡nos atacan! Soterradamente inscrita en la dictadura totalitaria del llamado one per cent, la consigna hizo que el neoliberalismo acabara con los restos del sueño americano, y la ética de la moral protestante imaginada por Max Weber. Y en su lugar, montó una maquinaria de muerte y destrucción que hubiera causado envidia a Hitler.
 
Para el neoliberalismo, la paz y la política son los peores negocios del mundo. Por esto, una fórmula eficaz para naturalizar el estado de guerra permanente consiste en sostener la maniquea leyenda de Eros y Tanatos. Sin embargo, analistas como el francés Thierry Meyssan, advierten: “…esa actitud tiene origen en la visión aséptica del mundo que se impone a los pueblos de Occidente, los cuales –olvidando las lecciones de su propia historia– parecen creer que todos los conflictos pueden resolverse de forma pacífica”.
 
Antes que buenos y malos, habrá entonces que reparar en las causas de las guerras. Quizá los malos sean los chicos de Hamas y Hezbolá en Palestina y Líbano, los militares de Egipto, los ayatolas de Irán, el presidente de Siria, Bashar Assad. Pero sus enemigos han hecho de la maldad una cuestión de principios, y distintos al sentido unívoco que a Salvador Allende le autorizaba moralmente a invocar el derecho y la razón.
 
En 1910, México se alzó contra las inconsecuencias del discurso liberal. Y en 1867 y 1938 (años de feliz recordación, diría Amparo Ochoa), enseñó al mundo cómo tratar a los imperialistas y sus agentes nativos. Es verdad que después, en forma menguante, el rumbo se perdió. Pero habrá que sopesar por qué (y a pesar de la dictadura del PRI), México fue un país que concitó la admiración y el amor de miles de millares que arribaron a esta tierra para conocerla, luchar, sumergirse en ella o, simplemente, gozarla.
 
¿Qué es México hoy? No interesa debatirlo ahorita. Millones de mexicanos han vuelto a la lucha, y se aprestan a dar un grito que se oirá en Siria, Chile, y en todos los confines del planeta. La soberanía de Siria también se juega en nuestras calles, y en la de los pueblos que, alzándose contra el capitalismo salvaje, pelean por su verdadera independencia
FUENTE: LA JORNADA OPINION

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