Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 3 de octubre de 2011

«Cuando decimos Morena decimos paz, decimos pueblo, decimos vida renovada»

México necesita un gobierno austero y fuerte, enérgico con los privilegios, dice empresario
Cuando decimos Morena decimos paz, decimos pueblo, decimos vida renovada
Al leer el acta constitutiva, el notario indicó: éste es el documento que nos devolverá la dignidad
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El Auditorio Nacional resultó insuficiente para los seguidores de Andrés Manuel López ObradorFoto Marco Peláez
Jaime Avilés
Periódico La Jornada
Lunes 3 de octubre de 2011, p. 7
Cuando Andrés Manuel López Obrador (AMLO) llegó a su asiento en el presídium, entre el ex ministro Genaro Góngora Pimentel y una joven espectacularmente hermosa, las 10 mil personas que atiborraban las tribunas repararon en que ella era Morena, es decir, la muchacha que sin querer roba cámara en el famoso video del Movimiento de Regeneración Nacional.
El asombro aumentó cuando Claudia Sheinbaum, conductora de la asamblea, anunció que hablaría Luisa María Alcalde Luján, nombre que nada le decía a nadie, hasta que un instante después se puso de pie la joven sentada a la izquierda de AMLO y con voz firme leyó un breve y enjundioso mensaje en nombre de su generación: los desterrados del futuro, que como ella exigen oportunidades para abrirse paso en la vida y rechazan el trágico destino que les ofrece el régimen actual.
Pero las sorpresas que aún deparaba la mañana no habían hecho sino empezar, porque antes de Luisa María, Sheinbaum presentó a Fernando Turner Dávila, un empresario de Monterrey. Y la gente volvió a irse de espaldas cuando éste reveló que nació en Nueva Rosita, Coahuila, es hijo de un minero del carbón y creció entre barreteros explotados por la American Smelting Company, si bien, gracias a sus estudios y sus empeños (aunque eso no lo dijo) es uno de los industriales más prominentes de México, pero no figura en la lista de Forbes ni pertenece a la mafia que se adueñó del país.
A mediados de la semana pasada, el nombre de Turner Dávila levantó ámpula en Monterrey, cuando un diario de por allá lo atacó en forma brutal por estar coqueteando con Andrés Manuel y vaticinarle que, como López Obrador es el antiempresa por excelencia, tarde o temprano se va a arrepentir de aliarse con él.
Amenaza inútil
La amenaza, por lo visto, no logró intimidarlo. México necesita un gobierno austero y fuerte, discreto y promotor, enérgico con la criminalidad y los privilegios, afirmó rotundo, y explicó que decidió sumarse al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) porque quiere representar a miles de pequeños y medianos empresarios que luchan por generar riqueza y empleos en un país donde el motor de la economía sea el ahorro, el esfuerzo, la inversión y el trabajo.
Lo que la inmensa mayoría de los presentes no sabía es que Turner Dávila preside el grupo industrial Katcom (véase www.katcon.com), que fabrica convertidores catalíticos y sistemas de escape completos y tiene plantas en Monterrey, China, India, Venezuela, Australia, Polonia, Sudáfrica y Estados Unidos, así como un centro de investigación y experimentación en Luxemburgo.
El empresario dijo que siente como propia la urgencia nacional por movilizarnos pacífica pero activamente para instaurar un régimen enfocado a satisfacer las necesidades de la sociedad y no las de camarillas partidistas, sindicales o empresariales; un régimen nuevo que utilice el sector energético como herramienta de desarrollo y no como arrogante medio de recaudación fiscal para cubrir un gasto público desbocado e improductivo.
En la parte final de su discurso lanzó un mensaje directo a sus colegas al llamarlos a formar un gobierno con los mejores hombres y mujeres, sin importar ideologías o preferencias políticas, para compartir el esfuerzo y, eventualmente, la gloria de lograr la grandeza nacional.
Si la adhesión de Turner Dávila tiene enorme potencial político, porque puede sumar a la causa de los seguidores de López Obrador a los medianos y pequeños empresarios que son los principales creadores de empleos en el país, no menos importante fue la intervención de Laura Esquivel, quien como discípula de Walt Whitman nombró las cosas simples y maravillosas de la vida que contiene la palabra Morena.
Porque cuando decimos Morena decimos hermano, decimos río, decimos pueblo, decimos árbol, decimos lluvia, decimos maíz, decimos paz, decimos frijol, decimos flor de calabaza, decimos sol, decimos luna, decimos lluvia, decimos viento, decimos canto, decimos abuelos, decimos hijos, decimos vida. Vida renovada. Vida digna. Vida dichosa. Vida compartida en libertad, reveló en su espléndida pieza literaria, luego de evocar insistentemente la memoria de los jóvenes caídos en Tlatelolco en 1968 y los nombres de quienes como Javier Wimer, Bolívar Echeverría y Carlos Monsiváis ya no llegaron a ver el surgimiento del Morena porque la muerte se atravesó en su camino, pero participaron activamente en su construcción.
Quince minutos antes de las 11, hora fijada para el inicio de la asamblea, las trompetas de la banda Los Gavilanes, que venida desde Chiatipan, Hidalgo, tocaba afuera en la explanada hacía más de una hora, quedaron de pronto en segundo plano tras los gritos de cerca de 2 mil personas que ya no alcanzaron a entrar porque el Auditorio Nacional estaba más que lleno a tope.
Mientras los cadeneros de Bulldog forcejeaban con ellos, adentro estalló un coro de 10 mil gargantas. ¡Presi-dente! ¡Presi-dente! ¡Presi-dente! El mismo grito que el pueblo de la ciudad de México inventó en el Zócalo en marzo de 2004 ante la primera amenaza foxista del desafuero seguía vivo e intacto ayer, expresando un deseo aún insastisfecho, pero también un reconocimiento a quien como presidente legítimo designado en 2006 por la Convención Nacional Democrática se mantuvo desde entonces viajando por todo el país, organizando, como él mismo dijo, la defensa del petróleo, los derechos sociales y la economía popular, y levantando los cimientos del Morena, un edificio que hasta ayer, en palabras del propio López Obrador, cuenta ya con 2 mil 217 comités municipales, 34 mil comités seccionales (de 65 mil que necesitan para defender el voto en julio de 2012) así como 179 mil dirigentes locales y 4 millones 121 mil protagonistas del cambio verdadero, que están comprometidos a afiliar, cada uno, a cinco personas más en los próximos nueve meses, para reunir un mínimo de 20 millones de votos.
Al cabo de los discursos, cuando parecía que el arcón de las sorpresas no daba para más, tomó la palabra el notario público número 128, Sergio Navarrete, quien enfundado en un notorio suéter rojo y vibrando de emoción leyó el proemio del acta constutiva del Morena, pero nos ahorró las 23 fojas que la componen, para augurar que éste es el documento del movimiento que nos va a devolver la dignidad como mexicanos, para que respeten nuestro nombre los grandes, los medianos y los chicos.
Finalizada la ceremonia, y mientras la gente bajaba por las rampas hacia la explanada, donde nuevamente se escuchaba la tambora de Los Gavilanes, un enjambre de fotógrafos y simpatizantes rodeó a Martí Batres, el defenestrado ex secretario de Desarrollo Social del gobierno capitalino, en tanto Luisa María Alcalde, que acababa de ser designada representante de jóvenes y estudiantes ante el consejo consultivo del Morena, era abrumada por quienes deseaban tomarse fotos con ella y algunos incluso le decían que es la Camila Vallejo mexicana, en alusión a la no menos guapísima líder estudiantil chilena. Como dijo Laura Esquivel al abrir su discurso, el de ayer fue sin duda un día feliz.

Astillero
Coloraciones
Morena tropical
AMLO, preparado
Panistas pintan negro
Julio Hernández López
Foto
EL MORENA EN EL AUDITORIO NACIONAL. Andrés Manuel López Obrador habla frente a los asistentes a la ceremonia en que fue constituido formalmente el Movimiento de Regeneracion Nacional; lo acompañan, entre otros, Claudia Sheinbaum, Elena Poniatowska, Bernardo Turner, Héctor Vasconcelos y Genaro GóngoraFoto Marco Peláez
 
En términos numéricos, escenográficos y anímicos todo pareciera listo para que Andrés Manuel López Obrador sea otra vez el candidato de la izquierda electoral a la Presidencia de la República. Ayer, el tabasqueño formalizó la constitución de su brazo político y electoral, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena, que en noviembre de 2012 tendrá un congreso que presumiblemente servirá para lanzar el proyecto de un nuevo partido), presentó sus nuevos cuadros directivos y abiertamente se declaró preparado para asumir de nueva cuenta la responsabilidad de intentar el arribo al poder.
AMLO y sólo AMLO, sería el veredicto inapelable que se podría deducir desde la óptica de un Auditorio Nacional lleno, rebosante de entusiasmo en favor del personaje central y militantemente aferrado a que su candidato presidencial no sea otro que el habilidoso orador que abría la puerta al respeto de resultados que le fueran adversos, pero cerraba su discurso con su declaratoria de estar listo para emprender otra campaña. Las encuestas, sí, pero también el hecho de que el Morena dice tener en todo el país una estructura tan apabullante que haría imposible que en ejercicios abiertos de auscultación ciudadana no se reflejaran esos 4 millones de personas definidas como protagonistas del cambio verdadero. Las encuestas, sí, pero el Morena tiene ya instalado un gabinete de trabajo que combina tácticas electorales y operativas, con una estratégica visión de gobierno que aportan varios de los personajes destacados que ayer fueron integrados al comité ejecutivo provisional, como el ingeniero experto en comunicaciones y energéticos Javier Jiménez Espriú (en cuya presentación ante el público AMLO habló de rescatar Mexicana de Aviación), el jurista Genaro Góngora (ex presidente de la Corte), el científico universitario René Drucker, la querida escritora Elena Poniatowska, el diplomático Héctor Vasconcelos y el economista Rogelio Ramírez de la O. En el consejo consultivo hay un amplio registro intelectual y profesional del que por razones de espacio es difícil dar detalle, junto a nuevos cuadros o reincorporaciones con sentido electoral y de promoción regional.
Y, sin embargo, hoy el entorno es radicalmente distinto al de seis años atrás y, a pesar de la entrega de los morenos a su dirigente, las preguntas se multiplican, sobre todo en relación con el desenlace de la contienda interna con Marcelo Ebrard. Allí están, en las butacas, los dirigentes del Partido del Trabajo y del Movimiento Ciudadano al que López Obrador sigue llamando Convergencia. Pero no Jesús Zambrano, ni Chuchos ni representantes diplomáticos del marcelismo-camachismo. El trabajo de Ebrard va por otra vía, aprovechando la disponibilidad mediática que a su adversario le es negada o dosificada, contrastando su perfil apacible y el de sus seguidores con el activismo y la pasión de los lopezobradoristas, tejiendo alianzas con el calderonismo que aún no define si se jugará el albur final con una carta blanca y azul (un cordero que sólo crecería a base de inflado extremo y muy costoso, o la sinuosa Chepina que no es querida por el calderonismo, pero podría ser una alternativa de negociaciones al interior del panismo) o con una apuesta aliancista que con Ebrard coronara las experiencias efectistas de estos años en algunos estados en elecciones de gobernadores.
Banderazo formal de salida a lo que todos sabían, pero faltaba protocolizar ante notario (que, por cierto, no resistió la tentación de hacer su propia faena discursiva de espontáneo político ante el que seguramente ha sido con muchísimo el acto más concurrido y aplaudidor de su carrera de fedatario), pero a pesar de que todo está servido, lo numérico, lo escenográfico y lo anímico, nada puede darse por seguro más allá de la voluntad en curso de sostener a partir de 2012 la posibilidad de organización propia en un nuevo partido.
Allí están, por ejemplo, como prueba de los riesgos de descomposición que el calderonismo ha llevado a una etapa peligrosa, las dudas respecto a la viabilidad del propio proceso electoral. La nueva conciencia nacional embotada (por el uso de botas) hace saber que el IFE está destruyendo la democracia, por no permitir que se den debates y se contraten anuncios de particulares en el contexto electoral. Como otros intelectuales, académicos y opinantes, Vicente Fox deplora que el ciudadano sea despojado de su posibilidad (viva, evidente, como cualquiera puede comprobar) de ir a cualquier televisora a decir o hacer decir lo que él quiera. Caray, eso si es grave, a juicio del responsable histórico mayor de la imposición fraudulenta de Felipe Calderón mediante artimañas como las que ahora defiende ardorosamente.
Otro monumento nacional de sapiencia política, el actuario Cordero, acusó de antidemocrático al consejo general del IFE y lamentó que, por falta de esa información que le está siendo escamoteada al pueblo, éste, a la hora de votar, seguramente se va a equivocar. Le están quitando un derecho a la sociedad, están atentando contra la esencia de la democracia, dijo ayer en Querétaro. Y el coordinador de los senadores panistas, José González Morfín, declaró en riesgo al conjunto de cataplasmas para el cáncer que insisten en llamar Reforma Política. El alegato de los panistas se refiere a las modificaciones que el priísmo peñanietista está haciendo en San Lázaro a la propuesta enviada desde el senado beltronista, en especial en el rubro de la elección sucesiva de legisladores y presidentes municipales, que según esa ensoñadora visión constituiría un gran paso para que el ciudadano revalúe el poder de su voto, a lo que se opone el gran jefe Peña Nieto, quien incluso ha hecho declaraciones públicas para explicar su oposición a esos afanes releccionistas que, en todo caso, propone sean puestos a consulta popular luego de los comicios del año entrante. Gulp: se acabó el espacio (el periodístico correspondiente hoy a esta columna, no el político y electoral en general), ¡hasta mañana!

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