Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 12 de octubre de 2011

EU frustra complot iraní para asesinar al embajador saudita

Los conjurados contrataron a presunto narco mexicano que resultó ser informante de la DEA
EU frustra complot iraní para asesinar al embajador saudita
Un iraní-estadunidense está detenido; ofreció millón y medio de dólares por el trabajo
Prófugo, un cómplice; el procurador Eric Holder presenta el caso ante tribunales
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Eric Holder, procurador estadunidense, ayer en una rueda de prensa en el Departamento de Justicia en la cual dio a conocer el presunto plan iraní para asesinar al embajador de Arabia Saudita en WashingtonFoto Ap
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 12 de octubre de 2011, p. 23
Nueva York, 11 de octubre. El gobierno de Barack Obama anunció hoy que desarticuló un complot iraní para asesinar al embajador de Arabia Saudita en Washington, para lo cual, en un principio, los perpetradores creyeron haber contratado a un integrante de un cártel de la droga mexicano, que resultó ser un informante confidencial de la DEA.
El procurador general de Estados Unidos, Eric Holder, anunció que el caso presentado hoy ante los tribunales revela un complot mortal dirigido por facciones del gobierno iraní para asesinar con explosivos a un embajador extranjero en territorio estadunidense.
El gobierno de Estados Unidos acusa a Manssor Arbabsiar, un iraní naturalizado estadunidense de 56 años (que también posee pasaporte iraní), y a Gholam Shakuri, integrante de Fuerza Qods, identificada como una unidad de operaciones especiales de la Guardia Revolucionaria islamica de Irán, de conspiración para asesinar a un oficial extranjero, conspiración para realizar viajes para llevar a cabo un asesinato bajo contrato, conspiración para emplear un arma de destrucción masiva (explosivos) y conspiración para cometer un acto de terrorismo internacional; todo, supuestamente, lo realizarían integrantes de un cártel mexicano.
Arbabsiar fue detenido el 29 de septiembre y está encarcelado en Estados Unidos, su cómplice con base en Irán sigue prófugo, informó el Departamento de Justicia.
Los iraníes, según la acusación, contrataron a un socio perteneciente a un cártel mexicano por el precio negociado de un millón 500 mil dólares, para el asesinato del embajador de Arabia Saudita.
En el documento oficial de cargos presentado hoy ante un tribunal federal en Nueva York, el gobierno estadunidense describe la evolución del complot, y afirma que entre mayo y septiembre de 2011 Arbabsiar viajó varias veces a México para reunirse con un individuo que se presentaba como socio de un “cártel de narcotráfico internacional violento”.
En las primeras reuniones Arbabsiar le preguntó al mexicano sobre su conocimiento de explosivos C-4, ya que había interés de su primo en Irán –a quien identificó sólo como un general– en llevar a cabo atentados contra una embajada de Arabia Saudita, pero más adelante, en otra reunión con el mismo socio, se informó que la prioridad era el asesinato del embajador de Arabia Saudita en Washington.
El socio era un informante confidencial de la DEA, quien fue monitoreado y guiado por autoridades estadunidenses a lo largo de esta investigación, informó el fiscal de Estados Unidos encargado del caso Preet Bharara.
En un pie de nota en el documento oficial de presentación de cargos sometido al tribunal hoy, se identifica al informante confidencial sólo como CS-1 y se explica que es una fuente confidencial pagada del gobierno estadunidense, que previamente fue acusado de un delito de narcotráfico por las autoridades de un estado estadunidense, y que a cambio de la cooperación de CS-1 en varias investigaciones de narcóticos, los cargos del estado fueron desechados. Agrega que CS-1 previamente ha ofrecido información confiable e independientemente corroborada a agentes de seguridad pública.
El supuesto cártel de CS-1 no es identificado por su nombre, sólo se le describe como “un cártel de narcotráfico grande, sofisticado y violento” conocido en América del Norte por su acceso a armas y explosivos de tipo militar.
En ningún lugar en la documentación se explica cómo fue que Arbabsiar encontró, o por qué confió, en CS-1, ni su relación anterior con gente asociada con cárteles de droga mexicanos, ni cómo fue a dar con uno que era informante del gobierno estadunidense.
Según el Departamento de Justicia en su presentación de cargos, el primer encuentro en México entre Arbabsiar y CS-1 fue el 24 de mayo, donde se habló sobre un atentado contra una embajada de Arabia Saudita con explosivos C-4. Aunque el caso presentado al tribunal no especifica cuál embajada, algunos medios aquí indicaron que era la que está en Washington, mientras que otros medios como ABC News, que también cita fuentes oficiales no identificadas, reportó que era la embajada saudita en Buenos Aires, y que embajadas de Israel en Washington y Buenos Aires también eran posibles objetivos.
Se realizaron más reuniones entre Arbabsiar y CS-1 en México en junio y julio para discutir varias misiones, pero el 14, y otra vez el 17 de julio, se habló específicamente sobre el asesinato del embajador saudita en Estados Unidos, Adel Jubeir. Ahí, CS-1 indicó que el precio sería millón y medio de dólares, y que necesitaría usar a cuatro de sus hombres.
Se consideró que el atentado podría ser perpetrado en un restaurante frecuentado por el embajador en Washington, aun si eso implicaba la muerte de inocentes, incluso senadores estadunidenses que comían ahí. Quieren que se le haga a ese tipo, aun si cien más se van con él, dijo Arbabsiar a CS-1 según se informa en el documento.
El 20 de septiembre, CS-1 le informó a Arbabsiar que la operación estaba lista pero a condición de que se pagara la mitad de lo acordado antes de la misión, o que el iraní tenía que viajar a México para servir como garantía de pago.
Arbabsiar viajó a México el 28 de septiembre. Las autoridades mexicanas de migración le negaron el ingreso y fue colocado en un vuelo de regreso a su punto de salida. El 29 de septiembre Arbabsiar fue arrestado por agentes federales en el aeropuerto John F. Kennedy en Nueva York. Poco después, según el documento oficial presentado al tribunal hoy, el iraní confesó su participación en el complot y compartió detalles del involucramiento de facciones del gobierno de Irán.
Esta tarde, Holder alabó tanto a las agencias federales como la cooperación cercana con nuestros socios en el gobierno mexicano para frustrar este atentado. El Departamento de Justicia declaró: agradecemos al gobierno de México por su coordinación y colaboración cercana en este asunto, y por su papel en asegurar que el acusado fuera aprehendido de manera segura.
Después del anuncio del caso esta tarde, el gobierno de Obama informó que impone sanciones financieras a cinco iraníes, incluidos los dos acusados vinculados al complot. La secretaria de Estado Hillary Clinton indicó que el gobierno evaluaba más medidas para aislar aún más al régimen de Irán, reportó el Washington Post. El rotativo señala que el caso se hace público unos ocho días después de que Irán liberó a dos jóvenes estadunidenses luego de una larga pugna diplomática.
El procurador Eric Holder afirmó que Estados Unidos está comprometido en hacer que Irán rinda cuentas por sus acciones.
EU: el juego de las conjuras
El fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, informó ayer que la FBI y la DEA lograron frustrar un importante acto terrorista en Estados Unidos, urdido por facciones del gobierno iraní, que incluía el asesinato del embajador de Arabia Saudita en Washington, Adel Al-Jubeir, y ataques con bomba contra las embajadas de ese país y de Israel. De acuerdo con la acusación presentada por el gobierno estadunidense, uno de los detenidos, el ciudadano iraní Manssor Arbabsiar, sostuvo varias reuniones en México con un agente infiltrado de la DEA que se hizo pasar por integrante de algún cártel del narcotráfico y a quien pagaría por llevar a cabo el atentado.
Más tarde, el subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte, Julián Ventura, informó que el pasado 28 de septiembre personal del Instituto Nacional de Migración impidió el ingreso al país a Manssor Arbabsiar –sobre quien pesaba una orden de arresto girada por una corte de Estados Unidos–, emitió una alerta internacional y lo hizo regresar a territorio estadunidense, donde fue finalmente detenido.
Es pertinente recordar que uno de los rasgos característicos de la proyección internacional de Estados Unidos, particularmente en lo que se refiere a seguridad nacional, ha sido la difusión –con ayuda de los círculos de pensamiento cercanos al poder y de los principales medios de comunicación de ese país– de presuntos vínculos entre enemigos reales o imaginarios de Washington, independientemente de si tales nexos se corresponden con la realidad. El ejemplo más célebre de esa tendencia es la invención del llamado eje del mal por George W. Bush, que incorporaba a los gobiernos de Corea del Norte, Irak e Irán, los cuales eran presentados por el político texano como regímenes aliados entre sí –lo que no podía ser más falso–, además de cómplices del terrorismo internacional.
En el caso concreto de nuestro país, desde hace tiempo el gobierno de Washington ha venido jugando con la idea de alianzas entre las organizaciones delictivas que operan en el territorio y grupos terroristas internacionales: baste citar, como botones de muestra, las declaraciones de la secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano, quien en febrero pasado sostuvo que la administración de Obama “ha estado pensando qué pasaría si Al Qaeda se uniera con los Zetas”; los dichos formulados un mes después por el director de Inteligencia estadunidense, James Clapper, quien aseguró que la narcoviolencia en la frontera con México supone una potencial amenaza terrorista para Estados Unidos y, más recientemente, las expresiones del senador republicano de Texas Michael McCaul, quien sostuvo que los niveles de violencia extrema al sur de la frontera se ajustan totalmente a la noción de terrorismo.
Estas afirmaciones, a su vez, han de ser contrastadas con lo asentado por el embajador Carlos Pascual en un cable diplomático fechado en febrero de 2010, filtrado por Wikileaks y difundido por este diario: Ninguna organización terrorista internacional conocida tiene presencia operativa en México ni han tenido lugar incidentes terroristas dirigidos contra personal o intereses estadunidenses en territorio mexicano u originados en él.
La supuesta conjura contra las embajadas israelí y saudiárabe en Washington es poco verosímil por sí misma, pero resulta preocupante que las propias instancias del gobierno vecino se empeñen en involucrar a México en ella, así sea mediante falsos narcotraficantes.
No debe olvidarse que, aunque lo dicho ayer por Holder carezca de elementos de sustento en la realidad, el telón de fondo ineludible de ese presunto atentado frustrado es el creciente protagonismo de Estados Unidos en la guerra contra el narcotráfico emprendida por el gobierno calderonista y la correspondiente abdicación de este último a potestades y responsabilidades soberanas en materia de inteligencia y seguridad. Así pues, no puede descartarse que el propósito real de esta revelación sea potenciar el injerencismo estadunidense en el proceso de violencia que se desarrolla en México y dar sustento a las cada vez más desembozadas propuestas de intervención militar por parte de diversos políticos y funcionarios estadunidenses.

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