El movimiento de los indignados empezó en la Lacandona
Pablo González Casanova
En España el movimiento de los indignados tomó fuerza a
partir de mayo de 2011 con protestas pacíficas en varias plazas públicas,
principalmente en la Puerta del Sol. En las concentraciones se exigió una mejor
democracia en la que existiera respeto real a los ciudadanosFoto Reuters
Si pensamos en el conocimiento y la acción de un movimiento mundial
como el de los indignados, pronto advertimos que hay problemas teóricos y
prácticos considerablemente distintos a los que se plantean en la academia, en
los partidos y los gobiernos. Afortunadamente tenemos la posibilidad de
enriquecer nuestro conocimiento con las preguntas que los pueblos se hacen y con
las respuestas que se dan.
Teorías y prácticas que vienen
de abajo y a la izquierdatienen la originalidad de criticar al poder cuando éste se siente distinto de la sociedad y cuando se separa de la sociedad.
Los nuevos movimientos del pueblo plantean una democracia que corresponda a
las decisiones del pueblo, y que en caso de que se separe del pueblo dejará de
ser democracia.
Depauperados y excluidos, indignados y ocupas formulan
teorías que contienen un gran respaldo empírico. Se trata de explicaciones y
generalizaciones basadas en gran cantidad de experiencias. Se trata de
conocimientos, de artes y técnicas que corresponden al saber y al hacer de los
pueblos, ese saber que tanto exaltara el antropólogo Andrés Aubry, y en que
aparece, en vez del yo individualista, el nosotros tojolabal que Carlos
Lenkersdorf rescatara para la filosofía de la solidaridad humana.
Teorías y prácticas tienen mucho de particular y también de universal... Y no
exagero. Pensemos en la inmensa movilización de los indignados y los
ocupas que luchan por otro mundo posible. Hoy –escriben admirados dos
profesores ingleses–, la movilización es gigantesca. Nunca se había dado una de
esa magnitud, y toda la movilización
empezó (añaden) en las junglas de Chiapas con principios de inclusión y de diálogo.
Vemos así que
desde abajo y a la izquierday desde las selvas tropicales surge un movimiento que no sólo lucha por defender los derechos de los pueblos indios, sino por la emancipación de los seres humanos.
Y ese movimiento universal, en medio de sus diferencias, vive problemas
parecidos. Es más, encuentra soluciones parecidas para la creación de otro mundo
y de otra cultura necesaria, a la que los pueblos de los Andes expresan como el
bien vivir,
en que el vivir bien de unos no dependa del mal vivir de otros.
A esas aportaciones que de los indios de América vienen se añaden muchas más
que corresponden a las experiencias de múltiples culturas e historias y que
crean la historia universal de la lucha por la libertad, por la justicia y por
la democracia, lema que levantó el movimiento zapatista y que anda por el mundo
entero no como eco sino como las voces de un pensar y querer parecido.
Y allí están las juventudes griegas que luchan contra el tributo de la deuda
externa, están los movimientos de la primavera árabe a quienes los militares no
pueden transar, están las asambleas de los indignados españoles que articulan
intereses vitales que el sistema no puede satisfacer, están los jóvenes
estadunidenses que ocupan Wall Street como centro del poder corporativo contra
el que todos luchamos, a los jóvenes chilenos que dan su vida para que no les
quiten sus escuelas y universidades.
En todas las movilizaciones hay mucho de común. Todas o casi todas coinciden
con
lo incluyentey con
lo dialogal, y un número cada vez mayor, con la idea de que el capitalismo corporativo es el origen de todos los problemas que afectan y amenazan a la humanidad.
Coinciden también en que la solución es esa democracia de todos para todos y
con todos que no se delega, y que algunos llaman socialismo democrático y
socialismo del siglo XXI y otros nomás democracia, y que es eso, y mucho más,
pues es una nueva forma de relacionarse con la tierra y con los seres humanos...
una nueva forma de organizar la vida.
Y es en medio de la riqueza y novedad de esta movilización mundial como se
captan una serie de reflexiones que vienen de abajo y a la izquierda y cuya
respuesta busca el triunfo de los indignados y de los pobres de la tierra.
La riqueza de las reflexiones y llamados es enorme y exige la atención la
profundización de algunos que enuncio escuetamente y en los que debemos trabajar
más:
1. El llamado a perder el miedo antes que nada, que el movimiento zapatista
destacó como un requisito para pensar y actuar.
2. El no pensar sólo en
qué hacersino en
cómo lo hacemos.
3. El precisar con quiénes –lo hacemos– en las distintas circunstancias.
4. El aclarar nuestras diferencias internas con un nuevo estilo de discutir y
acordar.
5. El rechazar terminantemente la lógica de la caridad. Y también la lógica
del paternalismo, pues ambas ocultan la manipulación. Caridad y paternalismo son
la cara buena de la cultura autoritaria.
6. Combinar la lucha por los derechos de los pueblos, los trabajadores y los
ciudadanos con la lucha por la construcción de una sociedad alternativa en que
los colectivos de los buenos gobiernos practiquen el
mandar obedeciendo. Precisar con ejemplos en qué consiste la práctica del mandar obedeciendo.
7. Dar los pasos necesarios para que el proyecto emancipador sea realmente
incluyente, y dé lugar a un trato respetuoso de las diferencias de raza, sexo,
edad, preferencia sexual, religión, ideología y nivel educativo.
8. Redefinir los conceptos de la libertad, la igualdad, la fraternidad, la
justicia, la democracia... Redefinirlos en la vida cotidiana, en el aquí y el
ahora.
9. Aclarar que las redes no son sólo redes informáticas. Aclarar que se han
organizado y se van a organizar redes de colectivos y de sistemas de colectivos
que permitan el predominio de las organizaciones horizontales sobre el mercado y
el Estado, que estimulen la cooperación y la solidaridad frente al
individualismo del mercado, y en que los encargados manden obedeciendo los
lineamientos que las organizaciones horizontales les den y no se sientan ni un
minuto por encima de ellas. Al mismo tiempo crear organizaciones centralizadas y
descentralizadas, como el EZLN, o como las policías de los pueblos del sureste y
como las autonomías municipales.
10. Profundizar y promover los sistemas solidarios y cooperativos con flujos
e intercambios que acerquen la producción, el consumo y los servicios, por
ejemplo, la educación, salud, seguridad social.
11. Actualizar constantemente los conocimientos sobre las contradicciones en
los propios movimientos emancipadores, y no sólo sobre las contradicciones
externas.
12. Fomentar el respeto a la dignidad y a la identidad de personas y pueblos,
sin caer en el individualismo o el aldeanismo, y antes cultivando la
emancipación universal.
13. Combatir el maniqueísmo, y retomar el tipo de discusiones que invocan a
los clásicos para comprender el aquí y el ahora, e incluir sus narrativas y
reflexiones en la memoria creadora de nuestras generalizaciones.
14. Reconocer que en todos los grandes movimientos los pueblos –con una razón
de enorme peso– no se inclinan por una revolución violenta, sino por la
ocupación pacífica y multitudinaria de la sociedad y de la tierra.
15. Pensar que 99 por ciento de la humanidad va a ganar esta lucha y que de
su triunfo y de la sociedad que construya dependerá la creación ecológica de un
sistema terrestre sostenible, capaz de satisfacer las demandas vitales de una
población creciente que hoy sufre hambre y frío por cientos de millones, y capaz
de impedir que continúe un sistema económico-político en que la industria de
guerra es el motor principal de la economía.
16. Plantear cómo se lucha y gana pacíficamente en una guerra de
espectro ampliocomo la diseñada por el Pentágono. Si uno de los
espectroses la guerra violenta y armada, podemos luchar en los otros que comprenden la guerra informática y cibernética, la guerra contra la educación, la guerra contra la cultura, la guerra económica con la deuda externa y derivados, la guerra social que deshace el tejido comunitario, familiar, de clase; la guerra ideológica y seudo-científica neoliberal, cínica, recolonizadora y neofascista: la guerra que destruye la biosfera y la guerra que siembra el terror acompañadas de la guerra inmoral para cooptar, macro-corromper y someter a una humanidad que se rinda y se venda.
17. Insistir en que los pobres de la tierra y quienes estamos con ellos
debemos enfrentar la guerra de espectro amplio en todos los espectros pacíficos
posibles: en el terreno de la educación para pensar y hacer, en el terreno de la
economía de la resistencia que cuida el pan y el agua, el fogón y el techo, los
servicios de salud y de seguridad: el tejido social de la familia y el de la
comunidad, y el de una clase trabajadora que restructure la unión necesaria de
los trabajadores regulados y desregulados; en la lucha ideológica contra las
corporaciones, los líderes amarillos y las mafias que ocultan su guerra
depredadora con otras guerras no menos infames –como las del terrorismo, el
narcotráfico y la confusión... Y estar cada vez más conscientes de que la guerra
actual de intimidación y corrupción busca sobre todo el despojo de los
territorios comunales, de las parcelas campesinas, de las tierras nacionales, de
los bosques y las minas, de los viveros de petróleo y de los mantos acuíferos;
de los suelos y los subsuelos, de las costas y las tierras. Y no conforme con
oprimir a los pobres entre los pobres y a los habitantes de la periferia
mundial, en forma cada vez más abierta está empobreciendo a los sectores medios
y privando de sus derechos y de su futuro a los jóvenes y los niños del mundo
entero.
Con los indignados de la tierra hemos de enfrentar la nueva política del
azúcar y el garrote, de la corrupción y la represión macroeconómica que emplea
el capitalismo corporativo, con sus aliados y subordinados. Frente a sus
intentos de intimidación y corrupción universal blandiremos la moral de lucha y
el coraje de los pueblos. Lo haremos, conscientes de que somos cada vez más y de
que serán cada vez más quienes en el mundo entero luchen por lo que en 1994 sólo
parecía ser una
rebelión indígena posmodernay que en realidad es el principio de una movilización humana considerablemente mejor preparada para lograr la libertad, la justicia y la democracia a que todos aspiramos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario