Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

viernes, 4 de mayo de 2012

¡Presidente, presidente!, gritan a AMLO en el Tec de Monterrey- ASTLLERO-

Elecciones 2012
Posponen exámenes porque los estudiantes estaban con el candidato
¡Presidente, presidente!, gritan a AMLO en el Tec de Monterrey
El tabasqueño responde a inquietudes sobre educación y seguridad
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Andrés Manuel López Obrador habló ayer ante integrantes de la comunidad del Tecnológico de Monterrey sobre sus propuestas de gobierno en caso de ganar la Presidencia en julio próximo. Lo acompañaron en el acto los empresarios Alfonso Romo y Fernando Turner
Foto Carlos Ramos Mamahua
Alma E. Muñoz
Enviada
Periódico La Jornada
Viernes 4 de mayo de 2012, p. 13
Monterrey NL, 3 de mayo. Gritos de júbilo y de ¡presidente, presidente! acompañaron el paso de Andrés Manuel López Obrador por el Tecnológico de Monterrey, donde este jueves presentó sus propuestas de campaña. Estudiantes así lo recibieron y así lo despidieron.
Visiblemente emocionado, el candidato presidencial de la coalición Movimiento Progresista (PRD, PT y Movimiento Ciudadano) agradeció el apoyo que le prodigaron en esta casa de estudios privada, la más emblemática de la ciudad, en el auditorio Luis Elizondo.
Mientras esperaba a López Obrador, quien viajó en dos vuelos comerciales –con conexión en el Distrito Federal– desde San José del Cabo, Baja California Sur, hasta Monterrey, el empresario Alfonso Romo comentó en el aeropuerto: va a estar bueno, ¿eh? Tres veces más demanda que los otros candidatos, en referencia a las conferencias previas de sus contrincantes Josefina Vázquez Mota, del PAN, y Gabriel Quadri, de Nueva Alianza, en el foro Candidatos a la Presidencia de la República. El priísta Enrique Peña Nieto no acudió.
Emilio Ramírez, coordinador general del foro, mencionó que la víspera, en menos de dos horas se agotaron mil pulseras de acceso para la presentación del abanderado de la izquierda, y otro tanto de estudiantes se quedaron sin posibilidad de entrar. Con anterioridad se habían repartido 800 pulseras.
Hasta los exámenes finales se reprogramaron para el día siguiente. Estaba prevista su aplicación a las 2:30 de la tarde, pero aún seguía hablando López Obrador.
El ex jefe de Gobierno del Distrito Federal no fue cuestionado. Al menos las preguntas que públicamente le formularon se enfocaron a conocer su opinión sobre educación, violencia, inseguridad, legalización de drogas, Elba Esther Gordillo y qué diferencia existe entre su propuesta de 2006, cuando compitió por primera vez por la Presidencia de la República, y la de ahora.
Uno va cambiando en la vida. Ahora –sostuvo– tengo más experiencia, adquirida en sus recorridos por todos los municipios del país.
El candidato presidencial estuvo acompañado por Romo, el también empresario Malaquías Aguirre, Fernando Turner –a quien propone como secretario de Desarrollo Económico en caso de ganar la contienda de julio próximo–, Tatiana Clouthier, Cristina Sada Salinas –para quien luego pidió, ante medios de comunicación, apoyo para que sea senadora, y quien en respuesta dijo: contigo hasta la muerte–, además de los dirigentes del PT, Alberto Anaya, y del PRD, Jesús Zambrano.
Ante los estudiantes, el abanderado presidencial señaló que México “necesita un gobernante en libertad, que represente a todos, no a un grupo de intereses creados. ¿Qué vamos a hacer con Elba Esther Gordillo? Sencillamente ya no va a haber apoyo de Los Pinos para ningún cacicazgo… se dejará de proteger a dirigentes sindicales que no actúan de manera correcta”.
El tema de la legalización de las drogas le dio oportunidad de decir que no tendrá un gobierno de ocurrencias. Se analizará todo para no precipitarse y se hará lo que convenga a los mexicanos y a la nación. Si una medida nos va a permitir tranquilizar a la gente, la tomaremos aunque no le guste a propios ni a extraños.
Reiteró que, de ganar, cada 15 días trasladaría a Monterrey la reunión del gabinete de Seguridad y convocaría a integrar una nueva policía nacional federal, con una formación ética, moral y profesionalizada, para el combate a la delincuencia organizada, y así retiraría al Ejército de las calles.
(Con información de David Carrizales, corresponsal)
Cadena nacional-Helguera
Astillero
Veracruz, capital
De periodistas asesinados
Goliza en el IFE
SG, alineada
Julio Hernández López
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ANIVERSARIO DE LA REPRESION EN ATENCO. Habitantes de San Salvador Atenco realizaron ayer un mitin en la explanada del Palacio de Bellas Artes, a seis años de los hechos violentos contra la población localFoto Yazmín Ortega Cortés
     Hay una larga lista silenciosa de periodistas veracruzanos que han sido amenazados, agredidos u orillados a dejar su vida habitual. Son el eslabón más débil de la cadena de impunidad que se vive en la entidad que formalmente gobierna Javier Duarte de Ochoa pero que en la práctica dominan dos bandos contendientes, las fuerzas federales, particularmente la Marina, y los grupos de narcotraficantes, en especial uno de ellos, asentado casi institucionalmente desde que Fidel Herrera Beltrán era el gerente general del estado.
Duarte de Ochoa llegó como ostentosa imposición de Herrera pero, sin romper abiertamente con él, ha ido buscando sus propias vías de consolidación personal, cediendo buena parte del control de la entidad a las fuerzas marinas, asumiendo como realidad heredada y luego cultivada la fuerza de los bandos de crimen organizado y apostando cuanto le es posible a la candidatura de Enrique Peña Nieto.
Falto de experiencia política, confesamente identificado con un hombre de ideas muy firmes, Francisco Franco (//bit.ly/pFtq8k) y cada vez más rebasado por las circunstancias, Duarte de Ochoa ha permitido que continúe el esquema de dominio criminal proveniente de la fidelidad. En esa fuente de agravios sociales múltiples, el gremio periodístico ha tenido un papel doloroso pero no único. Policías locales y federales, mandos militares y marinos, presidentes municipales, funcionarios estatales y narcotraficantes de diversa adscripción y nivel suelen moverse a sus anchas en el laxo Veracruz, cumpliendo a bayoneta calada las instrucciones que reciben o las interpretaciones que sobre la marcha deciden realizar.
Así ha llegado Veracruz a la cifra histórica de cuatro periodistas asesinados en seis días. Una de ellos, Regina Martínez, sostuvo un ejercicio crítico que la llevó a denunciar e indagar, por ejemplo, nexos entre policías locales y narcotraficantes (lo que constituye una línea de investigación en su homicidio). Y ayer aparecieron cuatro muertos más: dos trabajaban como reporteros gráficos, otro lo había dejado de ser a finales del año pasado (pero, para la contabilidad macabra, debe ser considerado como periodista) y la novia de uno de ellos. En los detalles de las historias de este cuarteto asoma la realidad cotidiana que pocos publican y que muchos platican solamente en voz baja: los periodistas que deben dejar su estado o municipio por amenazas o que ya han sido secuestrados, torturados y perseguidos y que meses después de haberse ido de Veracruz regresan a otros medios, en otras circunstancias, tratando de eludir sentencias de muerte que finalmente los alcanzan. Desde luego, este panorama no es exclusivo de estas latitudes. En otras entidades se viven situaciones similares.
También con rapidez delatora han quedado alineados la mayoría de los consejeros del IFE y la Secretaría de Gobernación (SG). Goliza metieron en el instituto electoral a la pretensión ciudadana de que se exigiera a las televisoras retadoras que den cobertura de primer nivel a la de por sí rasurada confrontación de puntos de vista y proyectos de los cuatro aspirantes a presidir el país. Siete a dos fue el marcador a favor de Televisión Azteca, con Leonardo Valdés Zurita jugando de centro delantero y árbitro. Frente a los poderes electrónicos levantados, el IFE no fue capaz, siquiera por defensa propia, de enhebrar una respuesta política suficiente para prolongar por algunas semanas la ya desde antes desfalleciente ilusión de que los comicios venideros podrían estar un tanto a salvo del influjo determinante del dinero y las pantallas. Ahora queda todo apabullantemente claro. El IFE se guiará por el letrismo que le conviene (la letra de un artículo de la ley usada como tapaojos para abstenerse de molestar a las cámaras regentes) y estará presto para declarar como ganador de la elección presidencial a quien le presente constancias numéricas de votos a su favor, haiga sido como haiga sido que las haya obtenido, sin valorar las infracciones graves, sin ver mapachería ni ríos de dinero. Al estilo 2006: la elección podrá ser injusta, llena de elementos distorsionantes, con influencia abierta de poderes determinados, pero ni modo.
Parte de esa cerrazón que en consonancia también practicó la Secretaría de Gobernación, al anunciar su indisposición para pedir que conforme al artículo 62 de la Ley de Radio y Televisión se encadenaran las televisoras para difundir el debate, proviene del hecho de que el candidato de la izquierda electoral ha ido ganando presencia en segmentos que hasta hace poco parecían cerrados a escuchar sus propuestas pero que hoy se han abierto a escucharlo sin prejuicios, entre otras cosas porque cada vez más ciudadanos creen imposible encontrar una alternativa aceptable de gobierno futuro en la vacuidad de Peña Nieto o la debacle sostenida con alfileres de Vázquez Mota.
Así ha ido sucediendo en universidades privadas de diversas partes del país, entre jóvenes que por niveles socioeconómicos y por haber llegado a la edad votante entre pláticas adultas descalificatorias de Andrés Manuel López Obrador parecerían predestinados a reproducir esas campañas de difamación. Pero de manera muy sugerente han expresado su apoyo al tabasqueño en lugares como la Universidad Iberoamericana y ayer en la matriz del Tec de Monterrey, donde se ha escuchado el coro de ¡Presidente! que hasta hace poco parecía impensable en esos sitios de elite.
Y, mientras periodistas y ciudadanos protestan hoy a la una de la tarde en Marsella y Havre, donde está la representación del gobierno de Veracruz en el Distrito Federal, y de allí caminan a la Secretaría de Gobernación, ¡nos vemos aquí el próximo lunes, recordando a Eduardo Valle, El Búho, que ayer falleció!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
De repúblicas amorosas, milpas y carnavales
Armando Bartra*
        No necesitamos un Dios que nos haga llegar sus instrucciones, hay ética porque los humanos nos reconocemos como tales. Y si ser ético es saberse parte del género humano, el impulso fundante de la ética es literalmente la generosidad.
Pero no hay generosidad cuando se ofende, se humilla, se niega al otro por diferente. La crisis mexicana de entre siglos es una crisis ética porque somos una sociedad donde se penaliza la diferencia: porque somos una sociedad racista, sexista y clasista.
Ante los mexicanos se abren dos caminos: o nuestras abismales carencias profundizan el encono social –como quieren los que atizan la guerra contra los traidores a la patria– o en la carencia florece la solidaridad y con ella la lucha por erradicar el colonialismo interno, la inequidad de género y la explotación.
En 2012 la disyuntiva es continuar en la República del odio gestada en los gobiernos del PRI y abismada en los del PAN, o construir una República solidaria y fraterna, una República amorosa. Y la disyuntiva es de naturaleza ética.
La guerra contra el narco que emprendiera el gobierno de Calderón, y a su modo prometen continuar los candidatos del PAN y del PRI, es muy semejante a lo que describe con ironía Charles Dickens en El misterio de Edwin Drood: “Su filantropía olía a pólvora (…) Había que abolir la guerra, pero declarándola antes encarnizadamente a aquellos que la fomentaban (…) Era menester establecer la concordia universal, pero para ello había que exterminar a cuantos no quisieran ponerla en práctica”. A esta filantropía iracunda, Andrés Manuel López Obrador opone la reconciliación y llama a construir una República amorosa ¿Ocurrencia de campaña?, ¿confusión conceptual?, ¿ingenuidad política? Nada de eso.
Según Hanna Arendt, a diferencia de los principios de la moral individual, los conceptos de perdón, respeto, promesa y amor –empleados reiteradamente por López Obrador– corresponden a la condición humana de la pluralidad (pues) se basan en la presencia de los demás, de modo que se trata de principios de ética política. Si bien para la filósofa alemana el amor pertenece a una esfera superior: “El amor no es mundano, y por esta razón (…) no sólo es apolítico sino antipolítico, quizá la más poderosa de las fuerzas antipolíticas humanas”. Nada nos impide apoyarnos en la fuerza antipolítica del amor para avanzar hacia una pospolítica, hacia una sociedad basada un el reconocimiento radical del otro como el que propicia la pasión y el desinterés propios del amor.
1. En el lado soleado del espectro político hemos avanzado en reconocer las virtudes de la pluralidad, al punto de que en vez de izquierda ahora decimos izquierdas. También ponderamos las virtudes del diálogo intercultural que Boaventura de Sousa Santos ha llamado hermenéutica diatópica.
Hay razón en hacer de la interculturalidad una consigna. La historia de los sistemas imperiales –de los que el capitalismo es epítome– es la historia de los colonialismos. Y colonizar es estigmatizar al extraño e imponer la unanimidad de pensamiento. El humanismo de los griegos no se extendía a los bárbaros y la democracia ateniense dejaba fuera a los esclavos; el ecumenismo judeocristiano convive con la idea de que hay un pueblo elegido y el resto son infieles; las revoluciones liberales instauraron la universalidad de la ciudadanía pero por muchos años las mujeres no votaban; para el capitalismo colonialista el trabajo libre era cosa de anglosajones mientras que a los amarillos, negros y cobrizos había que obligarnos a laborar; la presente cruzada del imperio contra el terrorismo sataniza al Islam y a los pueblos árabes.
En México el colonialismo es historia, estructura económica y sistema político. Pero también cultura, de modo que descolonizarnos es valorar nuestra prodigiosa diversidad, al tiempo que desmontamos el racismo, el sexismo y el clasismo que la hacen discriminatoria.
Resumiendo: el respeto por el otro es un imperativo ético, el reconocimiento de la pluralidad sociocultural que conforma nuestro país, una urgencia política, y la construcción de un marco legal que consagre jurídicamente los derechos de los diversos grupos étnicos –originarios del continente o no– es una perentoria necesidad institucional.
Los estados plurinacionales de Ecuador y Bolivia son en esto ejemplo a seguir, no sólo por naciones donde predominan los descendientes directos de los pueblos originarios de este continente sino por todos los países socioculturalmente diversos, es decir por todos los países. Pero en México tenemos nuestra propia tradición de pluralidad virtuosa y diálogo intercultural. En México tenemos milpas. Más que policultivo donde se entreveran maíz, frijol, calabaza, chile, tomatillo y cuanto hay, la milpa es paradigma civilizatorio. Porque los imperios precolombinos sustentados por la milpa eran despóticos y tributarios, pero también culturalmente tolerantes; eran, como sus milpas, pluralistas. Virtud que no tiene la cultura occidental y que, por supuesto, no tenían los conquistadores.
Las palabras del nieto de Netzahualcóyotl y cacique de Texcoco, Carlos Ometochtzin, objetando la imposición por los españoles de religión, idioma, costumbres y normas morales, son una proclama pluralista e intercultural que a casi cinco siglos de distancia conservan su filo:
Y así tenían también nuestros antepasados cada uno sus dioses y sus maneras de trajes y sus modos de sacrificar y ofrecer, y aquello hemos de tener, y seguir como nuestros antepasados (…) Mira que los frailes y los clérigos cada uno tiene su manera (…) Así mismo era entre los que guardaban a los dioses nuestros, que los de México tenían una manera de vestido y una manera de orar y ofrecer y ayunar, y en otros pueblos de otra (…) Sigamos aquello que tenían y seguían nuestros antepasados y de la manera que ellos vivieron, vivamos.
Por esas subversivas ideas, Carlos Ometochtzin, también conocido como Chichimecatecuhtli, fue quemado vivo el 30 de noviembre de 1539.
2. Tan urgente es reconocer nuestra multiculturalidad como urdir un nuevo universalismo incluyente y pluralista que no reniegue de las diferencias sino que se alimente de ellas. Descolonizar no es balcanizar y fomentar la diversidad identitaria no significa extremar los particularismos. Ni en México ni en el mundo es bueno apostar por la atomización social, de modo que habrá que desguanzar la opresiva articulación hegemónica a la vez que urdimos nuevas convergencias nacionales y globales de los diversos. El egoísmo identitario es de derecha y encarna en los racistas anglosajones, los suprematistas blancos, los neofascistas. El pluralismo de los oprimidos, en cambio, es generoso: afirma nuestra pertenencia a la muchedumbre humana bajo la forma de la diversidad solidaria, polifónica, danzante; bajo la forma de la milpa.
Las viejas éticas universalistas demandaban al individuo un compromiso moral con la humanidad sin distingos sexuales, étnicos, económicos, sociales, culturales o religiosos. Humanismos de dientes para afuera que con frecuencia solapaban órdenes sexistas, clasistas y racistas. Y los universalismos falaces y alienantes siguen ahí, pero va cobrando fuerza una nueva exigencia de universalidad. Humanismo generoso al que la globalización presta sustento práctico y base material. Hoy en verdad nada humano nos puede ser ajeno, pues cada vez más lo que duele a uno duele a todos. Las causas que en verdad importan: paz, equidad de género, justicia e inclusión social, libertades civiles, erradicación del hambre, preservación del medio ambiente… son movimientos mundiales respaldados por un activismo planetario.
México está roto, quebrantado. Expresión mayor de la agobiante crisis es la pérdida del sentido de pertenencia a una nación económica, social y políticamente colapsada en la que ya no nos reconocemos. Recuperar la identidad que nos cohesionaba es asunto de vida o muerte; no la engañosa unidad nacional en torno de la nefanda guerra de Calderón sino la efectiva convergencia de los mexicanos –todos– en torno de un gran proyecto de regeneración nacional.
Un proyecto que será ético no por convocarnos a ser buenos sino por incorporar la dimensión moral en los asuntos mundanos. Si hasta un pensador tan materialista como Carlos Marx propugnaba por una economía sustentada en la ética y denunciaba al capital que en su impulso ciego y desmedido derriba las barreras morales, cuantimás nosotros. En vez de la desalmada dictadura del mercado los mexicanos necesitamos una economía moral y solidaria; en vez de un desarrollo entendido como crecimiento de la producción a cualquier precio, necesitamos vivir bien y promover el florecimiento humano: un despliegue de nuestras potencialidades cuyos indicadores son la libertad, la justicia, la dignidad, la felicidad y no los llamados fundamentales de la economía; en vez del ogro filantrópico del que hablaba Octavio Paz, necesitamos un Estado de puertas abiertas comprometido con el bienestar de la población.
3. Para avanzar en la utopía habrá que abandonar prejuicios, ideas rancias y rutinas intelectuales. No adoptar ideologías de moda y ser políticamente correctos sino algo más simple, infrecuente y difícil: practicar el pensamiento crítico.
Y el pensamiento crítico empieza por casa. Sin autocrítica cuestionar al prójimo deviene soberbia intelectual; no podemos ser intolerantes con los demás y complacientes con nosotros mismos. Pero reconocer los errores propios no es verdadera autocrítica: la clave de la autocrítica es el humor. Sólo la risa es en verdad caladora, de modo que cuestionarse en serio supone tomar distancia y reírse de uno mismo. Para salir del hoyo los mexicanos necesitamos mucha autocrítica y mucho sentido del humor, para sobrevivir a la desgracia habremos de reír y –liberados por la risa– emprender risueños la reconstrucción.
“La risa tiene algo de revolucionario –escribía el ruso Alexander Herzen a mediados del siglo XIX–. En la iglesia, en el palacio, frente al jefe nadie ríe. Sólo los iguales ríen. Si a los inferiores se les permitiera reír frente a sus superiores, eso querría decir que se acabó el respeto.”
Es bueno para la salud social burlarse de los viles, de los obscenos, de los prepotentes… y también de las lacras que compartimos justos y pecadores, que en el pantano nacional no vuelan aves impolutas. Pero ante todo hay que caricaturizar al poder y profanar sus símbolos, hay que desacralizar la riqueza, hay que sobajar a los alzados.
Siguiendo a Mijail Bajtin, para quien la risa es subversiva, creo que llegó la hora de carnavalizar la política. Es necesario poner el mundo patas arriba como lo han hecho siempre los pueblos tradicionales antes de la Cuaresma, como lo hacían los caricaturistas políticos que escarnecían a Porfirio Díaz, como lo hicieron los iconoclastas neozapatistas chiapanecos en los años 90 del siglo pasado, como lo hizo la creativa resistencia lopezobradorista al fraude electoral en los tiempos del megaplantón, como lo hacen hoy los ocupa y los indignados de todo el mundo.
Frente a la barbarie cotidiana se justifica la indignación moral. Pero igual se vale la carcajada ética, opción que hizo de Carlos Monsiváis la conciencia crítica de México. (Por cierto, habrá que pedirle a Francisco Toledo –no a Sebastián– que le vaya haciendo un monumento a Carlos y a sus gatos sonrientes, a sus gatos de Cheshire.)
La seriedad es un robo, sostenía Monsiváis. Tenía razón. Carnavalicemos, pues, la política y hagamos de México una República amorosa, sí, pero también una República risueña, una República humorosa.
Sonríe, vamos a ganar, decíamos hace seis años. Hoy, yo les diría: Rían, porque si pese a todo somos capaces de reír, ya ganamos.
* Ponencia presentada en la mesa Ética y pensamiento crítico, de Los grandes problemas nacionales. Diálogos para la regeneración de México

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