¡Sarkozy, dégage…!
Guillermo Almeyra
En la revolución tunecina, la consigna fue “¡Ben Ali, dégage…!” (¡Ben Ali, fuera, no estorbes más!). En Francia la gritaban también en las manifestaciones contra Nicolas Sarkozy, que este domingo, según todo indica, será echado del Elíseo y pasará a ser un aliado secundón de los neofascistas del Frente Nacional dirigido por Marine Le Pen. Es decir, de una horda racista, xenófoba, nacionalista de extrema derecha, que cuenta con el apoyo de los sectores más pobres e incultos de la sociedad francesa, convencidos de que sus enemigos son otros pobres que tienen otras lenguas, costumbres y color, porque supuestamente
François Hollande obtendrá casi todos los votos (muy críticos) de la izquierda que votó por Jean-Luc Mélenchon, más una buena parte de los de Bayrou, de centroderecha, que repudia el fascismo, más algunos votos de quienes sufragaron por Marine Le Pen pero ven a Sarkozy como un competidor en la derecha. Todas las encuestas le atribuyen una victoria importante y es muy probable que así sea, si no sucediese algún milagro fascistoide de último minuto.les quitarían el trabajoy no el capital financiero.
Pero el problema no reside en quién será presidente, sino en qué márgenes de maniobra tendrá en el Parlamento y en el gobierno. El primer ministro francés, en efecto, es nombrado por la primera mayoría parlamentaria. Si el Frente Nacional, reforzado por los electores ex sarkozistas, lograse esa mayoría en las elecciones parlamentarias y municipales de junio próximo, podría darse el caso de una
cohabitaciónentre un presidente de centroizquierda, socialdemócrata, y un primer ministro de extrema derecha, que contaría con una fuerte base parlamentaria en la Francia de las pequeñas alcaldías rurales o suburbanas.
Hollande, si es elegido presidente, tendrá que dar un gran golpe de efecto para desarmar esa alianza entre la derecha y la extrema derecha y consolidar, en cambio, la actual alianza puramente electoral y antifascista entre la izquierda y el centroizquierda que él representa. El tiempo entre las dos elecciones es muy escaso, lo cual hace que la medida o el paquete de medidas-choque deban ser inmediatos y muy populares para lograr un impacto entre los sectores obreros y campesinos que en el pasado votaban por los comunistas y ahora lo hacen por el Frente Nacional, por rabia y para protestar.
¿Tendrá Hollande la posibilidad y los reflejos políticos necesarios para tratar de soldar, mediante medidas audaces, su alianza con el Frente Izquierda de Mélenchon, que mantiene sus dudas y sus críticas? ¿Despertará el triunfo de Hollande algunas esperanzas y entusiasmo entre los trabajadores despedidos o cuyas fábricas cierran? ¿Lo respaldarán algunos movimientos sociales y la organización de parte de la juventud a la que quiere conquistar apostando a la educación? De candidato escogido apenas para evitar lo peor, ¿podrá pasar a ser un candidato al menos adversario del capital financiero, estimulado por la presión de quienes siguen a Mélenchon?
Si se prepara a un choque con los tiburones à la Merkel y quiere programar un plan de creación de trabajo, sobre todo juvenil, necesita imperiosamente una base de apoyo movilizada y no le basta con una mayoría electoral. ¿Podrán los sindicatos, tan debilitados, y el Partido Comunista francés, tan aislado y desprestigiado, modificar su política y servir para desencadenar una movilización popular?
¿Cuáles serán también las repercusiones en Europa? Los trabajadores griegos seguramente se sentirán alentados por la ruptura del eje vampiresco Sarkozy-Merkel. Posiblemente también se debilitarán aún más los gobiernos derechistas de Italia y de España y la elección de un socialdemócrata en Francia podría reforzar indirectamente al centroizquierda belga y, sobre todo, al centroizquierda alemán y preparar el derrumbe de Angela Merkel. La crisis europea, en todo caso, aumentará…
Hollande propone retirar de inmediato las tropas francesas de Afganistán, rompiendo así con la subordinación al cronograma impuesto por Estados Unidos. Ante esta ruptura de la solidaridad interimperialista, ¿cómo reaccionará Washington y cuáles roces podrían surgir entre Francia y el imperialismo estadunidense en África y en el cercano Oriente? La gran burguesía francesa, por supuesto, es solidaria con Rajoy en el problema de las estatizaciones en Bolivia y de las medidas limitadas y tibias adoptadas contra Repsol en Argentina. Le Monde lo demuestra cada día con sus insultos al gobierno argentino. Pero el mismo día en que éste estatizaba 51 por ciento de las acciones de Repsol (no el petróleo ni YPF, faltaría más…) la francesa Total negociaba en Buenos Aires aumentar su producción de gas. ¿Francia buscará aprovechar las dificultades de sus competidores, aunque éstos sean también imperialistas, en América Latina y en China?
Por otra parte, aunque los affaires de cu (o sea, los asuntos de alcoba, para decirlo suavemente) nunca han tenido en Francia demasiada importancia política, es evidente que Hollande no podrá defender al impresentable y cínico Dominique Strauss-Kahn, que es una pieza clave del lobby sionista y de la derecha de su partido. ¿Cómo se restructurará pues éste, que es una federación de notables y altos funcionarios pero que ahora está recibiendo apoyo de sectores juveniles y presiones sociales fuertes (lo que, entre otras cosas, llevó ya a la escisión del senador Mélenchon)?
Si de España han escapado 168 mil millones de euros, que el país tanto necesita para no hundirse más en la crisis, y si la Bolsa europea cae ante la posibilidad del triunfo de Hollande, ¿qué tipo de
huelgay de presión podría ejercer el gran capital en la quinta potencia mundial? La lucha de clases que tantos ignoran o eliminaron de su horizonte, recrudecerá y dará respuestas concretas a estas preguntas, además de influir en la crisis mundial y, sobre todo, en las relaciones entre Europa y Estados Unidos. Eso es seguro.
Los líderes de Gran Bretaña fuerzan a la nación a un camino económico equivocado
Paul Krugman*
Cuando David Cameron se convirtió en primer ministro de Gran Bretaña y anunció sus planes de austeridad –aceptando completamente el asunto del hada de la confianza y los vigilantes invisibles de los bonos–, muchas fueron las alabanzas de ambos lados del Atlántico.
Los eruditos de Estados Unidos apremiaron al presidente Obama a que hiciera un Cameron; el Sr. Cameron y George Osborne, ministro de Economía y Hacienda, eran motivo de brindis de la gente muy seria en todas partes.
Ahora, Gran Bretaña está oficialmente en una recesión doble, y ha logrado la notable hazaña de hacerlo peor en esta ocasión que en la década de 1930.
Gran Bretaña también es única por haber escogido libremente la gran equivocación, puesto que no afrontaba presión ni de los mercados de bonos ni condiciones impuestas por Berlín y Fráncfort.
Ahora, la defensa que escucho de los apologistas de Cameron es que en gran parte la austeridad todavía ni siquiera ha golpeado.
Pero realmente no es una gran defensa.
Recuerden, supuestamente la austeridad debía funcionar al inspirar confianza; ¿dónde está la confianza? Básicamente, el aspecto expansivo realmente ya debió haberse sentido puesto que a partir de aquí todo es contracción.
Sobra decir que los señores Cameron y Osborne insisten en que no van a cambiar de curso, lo que significa que Gran Bretaña seguirá en una espiral de la muerte de austeridad contraproducente.
El nuevo vudú
Cada vez que pienso que podríamos estar haciendo progresos contra los prejuicios y mitos que en estos días pasan como ideas juiciosas, surge algo como el reciente editorial del Financial Times que renueva mi desesperación.
El editorial, publicado el 25 de abril e intitulado Britain faces up to the double-dip test es una respuesta ante las últimas malas noticias económicas de Gran Bretaña, que según el autor no dan motivo alguno para reconsiderar las políticas de austeridad. A continuación el argumento fundamental, completo: “Ed Miliband, el líder de la oposición, predeciblemente usó los datos para atacar a la coalición por ‘recortar demasiado, demasiado rápido’. Pero esto no es convincente. No hay garantía de que bajo una política fiscal más expansiva a la economía británica le estaría yendo significativamente mejor. Y contra esto está el riesgo de que el bajo costo de endeudamiento del Reino Unido pueda elevarse”.
Esto es verdaderamente extraordinario, si lo pensamos un minuto.
Es verdad que
no hay garantíade que a Gran Bretaña le estaría yendo mejor con menos austeridad; nada está
garantizadoen la vida. Vamos, mi taza de café repentinamente podría convertirse en hielo –la termodinámica es estádística, ya sabe. Pero ahora hay abrumadora evidencia en el sentido de que la política fiscal contractiva es contractiva; sobre todo por los resultados de la austeridad en Europa. De cierta forma, empero, el Financial Times se siente capaz de rechazar esta evidencia con base en... ¿en qué?
Después está la afirmación de que el rendimiento de los bonos podría aumentar. Bueno, indudablemente, y podría haber un brote de influenza, o lo que sea. Pero nada de la experiencia reciente sugiere que los países que tienen su propia moneda corran el riesgo de ser atacados por los vigilantes de los bonos –la tasa de interés de los bonos a 10 años de Japón, luego de más de una década de advertencias de que en cualquier momento habría una crisis de bonos, está en 0.91 por ciento.
Además, economistas eminentemente respetables ahora sostienen persuasivamente que la austeridad en una economía profundamente deprimida bien podría ser contraproducente, así que distanciarse de tal austeridad debería alentar a los inversionistas de bonos, no preocuparlos.
Entonces, el argumento del Financial Times se reduce a la afirmación de que Gran Bretaña debe seguir el mismo camino a menos que la abandone el hada de la confianza y sea atacada equivocadamente por los vigilantes invisibles de los bonos.
Y quien sea que haya escrito eso se dice sensato y juicioso.
*Premio Nobel de Economía 2008
© 2012 The New York Times
Solución rápida a la red eléctrica central
Antonio Gershenson
Los problemas de la red eléctrica en el área central, que incluye la zona metropolitana y sus alrededores, son especiales y, algunos, distintos de los del resto del país. Esta área era atendida por Luz y Fuerza del Centro (LFC) y ahora, obviamente, por la Comisión Federal de Electricidad (CFE), y no se han construido ni instalado plantas de generación eléctrica durante décadas. En otras regiones la capacidad de generación está incluso sobrada.
La demanda eléctrica aquí es enorme y creciente y ha sido atendida sólo en una tercera parte por plantas que están a 200 kilómetros de distancia del centro o menos. Los otros dos tercios de esa demanda central son atendidos por plantas que están a más de 200 kilómetros, incluso en Chiapas, en el río Grijalva, a 700 kilómetros, e incluso más, en el caso de algunas plantas.En el camino de estas rutas largas hay importantes cargas que distorsionan esa electricidad, incluso plantas de producción de acero y de refinación de aluminio, fábricas de concreto y otras. Entonces, en la zona central hay inestabilidad, bajo voltaje incluso con descompostura de aparatos domésticos, insuficiencia de energía y apagones. No sólo son problemas locales, que de todos modos los hay, sino por la lejanía de la mayor parte de las fuentes de electricidad. Cuando existía LFC se decía, en un documento, que se había llegado
a un riesgo permanente de colapso de voltaje en la zonay que
la falta de generación cercana y el constante incremento de la demanda de energía eléctrica ha originado que el área de control central se encuentre operando de manera continua en estado de ALERTA(agosto de 2005).
Una medida frente a estos problemas es el uso de plantas muy eficientes, con súper aleaciones y combustóleo desulfurado, con la caldera trabajando a más de 600 grados centígrados. Estas plantas no se han instalado en este país. Lo más rápido en que se han instalado ha sido de unos dos años, más rápido que una planta convencional. Se puede o pueden instalar en las afueras del valle de México.
Hay otra alternativa, ambas no se excluyen, pero la que vamos a exponer es más rápida de fabricar e instalar que las plantas mayores. Hubo un intento de LFC de instalar 20 plantas turbogás relativamente pequeñas, para atender localmente zonas especialmente afectadas, ligadas cada una a una subestación. Este tipo de plantas se usa para emergencias y en momentos difíciles. Pero sólo se pudieron instalar 14.
El gas era una traba, debía instalarse el gasoducto hasta cada subestación por la empresa española a la que se le dio el monopolio de instalar estos ductos y para otros servicios relacionados. Ya había habido explosiones de gas, y en zonas así la gente impidió que se hiciera una nueva instalación, y la turbogás no se pudo instalar.
Las plantas instaladas, de 32 megawatts cada una, algo ayudaron pero la demanda fue aumentando de nuevo. El gas es muy caro, una planta turbogás consume mucho más que una planta de gas de uso permanente, por cada kilowatt generado. Además, el gas de estas plantas tiene, a los más de 2 mil metros de altura sobre el nivel del mar que tenemos, como 30 por ciento de pérdidas. Una buena parte del gas del país es importado. Eso, más las pérdidas del nitrógeno que usa Pemex. De todos modos, y a pesar de los inconvenientes, las plantas turbogás fueron un antecedente. Envían la electricidad a través de las líneas de 23 mil volts que recorre esta área, en grupos de tres líneas a 10 metros de altura (tensión media).
La solución actual viable incluye lo siguiente:
Cubrir todas las subestaciones del área, aproximadamente 50. Usar motores diesel, que tienen más compresión que los motores, o las turbo, de gas, y por lo mismo aumentan la salida de potencia; que no requieren gasoductos y por lo tanto se pueden instalar más rápido que los de gas.
Los últimos gobiernos han subido artificialmente el precio del diesel, que antes era más barato que la gasolina y ahora ya lo hicieron más caro. Esta es otra de las plagas que se deben corregir, pregúntenles a los camioneros y traileros, entre otros.
El motor mueve, hace girar, un generador de electricidad de las dimensiones adecuadas. La electricidad debe ser controlada conforme a equipos que detectan las características y problemas de la red existente. De la electricidad que generan el motor y el generador se usa un transformador para llegar a los 23 mil volts de la red de tensión media que está por todos lados en esta región.
Conforme a los problemas detectados, el motor diésel se prende o se apaga, y aumenta o reduce su velocidad.
La fabricante Hyunday reportó que una planta de este tipo, con motor diesel, ubicada en Puerto Príncipe, Haití, no tuvo daños con el terremoto, y que era la única planta en pie después del sismo.
Habrá que ver en qué medida y forma se pueden aprovechar las 14 pequeñas turbogás existentes.
La potencia total que se instalaría, si son 50 subestaciones, serían 1,600 megawatts, y ya es también una ayuda en lo general. Si se pueden aprovechar, tal vez con cambios, las 14 turbogás, se agregarían poco más de 1,000 megawatts de potencia a la red.
Con estas plantas es mucho más fácil mantener este servicio eléctrico en buen estado. Y ya no sería cuestión de poco más de dos años, como con las mejores plantas grandes, sino de unos cuantos meses.
Este tipo de plantas tampoco existe en México, muy probablemente los funcionarios de aquí ni saben de su existencia; pero las hay en muchos países, y lo importante es adaptarlas a nuestras necesidades. Los sistemas en general se llaman
Generación Distribuida. Ésta es una modalidad reciente de aplicación mundial en grandes ciudades con insuficiencia de generación cercana.
Este sistema reduciría las pérdidas de electricidad en el área central, al detectar y subsanar las fallas. Y esto puede ser un punto de apoyo para reducir las tarifas eléctricas.
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