Con el TPP, México se distancia aún más de China
Hu Jintao, presidente de China.
Foto: AP
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MÉXICO, D.F. (apro).- Mientras se intensifica el rechazo global al Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), México no se acerca a China al negociar ese convenio regional.
El gigante asiático no se muestra interesado en el tratado, que sería un contrapeso a instancias como el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas inglesas) y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, influenciadas por China.
“Desde una perspectiva mexicana, es cuestionable la relevancia de integrarse al TPP y de tener un gran activismo al respecto. Esta iniciativa es más bien de los años 90, en el sentido de que le da una enorme importancia a la reducción arancelaria. Es una estrategia equivocada”, explicó a Apro Enrique Dussel Peters, director del Centro de Estudios China-México de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El TPP entró en vigencia en 2006 entre sus suscriptos originales Chile, Brunei, Nueva Zelanda y Singapur. En 2008 se incorporaron Australia, Estados Unidos, Perú y Vietnam, así como Malasia, dos años después. En junio último fueron aceptados para negociar su adhesión Canadá y México.
Hasta ahora se han realizado 15 rondas de negociación, la más reciente en Auckland (Nueva Zelanda), del 3 al 12 de diciembre de 2012, y en la cual intervinieron por vez primera México y Canadá. La próxima serie de reuniones se escenificará en Singapur, del 4 al 13 de marzo de este año.
Las cifras disponibles indican la necesidad de México de aproximarse a China, pero no se distingue una política clara para hacerlo.
En 2011 el país importó 52 mil millones de dólares de su segundo socio comercial después de Estados Unidos, en tanto que las exportaciones apenas superaron los dos mil millones. En materia de inversión extranjera directa (IED) la cuenta también es desfavorable, aunque ambos gobiernos no concuerdan en las estadísticas. La Secretaría de Economía ubicó el capital chino en el país en 157 millones de dólares en 2011, mientras que Beijing cifró el monto en 614 millones. Adicionalmente, el capital mexicano en la nación asiática apenas rebasó ese año los 100 millones.
En su artículo México y su ingreso al Acuerdo de Asociación Transpacífico, publicado en el número de diciembre de la Revista de Derecho Económico Internacional, Francisco de Rosenzweig, subsecretario de Comercio Exterior, enumeró siete razones para el ingreso del país a las tratativas, como el dinamismo de las economías asiáticas, la presencia de Estados Unidos, el estado de las negociaciones multilaterales, la importancia económica de los socios del TPP y la erosión arancelaria para México.
Pero en ninguna parte de su texto aludió a las implicaciones en la relación bilateral con China.
México tiene 12 tratados de libre comercio con 43 países, los cuales han servido principalmente para fomentar las exportaciones, pero de limitada influencia en el crecimiento económico y la creación de empleo.
Por eso, las cámaras empresariales se han opuesto a negociar más acuerdos y aprovechar en mejor forma los ya existentes.
Pero la expansión comercial no se ha extendido a los países asiáticos. Carlos Uscanga, investigador del Centro de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, tiene algunos argumentos al respecto.
“La prioridad por muchos años por parte del gobierno y de los empresarios fue el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) como instrumento eje de su política comercial como resultado natural de la integración de la economía mexicana con la de Estados Unidos”, explicó el especialista en su ponencia El “Trans-Pacific Strategic Economic Partnership Agreement” (TPP): perspectivas desde México, presentada en 2011 durante el XI Seminario Internacional de Investigación sobre la Cuenca del Pacífico.
El académico citó también “Los resultados de la subutilización por parte de la industria exportadora mexicana de los acuerdos comerciales firmados por el gobierno mexicano” y “la ausencia por mucho tiempo de una visión de negocios integrada para el Asia Pacífico y la perspectiva de que la región representa una amenaza (en particular China)”.
México sostiene un Acuerdo de Asociación Económica con Japón desde 2005, pero tiene paralizadas las pláticas para TLC con Singapur y Corea del Sur.
Acuerdos improductivos
El TPP, cuyas tratativas concluirían este año, se negocia sobre 22 mesas de trabajo sobre temáticas como agricultura, propiedad intelectual, ambiente y servicios.
La postura del nuevo gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto ha sido el respaldo al acuerdo, no muy diferente de la asumida por su predecesor Felipe Calderón.
“Lo que se requeriría es una estrategia que no necesariamente es un TLC, pero sí un acuerdo que regularice una relación muy difícil en términos de aranceles, de estadísticas. Hay toda una agenda comercial que vía el TPP no se va a lograr”, aconsejó Dussel, quien encabezó la coordinación de la Agenda estratégica México-China, entregada a Peña Nieto antes de asumir la presidencia el 1 de diciembre último.
El extenso estudio, elaborado por más de 100 académicos, políticos y empresarios, plantea “explicar a las autoridades chinas que la participación en foros o tratados como el TPP no es anti China” y alerta de que “la incursión de México puede erosionar aún más la relación bilateral”.
Las medidas más recientes de México no parecen ir en la dirección adecuada. En octubre de 2012, el gobierno de Calderón entabló una demanda ante la Organización Mundial del Comercio en contra de China, a la que se acusó de otorgar subsidios indebidos en las industrias textiles y del vestido.
En una de sus primeras decisiones respecto a la nación asiática, Peña Nieto prorrogó para 2014 una rebaja arancelaria de 25 a 20% para textiles y calzado chino, ante la demanda de los productores mexicanos.
En el mundo los tratados comerciales aumentaron de 44 en 1994 a 400 en 2012, con las consiguientes desgravaciones arancelarias.
De Rosenzweig arguye que “la suscripción de nuevos tratados comerciales”, como el TPP, “hace contrapeso a esa situación”.
En la cumbre de APEC –instaurado en 1989 y al cual México se adhirió en 1993–, realizada en Indonesia en 2004 se adoptó la Declaración de Bogor, que establece que el camino para alcanzar la liberalización económica entre sus miembros tendría que ser diferenciada, de modo que las economía desarrolladas lo harían en 2010 y las naciones en desarrollo, en 2020.
“México debe de calibrar los costos que le pueda generar el no incluirse en el proceso de construcción de un acuerdo de libre comercio, ya sea sectorial (TPP) o comprehensivo (FTAAP, Acuerdo de Libre Comercio de Asia Pacífico) bajo la intención de la Casa Blanca de ser el líder de ese proceso que permita profundizar la integración económica regional”, planteó Uscanga.
“Si lo que queremos es diversificar, uno se pregunta si no valdría la pena modernizar los TLC que ya tenemos”, aconsejó Dussel.
La plataforma cibernética Avaaz recolecta firmas en contra del TPP. De una meta de un millón de rúbricas, suma 726 mil 997.
“Como ciudadanos globales preocupados, los llamamos a hacer transparente el proceso del TPP y responder ante todos, y a rechazar cualquier plan que limite el poder de nuestros gobiernos para regular en el interés público.
El TPP es una amenaza a la democracia, socavando la soberanía nacional, los derechos de los trabajadores, protecciones ambientales y la libertad de internet. Los urgimos a rechazar este apoderamiento corporativo”, esgrime la petición, dirigida a los socios del tratado.
El gigante asiático no se muestra interesado en el tratado, que sería un contrapeso a instancias como el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas inglesas) y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, influenciadas por China.
“Desde una perspectiva mexicana, es cuestionable la relevancia de integrarse al TPP y de tener un gran activismo al respecto. Esta iniciativa es más bien de los años 90, en el sentido de que le da una enorme importancia a la reducción arancelaria. Es una estrategia equivocada”, explicó a Apro Enrique Dussel Peters, director del Centro de Estudios China-México de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El TPP entró en vigencia en 2006 entre sus suscriptos originales Chile, Brunei, Nueva Zelanda y Singapur. En 2008 se incorporaron Australia, Estados Unidos, Perú y Vietnam, así como Malasia, dos años después. En junio último fueron aceptados para negociar su adhesión Canadá y México.
Hasta ahora se han realizado 15 rondas de negociación, la más reciente en Auckland (Nueva Zelanda), del 3 al 12 de diciembre de 2012, y en la cual intervinieron por vez primera México y Canadá. La próxima serie de reuniones se escenificará en Singapur, del 4 al 13 de marzo de este año.
Las cifras disponibles indican la necesidad de México de aproximarse a China, pero no se distingue una política clara para hacerlo.
En 2011 el país importó 52 mil millones de dólares de su segundo socio comercial después de Estados Unidos, en tanto que las exportaciones apenas superaron los dos mil millones. En materia de inversión extranjera directa (IED) la cuenta también es desfavorable, aunque ambos gobiernos no concuerdan en las estadísticas. La Secretaría de Economía ubicó el capital chino en el país en 157 millones de dólares en 2011, mientras que Beijing cifró el monto en 614 millones. Adicionalmente, el capital mexicano en la nación asiática apenas rebasó ese año los 100 millones.
En su artículo México y su ingreso al Acuerdo de Asociación Transpacífico, publicado en el número de diciembre de la Revista de Derecho Económico Internacional, Francisco de Rosenzweig, subsecretario de Comercio Exterior, enumeró siete razones para el ingreso del país a las tratativas, como el dinamismo de las economías asiáticas, la presencia de Estados Unidos, el estado de las negociaciones multilaterales, la importancia económica de los socios del TPP y la erosión arancelaria para México.
Pero en ninguna parte de su texto aludió a las implicaciones en la relación bilateral con China.
México tiene 12 tratados de libre comercio con 43 países, los cuales han servido principalmente para fomentar las exportaciones, pero de limitada influencia en el crecimiento económico y la creación de empleo.
Por eso, las cámaras empresariales se han opuesto a negociar más acuerdos y aprovechar en mejor forma los ya existentes.
Pero la expansión comercial no se ha extendido a los países asiáticos. Carlos Uscanga, investigador del Centro de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, tiene algunos argumentos al respecto.
“La prioridad por muchos años por parte del gobierno y de los empresarios fue el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) como instrumento eje de su política comercial como resultado natural de la integración de la economía mexicana con la de Estados Unidos”, explicó el especialista en su ponencia El “Trans-Pacific Strategic Economic Partnership Agreement” (TPP): perspectivas desde México, presentada en 2011 durante el XI Seminario Internacional de Investigación sobre la Cuenca del Pacífico.
El académico citó también “Los resultados de la subutilización por parte de la industria exportadora mexicana de los acuerdos comerciales firmados por el gobierno mexicano” y “la ausencia por mucho tiempo de una visión de negocios integrada para el Asia Pacífico y la perspectiva de que la región representa una amenaza (en particular China)”.
México sostiene un Acuerdo de Asociación Económica con Japón desde 2005, pero tiene paralizadas las pláticas para TLC con Singapur y Corea del Sur.
Acuerdos improductivos
El TPP, cuyas tratativas concluirían este año, se negocia sobre 22 mesas de trabajo sobre temáticas como agricultura, propiedad intelectual, ambiente y servicios.
La postura del nuevo gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto ha sido el respaldo al acuerdo, no muy diferente de la asumida por su predecesor Felipe Calderón.
“Lo que se requeriría es una estrategia que no necesariamente es un TLC, pero sí un acuerdo que regularice una relación muy difícil en términos de aranceles, de estadísticas. Hay toda una agenda comercial que vía el TPP no se va a lograr”, aconsejó Dussel, quien encabezó la coordinación de la Agenda estratégica México-China, entregada a Peña Nieto antes de asumir la presidencia el 1 de diciembre último.
El extenso estudio, elaborado por más de 100 académicos, políticos y empresarios, plantea “explicar a las autoridades chinas que la participación en foros o tratados como el TPP no es anti China” y alerta de que “la incursión de México puede erosionar aún más la relación bilateral”.
Las medidas más recientes de México no parecen ir en la dirección adecuada. En octubre de 2012, el gobierno de Calderón entabló una demanda ante la Organización Mundial del Comercio en contra de China, a la que se acusó de otorgar subsidios indebidos en las industrias textiles y del vestido.
En una de sus primeras decisiones respecto a la nación asiática, Peña Nieto prorrogó para 2014 una rebaja arancelaria de 25 a 20% para textiles y calzado chino, ante la demanda de los productores mexicanos.
En el mundo los tratados comerciales aumentaron de 44 en 1994 a 400 en 2012, con las consiguientes desgravaciones arancelarias.
De Rosenzweig arguye que “la suscripción de nuevos tratados comerciales”, como el TPP, “hace contrapeso a esa situación”.
En la cumbre de APEC –instaurado en 1989 y al cual México se adhirió en 1993–, realizada en Indonesia en 2004 se adoptó la Declaración de Bogor, que establece que el camino para alcanzar la liberalización económica entre sus miembros tendría que ser diferenciada, de modo que las economía desarrolladas lo harían en 2010 y las naciones en desarrollo, en 2020.
“México debe de calibrar los costos que le pueda generar el no incluirse en el proceso de construcción de un acuerdo de libre comercio, ya sea sectorial (TPP) o comprehensivo (FTAAP, Acuerdo de Libre Comercio de Asia Pacífico) bajo la intención de la Casa Blanca de ser el líder de ese proceso que permita profundizar la integración económica regional”, planteó Uscanga.
“Si lo que queremos es diversificar, uno se pregunta si no valdría la pena modernizar los TLC que ya tenemos”, aconsejó Dussel.
La plataforma cibernética Avaaz recolecta firmas en contra del TPP. De una meta de un millón de rúbricas, suma 726 mil 997.
“Como ciudadanos globales preocupados, los llamamos a hacer transparente el proceso del TPP y responder ante todos, y a rechazar cualquier plan que limite el poder de nuestros gobiernos para regular en el interés público.
El TPP es una amenaza a la democracia, socavando la soberanía nacional, los derechos de los trabajadores, protecciones ambientales y la libertad de internet. Los urgimos a rechazar este apoderamiento corporativo”, esgrime la petición, dirigida a los socios del tratado.
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