Pakistán: Primavera política
Una de las protestas contra la corrupción en Pakistán.
Foto: AP
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MÉXICO D.F. (apro).- Una caravana de autos con 7 mil personas a bordo avanzó hacia Islamabad para pedir el fin de la corrupción en el país. La capital de Pakistán se atrincheró detrás de alambres de púas y las fuerzas de seguridad bloquearon las puertas de la ciudad.
“Le he dicho a mis niños que no tengamos miedo a las balas. Aguardemos las balas en nuestro pecho. Queremos un cambio y una revolución. Nuestra sociedad no dará un paso atrás hasta que no se nos escuche”, dijo una madre ante las cámaras de la emisora Al-Jazeera.
Testimonios de este tipo que la cadena árabe grabó durante las movilizaciones que entraron a Islamaban los días 14, 15 y 16 de este mes muestran el grado de hartazgo de la gente que alza las banderas de Pakistán y porta la imagen de Tahir ul-Qadri, escritor, poeta y clérigo musulmán.
Ul-Qadri demanda reformas electorales antes de los próximos comicios de marzo, disolver la comisión electoral, instalar un gobierno transitorio, la renuncia del presidente Asif Ali Zardari, quien tiene un juicio de corrupción abierto en Suiza, y disolver las asambleas provinciales y nacionales.
“Esta es una marcha para la protección de los derechos humanos, la eliminación de la pobreza, la supremacía de la Constitución, el Estado de derecho y el fin de la corrupción”, dijo entonces Qadri.
Las manifestaciones que acompañan a Qadri no son las primeras. Desde 2011 Imran Khan, un antiguo jugador de criquet ahora convertido en político, convocó manifestaciones en las que participaron más de 100 mil personas en ciudades como Karachi y Lahore. Khan también que tiene amplias posibilidades de ganar la presidencia. Afirma que su objetivo es convertir a Pakistán en un Estado del bienestar.
“Existe un amplio movimiento por el cambio en Pakistán”, cuenta a Apro Raza Rumi, famoso columnista, bloggero y comentarista político paquistaní. Comenta que el 67% de la población está compuesta por jóvenes que claman por un cambio político y por tener voz.
Pakistán tiene 45% de analfabetismo, según CIA Worldfactbook. De acuerdo con el índice de percepción de corrupción del 2012, el país registra uno de los lugares más altos: 139 de 174. El blog de economía de Reuters publicó en octubre del 2012 que el mal estado de la economía paquistaní es un peligro igual de grande para el país que los grupos militantes talibanes.
A esto se suma la ineficiencia del gobierno federal y la violencia sectaria y religiosa (como resultado de ésta última fueron asesinadas 96 personas de religión shía en la ciudad de Quetta, lo que derivó en protestas el pasado viernes 11), así como el asesinato de activistas de derechos humanos y la violencia de género que causó el ataque contra Malala, la niña de 14 años que luchaba por la educación en su pueblo.
De acuerdo con el programa de análisis de Al-Jazeera, Pakistán: Tiempos de cambio, publicado en septiembre pasado, el poder judicial es más efectivo que el gobierno civil, da derechos políticos a grupos minoritarios, arregla problemas de tráfico en Karachi y tiene que dictar los precios de los productos básicos.
Cuando se pregunta a Raza Rumi qué intereses y grupos son los más preocupados por las protestas en Pakistán, responde: “Los partidos políticos”.
Y es que la Liga Musulmana de Pakistán- Nawaz (PML-N) y el Partido Popular de Pakistán (actualmente en el poder) tradicionalmente se han disputado el poder y han sido denunciados por Khan por componer una “élite política rapaz”.
La élite de Pakistán (económica, política, militar y clerical) además, es comprendida como individuos y grupos que tienen una gran capacidad para manipular el sistema de distribución del Estado y así tienen grandes ventajas personales, de acuerdo con la columna ¿Qué es la élite Pakistání?, publicado el 30 de junio de 2012 por el medio local The Express Tribune
“Sólo la democracia puede cambiar esto”, confiesa Raza Rumi, quien señala que es necesario oponerse al tipo de élite política existente en el país.
El factor militar
Pakistán ha sufrido varias dictaduras militares, como la de 1999 al 2008, comandada por Pervez Musharaf, aliado incondicional de George W. Bush, y las dictaduras que muchas veces derivaron en guerras como las de los periodos de 1958-1971 y 1977-1988.
“Esto no debe suceder más”, dice Raza Rumi, aunque aclara que la situación ahora es diferente, pues, asegura, Pakistán tiene una democracia funcional, libertades políticas y medios de comunicación libres.
“Así que la gente tiene muchas avenidas para transitar en la protesta”, dice.
Sin embargo, también especifica que los sistemas democráticos han fallado en la distribución de la riqueza y que siempre está latente la amenaza de intervención del ejército, como el popular Golpe de Estado de Pervez Musharaf.
“La principal razón es la inestabilidad política endémica y los procesos democráticos truncados”, aclara Rumi. “Esto ha conducido a partidos políticos disfuncionales y un sistema electoral sujeto a la manipulación”.
Recientemente se ha abierto la pregunta sobre las intenciones de ul-Qadri, quien durante las manifestaciones hizo un llamado al ejército a mantener la paz del país.
“La sociedad tiene sospechas sobre la agenda de Qadri, quien parece estar relacionada con el establecimiento de los militares por décadas”, opina Raza, pero le da el beneficio de la duda: “Puede hacer grandes reformas. Si quiere hacer un cambio político debe entrar en un proceso electoral y registrar su partido político para las elecciones”.
Rumi explica que Qadri es un clérigo moderado que representa el lado pacífico del Islam con el que la mayoría de paquistaníes se relaciona. Señala que Khan, por su parte, no es un aristócrata, pero sí viene de una familia acomodada y privilegiada y ha sabido recoger las demandas de los sectores populares del país.
El pasado jueves 23 Imran Khan declaró que las propuestas y demandas hechas por Qadri van de acuerdo con su agenda, pues tiene planeado hacer que la élite pague proporcionalmente los impuestos que corresponde y que hará las reformas que el clérigo pide del gobierno si gana la presidencia.
Qadri dice que esto va más allá de Khan, o del poder judicial, que tiene que ver con la necesidad amplia de cambio de un país que constantemente ha intentado movilizarse desde la democracia y no lo ha conseguido. Y ahora puede.
“El movimiento por el cambio está llegando a Pakistán. Tuvimos movilizaciones políticas en 1960, 1977 en los 80s y en 2007-2008, pero no como estas”, señala.
Y enfatiza: “Ahora estamos más cerca que nunca de lograr ese cambio con las elecciones que vienen y parece que la gente busca ahí una oportunidad”.
“Le he dicho a mis niños que no tengamos miedo a las balas. Aguardemos las balas en nuestro pecho. Queremos un cambio y una revolución. Nuestra sociedad no dará un paso atrás hasta que no se nos escuche”, dijo una madre ante las cámaras de la emisora Al-Jazeera.
Testimonios de este tipo que la cadena árabe grabó durante las movilizaciones que entraron a Islamaban los días 14, 15 y 16 de este mes muestran el grado de hartazgo de la gente que alza las banderas de Pakistán y porta la imagen de Tahir ul-Qadri, escritor, poeta y clérigo musulmán.
Ul-Qadri demanda reformas electorales antes de los próximos comicios de marzo, disolver la comisión electoral, instalar un gobierno transitorio, la renuncia del presidente Asif Ali Zardari, quien tiene un juicio de corrupción abierto en Suiza, y disolver las asambleas provinciales y nacionales.
“Esta es una marcha para la protección de los derechos humanos, la eliminación de la pobreza, la supremacía de la Constitución, el Estado de derecho y el fin de la corrupción”, dijo entonces Qadri.
Las manifestaciones que acompañan a Qadri no son las primeras. Desde 2011 Imran Khan, un antiguo jugador de criquet ahora convertido en político, convocó manifestaciones en las que participaron más de 100 mil personas en ciudades como Karachi y Lahore. Khan también que tiene amplias posibilidades de ganar la presidencia. Afirma que su objetivo es convertir a Pakistán en un Estado del bienestar.
“Existe un amplio movimiento por el cambio en Pakistán”, cuenta a Apro Raza Rumi, famoso columnista, bloggero y comentarista político paquistaní. Comenta que el 67% de la población está compuesta por jóvenes que claman por un cambio político y por tener voz.
Pakistán tiene 45% de analfabetismo, según CIA Worldfactbook. De acuerdo con el índice de percepción de corrupción del 2012, el país registra uno de los lugares más altos: 139 de 174. El blog de economía de Reuters publicó en octubre del 2012 que el mal estado de la economía paquistaní es un peligro igual de grande para el país que los grupos militantes talibanes.
A esto se suma la ineficiencia del gobierno federal y la violencia sectaria y religiosa (como resultado de ésta última fueron asesinadas 96 personas de religión shía en la ciudad de Quetta, lo que derivó en protestas el pasado viernes 11), así como el asesinato de activistas de derechos humanos y la violencia de género que causó el ataque contra Malala, la niña de 14 años que luchaba por la educación en su pueblo.
De acuerdo con el programa de análisis de Al-Jazeera, Pakistán: Tiempos de cambio, publicado en septiembre pasado, el poder judicial es más efectivo que el gobierno civil, da derechos políticos a grupos minoritarios, arregla problemas de tráfico en Karachi y tiene que dictar los precios de los productos básicos.
Cuando se pregunta a Raza Rumi qué intereses y grupos son los más preocupados por las protestas en Pakistán, responde: “Los partidos políticos”.
Y es que la Liga Musulmana de Pakistán- Nawaz (PML-N) y el Partido Popular de Pakistán (actualmente en el poder) tradicionalmente se han disputado el poder y han sido denunciados por Khan por componer una “élite política rapaz”.
La élite de Pakistán (económica, política, militar y clerical) además, es comprendida como individuos y grupos que tienen una gran capacidad para manipular el sistema de distribución del Estado y así tienen grandes ventajas personales, de acuerdo con la columna ¿Qué es la élite Pakistání?, publicado el 30 de junio de 2012 por el medio local The Express Tribune
“Sólo la democracia puede cambiar esto”, confiesa Raza Rumi, quien señala que es necesario oponerse al tipo de élite política existente en el país.
El factor militar
Pakistán ha sufrido varias dictaduras militares, como la de 1999 al 2008, comandada por Pervez Musharaf, aliado incondicional de George W. Bush, y las dictaduras que muchas veces derivaron en guerras como las de los periodos de 1958-1971 y 1977-1988.
“Esto no debe suceder más”, dice Raza Rumi, aunque aclara que la situación ahora es diferente, pues, asegura, Pakistán tiene una democracia funcional, libertades políticas y medios de comunicación libres.
“Así que la gente tiene muchas avenidas para transitar en la protesta”, dice.
Sin embargo, también especifica que los sistemas democráticos han fallado en la distribución de la riqueza y que siempre está latente la amenaza de intervención del ejército, como el popular Golpe de Estado de Pervez Musharaf.
“La principal razón es la inestabilidad política endémica y los procesos democráticos truncados”, aclara Rumi. “Esto ha conducido a partidos políticos disfuncionales y un sistema electoral sujeto a la manipulación”.
Recientemente se ha abierto la pregunta sobre las intenciones de ul-Qadri, quien durante las manifestaciones hizo un llamado al ejército a mantener la paz del país.
“La sociedad tiene sospechas sobre la agenda de Qadri, quien parece estar relacionada con el establecimiento de los militares por décadas”, opina Raza, pero le da el beneficio de la duda: “Puede hacer grandes reformas. Si quiere hacer un cambio político debe entrar en un proceso electoral y registrar su partido político para las elecciones”.
Rumi explica que Qadri es un clérigo moderado que representa el lado pacífico del Islam con el que la mayoría de paquistaníes se relaciona. Señala que Khan, por su parte, no es un aristócrata, pero sí viene de una familia acomodada y privilegiada y ha sabido recoger las demandas de los sectores populares del país.
El pasado jueves 23 Imran Khan declaró que las propuestas y demandas hechas por Qadri van de acuerdo con su agenda, pues tiene planeado hacer que la élite pague proporcionalmente los impuestos que corresponde y que hará las reformas que el clérigo pide del gobierno si gana la presidencia.
Qadri dice que esto va más allá de Khan, o del poder judicial, que tiene que ver con la necesidad amplia de cambio de un país que constantemente ha intentado movilizarse desde la democracia y no lo ha conseguido. Y ahora puede.
“El movimiento por el cambio está llegando a Pakistán. Tuvimos movilizaciones políticas en 1960, 1977 en los 80s y en 2007-2008, pero no como estas”, señala.
Y enfatiza: “Ahora estamos más cerca que nunca de lograr ese cambio con las elecciones que vienen y parece que la gente busca ahí una oportunidad”.
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