Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

domingo, 27 de enero de 2013

¿Qué quieren «los poderosos»? ¿Dónde hay que pegarles?- «¡Demasiada ideología!»- La crisis y la desigualdad

¿Qué quieren los poderosos? ¿Dónde hay que pegarles?
Guillermo Almeyra
En México no faltan los vivillos que dicen a sus seguidores, tomándolos por débiles mentales, que los poderosos (de los que, por supuesto, no dicen que extraen su poder de la explotación del trabajo ajeno y de la dominación de la mente de los oprimidos y explotados, ni que pertenecen a una clase) eligen como política principal proponer… ¡el frente único de sus víctimas contra el poder y los mismos poderosos porque la unidad de aquéllas depende sólo de un pacto de líderes, que los poderosos pueden comprar! Aparte de que, en el caso de López Obrador, la posibilidad de venta de los millones de votos obtenidos es la enésima calumnia y nada más, pues hace rato que podrían haberlo comprado y no pudieron, ya que se puede ser limitado y al mismo tiempo honesto, la unidad no es un mero pacto de caudillos ni un acuerdo entre cúpulas de organizaciones y mucho menos la sumisión a una de éstas, sino un acuerdo consciente entre millones de personas sobre un programa mínimo en el que, manteniendo sus organizaciones y más allá de sus diferencias, concuerdan en pelear juntas contra un enemigo común. Para forzar la mano de los caudillos y llevarlos por el camino del frente único no hay otra vía que razonar y exponer principios y grandes líneas de acción.
 
¿Cuál es el objetivo de la minoría de poderosos que explotando la ignorancia de la mayoría de los mexicanos y su desorganización y la acción de sectarios y provocadores de todo tipo domina la mente de la mayoría de los explotados y oprimidos (y de la mayoría de los indígenas de este país)? Dividir a los obreros combativos del resto de los trabajadores y acallarlos, dividir a los obreros de los campesinos, a los universitarios y estudiantes más esclarecidos del resto de la sociedad y de sus compañeros, a los trabajadores urbanos de los indígenas-campesinos y a quienes creen poder utilizar la vía legal e incluso electoral para llegar a los gobiernos de los que, en cambio, esperan todo de su resistencia tras objetivos puntuales y locales o de la simple espontaneidad. Los poderosos buscan impedir que los diversos componentes de esa compleja variedad de sectores que componen el trabajador colectivo coincidan tras algunos objetivos fundamentales, construyan en común un programa de lucha. Ahora bien: éste debe nacer no de acuerdos de jefes ni de gabinetes de especialistas sino de las necesidades y prioridades establecidas por los propios sectores en lucha contra el capital, en todas sus manifestaciones.

Los chinos dicen que cuando el sabio muestra la Luna con el dedo, los imbéciles miran el dedo. Yo, que por supuesto no soy sabio, propuse trabajar por un programa común de un frente único de lucha contra el gobierno y el capital. No faltó alguno que creyó que, como Moisés, proponía mandamientos divinos al mencionar a título de ejemplo algunos puntos básicos de ese programa. Por supuesto, no propusieron puntos mejores que tuviesen en cuenta la necesidad de unir a los indígenas campesinos con los campesinos mestizos y con los trabajadores agrícolas asalariados y a todos ellos con las exigencias democráticas, nacionales y de preservación del nivel de vida de los sectores mayoritarios de la sociedad. Tampoco explicaron por qué decían que la propuesta de luchar por la autonomía y la autogestión, que aplican en Guerrero, eran reaccionarias (!). Además, en todo esto, como de costumbre, sigue faltando la voz de los ilustrados, que callan ante barbaridades políticas y ante la demagogia y no dicen qué piensan de la afirmación de que los poderosos (no identificados) proponen nada menos que la unidad de sus enemigos de clase.
 
Los compañeros que en las comunidades guerrerenses constituyen sus policías comunitarias y detienen y juzgan a los delincuentes, muy probablemente votan por diferentes partidos o no votan, pero están unidos en la lucha en defensa de su territorio y se mueven autónomamente del Estado y de todas las instituciones paraestatales, partidos incluidos, practicando la autogestión en el terreno de la defensa de sus derechos y de su territorio. ¿Son agentes de los poderosos? Los obreros, sindicalistas e izquierdistas de ideas y organizaciones diferentes que tratan de formar un partido obrero independiente mediante la OPT y no están en Morena, aunque no vean a Morena como enemigo principal, ¿forman parte de la maniobra siniestra de los poderosos? ¿Cuáles ideas y líneas de acción proponen a la inmensa mayoría de los mexicanos los amantes de la soledad política? ¿No suena a secta de iniciados eso de que “a partir de ahora nuestra política empezará a ser selectiva en su destinatario… y sólo podrá ser comprendida por quienes con nosotros han caminado y caminan”, como reza el antepenúltimo comunicado del EZLN? ¿Significa eso que 98 o 99 por ciento de los mexicanos deben quedar en manos de los poderosos porque no forman parte de los elegidos? ¿No sirve esa política a Peña Nieto y al capital financiero internacional; no desarma esa visión a todos los que por ignorancia o ingenuidad creen que son los puros escogidos por su Señor?
 
O los explotados y oprimidos, manteniendo sus diferencias políticas, ideológicas, filosóficas, étnicas, religiosas, se unen en torno a puntos comunes elaborados de común acuerdo, o serán aplastados uno por uno y sector por sector por la ofensiva del capital, que Peña Nieto llevará a niveles aún más altos. Rechazar el sectarismo y bregar por la unidad contra el capital es elemental cuestión de buen sentido. Ulises se tapó los oídos ante los cantos de las sirenas que, por lo menos tenían hermosas formas y cantaban bonito: ahora nos toca hacerlo para no escuchar los graznidos de no se sabe muy bien quiénes que nos proponen poner el rumbo hacia los escollos y arrecifes con largos documentos, vacíos de toda idea, en los que ni se menciona el capitalismo, la dominación imperialista que exige Pemex, la necesidad de un cambio de sistema o de una revolución…
 
¡Demasiada ideología!
Arnaldo Córdova
Una vez que han recobrado la Presidencia de la República, los priístas nos anuncian, un día sí y otro también, que van por todo en materia de reformas estructurales, en particular, por la energética. Han olvidado el carácter emblemático de sus documentos básicos, que los ligaban a ciertos principios sostenidos a través del tiempo, para ver en los mismos nada más que anclas del pasado que ahora son, para ellos, verdaderas cadenas que hay que romper. Los principios han dejado de ser importantes, ahora de lo que se trata es de superarlos, para empezar de nuevo ya sin esos amarres del pasado. Es como decir que los priístas dejan de ser tales para ser ahora otra cosa.
 
En una entrevista con este diario, el nuevo presidente del tricolor, César Camacho Quiroz, estimó que la sociedad ha cambiado radicalmente y, como los partidos son un reflejo de la misma, no tienen más remedio que cambiar. El PRI se quedó atrasado y ahora hay que ponerlo a tono con esa realidad. El partido, agregó, “debe transformarse, actualizar sus posiciones frente a los asuntos del país. En cualquier parte del mundo los partidos postulan una ideología, pero demasiada ideología, ideología convertida en dogma, se convierte en una especie de veneno” (La Jornada, 14/12/12, subrayado nuestro).

Un día antes, Camacho lamentaba que sanos principios partidistas se hubiesen convertido en dogmas, camisas de fuerza y diques. “No podemos vivir –dijo– con una actitud nostálgica y queremos que este país salga adelante y recuperar terreno perdido. Son muchas las cosas que el PRI debe revisar.” El partido, en su opinión, debe replantearse con mayor precisión su línea ideológica, huir de la indefinición, y advirtió que demasiada ideología ata y envenena. Ahora el PRI, según Camacho Quiroz, deberá darse nuevas definiciones (La Jornada, 13/12/12).

En realidad, ya el PRI había venido corrigiendo esa ruta equivocada que le obligaba a transitar con principios obsoletos y atrasados. Todavía en su Declaración de Principios de 2004, en su punto 36, se afirmaba: El petróleo y la energía eléctrica deben seguir siendo propiedad de la nación. Sostenemos la plena potestad de ésta sobre nuestros recursos naturales, sobre el agua y el espacio aéreo y sobre nuestros mares territoriales (el punto 35 reafirmaba el dominio directo de la nación sobre los recursos naturales y el subsuelo del país). En la Declaración de Principios de 2008 esos artículos y otros más que había venido sosteniendo el antiguo nacionalismo priísta, como por ensalmo, desaparecieron.

Hay que recordar que ése fue el año de los debates en el Senado sobre la reforma petrolera antinacionalista y retardataria de Felipe Calderón. El PRI no quiso ya saber nada de antiguos compromisos con la nación. Luego, Enrique Peña Nieto, antes incluso de que fuera candidato, se dedicó a hacer continuos llamamientos a superar atavismos ideológicos y a pregonar la necesidad de que se abriera el sector energético, en particular, el petróleo, a la iniciativa privada. Ahora estamos ya ante la ocasión que se nos había anunciado.

Luis Videgaray, nuevo secretario de Hacienda, en un foro de empresarios e inversionistas realizado en Cancún el 17 de enero pasado, reveló que, en efecto, el momento ha llegado. Una vez que se ha aprobado la reforma constitucional educativa, dijo, siguen los sectores de telecomunicaciones, de energía y bancario. En relación con la energía, el dulce que Videgaray pasó de boca en boca fue que está reforma será para beneficio de la mayoría de las familias mexicanas y de la economía mexicana, ¿cómo?, explotando mejor los recursos y poniéndolos a disposición de todos, de los que tienen (las empresas) y de los que no tienen.
 
El secretario de Hacienda quiso ser claro: los cambios que buscará el gobierno no son privatizar Pemex ni mucho menos privatizar las reservas de petróleo, sino tener un sistema regulatorio [de modo] que puedan las empresas unir fuerzas con Pemex en un marco orientado al mercado, atrayendo capital para explotar “los inmensos recursos naturales… de los cuales la mayoría no han sido explotados”. Con un marco regulatorio tan rígido, estimó, no es posible aprovechar semejante riqueza (La Jornada, 18/1/13). Videgaray ni siquiera creyó necesario explicarnos a qué se debe la presencia tan evidente de la iniciativa privada en la explotación petrolera tal como ahora se da.
 
Que la Constitución esté equivocada al reservar (artículo 27) la explotación del petróleo y la electricidad a la nación, por conducto del Estado, es una opinión que, como todas las opiniones, puede ser cambiada. Hay que preguntarse, empero, por qué el constituyente pensaba que los privados no deberían participar en la explotación directa de los hidrocarburos. Las razones fueron muchas y se dijeron con toda claridad. Una era esencial: el carácter depredador de los inversionistas privados que habrían buscado de una u otra forma, como lo han hecho siempre, la posibilidad de apoderarse del recurso que era de todos. Que la iniciativa privada pudiera hacer contratos por obra o servicio determinados no era el problema ni era lo que los empresarios andaban buscando.
 
Ese tipo de contratos podrían hacerse en cualquier momento sin que ello entrañara violación ninguna de los principios constitucionales. Lo que los empresarios han buscado toda la vida es ese tipo de contratos que en la época de Alemán se llamaron de riesgo y que desde las propuestas calderonistas se ha dado en llamar preferentes. Hacer obra o prestar servicios para Pemex no es lo que buscan ellos. Se trata de medrar con toda la industria petrolera, más o menos como se viene haciendo con la electricidad, de la que casi la mitad está siendo generada por empresas privadas. Meterle mano al petróleo y embolsarse la riqueza que se produzca es su verdadera meta.
 
Antonio Gershenson ha alertado sobre el propósito inmediato de Peña Nieto de ceder a los privados las refinerías y concesionarles las que se piense construir en el futuro. Se piensa en círculos priístas entregarles, también en concesión, los ductos, amén de otros negocios con los que los empresarios han soñado. No son invenciones. ¿Qué es lo que entienden Videgaray y su jefe por asociar a los privados con Pemex? En eso como en otras cosas, la cantaleta es siempre la misma: no se entregará Pemex a los privados ni se privatizarán las reservas petroleras. La intención, empero, declarada por ellos mismos, es abrirles la industria y permitirles que se enriquezcan a manos llenas.
 
Los priístas piensan que ha llegado la hora también de cambiar la Constitución. Toda la ideología que están repudiando se resume en el contenido del artículo 27 constitucional. La reforma estructural energética comenzará por la reforma del 27. Se presume que ya no harán como Calderón, que no se atrevió a tocar ese artículo y se limitó a plantear meras reformas legales. Se nos hace saber que ahora sí van por todo. Pues vamos a ver, como dice el dicho, de qué cuero salen más correas.
 
La crisis y la desigualdad
Antonio Gershenson
En Europa hay problemas. Aunque todavía no está publicada toda la información, hay datos por ejemplo de Alemania. Es el país más fuerte de Europa occidental en lo económico, y su crecimiento anual en 2012 fue de 0.7 por ciento. Su crecimiento del producto anual el año anterior, 2011, fue de 3.1 por ciento. O sea que el año que termina creció poco menos de una cuarta parte que el anterior.
 
Así quedarán los otros, que habían sido en 2011: 0.7 por ciento en Gran Bretaña, 1.7 en Francia, y otros incluso cifras negativas, que el año recién terminado se extendieron. España todavía era de cifras positivas en 2011: 0.7 por ciento, pero ya para 2012 tuvo cifra negativa de menos 1.3 por ciento, con números negativos en todos y cada uno de los trimestres. Sólo están peor Grecia y tal vez Portugal.

En cambio, China tuvo un repunte. Después de crecimientos cada trimestre más bajos, en el último de 2012 aumentó. Claro, son porcentajes que ya quisiéramos hasta el peor para nosotros. Después de su crecimiento más lento en el tercer trimestre: 7.4 por ciento, después de trimestres cada vez más lentos, en este último repuntó, subió el ritmo a 7.9 por ciento. El indicador anual todavía fue más bajo para China que en el año anterior, 7.8 por ciento.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de publicar pronósticos, sobre todo para los años siguientes, 2013 y 2014. Para México prevé 3.5 para cada uno de estos dos años. Para el año recién terminado, otras fuentes internacionales económicas estiman alrededor de uno a 3.5 por ciento.

El FMI prevé para los próximos dos años 3.5 y 4.0 para Brasil, cuyo promedio de los últimos seis años (a falta de suficientes datos recientes) es de 3.6 por ciento. Para Estados Unidos, el mismo FMI prevé para esos dos años 2 por ciento, y estima para el recién terminado, tres décimas de punto menos, o sea 1.7 por ciento.

No tenemos aún cifras completas para el año pasado, pero por los datos anteriores algunos otros países con mayor crecimiento, además de China y Brasil, son India, Vietnam, Argentina, Mongolia, Rusia y también Indonesia.
 
Nuestro trato comercial con el exterior no es, evidentemente, con los países de más crecimiento. Europa occidental, nuestro segundo cliente, está por los suelos, y Estados Unidos tiene crecimiento lento, del que dependemos para nuevas caídas. Los anuncios, por ejemplo, del futuro de Pemex, dependen también principalmente de ese crecimiento. Además, tanto en Pemex como en la CFE, dependen mucho de los monopolios españoles. Repsol tiene un ámbito especialmente grande, más aún en el sector eléctrico.
 
Otro elemento de dependencia, muy delicado, es la importación de gas natural, del cual depende nuestra economía en varios sentidos. Varias industrias se han quedado varias veces sin abasto de gas natural. Ahora, en vez de producir más, de quemar menos gas, de contaminarlo menos, se impulsa la importación desde Estados Unidos. Lo había impulsado ya la CFE, pero ahora también Pemex tiene planeado un gran gasoducto desde la frontera con Estados Unidos hasta el centro del país.
 
Ya hemos mencionado los contratos de la CFE con empresas, sobre todo de Estados Unidos, para construir gasoductos a los principales lugares mexicanos en el norte y con el noreste. Llegan hasta Mazatlán en el Pacífico, y hasta Jiménez del lado del Golfo. Tardarían buen número de años.
 
La reunión del PRI de Nayarit agrega el planteamiento de una mayor inversión privada en Pemex. Dice que es absurdo que estemos exportando crudo a Estados Unidos e importando gasolina.
El problema es que en esto está sumando las dos afirmaciones: la primera que es la de una mayor inversión privada en Pemex, que las nuevas refinerías sean de empresas trasnacionales.
 
También repiten lo ya dicho por el PRI, que suban el IVA y se agregue a alimentos y medicinas. A aumentar la miseria de los miserables, y a enriquecer a los empresarios.
 
Ya dijimos anteriormente que el PRI en 2008, cuando se discutían la nuevas leyes petroleras, dijo que las refinerías debían ser de la nación. Y dijimos que estaban tirando al suelo sus propios principios.

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