Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

viernes, 26 de julio de 2013

Tragedia michoacana y la “narrativa” oficial- La “Comisión de Aplausos” del Presidente

Tragedia michoacana y la “narrativa” oficial

 
No hubo tal “pausa” en la violencia tras la detención del “Z-40″. Muchos esperaban que el brote se diera en Tamaulipas, estado desbordado por el crimen organizado. Todo se preparó para la visita de Janet Napolitano, Secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, a Matamoros, y se descuidó el frente sur de una guerra sin rumbo ni escenarios claros.
 
La violencia irrumpió, de nuevo, en Michoacán. Desde mayo se reforzó el operativo de la Policía Federal. Sin embargo, esta semana se desbordó de violencia la Tierra Caliente. Los saldos son tremendos en menos de siete días: 42 muertos, siete emboscadas contra la Policía Federal, ataques a la población civil en Los Reyes, grupos de autodefensa toman alcaldías (ayer fue la de Aquila, municipio fronterizo con Colima) y tres personas irrumpieron armadas a un centro de apuestas en Plaza Morelia. Por si fuera poco, una ausencia total del gobierno estatal no sólo por la enfermedad de Fausto Vallejo, el priista electo, sino por la descoordinación brutal.
 
La explicación más socorrida de este brote de violencia es el enfrentamiento entre dos grupos criminales que formaban una alianza (como antes lo fueron el cártel del Golfo y su brazo armado “Los Zetas”). Se trata de “La Familia Michoacana” y “Los Caballeros Templarios”. La información oficial indica que en 2010, “Los Caballeros Templarios”, liderados por Servando Martínez, “La Tuta”, y Enrique Plancarte, decidieron demostrar su poderío.
 
“Los Caballeros Templarios” iniciaron como un grupo de autodefensa. Su discurso, similar al de “La Familia Michoacana”, es que utilizan las armas para defender a la población. La PGR y la Secretaría de Gobernación han dicho que esto es pura propaganda a través de narcomantas, videos y otros sistemas de comunicación cuyo objetivo principal es atemorizar a la población.
 
Otras informaciones mencionan que no son sólo dos cárteles. Pueden hablarse de hasta seis tipos de grupos delictivos distintos en determinados municipios, como el de Apatzingán, donde la violencia se ha disparado en otras ocasiones. No ahora.
 
El gobierno federal ha tratado de minimizar en estos dos últimos días el virtual estado de emergencia que vive Michoacán. El Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, tuvo la desafortunada ocurrencia de afirmar que la violencia del lunes 22 y del martes 23 de julio son una prueba del “éxito” de los operativos policiacos.
 
Tras una reunión de emergencia del gabinete de seguridad nacional, el miércoles 24 de julio, la información ha sido escasa o nula. Los periódicos dieron cuenta de una nueva emboscada ese mismo día en la carretera Lázaro Cárdenas Coahuayana.
 
No hay una explicación clara ni un diagnóstico que se quiera compartir a la sociedad a través de los medios de comunicación. Como si un secreto infecto se guardara en lo que está sucediendo en Michoacán.
 
Michoacán es una herida sangrante y una demostración de la absoluta ineficacia de la estrategia belicista contra el narcotráfico. Ahí inició en 2007 el Operativo Michoacán, de Felipe Calderón, que inauguró la salida de los militares a las calles para “rescatar” a la población. Ahí fue el simbólico acto terrorista del granadazo en pleno grito de Independencia, la noche del 15 de septiembre de 2008, cuando gobernaba Leonel Godoy.
 
En esta entidad se han entremezclado autodefensa, paramilitarismo y discurso pseudo mesiánico para dar pie a grupos que presumen ser los herederos de Los Caballeros Pobres de Cristo y el Templo de Salomón, fundados en la Edad Media, para defender a los “peregrinos” de Tierra Santa durante la Primera Cruzada.
 
La “narrativa” oficial no ha podido desmontar este brote de militarismo, fanatismo y crueldad de los señores que, a usanza de “Los Zetas”, penetraron en la humedad de un edificio cuarteado y corrompido, como era el edificio político de Michoacán, para fundar un Estado o mini Estados paralelos dedicados a la extorsión.
En Michoacán, en los tiempos del gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, se gestó el episodio que dio inicio a la “guerra contemporánea” contra las drogas. En el rancho de Rafael Caro Quintero, el capo ascendente de entonces, fueron hallados los cuerpos de dos agentes de la DEA. El episodio provocó la peor crisis diplomática con Estados Unidos y el inicio de la intervención de la DEA en México con amplio margen de acción.
 
¿Algo similar se estará gestando ahora que Michoacán vuelve a ser el epicentro del fracaso de una “guerra” sin horizonte claro?
FUENTE: Sin embargo.mx
 

La “Comisión de Aplausos” del Presidente

Por: - julio 24 de 2013 - 12:13COLUMNAS, Sortilegioz - 25 comentarios
 
Si por el entorno los conoceréis, al Presidente Enrique Peña Nieto no le gusta estar solo. Necesita de compañía para estar, de cómplices para actuar, de comparsas para accionar y de patiños para anunciar. Mire usted, no únicamente se trata del Pacto por México, donde metió a los facilitos dirigentes de los partidos políticos como el PAN y el PRD, para que en grupo o en bola, le apoyen, le redacten y le aprueben sus propuestas de reforma, sino cada ocasión cuando un anuncio “importante” de la Presidencia de la República se dará, los gobernadores de los estados deben dejar lo que tengan programado para asistir al alumbramiento de la idea presidencial. Ni hablar de los secretarios de Estado, pues todos deben también presenciar el “magno” acontecimiento.
 
A ese conglomerado de políticos abandonadores de sus trabajos primarios ante el menor llamado de la Presidencia de la República, se le llama “Comisión de Aplausos”, pues su presencia en el estrado, el presídium o la tarima, no tiene otro objetivo más allá de aplaudir las frases grandilocuentes, las sentencias de mejoría del entorno, y el final del discurso presidencial.
 
Verá, hace unos días Enrique Peña realizó la presentación de dos proyectos de gobierno para su sexenio; sintió la urgencia, la necesidad, de justificar la labor realizada en estos ocho primeros meses de administración federal, y convocó a actos informativos. Primero el 15 de julio y después el 22 de julio lo hizo desde la Ciudad de México hasta donde llevó con su convocatoria a los invitados de los rincones mexicanos.
 
Los gobernadores, solícitos acudieron al anuncio de los proyectos, el primero, “Programa de Inversiones en Infraestructura de Transportes y Comunicaciones”, y el segundo, “Programa para la Formalización del Empleo”, en ambos actos, separados una semana uno del otro, estuvieron presentes los ejecutivos de las entidades federativas. Los gobernados pues en los estados, debieron costear, vía impuestos el viaje del Gobernador y el séquito infaltable en toda comitiva de representante de poder alguno. No sólo eso, debieron en los estados soportar la ausencia por lo menos dos días del mandatario ante el llamado de Peña para conformar la “Comisión de Aplausos”.
 
Total, el lunes 15 de julio el Presidente no pudo aprovechar la presencia de los gobernadores para hacer todos sus anuncios, y el 22 de julio ahí van otra vez a aplaudir los programas presidenciales. Doble viaje, doble gasto, dobles viáticos y doble abandono de los mandatarios sobre sus entidades.
 
La “Comisión de Aplausos”, integrada pues por los gobernadores, los dirigentes de los partidos políticos firmantes del Pacto por México y los miembros del gabinete presidencial, es sólo una figura de ornato, pues en los anuncios presidenciales no tienen ni voz ni voto. Por ejemplo, si un Gobernador no está de acuerdo con las obras contenidas en la mega inversión de cuatro billones millones de pesos de Peña en el estado, pues no puede decir nada, sólo aplaudir es su cometido. De igual manera si sus necesidades no fueron consideradas, callar y aplaudir es cuánto debe hacer.
 
Aparte no hay otra manera de explicar la presencia de gobernadores, partidos y gabinete en los anuncios presidenciales, pues vaya se trata únicamente de retórica federalista sin abundar en los cómos. Por ejemplo explicó Peña en la primera reunión donde se rodeó de todos el 15 de julio: su programa de inversiones 2013-2018 de 1.3 billones millones de pesos en infraestructura, transportes y telecomunicaciones, tenía tres objetivos –para él muy claros–: disminuir el costo de transporte y la aumentar seguridad vial; desarrollo regional para detonar territorios, mejorar la calidad de vida. No se mencionó el cómo, ni el cuándo, ni dónde el ferrocarril, ni de cuántos kilómetros la carretera, tampoco de dónde y cómo para la seguridad de las vialidades; hoy, muchas de ellas y particularmente en el centro del país, están en manos del crimen organizado y el narcotráfico pues las bloquean cuando les da la gana, cuando la amenaza apremia o cuando los balazos se desatan.
 
La reunión del 22 de julio fue harto similar. Muchos propósitos y pocos métodos. Las palabras claves en el discurso presidencial de ese día fueron tres: fomentar, promover establecer, todas utilizadas en torno a la necesidad de la aprobación de las reformas hacendaria y financiera incluidas en el Pacto por México, para poder avanzar en la formalización del empleo. 59 por ciento de la población trabaja en la informalidad, descubrió el Presidente, y siguió jalando el hilo negro: 28 millones de trabajadores sin derechos laborales pues “la informalidad es enemiga de los trabajadores”, y ante tan tremenda revelación, magna idea: “establecer bases para un sistema de seguridad social universal”, y por universal debería entenderse para todos, informales y formales.
 
El Presidente fue más allá con sus testigos de honor: “crear más empleos formales y más productivos”… si se aprueba la reforma financiera, pues “permitirá más crédito y más barato para pequeñas y medianas empresas”, para fomentar… y ahí sígale con los sueños de un gobierno federal gustoso de reunir a la clase política activa de México, sólo para hablar de planes y proyectos y programas, y no de hechos ni de acciones ni de resultados.
 
Esta situación, el avance de lo planeado y no el anuncio de lo logrado, utilizando a gobernadores, secretarios y políticos como fondo de fotografía de unidad presidencial, es la evidencia de la existencia de una comisión de aplausos. A Enrique Peña Nieto le gusta rodearse de muchos, para decir muy poco.
FUENTE: Sin embargo.mx

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