Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

viernes, 9 de marzo de 2012

Astillero- Maíz, ¡ahora o nunca!- Resistencias locales, movimientos globales

Astillero
Mujerismo
La de enfrente
Ayuno en Chiapas
¿Y las televisoras?
Julio Hernández López
Foto
EL IGENIERO. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, con Daniela Michel, Cuauhtémoc Cárdenas Batel y Alexandro Lubezki, en la presentación de la película El ingeniero Foto Arturo Campos Cedillo
 
     La secretaria general del PRI, Cristina Díaz, pronunció ayer un peculiar discurso de descalificaciones indirectas, con cierto tufo a lavadero, contra la única candidata que hoy compite por la Presidencia de la República. Diego Fernández de Cevallos anotó en el álbum de las referencias políticas polémicas el hablar del viejerío durante un acto pintado de blanco y azul, y ahora la priísta Díaz ha abierto su propia página ocurrente al señalar que sus compañeros de partido no aspiran a que a partir de diciembre próximo haya un gobierno misógino ni mujerista. El rechazo a ese mujerismo (de sonrisa congelada, según definió otra oradora en el mismo acto) proviene de que a entender de las activistas de tres colores, la otra, la de enfrente, no tiene con qué y no ha hecho en realidad nada que cumpla con la agenda de luchas y exigencias de las mujeres.
Muy extendido aprovechamiento lamentable de lo femenino para fines electorales y gubernamentales en el Día Internacional de la Mujer que políticos y funcionarios pretendieron pintar de rosa, adornar con frases amables o aprovechar para sus propósitos inmediatos, cuando lo que urge es actuar contra el marco de violaciones, discriminación y abandono en que se tiene a la gran mayoría de los mexicanos, entre ellos de manera aún más agravada a las mujeres, que sufren violencia sexual, explotación laboral, manipulación y agresiones en el seno de las familias, discriminación práctica y utilización hipócrita para fines propagandísticos.
Felipe Calderón, por ejemplo, regaló a su esposa un ramo de flores y luego entregó envuelto en demagogia un discurso a las mujeres mexicanas en el que se manifestó muy convencido de que es necesario poner un alto definitivo al acoso, a la opresión, a la violencia y a la trata que existe en perjuicio de las mujeres. Habló en Chiapas y en compañía del gobernador Juan Sabines, inmejorable telón de fondo para subrayar que lo dicho eran solamente palabras.
Aire fue también lo que acabaron consumiendo las mujeres congregadas en decenas de autobuses para escuchar y aplaudir a Calderón en el rancho San Luis del municipio de Ocozocoautla, donde se firmaría una pomposa Declaratoria para Consolidar la Igualdad en México (todo fuera como firmar lo que sea, para así declararlo oficialmente consolidado). Una buena parte de las 3 mil bolsas de plástico que contenían el desayuno ofrecido por los organizadores civiles (cada una con un jugo, una fruta y dos piezas de pan) fueron decomisadas por el equipo federal de seguridad a la hora en que las invitadas pretendieron pasar los sistemas de control militar del acto. Eso sí, el meloso gobernador Sabines cerró su discurso asegurando que en todo México jamás se olvidará al estadista que ha dado mayor impulso para el empoderamiento de las mujeres mexicanas. Es decir –reveló, aprovechando sus dos últimas palabras al micrófono–, Felipe Calderón.
No es un asunto de género sino de justicia en general el relacionado con la francesa Florence Cassez. De entrada el aparato del gobierno federal (el PAN-gobierno, más sus aliados mediáticos) se ha batido con fiereza digna de mejor causa para tratar de descalificar el proyecto de dictamen presentado por el ministro Zaldívar. Llama la atención que varios opinantes sobre el caso defienden una idea genérica de lo justiciero sin reparar en que ese ideal fue mancillado grave y explícitamente por funcionarios calderonistas que realizaron un montaje para fines de propaganda. Es decir, el problema de fondo es la manipulación que ese mismo aparato federal realizó de un acto jurídico formal, para aparentar acciones en vivo que fueran transmitidas por televisión para dar la apariencia de que la Secretaría de Seguridad Pública, a cargo del muy impugnado ingeniero Genaro García Luna, cumplía valientemente con sus obligaciones y entregaba buenos resultados.
El debate de fondo, en una sociedad sana, se daría respecto a la responsabilidad de quienes transgredieron principios procesales básicos en aras de popularidad mediática de sus actos, engañando con toda premeditación a los ciudadanos respecto a sucesos de tan alto impacto que causaron una crisis con Francia y están a punto de colocar a México en un abierto ridículo internacional. En un país vivo, activo, exigente, se estaría luchando para saber cuántas de las detenciones realizadas por esas mismas autoridades fraudulentas (se habla de lo policiaco, con García Luna Productions, no solamente de lo electoral, que es el pecado original de este sexenio) están afectadas de ese mismo virus deformador de la realidad, sobre todo si se toma en cuenta que ese gobierno de simulaciones bombardea cotidianamente a los ciudadanos con reportes de presuntos logros en cuanto a captura de presuntos delincuentes peligrosos. A la vista de la vocación mentirosa de segmentos influyentes del gobierno federal (García Luna ha sido una especie de vicepresidente ejecutante, intocable, de pretensiones transexenales), esa misma sociedad crítica tendría pleno fundamento para preguntarse cuántas de las acciones tan proclamadas por el calderonismo como exitosas provienen de la misma matriz fabuladora.
Otro ente con denominación femenina ha sido exhibido como indudable cómplice de las mentiras fabricadas en los ámbitos gubernamentales: las televisoras. Tanto peca el que simula la aprehensión como el que la transmite en vivo a sabiendas de que es falsa. El dominio de la conciencia nacional a partir de la manipulación televisiva tiene inequívoca demostración documentada en el expediente de 145 páginas que el ministro Zaldívar ha puesto a disposición del público en el portal de la Suprema Corte de Justicia. García Luna debería ser depuesto de su cargo y consignado judicialmente por las falsedades cometidas durante su oscuro reinado policiaco, pero también los conductores televisivos y las empresas mendaces deberían ser condenadas cuando menos a expresar disculpas públicas por su participación lamentable en uno más de los engaños a los que por sistema someten a sus audiencias. ¡Feliz fin de semana!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
Maíz, ¡ahora o nunca!
Elena R. Álvarez-Buylla y Alma Piñeyro Nelson
 
     La liberación de cultivos transgénicos en sus centros de origen y diversidad se ha prohibido en el mundo entero. La razón es muy simple: en estos sitios los cultivos biotecnológicos pueden entrecruzarse con las variedades nativas cultivadas y silvestres. En las variedades nativas se insertarán y acumularán los genes artificiales o transgenes de los cultivos transgénicos: esto implica incertidumbres, riesgos y daños inadmisibles. A más de 15 años de su liberación, prácticamente todos los beneficios prometidos por los cultivos transgénicos han sido desmentidos (por ejemplo, no producen más que los no transgénicos), mientras que los estudios científicos documentan daños. Por ello los europeos se han negado a la liberación y consumo de los transgénicos y las grandes compañías han cerrado su producción en aquel continente. En Estados Unidos, Sudamérica y Asia su uso ha implicado ahorros en mano de obra y grandes negocios; y costos agrícolas-ambientales (supermalezas tolerantes al glifosato que vende Monsanto para sus transgénicos Roundup-Ready, plagas resistentes a los transgénicos Bt, contaminación de cuerpos de agua y suelos con moléculas pesticidas) y efectos nocivos en salud...
México es centro de origen y diversidad del maíz (Zea mays) con miles de variedades de maíz nativo (criollo), varias especies de teocintle (Por ejemplo, Zea mays subsp. parviglumis, Zea mays subsp. mexicana, Zea diploperennis) y de otro cereal emparentado al maíz (Tripsacum spp). Esta diversidad está dispersa en todo el país (biodiversidad.gob.mx/genes/mapaAgricultura.html), acoplada a una diversidad cultural que le da vida y vive de ella. Todas estas variedades y especies nativas son interfértiles con cualquier otra variedad de maíz, incluido el maíz amarillo transgénico que quieren liberar.
¿Por qué nos preocupa la contaminación transgénica, si con la revolución verde se liberaron maíces híbridos que se entrecruzaron con los maíces nativos y estos últimos aún persisten? Los híbridos resultaron de cruzas entre maíces, mientras que los transgénicos tienen genes artificialmente ensamblados en laboratorios de las compañías. Los transgenes combinan genes de bacterias, virus, plantas y/o animales, no son tan estables como antes se pensaba y algunas de sus secuencias hacen que otros genes lejanos se sobrexpresen o inhiban anormalmente. Finalmente, estos transgenes están patentados y eventualmente se pueden usar para identificar como propiedad privada acervos de semillas contaminadas en favor de las compañías que los ensamblaron.
Una vez liberados al ambiente, los cultivos transgénicos florecerán (espigarán) y soltarán el polen (células masculinas) que lleva todos los genes de la planta –incluidos los transgenes–. Este polen llegará a los xilotes o flores femeninas de plantas de maíz nativo y las mazorcas resultantes llevarán granos con transgenes. Algunos granos contaminados se guardarán como semillas y éstas se intercambiarán para ser sembradas; las plantas que germinen y crezcan a partir de estas semillas ya contaminadas se volverán una nueva fuente de transgenes. Las semillas transgénicas serán llevadas a sitios lejanos y se irán diseminando los transgenes patentados a las siembras de maíces nativos de todo México. Algunos transgenes y sus combinaciones causarán aberraciones impidiendo el uso de algunas semillas. En la naturaleza ha habido eventos de movimiento de genes de algunas especies a otras muy distintas. Sin embargo, hay mecanismos naturales, aún no comprendidos, que restringen estas transferencias horizontales, que no ocurren al azar, y por ello hay distinciones claras entre especies.
Además, a diferencia de los híbridos tradicionales, cuyas características visibles pueden ser reconocidas por los campesinos, para poder detectar a los transgenes se necesitan costosos análisis de laboratorio, que además requieren de materiales también patentados. Entonces, si la diseminación transgénica se permite, la bioseguridad también quedará controlada por trasnacionales: es una contaminación silenciosa y potencialmente dañina que cancelará la soberanía alimentaria y la posibilidad de comer maíz sin transgenes para siempre; además, condenará a los campesinos a la pobreza y a algunos grandes productores a la dependencia tecnológica. Adicionalmente, los transgenes de los maíces biorreactores que producen fármacos ¡tampoco se podrán detectar!
La realidad y la ciencia formal han demostrado que la diseminación transgénica es incontrolable una vez que se liberan los transgénicos al ambiente. Con la moratoria se ha restringido la contaminación a pocos sitios y aún se puede evitar, controlar y revertir. Sin embargo, la liberación de maíces transgénicos a mayor escala (piloto y/o comercial), como pretende aprobar el gobierno actual, resultará en una diseminación y acumulación irreversibles. Es un experimento incontrolable con riesgos socioeconómicos, ambientales y de salud inadmisibles. Los beneficios serían sólo para un puñado de empresas monopólicas, a las que, como a las responsables de la contaminación por minería a cielo abierto... sólo las mueve el lucro. Si todos actuamos ya, podríamos impedir la liberación de maíz transgénico en su centro de origen y diversidad: México. ¡Es ahora o nunca!
Instituto de Ecología, UNAM & UCCS
Resistencias locales, movimientos globales
Raúl Zibechi
 
     En junio de 2002, hace apenas 10 años, se realizó en Tambogrande (norte de Perú) la primera consulta popular de carácter comunal sobre la minería a gran escala en el mundo. Más de 90 por ciento de los votantes, unas 25 mil personas, rechazaron el proyecto para explotar oro, plata y zinc de la canadiense Manhattan; sólo 350 votaron a favor y no acudieron a votar apenas 6 por ciento de los habitantes. La consulta fue organizada por la municipalidad y su resultado fue interpretado como un triunfo de la agricultura campesina, que depende del agua para su sobrevivencia.
A la consulta en Tambogrande le siguió la de Esquel (sur de Argentina) en marzo de 2003, donde 80 por ciento se pronunció contra un proyecto de Meridian Gold para extraer oro, con el uso de cianuro. En junio de 2005 se realizó otro referendo en Sipacapa, Guatemala, con similar resultado. Estas consultas fueron la forma de lucha encontrada por las comunidades locales para romper el aislamiento y evitar que sus razones fueran ahogadas por el silencio oficial y de los medios. Hoy puede decirse que tuvieron un resultado más que exitoso.
En Perú, la resistencia a la minería condujo a la realización de la Marcha Nacional por el Derecho al Agua, en febrero, en la que confluyó el grueso del movimiento social peruano. En Argentina, la victoria de Esquel activó la creación de decenas de asambleas locales que se coordinan en la Unión de Asambleas Ciudadanas, que acaban de realizar su 18 encuentro en Mendoza. En Guatemala ya hay 56 municipios que se declararon libres de minería, por la formidable presión de la población. En Perú, Brasil y Chile la resistencia popular contra las megarrepresas hidroeléctricas sigue avanzando, y se entrelaza con la lucha contra la minería y los monocultivos.
Luego de más de una década de resistencias es posible establecer un patrón de acción de movimientos que han trascendido largamente lo local y se instalaron como las principales alternativas al modelo asentado en la expropiación de los bienes comunes. Es la movilización popular más importante desde la época de Fujimori, escribió Hugo Blanco, evaluando la Marcha del Agua (Lucha Indígena, febrero de 2012).
El primer rasgo de este patrón es que consiguieron un respaldo tan macizo y profundo entre las poblaciones locales que les permitió trascender el aislamiento y el hostigamiento. Buena parte de estas resistencias se hicieron fuertes al enraizarse en relaciones de carácter comunitario, lo que les permitió visibilizar la existencia de un conflicto entre grandes empresas multinacionales y comunidades locales que buscan asegurar su sobrevivencia. Apelaron a especialistas para traducir sus razones en el lenguaje de las clases medias urbanas y buscaron el paraguas protector de las instituciones y autoridades locales, que es lo que siempre hacen los oprimidos para legitimar sus demandas.
Aun cuando se movilizan pequeños grupos y hasta un puñado de personas, como sucede a menudo con las asambleas ciudadanas argentinas, la contumacia de las comunidades en movimiento les ha permitido neutralizar la criminalización de la protesta. Las comunidades locales están mostrado una novedosa capacidad de elaborar un discurso capaz de sintonizar con otras personas en los más remotos lugares, destacando que se trata de la defensa de la vida frente a la avaricia de la acumulación.
En segundo lugar, aunque la demanda sea estrictamente local, buscaron desde el comienzo tejer lazos con otros sectores sociales para ampliar el eco de sus luchas, y de ese modo comenzaron a tejer amplias alianzas regionales primero, nacionales después y ahora internacionales. La capacidad de romper el cerco informativo y político es lo que les ha permitido trascender la represión y conseguir masivos apoyos en las ciudades, algo que hasta ahora parecía difícil de conseguir.
Las formas de lucha, en tercer lugar, no son ni legales ni ilegales, ni pacíficas ni violentas, aunque hay de todos los tipos, sino sobre todo legítimas, tanto por las demandas como por la capacidad de los militantes de poner el cuerpo ante los gigantescos camiones de las empresas y los golpes de los policías. No hay contradicción entre la opción por las urnas en Tambogrande, o luego en Majaz (norte de Perú), y la contundente acción de los guerreros de Baguá en 2009, en la selva peruana.
En cuarto lugar, se registra la confluencia de los más diversos sectores sociales (como sucedió durante la marcha en defensa del TIPNIS en Bolivia en 2011, y en estos momentos en Aysén, en el sur de Chile) con la reactivación de los mecanismos internos tradicionales de los pueblos para tomar decisiones y garantizar su seguridad, como hicieron las rondas campesinas durante la reciente Marcha del Agua en Perú.
Por último, estamos ante una aceleración de los tiempos. En los primeros meses de este año se sucedieron la Marcha del Agua en Perú y el levantamiento de Aysén, que lleva ya tres semanas bloqueando puentes y carreteras, con una lista de 11 demandas, entre las que ocupa un lugar destacado la oposición a la represa Hidroaysén, mientras el pasado 8 de marzo comenzó la Marcha del Agua en Ecuador, que llegará el día 22 a Quito, luego de recorrer las tres regiones del país. Y ya se anuncia una nueva marcha en Bolivia para evitar que se imponga la carretera en el TIPNIS.
No estamos ante un conjunto de movilizaciones sino ante un movimiento contra las multinacionales y la especulación financiera, en defensa del agua, la vida y los pueblos. Es el más formidable, amplio y variopinto movimiento continental desde las luchas de las décadas de 1960 y 1970 y la resistencia a la primera fase del neoliberalismo en los 90. Este impresionante movimiento por los bienes comunes se registra tanto en países gobernados por la derecha como en los que tienen gobiernos de izquierda y progresistas. No es legítimo, por tanto, buscar excusas del estilo a quién benefician los movimientos para echar un manto de sombras sobre las luchas de los de abajo.

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