Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

martes, 13 de marzo de 2012

Gaza: masacre invariable- Grecia desfallece- Bolivia hoy

Gaza: masacre invariable
 
     Durante el fin de semana pasado y en la jornada de ayer, un enésimo episodio del conflicto palestino-israelí ha cobrado decenas de vidas, casi todas de habitantes de la sitiada Gaza. La causa inmediata de la escalada ha sido el lanzamiento de misiles caseros sobre territorio israelí por grupos palestinos disidentes del gobierno local –en manos de Hamas–, que rechazan cualquier acuerdo entre esa representación y el régimen de Tel Aviv, en el contexto de las negociaciones para intercambiar un soldado israelí cautivo en Gaza por un millar de palestinos presos en Israel.
Como es característico en ese añejo conflicto, la desproporción de medios bélicos arroja un saldo de víctimas también desproporcionado: un muerto y cuatro heridos israelíes y al menos 24 palestinos fallecidos, entre combatientes y civiles. En estos días, a decir de Tel Aviv, los disidentes árabes han lanzado cerca de 40 cohetes artesanales sobre localidades israelíes. La mayoría de los proyectiles han sido destruidos en vuelo por los avanzados sistemas antimisiles de que dispone el Estado hebreo; éste, en cambio, ha emprendido ataques aéreos sobre la sobrepoblada franja y responsabiliza a Hamas por cualquier ataque lanzado desde ella.
La circunstancia pone de relieve una tercera inequidad: la que implica exigir a la dirgencia de un territorio devastado por la agresión militar y el bloqueo económico inmisericorde que contenga la exasperación de la población y ejerza sobre ella el control demandable a un gobierno constituido en pleno uso de sus atributos. El lanzamiento de misiles caseros sobre Israel es condenable por cuanto van inexorablemente dirigidos contra la población civil, pero otro tanto puede decirse de los bombardeos israelíes, perpetrados no por grupos clandestinos y autónomos, sino por una institucionalidad política de la que cabría esperar contención y la lucidez requerida para entender que cada nuevo ataque sobre Gaza es, a su manera, la siembra de futuros atentados contra localidades israelíes.
En efecto, ninguna de las mortíferas incursiones israelíes contra los territorios palestinos ocupados ha logrado erradicar el peligro en que se encuentran los pobladores de algunas regiones de Israel de ser blanco de ataques de organizaciones palestinas. No lo consiguió ni siquiera la criminal operación Plomo Fundido, lanzada contra Gaza en diciembre de 2008 y enero del año siguiente, la cual causó la muerte de más de mil 400 habitantes de ese territorio, 960 de ellos civiles y 320 menores de edad.
Salvo el exterminio de los palestinos, la única manera de poner fin a la añeja confrontación consiste en reconocer los derechos nacionales de un pueblo desterrado, masacrado, explotado y saqueado, otorgar compensaciones a los descendientes de los árabes que fueron despojados de sus tierras y hogares en el curso de la conformación del actual Israel en el viejo protectorado británico de Palestina, y permitir la constitución de un Estado en los territorios ocupados por Tel Aviv en 1967: Cisjordania, Gaza y la porción oriental de Jerusalén, la Al Qods palestina. De esta manera se daría cumplimiento a las resoluciones 242 y 338 de la Organización de Naciones Unidas. En tanto la clase política israelí no adopte ese camino, seguirá exponiendo a su población a los ataques palestinos y degradándose a sí misma en el atropello al derecho internacional, al sentido común y a los principios humanitarios más elementales.


Grecia desfallece
José Blanco
 
     La economía griega rueda a tumbos, hacia una tumba desconocida, gracias a la tal troika, conformada por el Banco Central Europeo (BCE), el gobierno de la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), detrás de los cuales se halla el poder hasta ahora inexpugnable de la gran banca internacional.
Mil voces gritamos que la carrera de Grecia hacia el despeñadero era el producto miope de la aplicación de dosis sanguinarias del Consenso de Washington, brutalmente procíclicas, muriera quien muriera en la república helena.
Hay que decir que, como siempre, en economía las políticas que se aplican tienen un impacto en el corto plazo y otro distinto en el largo. La miopía aludida hace referencia al largo plazo; en el corto, no era un asunto de estupidez de la troika, Grecia sería sostenida por la UE a toda costa hasta hacer posible que los bancos alemanes y franceses, principalmente, recuperaran el máximo monto posible de la deudas griegas que permanecían sin cobrar en las carteras de los vampiros bancarios.
No importó nunca a la troika que los griegos fueran convertidos en indigentes ilotas, aplastaran la democracia con el nombramiento de un presidente tecnócrata con el dedazo de Bruselas, y colocaran a ese país, que tuvo no hace mucho ingreso per cápita de país desarrollado, en ruta de volar hacia el abismo.
La troika decretó el terrorismo financiero contra Grecia a principios de este mes, porque parece llegada la hora de darle la puntilla. Es más que obvio el significado de la última decisión del juez de plaza de aplicarle esa puntilla: los bonos de deuda soberana griega han escalado hasta el 1,006 por ciento (mil seis por ciento, así como lo está usted leyendo) de interés a un año, lo que corresponde con un innombrable rendimiento del 25 por ciento mensual.
Esta perversidad no hace sino mostrar impúdicamente que el mercado esperaba que de un momento a otro Grecia se declarara en impago. Es posible que la troika crea que ya ha armado el cortafuegos para evitar el temido tsunami en las finanzas europeas.
La declaración del caso la hizo la International Swaps and Derivatives Association (ISDA), anunciando el viernes pasado la “activación de los swaps de incumplimiento crediticio”, que equivale a proclamar la quiebra real y efectiva de Grecia; aunque, por cierto, la palabra quiebra no la encontrará usted en los medios de comunicación, que se han aplicado eficazmente en procura de evitar esa palabra que asusta, como si una u otra palabra cambiara la rapiña mayor que seguirá a la quiebra.
Después de un largo debate el pasado febrero los ministros de Finanzas de los 17 países de la zona euro aprobaron un desembolso de 130 mil millones de euros para Grecia, que estaban pendientes desde octubre del año pasado. De estos 130 mil millones, 100 mil millones correspondían a ayudas públicas y los 30 mil millones restantes constituían garantías para ofrecer a los acreedores privados un incentivo para el canje de deuda.
Pero, tras ese acuerdo, Grecia quedó atada de pies y manos, dado que entregó íntegramente su soberanía e independencia fiscal a la infernal troika. En los hechos todo ese dinero se lo llevó la banca, y de ello se encargaron los funcionarios del FMI y del BCE que se instalaron en Atenas a vigilar cada euro que entraba y salía.
Veremos si “la activación de los swaps de incumplimiento crediticio” decretada contra Grecia logra crear un cortafuegos creíble que efectivamente evite la expansión del incendio hacia los países que siguen en esta línea de conflicto: Italia, Portugal y España.
Será seguramente en España, donde se dirimirá la batalla final por el destino del euro.
Por supuesto, no he descartado la hipótesis de que todas las reuniones y declaraciones y movimientos de los dos últimos años, son faramalla pura. Se trata de limpiar los bancos, a la par de dejar que se hundan Grecia, Italia, España, Portugal.
Depurados los bancos alemanes y franceses principalmente, puede dársele la puntilla a la zona euro, y que cada quien se rasque con sus uñas, a menos que estén pensando en una recreación de la zona euro sólo con los países del norte de Europa y acaso Francia.
Las exigencias de última hora de la troika de comprimir salarios, acabar con los derechos sindicales y las condiciones laborales, y aplastar al sector público mediante recortes y privatizaciones, no hará, digámoslo una vez más, que Grecia pueda entrar en una ruta de competitividad y crezca lo suficiente para satisfacer las metas fiscales exigidas por Bruselas.
Grecia se encuentra en una recesión muy profunda y “la activación de los swaps de incumplimiento crediticio” no hacen más que agravar su situación. Con seguridad Grecia no podrá pagar ni siquiera los intereses de la deuda y éstos, por la magia del interés compuesto, terminarán asfixiando al país.
Sólo queda esperar el momento en que la acumulación de tensiones se convierta no en un tsunami financiero, sino en un tsunami social y político.


Bolivia hoy
Luis Hernández Navarro
 
      Gabriela Oviedo es una escultural modelo y conductora de televisión boliviana de 1.82 metros de alto, tez clara y 28 años de edad. Nacida en la provincia de Santa Cruz, fue elegida en 2003 representante de la belleza de su país.
En 2004 Gabriela participó en el concurso Miss Universo. Allí le preguntaron cuál era uno de los conceptos erróneos más grandes que existían en su país. Con un inglés entrecortado respondió: Desafortunadamente, la gente que no conoce mucho sobre Bolivia piensa que todos somos indios. Es La Paz la imagen que refleja eso: gente pobre y gente de baja estatura y gente india... Yo soy del otro lado del país, del este, que no es frío, es muy caliente. Nosotros somos altos, somos gente blanca y sabemos inglés.
La respuesta de Gabriela, cargada de racismo, levantó una profunda ola de indignación en su país que la obligó a retirase del certamen. Dos de cada tres bolivianos son indígenas. Su contestación, sin embargo, no fue una ocurrencia aislada, sino el reflejo de la persistencia de una Bolivia de la blanquitud profundamente antindia. Una Bolivia que pervive hoy día, a pesar de los profundos cambios en curso y de la aprobación de una legislación contra el racismo.
No obstante la fuerza de la segregación racial, el 22 de enero de 2006 asumió la presidencia Evo Morales, indígena aymara y sindicalista cocalero. Desde entonces el Estado y la sociedad bolivianos han vivido una profunda transformación. El país se ha descolonizado. Los indios ocupan posiciones claves en el gabinete de gobierno y en las instituciones políticas, mientras su nivel y calidad de vida mejora notablemente.
En los últimos seis años Bolivia se ha convertido en uno de los países más exitosos de América Latina en mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Los indicadores económicos en baja del desempleo y disminución de la pobreza, así como en una mejor atención a la salud pública y en educación, son sobresalientes.
Entre 2005 y 2010 el porcentaje de población en pobreza moderada pasó de 60 a 49.6 por ciento, mientras la pobreza extrema disminuyó de 38 a 25 por ciento. De igual manera, la tasa de desempleo se redujo de 8.4 a 4 por ciento. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señala que Bolivia es el país que más esfuerzos realiza por transferir recursos a la población vulnerable: 2.5 por ciento del PIB.
Según Andrea Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Bolivia es uno de los pocos países que han reducido la desigualdad (...); bajó enormemente la brecha entre los ricos y los pobres.
Una de las herramientas claves para reducir la pobreza ha sido la distribución expansiva del excedente económico entre la población, mediante la entrega de rentas y bonos como el Juancito Pinto y Juana Azurduy, la Renta Dignidad y los incrementos salariales. Estos bonos han permitido aumentar la matriculación escolar, ampliar la cobertura de pensiones públicas para aliviar la pobreza extrema entre los mayores de edad y entregar subsidios a madres no aseguradas para reducir la mortalidad infantil al expandir la atención prenatal y posnatal.
Bolivia ha sido declarada territorio libre de analfabetismo. La redistribución de la renta ha propiciado el crecimiento de 7 por ciento del consumo interno de electricidad, agua potable y gas doméstico entre sectores que antes no tenían acceso a esos servicios.
Durante 2011 su economía creció a 5.3 por ciento, 60 centésimas porcentuales por encima de la media de América Latina. No es un hecho fortuito. La economía se ha expandido de manera sostenida desde 2007, en promedio casi 4.5 por ciento anual.
Estos éxitos económicos y sociales se han conducido en una ruta alterna al neoliberalismo. El gobierno de Evo Morales hizo lo contrario a lo que el Consenso de Wahington recomienda: nacionalizó hidrocarburos, electricidad, telecomunicaciones y minería; renegoció la presencia de la inversión extranjera directa en el país; instrumentó una política fiscal expansiva y cerró las fronteras a la libre importación de productos sensibles. El Estado pasó a controlar 34 por ciento del PIB.
Pese a que el monto de las remesas disminuyó, Estados Unidos revocó las preferencias arancelarias de algunos productos y se produjo una recesión global, la economía boliviana ha tenido un desempeño excepcional. Los ingresos petroleros se triplicaron en relación con 2005. La recaudaciones tributarias se incrementaron. La balanza de pagos registra superávit. Las reservas internacionales han llegado a más de 12 mil millones de dólares. El sistema de créditos y ahorro bancario se ha bolivianizado y la deuda externa disminuido. La apuesta, ahora, es que durante los próximos cinco años Bolivia dé un gran salto industrial para que deje de ser un país que extrae recursos naturales y comience a exportar bienes de valor agregado.
Sin embargo, el horizonte boliviano no consiste en más progreso, sino en la forja de una economía alternativa desde los pueblos y naciones originales. En el centro de su propuesta se encuentra el Suma Qamaña, incorporado a la nueva Constitución, que se traduce como vivir bien, y que significa estar en armonía y equilibrio con los otros y con la naturaleza. Se trata de una propuesta que nace de la comunidad y está basada, no en la lógica de la rentabilidad económica, sino en la producción de satisfactores en consonancia con la naturaleza. Como ha dicho Evo Morales: No creemos en la concepción lineal y acumulativa del progreso y del desarrollo ilimitado a costa del otro y de la naturaleza. Vivir bien es pensar no sólo en términos e ingreso per cápita, sino de identidad cultural, de comunidad, de armonía entre nosotros y con nuestra Madre Tierra.
Raúl García Linera describe el proceso de transformación que se vive en su país como el intento de cambiarle el motor a un automóvil en marcha. Se trata, sin duda, de una apuesta genuina, audaz y esperanzadora.

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