Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

sábado, 10 de marzo de 2012

La indignante crisis mundial: perspectivas desde el sur- La telaraña del poder corporativo y la «economía verde»- Siria: injerencismo militar confirmado

La indignante crisis mundial: perspectivas desde el sur
Esteban Krotz
      El lento pero hasta ahora imparable crecimiento de los movimientos de los indignados y de los ocupas llama la atención por varias razones.
a) Son movimientos sin doctrina prestablecida y no centralizados, que brotan en muchos lugares de la indignación a causa de la obscena concentración de riqueza frente a las necesidades básicas no satisfechas de las mayorías, la falta de empleo digno, la especulación financiera sin límites y la destrucción implacable de la naturaleza.
b) No son movimientos antigubernamentales, sino que buscan las causas de la situación global ante todo en los mecanismos socioeconómicos, e identifican grupos sociales específicos como sus operadores y beneficiarios.
c) No sólo han mencionado la primavera árabe como una de sus fuentes de inspiración, sino también a los zapatistas chiapanecos, y el más reciente movimiento popular oaxaqueño; a su vez, los movimientos estudiantiles chileno y colombiano contra la degradación y privatización de la educación superior, y los encuentros del Foro Social Mundial van a la par de la actual indignación en movimiento.
Estas y otras características de dichos movimientos significan un formidable reto para las ciencias sociales académicas. En el Foro Económico de Davos, que reúne al margen de cualquier control parlamentario o ciudadano anualmente a los principales representantes y operadores del desorden mundial establecido, se acaba de proponer reinventar el capitalismo. ¿No habrá, mejor, que reinventar la economía, la sociología y demás disciplinas sociales?
¿No se antoja sugerente en este contexto volver los ojos hacia los tres grandes aportes de las ciencias sociales y humanidades latinoamericanas surgidas el siglo pasado, cada uno de los cuales combina la denuncia de la falsedad de las teorías hegemónicas con la generación de perspectivas distintas? La recuperación de estos aportes –largamente opacados por la celebración del fin de los grandes relatos y por el culto a la globalización y posmodernidad ciegas ante la verdad de la desigualdad persistente– no significa regreso ni repetición. Significa asumir creativamente una herencia intelectual viva, pero aún no cabalmente aclarada, para actuar en contextos teóricos y sociopolíticos diferentes de aquellos en que nacieron estos aportes, pero que igualmente condenan a la mayoría a una vida encorvada.
• La teoría de la dependencia que hace medio siglo develó el error involuntario o intencional de las estrategias diseñadas para superar el atraso, las cuales siguen permeando los planes de desarrollo y las mentalidades orientadas por muchos medios de difusión y programas educativos; frente a ello busca los mecanismos que no a pesar, sino precisamente mediante la cooperación internacional y sus décadas de desarrollo cimentan la miseria, e intenta generar modelos centrados no el crecimiento económico, sino en la vida humana.
• La teología y filosofía de la liberación que, más allá de consideraciones particulares de sus seguidores, buscan hacer posible la realización de los valores de la libertad, igualdad y solidaridad, pero no mediante la exigencia de actos individuales finalmente imposibles, sino mediante la denuncia de las estructuras causantes de la injusticia global, y mediante la concepción de imperativos éticos para transformar a estas últimas.
• La educación popular liberadora que se inició con la crítica del sistema educativo, pero que se expandió posteriormente hacia muchas otras formas alienantes de la división social del conocimiento, y cuyas propuestas implican la reorganización completa de la sociedad, sus instituciones y sus formas de ejercer el poder, y esto a partir de la conciencia informada y reflexiva de los ciudadanos.
El rexamen crítico de estos tres enfoques teóricos para entender la situación y sondear los potenciales para cambiarla de raíz se encuentra desde hace tiempo acompañado, a veces sin saberlo, por otra teoría más que no solamente viene del sur, sino del sur del sur: de los pueblos indígenas latinoamericanos. La teoría del buen vivir o del vivir en plenitud (sumak kawsay, suma qamaña, etcétera) se está haciendo cada vez más presente a escala mundial. Estas formulaciones generadas por diversos pueblos andinos también tienen sus expresiones mexicanas, por ejemplo, cuando al principio de competencia se le opone el de compartencia, o cuando se critica la idea de la sociedad de mercado y de la comunidad imaginada del Estado-nación mediante el modelo contrapuesto de la organización comunal y la máxima del mandar obedeciendo.
Común es a todas las variantes de la teoría del buen vivir, al igual que a las tres perspectivas teóricas anteriores, el que no buscan modelos alternativos de desarrollo sino alternativas al desarrollo, o sea, al desarrollo actualmente vigente, donde uno por ciento de la población decide el destino del restante 99 por ciento, donde la salvación de las economías va a la par de la desesperación de millones de personas y de jugosos negocios de bancos y fábricas de armamento, donde como siempre se pretende justificar el sacrificio de los pueblos con la promesa de un futuro distinto del que, empero, nunca disfrutarán, si no lo toman en sus manos hoy.
La banca en México-Ahumada


La telaraña del poder corporativo y la economía verde
Silvia Ribeiro*
      Apenas 147 empresas trasnacionales controlan el 40 por ciento del volumen total de ventas de todas las trasnacionales del globo. El dato más sorprendente no es que sean pocas –existían ya estudios mostrando el alto grado de concentración corporativa–, sino que están estrechamente interconectadas a través de acciones y participaciones entre ellas, constituyendo una súper entidad global que ejerce un control enorme sobre mercados, producción y políticas nacionales e internacionales. Las tres cuartas partes de éstas 147 superpoderosas son bancos e intermediarios financieros, que a su vez tienen un importante porcentaje de acciones en las mayores empresas de capital productivo.
Los datos provienen del estudio The Network of Global Corporate Control de Stefania Vitali, James B. Glattfelder y Stefano Battiston, del Instituto Federal de Tecnología de Suiza (publicado en la revista científica PLoS ONE el 26/10/11). El estudio analiza las redes corporativas globales y las relaciones entre ellas, para lo cual se basan en la interpretación de información de la base de datos Orbis al 2007, que registra más de 30 millones de actores económicos en el mundo.
Los investigadores seleccionaron 43 mil 60 de las mayores empresas en 116 países y encontraron que 737 concentran el 80 por ciento de las ventas de todas las trasnacionales. Pero a nivel de conexiones hay un núcleo de 1318 empresas que tienen dos o más interconexiones, con un promedio de 20 vínculos entre sí. Estas mil 318, con sede en 26 países, mayoritariamente anglosajones, controlan el 60 por ciento de los ingresos globales, a través de acciones en empresas globales de manufactura, energía y otros rubros básicos.
Como araña en la red de esas mil 318, hay un núcleo de mucho mayor densidad de interrelaciones, formado por las 147 empresas que detentan 40 por ciento de los ingresos de todas las trasnacionales. La gran mayoría de éstas últimas son instituciones financieras, entre las que se encuentran nombres muy conocidos como Barclays Lpc, Axa, JP Morgan Chase & Co, Merrill Lynch & Co Inc, Deustche Bank, Bank of America, Walton Enterprises LLC (la firma inversora del capital de la familia Walton, dueños de la empresa más grande del mundo: el supermercado WalMart), ING Group, BNP Paribas. La número 50 en la lista es significativamente la china Petrochemical Group Company, que denota el ascenso de los capitales chinos a este grupo exclusivo de corporaciones que tienen las riendas económicas y financieras del planeta.
Aunque el estudio está hecho sobre datos del 2007, previos a romper la ola de crisis financiera que acabó con algunas de las empresas referidas en el estudio, la estructura de la red se mantiene y es una información clave para entender también las políticas públicas que se promueven frente a las crisis financiera, alimentaria, climática, ambiental.
Para empezar, este enorme poder concentrado está entretejido y por detrás de que los gobiernos hayan dedicado –y siguen dedicando, ahora con mayor acento en Europa– enormes sumas de dinero público para salvar bancos y grandes empresas en quiebra, a costa de los presupuestos de políticas de bienestar social para las mayorías, a costa del apoyo que necesita la población víctima de las crisis y en lugar de apoyar alternativas productivas decentralizadas y de pequeña escala (como la agricultura campesina, cooperativas de trabajadores urbanos, etcétera) que son las que realmente pueden enfrentar las crisis múltiples desde las raíces, cambiando las causas, no transformando los síntomas de la enfermedad en nuevas fuentes de negocios.
Al mismo tiempo, sin tocar ni la especulación financiera que causó la crisis, ni los nocivos modelos de consumo y de producción contaminantes (bases de la civilización petrolera y de la devastación ambiental y climática), promueven nuevas fórmulas para aumentar y legalizar los mercados financieros con la naturaleza (mercados de carbono, de servicios ambientales, de biodiversidad, etcétera) y más explotación de naturaleza y recursos a través de nuevas tecnologías, como por ejemplo, el uso extendido de biología sintética para procesar biomasa como fuente de combustibles, de fármacos y sustancias industriales.
Irónicamente, a estos paquetes de subsidiar a corporaciones abriendo nuevas fuentes de mercantilización de la naturaleza y sus funciones para aumentar las ganancias con supuestos remedios a las crisis que ellas mismas provocaron, le llaman economía verde. O como dijo Obama parafraseando a F. Roosevelt frente a la crisis de 1929, se trata de un green new deal (nuevo acuerdo verde), donde todos son escenarios de ganar-ganar. Claro que las ganancias-ganancias están siempre referidas a los mismos: a esa red corporativa que tiene entre sus tentáculos al planeta y a la gente (Ver “Quién controlará la economía verde” www.etcgroup.org/es/node/5298)
El escenario parece abrumador, pero no olvidemos que el sistema que sostiene a estas redes de poder está en una profunda crisis y que por todas partes en el planeta aparecen movimientos que los denuncian y no están dispuestos a resignarse a seguir siendo víctimas. Son movimientos diversos y contradictorios, pero van convergiendo con las alternativas locales, campesinas, indígenas, que son las que sostienen, cuidan y dan de comer a la mayoría del planeta, mientras las corporaciones se empeñan en seguirlo explotando. El emperador sigue reinando, pero está sin ropas a la vista de todos, y tenemos que seguirlo denunciarlo, por más que ahora diga que está vestido de verde.
*Investigadora del Grupo ETC

Siria: injerencismo militar confirmado
      De acuerdo con correos electrónicos de la consultoría de inteligencia estadunidense Stratfor, filtrados por Wikileaks, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha introducido, en forma clandestina, a comandos militares en territorio sirio, para realizar operaciones encubiertas contra el gobierno de Bashar al Assad. El contenido de estos correos, revelado por el sitio que encabeza Julian Assange, contrasta con lo expresado el mes pasado por el secretario general de la Alianza Atlántica, Anders Rasmussen, en el sentido de que la OTAN no tiene intención alguna de intervenir en Siria (...) sigo creyendo que una solución a escala regional podrá ser encontrada, y obliga a recordar que señalamientos similares fueron formulados por Rasmussen respecto del reciente conflicto armado en Libia, semanas antes de la misión militar que terminó con el derrocamiento y asesinato de Muammar Kadafi.
No cabe llamarse a sorpresa por la información difundida en Wikileaks, pues desde hace meses se tienen indicios múltiples de la creciente intromisión de Occidente y de su aliado regional, Israel, en el conflicto que se desarrolla en la nación árabe. El año pasado, otro cable de Wikileaks reveló que el gobierno de Estados Unidos había financiado en secreto a grupos opositores sirios a partir de 2006, luego de una crisis diplomática bilateral que desembocó en la congelación de las relaciones entre Washington y Damasco. Por lo menos desde febrero de este año se tiene información de que el Pentágono ha comenzado a utilizar aviones no tripulados en el espacio aéreo sirio para espiar comunicaciones militares en ese país, y de que las naciones occidentales toleran el ingreso y compra de armas ligeras por parte de las fuerzas opositoras al gobernante partido Baaz. El 3 de marzo pasado, Damasco denunció en cartas enviadas al Consejo de Seguridad de la ONU que algunos países vecinos habían empezado a armar, entrenar y financiar a grupos opositores. Y todo ello ha venido ocurriendo en el contexto de una campaña de presiones diplomáticas contra Siria en la que autoridades y legisladores estadunidenses han barajado la posibilidad de entregar armas a los opositores en aquel país.
Así pues, la información divulgada por Wikileaks da cuenta, en conjunto con los precedentes referidos, de una escalada en el injerencismo militar estadunidense y europeo en Siria; hace inevitable cuestionar la autenticidad y la legitimidad de las protestas que se desarrollan en ese país –pues es claro que Washington y Bruselas, si no las han provocado, por lo menos las han alimentado de diversas maneras–, y confirma que el principal interés de las potencias occidentales en ese país no es de índole democrática ni humanitaria, sino de control geopolítico: la desestabilización y el debilitamiento del régimen de Damasco, la obtención de un pretexto, así sea endeble e inverosímil, para emprender en Siria una incursión militar semejante a la que organizaron en Libia, y la alteración, a como dé lugar, del viejo equilibrio de fuerzas en Medio Oriente para favorecer a Israel en momentos en que éste recrudece sus amagos de agresión militar contra Irán.
No puede negarse que las confrontaciones entre el gobierno del partido Baaz y la oposición siria plantean un escenario preocupante e indeseable, y que la situación en la nación árabe ha desembocado ya en una guerra civil que luce incontrolable. Pero tampoco puede soslayarse que una parte sustancial de la responsabilidad por esa barbarie recae en la injerencia de Washington y Bruselas, la cual –según se desprende de los correos de Stratfor– ha pasado del apoyo indirecto a la intromisión militar directa, y coloca las cosas en el umbral de una nueva guerra humanitaria, como las que ensangrentaron, en su momento, a la antigua Yugoslavia (en particular en Bosnia y en Kosovo), a Afganistán y a la propia Libia.
A estas alturas, debería ser incontrovertible que esas intervenciones en nada ayudan a la democratización de los países en que se practican y que, por el contrario, multiplican los saldos de muerte y de destrucción material. La opinión pública internacional debe demandar a sus gobiernos que rechacen esa perspectiva.

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