Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

jueves, 15 de marzo de 2012

PATEANDO PIEDRAS


Posted: 14 Mar 2012 10:18 AM PDT
No acostumbro dar explicaciones pero pregunto todas las
razones para encontrarlas. Cuido mi privacidad más
que cualquier otra cosa, aunque parezca de broma. Alguien
tan expuesta a medios sociales como yo y que,
además, disfruta del exhibicionismo como es mi caso,
parecería disfrutar la absoluta falta de “vida privada”. En el
momento en que las personas que leían mis cuentos
comenzaban a tratar de dilucidar qué parte era ficción y cuál
realidad, se involucraban con los personajes, me preguntaban
si era cierto que tenía tantos o tan pocos amantes y
tomaban partido por unos u otros, me di cuenta que había
pasado una barrera conmigo misma. Se mezclaron
personajes con personas reales. Siempre he firmado como
“hojaldra” pero también ese personaje comenzó a ser
más persona que yo misma. Me perdí.

Lo que empezó como una columna en la que se darían
“consejos de amor” terminó siendo una antología cuentera
con un hilo conductor que no termino de entender, pero que
resultó entrañable para algunos lectores.
Muchos relatos fueron regalos, otros peticiones especiales y
los más una combinación de sentimientos intensos
con ganas de salir de manera intempestuosa, casi igual que
mis ganas de enamorarme.


Definitivamente, lo confieso, mi repentina falta de
inspiración resulta íntimamente relacionada con mi aversión
a lo público y la combinación con mi estado sentimental. La
eterna enamorada del amor se había, por fin,
enamorado sólo de uno. Resultaba completa y absolutamente
absurdo para mi intelecto aceptar que el corazón le
había ganado la partida y se me acabaron las historias.
Durante más de un año escribí cada semana sobre una
historia amorosa, intentando que fuesdn distintas. Cada
lunes salía “el pan”, como fue cariñosamente apodado y
acogido por ustedes, queridos lectores anónimos,

conocidos, casuales y recurrentes. En él, muchos de ustedes
se sentían acogidos, reflejados, identificados.
Mientras más comentarios llegaban diciéndome lo
acompañados que se sentían…yo más sola estaba.
Me involucré tanto sentimentalmente con mis cuentos que
para cuando me llegó el amor en un otoño cualquiera
yo estaba muy mal parada y entró hasta la cocina. Como
dicen en mi pueblo: “ni las manos metí” y he estado en
un constante enamoramiento físico, cósmico e intelectual del
mismo hombre desde hace un par de lunas…(quizás
más).
Las historias dejaron de fluir. Pensé que ya no necesitaba
cuentos para encontrar al único amor..lo tenía entre mis
piernas, entre mis brazos, entre mis labios, en todo mi
corazón…pero era (es) tan privado que no podía gritárselo
al mundo más que en cuentos. Ja! Una siempre se cae de
bruces con sus propios relatos… Y más cuando los usan
para juzgar tu manera de vivir y ver la vida. No todas somos
Jackie Kennedys pero tampoco todas somos Marilyn
Monroes… No todo es blanco o negro, saben? A veces se vale
ser la Audrey Hepburn de la historia y en el
momento menos pensado convertirse en Mae West.

Un día se acabó “el pan”. Por más horas que pasaba frente a
la computadora, con los dedos frente al teclado, no
pasaba absolutamente nada. Mi mente pensaba en las
mismas ñoñerías de las que he escrito siempre, pero ya no
sabía cómo contar historias. Me daba miedo que cientos de
personas se identificaran con mis estados de ánimo,
me sentía insegura de la calidad de mis cuentos y, peor aún,
me daba pánico comprobar que no existía ese amor
único, así que dejé de escribir en un intento fallido de cerrar
la caja de Pandora, abierta mucho tiempo atrás, que
incluía todo lo anterior, con el plus de las ganas de salir
corriendo para comprobar que lo que yo sentía no era un
amor verdadero. Ganas de joder y sabotearse, diría mi
terapeuta.

Así que decidí soltar los amarres y enfocarme en lo que más
me hacía falta en ese momento: derrumbar el edificio
entero de los departamentos de mi corazón y permitirme la
caída libre con aquel que me robó, completita, desde
el primer momento en que tengo recuerdos difusos de
haberlo visto: sentado en el asiento delantero de coche con
destino a una de esas vacaciones que me cambiarían la vida.
No me arrepiento. Con él he recorrido todas las
constelaciones a nuestro alcance, incluyendo hoyos negros y
viajes en estrellas fugaces.
Al reflexionar mucho sobre estos meses sin “el pan”, recordé
que después de haber terminado cierto número de
relaciones tortuosas en mi vida, es decir, cuando me cansé de
toda esa mierda que había vivido y decidí
experimentar con los “amores peregrinos”, alguien muy sabio
me dijo: “el amor de tu vida nunca es el que se va.
Siempre es el que sigue”. La verdad es que sigo sin
entenderlo, pero hoy creo que hay diferentes tipos de amor,
de relaciones, de intensidades y, sobre todo, formas de
contarlas. Creo que aún hay “muchos panes” por contar.

En el momento en que escribo esto, confieso que ahora veo al
amor parada desde otra pendiente. Pendiente? Sí,
para mi nunca es lineal, siempre siempre siempre es como
una montaña rusa. Fácil? Jamás. Estable? Casi nunca,
sólo a momentos. Intenso? Todo el tiempo. Para mi, no es la
tranquilidad a lo que aspiro. Ni me pasa vagamente
por la mente. Soy una junkie del amor.

Así que, querido lector, querida lectora, la pregunta es si aún
 hay lugar para “el pan” en su corazón.
“What it takes” de Aerosmith está dedicada para los junkies
del pan, a los cuáles no sé cómo dejar ir.
Lee a Hojaldra en twiter y vive el día a día de las
historias de @hojaldra en 140 caracteres :)
Foto hexenesi (CC) Flickr!

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