Elecciones 2012
Del candidato priísta mencionó que va directo al despeñadero
Militantes de PRI y PAN me han ofrecido su respaldo, confió
AMLO
Voy a ser presidente de los ciudadanos del sureste, dijo el candidato del Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador, durante su gira por Tonalá, ChiapasFoto Carlos Ramos Mamahua
Andrea Becerril
Enviada
Periódico La Jornada
Domingo 3 de junio de 2012, p. 8
Domingo 3 de junio de 2012, p. 8
Tonalá, Chis., 2 de junio. Arropado por sus
simpatizantes, muchos de ellos jóvenes, Andrés Manuel López Obrador sostuvo que
mientras su candidatura va hacia arriba, la de su adversario priísta, Enrique
Peña Nieto,
se va al despeñadero, y hay un virtual empate que va a remontar para conquistar por segunda vez la Presidencia de la República.
Confió a los miles de chiapanecos reunidos en la plaza principal de este
municipio que cada vez se le acercan más militantes de PRI y PAN que le ofrecen
su respaldo, porque
nadie quiere votar por sus verdugos.
Se mostró contento y optimista por su repunte y reveló que un día antes, en
el aeropuerto de Guadalajara, un grupo de militantes panistas le confiaron que
votarán por él, aunque no piensan abandonar las filas de Acción Nacional.
En este mitin y en el que encabezó en Villa de las Flores estuvo acompañado
por la ex priísta Maria Elena Orantes, candidata de la izquierda a la
gubernatura de Chiapas, quien lo llamó
mi presidente.
El tabasqueño, a su vez, le brindó su respaldo y advirtió que el candidato de
la coalición PRI-Verde al gobierno estatal, Manuel Velasco Coello, representa a
traficantes de influencias y a un grupo de corruptos que quieren apoderarse de Chiapas.
Desde la mañana, en el aeropuerto, López Obrador declaró que en la tierra de
Belisario Domínguez debe haber elecciones limpias.
Estoy seguro que los chiapanecos no van a permitir una imposición.
En el mitin en Tonalá, relató que pudo ver desde el aeropuerto que Chiapas
está tapizado de promocionales y propaganda de El Güero Velasco.
“¡Güero por aquí, güero por allá, mejor voten por la Morena!”,
exclamó en referencia a Orantes y entre aplausos y gritos de quienes llenaron la
plaza en medio de un sol quemante, y no dejaron de participar durante los 50
minutos del discurso del abanderado presidencial.
Entre la multitud destacaba un hombre que en camilla escuchó el mensaje del
candidato.
Antes de su intervención, el candidato del Movimiento Progresista escuchó al
niño Guillermo Domínguez llamar a votar por él el próximo 1º de julio.
Emocionado, el menor, de unos 10 años, relató que tiene incluso un video en
Youtube para apoyar a López Obrador.
Me amenazó con hacer un motín emocional si no lo dejaba hablar, comentó sonriente el tabasqueño.
Aprovechó para resaltar:
A donde quiera que voy la gente está así, hay un despertar ciudadano, en cambio ya Peña Nieto no sabe dónde ir.
De por sí antes no salía, pero ahora sólo la pasa frente a las cámaras de televisión.
En Villa de las Flores, su última concentración del día, pidió a sus
simpatizantes un último jalón. ¿En qué te ayudamos?, le gritaron. Les pidió
orientar a la gente para que no caiga en la compra del voto, así como promover y
defender el sufragio.
Resaltó que es fundamental impedir que los chiapanecos caigan en
el viejo trucode entregar su voto a cambio de dádivas.
Les van a ofrecer despensas, chivos, patos, si tienen mucha necesidad acéptenlos y hasta se valen mentiras piadosas, pero recuerden que el voto es libre.
Por la mañana declaró que gobernará para todos, pero
por razones de justicia voy a ser presidente de los ciudadanos del sureste.
En Tonalá y Villa de las Flores prometió que regresará, ya como presidente
electo, para elaborar conjuntamente, para potencializar su desarrollo y que cese
la paradoja de un estado rico con un pueblo pobre”.
Chiapas va a tener una atención especial en mi gobierno, voy a ser presidente
de todos, pero por razones de justicia voy a ser presidente de los ciudadanos
del sureste, yo nací en esta tierra. Sé de su potencial, de su paradoja, estado
rico con pueblo pobre, vamos a potencializar su desarrollo.
El Despertar
Diario de guerra
José Agustín Ortiz Pinchetti
Miércoles 30, cambio de escenario. Basta una encuesta del
Reforma para sacudir al cotarro y confirmar múltiples indicios: Peña se
despeña y también Josefina. AMLO casi alcanza al mexiquense y deja muy atrás a
Chepina. Al mismo tiempo, el movimiento #YoSoy132 muestra su vitalidad:
se celebra una asamblea interuniversitaria con miles de estudiantes de
instituciones públicas y privadas. Asumen una línea dura: rechazan el retorno
del viejo régimen y quieren enjuiciar a Calderón, Peña y Gordillo. Todo esto
coincide con la percepción general: la elección de México se empató. Aquí en
Puebla recibo enjambres de llamadas, un torbellino en los mentideros políticos.
En nuestro campo hay peligro de embriaguez triunfalista. Pero en el partido
peñista, es decir, los grupos de interés, Televisa, opinócratas y encuestadoras
que han trabajado en favor de la inevitabilidad de la restauración, debe cundir
el temor. Imaginen cuántas inversiones monumentales, apuestas, amarres,
certezas, están en peligro.
Jueves 31, regresa la guerra sucia. Televisa, impenitente, se lanza
a una campaña de denuncias rabiosas porque en una cena con Creel (no confundir a
Luis con Santiago) se habló de un charolazo. Como nadie dio ni recibió
dinero: el asunto es pólvora mojada; júrenlo, vendrán más ataques.
Jueves 31, radiografía del obradorismo. Leo a un escritor tan oportunista
como inteligente que presenta un esquema del obradorismo: dividido en tres
segmentos: a) una izquierda moderna, b) los cuadros del PRD (según él, lo peor)
y c) una corriente heterogénea compuesta por opinadores afines y jóvenes
variopintos. Curioso: la abrumadora mayoría de comentócratas no alcanza a ver
que la columna vertebral es Morena, organización articulada y activa en todo el
país.
Viernes 1º, consejos a dos jóvenes. Por teléfono platico con Gerardo Galicia,
que opera con éxito en la Mixteca poblana. Ha levantado a Morena en la Sierra
Negra. Me reporta cómo el priísmo salvaje que anida ahí amedrenta y golpea a
nuestros activistas: mandaron a uno al hospital. Los peñistas están muy
nerviosos porque los jóvenes de los pueblos se inclinan por AMLO. Me imagino a
nuestros brigadistas recorriendo aldeas y rancherías entre una breña negra bajo
el sol y el polvo. Le aconsejo que no exponga a nadie; que tampoco se exponga
él. Otro joven me pregunta cómo puede participar en lo que falta de campaña. Le
contesto: no veas televisión, no pierdas ni siquiera media hora de café, lee 20
minutos el periódico. No intentes convencer a ningún irredento. Si quieres
incorporarte a la política, promueve que cinco gentes convencidas voten por AMLO
o entrénate para defender la democracia en las casillas.
Contracampaña-Hernández
La voz de la esperanza
Rolando Cordera Campos
Segun La Jornada del viernes, se viven días de gloria en la
izquierda y el movimiento Morena que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Y así
debe ser, porque esa enorme movilización popular despierta al fin conciencias y
de alguna manera empata querencias de cambio con la de los jóvenes estudiantes
que reclaman transparencia y equidad para la política democrática mexicana.
Las veleidades de la democracia son conocidas por todos y sufridas una y otra
vez por no pocos. Pero gozar y sufrir es uno de los privilegios que acompañan a
esa politica y nadie puede ni debe reclamar inmunidad a ese respecto. Lo que
importa es saber reconocer los dilemas funfamentales y darle consistencia al
discurso que inspira la aspiración de quien toma parte en la contienda.
López Obrador retomó el aliento popular de la democracia cuando propuso que
por el bien de todos deberían estar primero los pobres. Algún ocasionado y más
de un mal intencionado interpretó el lema como una exclusión, pero pronto hubo
de admitirse que la propuesta conformaba toda una forma de entender y querer
hacer gobierno. Hoy, López Obrador busca darle a la reconciliación un
significado nacional y es en ese sentido profundo que debería también buscarse
la impronta popular de su nueva, en realidad no tanto, convocatoria.
Más que de un cambio de rumbo, el llamado de la izquierda mexicana que
encabeza AMLO es de un cambio de énfasis: lo que se juegan los mexicanos todos
no es sólo su bienestar sino su seguridad básica y elemental. Y para obtener
eso, que hace muy poco parecía ganado, se impone ahora una nueva ronda de
sacrificios y contribuciones que sólo puede darse cuando la base social se hace
presente y se vuelve pueblo y no sólo ciudadanía. Y es de eso que tiene que
hablarse hoy a todo lo largo y ancho del espectro político nacional, cuyos
perfiles fundamentales tan bien ha logrado detectar Andrés Manuel López
Obrador.
Los ecos del desbarrancamiento europeo nos llegan insistentes, porque emanan
de lo profundo de un mundo que soñó con una transformación sustancial del modo
de vida sin tener que pasar por otra guerra. No hay tal, por hoy, pero el
espectro de crueles experiencias extremas se hace presente en la visceral
presencia de neonazis en Grecia o Francia y de ululantes liberistas en los
propios Estados Unidos de América.
Todo ha sido escrito y todo querido olvidarse, en aras de nuevos y
desdichados paradigmas. No está México esta vez en el epicentro del huracán,
pero precisamente por eso tendríamos que hacer todos un ejercicio memorioso y
ubicarnos en las coordenadas correctas de un globo que ha extraviado el rumbo y
su sentido.
Equidad para aspirar a la igualdad; seguridad para promover convivencia
creativa y bienestar; concordia para tan sólo dialogar. No es tanto lo que se
requiere para darle a la aventura mexicana, en este tiempo del que se nos ha
despojado por una violencia sin alma, un curso nuevo y justiciero.
El gran reto que tienen AMLO y su coalición es darle credibilidad a su oferta
republicana y, al mismo tiempo, convencer a la sociedad y a ellos mismos de que
aquella consigna popular y reivindicativa tiene actualidad y, sobre todo,
sentido histórico. Con una pobreza encanijada y un desempleo que no se conmueve
ante una demografía ansiosa, el país tiene ante sí la gran promesa de un cambio
tranquilo que redite su larga y olvidada tradición de justicia social. Con
democracia y participacion de los más no es poca cosa.
Pongamos que
son iguales, pero uno es fascista
Guillermo Almeyra
El doctor Perogrullo nos enseña que todos pertenecemos a la especie
humana. Pero ésta reúne tanto a Gengis Khan como a Francisco de Asís, a
Torquemada y a Rousseau, a Hitler y a Marx. En una palabra, somos todos iguales
en la pertenencia a la especie, pero hay algunos
igualesbastante diferentes. Esto vale para las candidaturas presidenciales: no es lo mismo quien pertenece a un grupo que robó, torturó, masacró y violó estando en el gobierno, y que tiene lazos estrechos con el narcotráfico y la trata de blancas, que aquel que es un honesto reformista del sistema y a quien, cuando mucho, se le puede criticar por sus carencias políticas. Un candidato a émulo de Díaz Ordaz no es igual que un seguidor desleído de Lázaro Cárdenas (todos ellos, por supuesto,
igualesen lo que respecta a la defensa del capitalismo mexicano). Existe una diferencia cualitativa que sólo un irresponsable puede despreciar entre una legalidad retaceada y una dictadura civil-militar abierta.
Ahora bien, si AMLO no ganase, México se dirigiría velozmente a ese régimen
dictatorial, ya que los sectores gobernantes y sus mandantes estadunidenses no
tienen el consenso necesario para gobernar con una fachada democrática ni un
aparato estatal controlable, pues el mexicano es un semi Estado en
descomposición acelerada. Por eso las bandas del narcotráfico, los gobernadores
convertidos en señores locales y el entrelazamiento de las cúpulas de las
fuerzas armadas por los delincuentes y el imperialismo, añadirían su lucha
sangrienta a la necesidad de la oligarquía de ejercer una brutal violencia
contra toda movilización reivindicativa o democrática. Un fascista en Los Pinos
daría el tiro de gracia al sistema nacido con la Revolución mexicana, que se
basó en un pacto tácito con obreros y campesinos a cambio de la pasividad
política de ambos, y la independencia misma del país estaría en peligro.
Eso, y no otra cosa, es lo que México se juega en estas elecciones. Por
supuesto, en las urnas no caben el dolor, las esperanzas ni los esfuerzos por un
cambio social. Los papeles que hay que esperar las llenen sólo garantizan la
legalidad y legitimidad de un candidato, lo cual no es poco, aunque sólo es el
comienzo del comienzo, ya que la verdadera lucha empieza el 2 de julio. En
efecto, si no hay organización y voluntad decidida de los trabajadores y
oprimidos para imponer una nueva relación de fuerzas en el país, ni siquiera
está asegurado que el aparato estatal reconozca el contenido de las urnas. Las
elecciones sólo miden la temperatura política del país; es la sociedad
organizada y en lucha la que debe convertir los papelitos impresos en fuerzas
reales para que se empiece a imponer un cambio social.
Queda un mes para convencer a los protagonistas de ese cambio. Las encuestas
amañadas no consideran a quienes no responden para no decir qué piensan hacer,
ni a los que mienten para no facilitar la posible represión, ni a quienes no
tienen teléfono pero sí comprensión y decisión. Los medios de desinformación son
medios de propaganda de la derecha. La batalla por las mentes entra ahora en la
fase al rojo vivo. Por eso hay que oponer a los intoxicadores profesionales el
teléfono popularde boca a oreja, la encuesta en la colonia o la comunidad, en el mercado, en el transporte público, la lucha por cada cabeza pensante.
La propaganda en favor del candidato de Morena deberá ser el subproducto, la
consecuencia lógica de un esfuerzo colectivo por discutir y proponer soluciones
antioligárquicas y anticapitalistas. Es indispensable una tarea de
autorganización, porque sin ésta no se podrán controlar los resultados en las
mesas ni se podrá asegurar un eventual triunfo electoral y, sobre todo, tampoco
será posible imponer posteriormente un cambio real cuando, si gana AMLO,
comiencen a presionarlo desde la embajada gringa hasta los corruptos elegidos
por sus partidos aliados al Congreso y muchos de los que se prendieron de su
carro para llegar al gobierno y después dirigirlo hacia la derecha.
Peña Nieto no puede dar ninguna respuesta a quienes denuncian las matanzas de
sus familiares, porque él, sus iguales y su partido están del lado de quienes
cometen esos crímenes. La candidata del gobierno de la derecha –que puso a
agentes de los narcos en la lucha contra las drogas, militarizó el país
y carga con la responsabilidad de decenas de miles de asesinados– nada puede
decir contra esos delitos aberrantes cuando sólo propone la continuidad. El
silencio de AMLO al respecto, en cambio, no es un silencio cómplice ni una
expresión de impotencia política e intelectual. Ha criticado la represión en
Atenco y los asesinatos masivos, que no desconoce, pero su política está
dirigida hacia la victoria electoral (que, por supuesto, es imprescindible) y no
hacia la movilización popular, y teme perder votos moderados si presenta
propuestas de lucha. Ese cálculo, nos hemos cansado de decirlo, es erróneo y
podría llevarlo a perder votos de los indecisos, que piden soluciones, no
campañas. Pero los militantes de Morena no tienen por qué ser tan tímidos y
cautos. Lo esencial ahora es demostrar a todos que quien se abstiene o vota en
blanco abre el camino a los aparatos de Carlos Salinas y de Salinas Pliego, de
Televisa y del PRI, de la banca y del imperialismo.
Quienes se abstuvieron en 2006 saben que votaron por Calderón y tuvieron como
resultado decenas de miles de muertos. Quienes se abstengan en julio, votarán
por el represor de Atenco, por el candidato a repetir el papel de Díaz Ordaz.
Así de simple. Hay, por supuesto, almas puras que susurran:
¿cómo votar por un candidato burgués?Pero si no lo hacen corren el riesgo de contarse entre las primeras víctimas de una dictadura. Esperemos que despierten a tiempo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario