Peña Nieto, en caída libre
Protesta realizada ayer en el DF contra Peña Nieto.
Foto: Eduardo Miranda.
Foto: Eduardo Miranda.
GÓMEZ PALACIO, Dgo. (apro).- Seguramente, la mañana del 27 de mayo el puntero
en las encuestas electorales, Enrique Peña Nieto, se levantó temprano, vio los
reportes que su equipo de campaña le da y se espantó. Era la primera vez que no
tenía los acostumbrados 25 puntos arriba en los sondeos.
Todas las mañanas, a las siete, el equipo de campaña peñista, Luis Videgaray,
Luis Miranda y Luis Vega -los tres luises, como se les conoce- se reúnen en
privado y hacen un primer balance del día anterior; verifican cómo aparece su
candidato en los medios, quiénes lo criticaron, qué efecto puede tener
determinado acontecimiento nacional en los sondeos y cómo va en los estados.
Quizá el 27 de mayo, el mismo Peña Nieto se percató del inicio de su caída,
quizá se lo comunicó su primer círculo; no lo sabemos de cierto, lo único
evidente fue el rostro agobiado que mostró en su primer acto de campaña de ese
día.
Con una hora de retraso, el “favorito” en las encuestas llegó ante
empresarios de la industria textil en la bella airosa, Pachuca, Hidalgo. Entró
al salón a paso lento, con la cabeza, por vez primera, agachada. Cuando se
incorporó por completo su mirada estaba perdida; atrás quedaron sus entradas
triunfales, el arrebato por el teléfono celular para tomarse decenas de
fotografías con sus admiradoras.
El candidato se veía y se sentía, preocupado. No era para menos, el periódico
Reforma lo ubicaba por vez primera desde que arrancó formalmente la
campaña electoral con varios puntos a la baja, aunque todavía por encima de sus
tres competidores y aún a buena distancia de su inmediato contendiente.
Aunque hemos de reconocer que su debacle electoral arrancó el 11 de mayo en
la Universidad Iberoamericana al ser abucheado por la comunidad estudiantil,
además de cuestionado y acosado a lo largo y ancho de las instalaciones.
Por cierto, dicen que desde ahora la Ibero ya no tiene cupo para el próximo
curso, pues todos los jóvenes quieren estar ahora en la escuela que dio el
primer salto y mostró al país que ahí sí se enseña a pensar y debatir. Dicen que
hasta se ha ubicado en el top del prestigio, desbancando a la propia
UNAM.
Pero volviendo a Peña, no fue sino hasta una quincena después cuando su
rostro denotó preocupación: el 27 de mayo en Pachuca, Hidalgo.
Después del 11 de mayo el fantasma de la Ibero lo persiguió por cada una de
las localidades que visitó; primero fue Saltillo, Coahuila, el 12 de mayo, donde
un grupo de jóvenes intentó colocar una manta de repudio; le siguió la
megamarcha estudiantil en el Distrito Federal el sábado 19 del mismo mes y donde
según las autoridades capitalinas, ésta rebasó los 40 mil asistentes.
En contraparte, el lleno de la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco en
donde Andrés Manuel López Obrador logró congregar a por lo menos 10 mil
muchachos. Le siguió otra marcha multitudinaria estudiantil anti Peña que salió
del monumento a la corrupción del sexenio calderonista, la Estela de Luz, hasta
el Zócalo, haciendo parada inevitable en las instalaciones de Televisa
Chapultepec.
Y todo ello pasó a ser un coctel en contra del priista que devino en la
primera caída en las encuestas: el 27 de mayo.
A partir de ahí, el rostro de Peña Nieto, la seguridad y los actos de
campaña, se volvieron impredecibles. Un día aparecía mal encarado, sin siquiera
querer hablar con la prensa, es más, ni mirarla pues se iba por donde los medios
no podían acceder.
Luego, el capitán Cuevas, su jefe de escolta, se volvió triplemente precavido
y malhumorado, pues cada vez que algún reportero o fan de Peña burlaba la
seguridad, gritaba improperios. Y para rematar, su agenda: un día se anunciaba
que estaría en Michoacán y al siguiente se suspendía, otro día en Tijuana y se
cancelaba para La Paz.
Y por si eso no bastara, la agenda que se entrega a los medios de información
para que puedan programar la cobertura, se empezó a proporcionar a medias. Es
decir, se anunciaría la ciudad que el candidato visitaría pero hasta el último
momento se daba a conocer el lugar exacto.
El 11 de mayo generó un caos en la campaña electoral de Peña Nieto y la
alerta se intensificó después del ataque que sufrió una de las camionetas de
campaña en la ciudad de Querétaro, donde un grupo de jóvenes (después se sabría
que formaban parte del PAN) la zangoloteó pensando que ahí iba el candidato.
La imprecisión sobre los lugares y hora en que el exgobernador mexiquense
estará tiene su origen en el viernes negro de la Ibero y todo ha
generado un cambo de estrategia, aunque públicamente no se acepta, pero el
objetivo es que el estudiantado conglomerado en el movimiento #YoSoy132 no se
entere del lugar que visitará y así prevenir posibles conflictos como el de
Córdoba, Veracruz o el de Colima o el de Zacatecas.
A la persecución de los jóvenes le siguió lo que parece ser fuego amigo del
PRI y los embates en contra de algunos conocidos priistas. Por ejemplo, los
documentos que llegaron a distintas redacciones sobre manejos financieros
turbios de dos de sus principales operadores: Miguel Osorio Chong y Luis
Videgaray.
Y como cereza de pastel, la causa administrativa de Estados Unidos en contra
del exgobernador priista de Tamaulipas, Tomás Yarrington y el seguimiento que le
dio el gobierno federal mexicano por presunto lavado de dinero del
narcotráfico.
Todo lo anterior pasó a convertirse en una pesada loza para el candidato
puntero, quien ahora en lugar de una sonrisa trae una mirada de angustia e
irradia inseguridad que mientras más entra en contacto “con la estructura
priista”, se desvanece y cambia por una más amable.
Y no es para menos, pues según la encuesta, de nuevo del periódico
Reforma, el jueves pasado, lo ubicó a la baja, pero lo peor para él es
que a tan sólo ¡cuatro puntos! de Andrés Manuel López Obrador; atrás quedaron
los 25 puntos, aunque Mitofsky lo sigue ubicando como inalcanzable.
La actitud y el rostro de preocupación de Peña Nieto han sido tan evidentes
que justo cuando explotó el caso Yarrington, en la conferencia improvisada para
abordar el tema, una reportera le preguntó porqué en los últimos días se le
estaba viendo tan decaído. “No sé porqué me ve así, yo sigo con el mismo
entusiasmo”, respondió, palabras más, palabras menos.
Pero aunque el candidato lo sostenga, tanto él como su equipo de campaña no
pueden evitar ocultar que están preocupados, y más si leen con cuidado eventos
de su contrincante más cercano, López Obrador, con algunos empresarios, como por
ejemplo el que tuvo con el dueño de Televisión Azteca, Ricardo Salinas Pliego,
quien lo invitó a compartir con sus empleados de Elektra su proyecto
electoral en Cancún.
Existe una encuesta que la propia televisora del Ajusco mandó a realizar
recientemente a nivel nacional y los números, dicen, han dejado azorado al dueño
pues hay un candidato que va en franca caída libre y otro, avanzando a paso
lento.
Quién sabe si los tiempos le alcancen al más cercano contrincante de Peña
Nieto para derrotarlo, pero por lo pronto más de un empresario y varios panistas
están ya viendo hacia dónde van a poner su resto. Si no lo creen, basta con ver
cómo en el pasado acto con los empresarios de La Laguna el equipo peñista tuvo
que retirar por lo menos cien sillas para que no se vieran solitas, pues los
destinatarios nunca llegaron.
¿Será por eso que al reunirse con “la estructura del PRI” en Durango, Peña
les dijo que se quedaran con “un pedacito de mi corazón” y hasta anda pidiendo
que lo adopten como hijo? A lo mejor no conmueve pero cómo se le parece ahora
“al amoroso” del Peje.
Comentarios: mjcervantes@proceso.com.mx
Twt @jesusaproceso
Los retos de #YoSoy132
Pide #YoSoy132 al IFE cadena nacional para debate.
Foto: Eduardo Miranda
MÉXICO, D.F. (Proceso).- En muchas ocasiones he señalado en este espacio que
lo que la sociedad no haga por sí misma nadie lo va a hacer. Ahora, a pocas
semanas de la elección presidencial, un grupo creciente de estudiantes de
universidades privadas de la Ciudad de México y de instituciones de educación
superior públicas ha iniciado un movimiento que se expresa con marchas en las
calles de diversas ciudades del país y, por supuesto, en el propio Distrito
Federal. Se trata de un fenómeno inédito en el siglo XXI que no estaba escrito
en el libreto de las contiendas electorales. De ahí su peculiaridad. Veamos lo
que es posible esperar de una iniciativa de esta naturaleza.
Primero. Se ha repetido que en México la ausencia de conciencia crítica y de
socialización del conocimiento, en general, constituyen el mejor clima para que
se reproduzcan al infinito la indiferencia, la decepción y la falta de confianza
en las instituciones, así como para que se prolongue el débil estado de derecho.
He señalado en estas páginas, del mismo modo, la asimetría entre lo que se
invierte en el rubro de educación (México está entre los primeros 15 países en
este aspecto) y los resultados que obtiene (ocupa el lugar 79, de acuerdo con un
estudio de la OCDE del 2010 entre las naciones integrantes de la ONU).
Este hecho ha propiciado que la educación, entendida como vehículo de
conciencia, de claridad sobre el papel de la persona en la sociedad y sus
posibilidades de incidencia en ella, cumpla en la práctica un cometido formal.
De ahí, por tanto, tradicionalmente las universidades que formalmente son los
centros de la inteligencia del país forman estudiantes acríticos, con
habilidades de trabajo pero con escasa formación social para evaluar lo que pasa
en el país. Procuran no ser víctimas del “pánico moral” y evitar ser
estigmatizados como “conflictivos” o “revoltosos”.
Segundo. Los estudiantes, a partir de la protesta en la Universidad
Iberoamericana por parte de los 131 jóvenes que se identificaron como alumnos de
la Ibero, han ido mejorando sus estrategias para no ser víctimas del citado
“pánico moral”. Así, de la protesta contra el candidato del PRI Enrique Peña
Nieto en las instalaciones de la Ibero, que me parecieron inadecuadas por la
forma, no por el fondo, ahora han adoptado un código de respeto, de eliminación
de insultos, sin impedir la libertad de tránsito de los demás. Esto le da a
dicho movimiento un cariz nuevo, que deja sin argumentos a quienes en principio
expresaron su descalificación a priori, porque razonablemente están efectuando
sus acciones con la Constitución en la mano. Dicha muestra de civilidad no tiene
muchos precedentes en este país tan convulso, donde existen razones de sobra
para el resentimiento social y para las reacciones desesperadas.
Tercero. Este movimiento estudiantil tiene, entre otras, seis grandes
demandas: 1. La democratización de los medios de comunicación; 2. Hacer del uso
de internet un derecho constitucional (esa misma reflexión es el tema del libro
Internet y derechos fundamentales, de Clara Luz Álvarez, recientemente publicado
por Miguel Ángel Porrúa); 3. Códigos de ética y defensores de la audiencia en
los medios de comunicación; 4. Someter a concurso producciones para los canales
públicos permisionarios a las distintas escuelas de comunicación 5. Abrir debate
entre jóvenes y medios sobre las demandas en cuestión, y 6. Seguridad para los
integrantes del movimiento estudiantil que hacen uso de su libertad de
expresión, y en especial para los periodistas, que han sido alcanzados por la
violencia en el ejercicio de su trabajo.
Al parecer, con la expresión “democratización de los medios” se refieren a
ampliar la competencia en la radio y la televisión para que el público pueda
elegir entre mayores fuentes de información. Decía John Stuart Mill que la
verdad se alcanza escuchando todos los pareceres que tengan algo que decir sobre
ella. Y aquí sería el caso. Los demás puntos se ajustan con creces a las mejores
prácticas internacionales. Los medios del gobierno federal tienen todos un
ómbudsman (yo fui el fundador de la figura en Radio Educación), que representa
un contrapeso interno y un espacio independiente para que la sociedad pueda
expresar sus puntos de vista con la seguridad de que será tomada en cuenta.
Cuarto. Con este movimiento se ha plantado una semilla para generar
conciencia social. Por sus propias características, se ha convertido en
“noticia”, como un dato de interés público que escapa al día a día. Falta mucho
por delante. Hoy, minorías activas son centro de atención de la opinión pública.
No se sabe qué va a pasar mañana. Si bien es verdad que este movimiento se
declara apartidista, es mucho más político de lo que parece.
Implícitamente sus demandas, plausibles, constituyen una presión al candidato
del PRI Enrique Peña Nieto, quien es tratado con obsecuencia por los medios
electrónicos; afectan también a la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota
(cuya falta de ideas propias no impide que se le den mayores espacios en los
medios), y, por el contrario, representarían una bocanada de aire puro para el
candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador.
Hasta aquí los escenarios ideales ¿Tendrán una influencia significativa en
los resultados de las elecciones presidenciales del próximo 1 de julio? Es
improbable pero no imposible. La estructura formada por los cuatro partidos
políticos a base de clientelaje hará su aparición el día de las elecciones.
¿Podrán los estudiantes –que, ojo, no representan a la mayoría de los
universitarios inscritos– hacer frente a las más variadas y sofisticadas formas
de fraude electoral? ¿Podrán acreditar al menos observadores en los distritos
más significativos del país? ¿Las marchas moverán los ratings de las televisoras
privadas para que se conduzcan con civilidad democrática? Si esto que se antoja
muy difícil es logrado, sin duda México habrá dado varios pasos adelante en el
contagio de prácticas democráticas. l
Foto: Eduardo Miranda

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