Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

jueves, 27 de septiembre de 2012

ASTILLERO- Justicia en México: abdicación y deterioro- La hipocresía del PRI

Astillero
Protestas y gesticulaciones
Reforma cupular
Enojos en la ONU
Gracias, Elenita
Julio Hernández López
Foto
CALIFORNIA. En Los Ángeles, un grupo de ciudadanos e inmigrantes participaron en un encuentro en favor de los derechos de indocumentados en Estados Unidos
Foto Ap
 
No tanto como en calles de México, donde organizaciones obreras protestaban ayer contra las reformas laborales que los diputados aprobaron en dictamen general y autorizarán por mayoría en el pleno que sesione hoy, pero Felipe Calderón manoteaba, gesticulaba y hablaba en tono enojado, casi de reproche, exigiendo a la Organización de Naciones Unidas que le entre a la guerra contra las drogas e incluso que analice la posibilidad de regular el mercado de esos productos, revisando si debe sostenerse la actual postura prohibicionista.
 
Patrones y cúpulas partidistas ajenas al interés popular proclamaban ayer las bondades de las modificaciones legales que preservarán los cacicazgos sindicales corruptos y que reducirán el caudal defensivo de los trabajadores ante la voracidad neoliberal en materia de contrataciones, pagos y despidos (Acción Nacional simulaba enojos porque no se tomaban medidas contra los pillos sindicales que ese partido, estando en el poder, protegió y fortaleció en aras de una gobernabilidad alcahueta). Pero nada parecía, a pesar de protestas y movilizaciones, inducir a la corrección de las líneas acordadas por PAN y PRI en esta insólita alianza en que el partido de blanco y azul, ya en la minoría legislativa, consigue que se aprueben parcialmente los cambios que no pudo sacar adelante cuando tenía más fuerza numérica en San Lázaro porque el de tres colores los obstruyó... para desatorarlos ahora. A fin de cuentas: dos partidos y dos propuestas distintas pero un solo afán verdadero. Hoy en lo laboral como mañana sucederá en materia de reformas energéticas y de gatopardismo fiscal.
 
El mismo Calderón se revolvía en Nueva York en torno a sí mismo como si fuera otro. Seis años después de la pesadilla sangrienta, con una lápida de decenas de miles de muertes por irresponsabilidad e ineficacia a cuestas, trastocado el país en cementerio, sala de tortura y reino de la impunidad, convertidos en realidad cotidiana los secuestros, destazamientos y ejecuciones, con la ley de los cárteles cobrando impuestos y ejerciendo poder, Felipe Calderón se puso reflexivo y se preguntó frente a una sala de sesiones de la ONU (a la que muy poco le importaba lo que dijera un cuestionado funcionario mexicano ya de salida) si no habrá llegado el momento de revisar las cosas, de echarles una ojeada crítica. Caray, en un descuido y lo correcto no es el enfoque represivo, el uso bruto de la fuerza, sino otras fórmulas. ¡Eureka (grito bañado en sangre): tal vez se podría prescindir del enfoque prohibicionista (y legalizar el uso de las drogas)! Seis años y un infierno después...
 
Vehemente, el Mesías del Cuerno de Chivo conminó a la ONU a entrar en acción contra la delincuencia organizada y cuestionó por qué en países clave no se combate al narcotráfico afectando su vertiente financiera (como si México no fuera un paraíso del lavado de dinero). Fue una bendición que no estuvieran a la mano Genaro García Luna o algún jefe militar o marino pues, a como estaban las cosas, Heilipe parecía decidido a ordenar arrestos o instalar retenes. Lo bueno es que casi nadie hizo caso de ese esfuerzo oratorio de un mexicano que hace ruido en busca de conseguir chamba como zar internacional de la lucha (o los arreglos) en materia de drogas.
 
Astillas
Mientras los medios de comunicación permanezcan en pocas manos, la democracia no será posible en México. La televisión encumbra, la televisión deshace, la televisión rige el destino de un país, señaló el martes reciente Elena Poniatowska (@eponiatoska en Twitter) durante su participación como comentarista en un segmento del programa informativo que en el canal 2 de Televisa opera Joaquín López Dóriga. En un minuto con siete segundos (bit.ly/S867ey), la respetada escritora exhibió el abusivo poder de las pantallas: La televisión convierte en héroes a los conductores de noticieros, en verdugos a los manifestantes y a los huelguistas, y en primeras damas a las actrices de telenovela. También criticó “los reality shows actuales, que por unos cuantos pesos ridiculizan y envilecen a sus participantes”. El conductor del noticiero ni porque había sido declarado héroe repitió esa noche la fórmula tradicional de despedida: Gracias, Elenita. Lo bueno es que muchísimos mexicanos siempre le dirán a la escritora, en todos lados, lo mucho que la quieren, y le darán gracias sinceras por muchas cosas, entre otras por sus palabras del martes dichas en las entrañas electrónicas del monstruo que encumbra, deshace, rige... En Chicago, donde fue a la presentación de un documental sobre su vida política, Cuauhtémoc Cárdenas consideró que tuvo resultados negativos el procedimiento utilizado para decidir la candidatura presidencial de izquierda en este año: Fue una encuesta que se acordó entre López Obrador y Ebrard, lo resolvieron entre dos, no fue una cuestión del partido o de los partidos de la coalición, y ése fue un error. Por cierto, ni entonces ni ahora han merecido difusión pública los datos duros relacionados con esas presuntas mediciones cuya confiabilidad sí fue aceptada en lo interno pero duramente rechazada en casos externos... El ex candidato presidencial tabasqueño asistió ayer al último informe de labores de Clara Brugada en Iztapalapa. Inevitable es recordar el episodio de Juanito, quien fue utilizado para ocupar un lugar en la papeleta pero condicionado a entregar el puesto a la aspirante a la que las autoridades electorales habían cerrado tramposamente el paso... El Senado aprobó, en la modalidad preferente, el dictamen sobre la propuesta calderonista de Ley General de Contabilidad Gubernamental... Y, mientras el electo comía y platicaba largamente con el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Juan N. Silva Meza, ¡hasta mañana, leyendo Peña Nieto, el gran montaje, un libro de Jenaro Villamil que, como una fuente muy autorizada ha dicho: Por el título parecería una novela pornográfica, pero trata de otro tipo de indecencias!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
Justicia en México: abdicación y deterioro
El gobierno de Estados Unidos pretende que los 12 policías federales arraigados por su posible participación en el ataque a un vehículo diplomático de ese país, ocurrido el pasado 24 de agosto en los alrededores de Huitzilac, Morelos, se conviertan en testigos protegidos de las agencias de seguridad del vecino país, según revelaron a este diario abogados de los uniformados. Significativamente, la salida a la luz pública de dicho ofrecimiento coincide con las declaraciones formuladas por la titular de la Procuraduría General de la República (PGR), Marisela Morales, de que esa dependencia está muy próxima a resolver el caso y que solicitará una ampliación del arraigo de los efectivos policiales.
 
Si resulta por principio cuestionable la presencia y operación de agentes estadunidenses en territorio nacional –como los que fueron agredidos hace más de un mes, o como los que interrogaron, con la anuencia de la PGR, a los agentes supuestamente involucrados en dicho ataque, según los testimonios de sus propios abogados–, la concreción de este intento por sustraer a los policías federales arraigados del sistema de procuración de justicia mexicano y colocarlos bajo las órdenes del gobierno de Washington confirmaría una lamentable pérdida de soberanía en esa materia durante la administración federal en curso.

Semejante perspectiva, por lo demás, sentaría un precedente nefasto para la nación y sus habitantes, en la medida en que abriría un margen para que el esclarecimiento de ilícitos cometidos en el territorio nacional dependa, en última instancia, de las agencias de seguridad e inteligencia y de los tribunales estadunidenses.
 
Más allá de los inocultables afanes injerencistas de Washington, la circunstancia comentada también es indicativa del grado de debilidad y de la pérdida de credibilidad de las instancias de procuración e impartición de justicia de nuestro país. Dicho deterioro puede apreciarse en el descontrol actual del sistema carcelario, el cual debiera ser un eslabón fundamental para el cumplimiento del estado de derecho y, en cambio, se encuentra convertido en un espacio en el que privan el autogobierno y la ilegalidad, como documentó recientemente la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Otro indicador de la debacle en la justicia nacional es el bajísimo desempeño en materia de consignaciones y sentencias en contra de presuntos delincuentes: hace apenas unos días la propia PGR dio a conocer que sólo uno de cada tres individuos presentados por presuntos nexos con el narcotráfico entre 2006 y 2011 recibió sentencia condenatoria, y dicha cifra se inscribe en un contexto en el que casi 90 por ciento de la totalidad de los delitos permanecen impunes.
 
En suma, el comentado retroceso del Estado mexicano en dos de sus tareas fundamentales –la procuración y la impartición de justicia–, así como la abdicación de responsabilidades y potestades soberanas frente el gobierno estadunidense, configuran cuando menos una responsabilidad política de suma gravedad por el grupo que detenta, en lo formal, la conducción del país. Finalmente, ese solo aspecto bastaría para desmentir la afirmación, formulada ayer por Felipe Calderón ante el pleno de la ONU, de que el legado de su administración es un país más fuerte, justo y próspero.
Legislando a tu favor-Hernández
La hipocresía del PRI
Adolfo Sánchez Rebolledo
El PAN quiso pasar una reforma de última hora como si su verdadero objetivo fuera la democratización de los sindicatos, cuando es obvio que en estos últimos 12 años no hizo otra cosa que aliarse de manera oportunista con las cúpulas dirigentes del SNTE, el sindicato petrolero y las centrales charras. En realidad, la iniciativa enviada por Calderón (la ley Lozano) contiene el mayor intento por redefinir las relaciones laborales a partir de los intereses de los grupos patronales dominantes. Toda la alharaca en torno de la democratización no fue más que eso, ruido mediático para satisfacer las ansias críticas de un sector liberal que observa la vida sindical como una pura y dura anomalía. Lejos de reflexionar sobre las instituciones que México debe fortalecer y construir en su caso para enfrentar con un nuevo aliento el conflictivo mundo laboral, –con sus millones de jóvenes sin destino y el océano de trabajadores informales, precaristas, en rigor inexistentes para la comunidad–, el Presidente (apoyado en este caso por el PRI) apenas se atiene a llevar a la norma la receta dictada por la lógica empresarial más estrecha, haciendo a un lado el sentido tutelar que la Constitución le concedió al derecho del trabajo. Recuérdese que los fantasmales contratos de protección se impusieron como antes la flexibilidad sin necesidad de reformar la ley.
 
Esta concepción clasista, cargada a un solo lado, contrasta con las necesidades de una población cuyos niveles de ingreso y su influencia general en la sociedad y el Estado han venido decayendo como resultado de los mecanismo feroces de apropiación de la riqueza colectiva, marcados por el expansivo crecimiento de la informalidad que, ahora, paradójicamente, la reforma laboral quiere combatir formalizando la precariedad, como si el empleo pudiera impulsarse al margen de una política de crecimiento, que es lo que ha faltado. Ahora, con la reforma, se quiere formalizar y ordenar los cambios ya realizados y darle mayores recursos legales al capital para contratar y despedir libremente y decidir los términos de la contratación.

Resulta increíble, por pobre y vacilante, que el presidente electo acepte darle curso positivo a dicha reforma laboral sin tomarse la molestia de inscribirla al menos en un programa de gobierno que debería articular de modo coherente sus mayores propuestas, por ejemplo, el Plan Nacional de Desarrollo, pero la prisa calderonista disuelve los límites sexenales (en teoría no tendría que responder favorablemente al órdago preferente). Por lo visto, para Peña Nieto las grandes reformas estructurales no representan más que la repetición insulsa de las muletillas neoliberales, las frases hechas que no se sustentan en una visión del país y el mundo distinta a la que hasta hoy sostuvieron los gobiernos panistas. Con la misma superficialidad podríamos esperar la anunciada reforma energética. Pero es obvio que ese camino implica graves riesgos que todas las fuerzas deberían sopesar con sentido de responsabilidad.
 
La reforma laboral que está por aprobarse (sin atender a las más diversas voces) es la típica fuga hacia adelante de quienes creen que por el solo hecho de aprobarse más garantías para las empresas (y menos para los trabajadores) la productividad del país cambiará sustantivamente, pero no hay un mínimo rigor a la hora de pensar en si será útil o no para reconstituir la cohesión social degradada por la violencia y la ley de la selva en que hoy sobrevivimos.
 
El PAN y el presidente electo no han tenido sensibilidad alguna para tratar este asunto (los panistas la tuvieron en 1995 cuando aprobaron una iniciativa de reforma laboral que, dicho sea de paso, nunca prosperó). Para ellos el único sindicalismo que cuenta es el pueden manipular desde las empresas o mediante alianzas de poder desde el gobierno, aunque se traguen la corrupción completa. Las voces disidentes, las que claman por un cambio de forma y de fondo comprometido con el progreso de México, han sido hasta ahora los enemigos a vencer desde el viejo sindicalismo corporativo, pero también, y con celo particular por la autoridad laboral. Es obvio que una reforma laboral avanzada, conforme a los principios constitucionales y los tratados firmados en los años recientes, tendría que devolverle a los trabajadores los derechos básicos para organizar la defensa legal de sus intereses, sin interferencias como la toma de nota, grantizando la contratación colectiva y el derecho de huelga. Hace unos años esa fue la razón de ser de la insurgencia sindical frente al peso inamovible del viejo corporativismo. Pero ésta fue reprimida para mantener la ficción de un sindicalismo comprometido con los gobiernos de turno como la verdadera representación obrera. Con la llegada del PAN a la Presidencia se creyó posible desmontar lo que quedaba del antiguo corporativismo, pero la realidad demostró lo contrario y el Presidente se entregó de lleno a una alianza con la dueña del SNTE que ahora, al irse, quisiera exorcizar. Sólo unas cuantas organizaciones alzaron sus banderas con honor y se mantuvieron firmes en la lucha.
 
Lamentablemente, la democratización de los sindicatos no será la consecuencia de una accción externa sino el resultado de las propias necesidades de los trabajadores. La propia izquierda, tan exitosa al incorporar a sus filas a millones de ciudadanos, no pudo o no supo convertir la necesidad de cambio en una gran corriente renovadora de las organizaciones obreras. Y esta es una de las grandes tareas pendientes pues la vida social requiere, más allá de los partidos y movimientos existentes, organizaciones de masas creadas con fines específicos para actuar de modo legal y permanente.
 
El gobierno y los partidos dominantes podrán creer que la inconformidad se limita a las expresiones públicas de la protesta. Incluso, entre voceros del poder algunos hacen burlas en torno al conflicto social que potencialmente anida en nuestra sociedad. Por favor, que luego nadie se queje por las sorpresas que la realidad nos depare.
Afeites pro patronales-Rocha

No hay comentarios:

Publicar un comentario