Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

viernes, 21 de septiembre de 2012

España, Cataluña y el anacronismo institucional- Hacia una industria militar sudamericana

España, Cataluña y el anacronismo institucional
La esperada reunión entre los presidentes del gobierno español, Mariano Rajoy, y de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, celebrada ayer en Madrid, se saldó con una negativa del primero a la demanda de mayor autodeterminación fiscal de las autoridades catalanas, calificada por el actual ocupante de La Moncloa como incompatible con la Constitución española.
 
Cabe recordar que los recortes presupuestales draconianos ordenados por Rajoy para hacer frente a la actual crisis en esa nación europea han tenido un impacto particularmente agudo en comunidades autonómicas como Cataluña y el País Vasco, en la medida en que obligan a sus autoridades a aplicar los preceptos antipopulares de Madrid y ponen en entredicho su grado de autonomía real. En el caso concreto de Cataluña, dicha situación no sólo ha atizado el desempleo y la crispación social, sino que ha alentado un rebrote de la vieja demanda de que esa región se constituya en un Estado independiente, como quedó demostrado con las multitudinarias manifestaciones en ese sentido realizadas la semana pasada en Barcelona.

En ese contexto, la discusión de un ensanchamiento de las potestades fiscales de la Generalitat habría podido ser vista por La Moncloa como una oportunidad de enviar a la población catalana una señal de distensión y de buena voluntad, y evitar un frente adicional de descontento social y político en una España sobrada de tales elementos. En cambio, el alegato centralista formulado ayer por Rajoy, y su negativa a discutir siquiera el pacto fiscal catalán por no ser compatible con la Constitución, no sólo denota una incapacidad lamentable para generar consensos, también es indicativa del carácter obsoleto de la institucionalidad emanada de la transición española, y en particular del texto constitucional de 1978, el cual, según puede verse, padece de una falta de sintonía no sólo con los principios democráticos que reclaman las nacionalidades integradas al Estado español, sino también con las exigencias económicas y financieras planteadas por la actual coyuntura europea.
 
La misma inoperancia de la institucionalidad posfranquista ante la situación social, política y económica de la España contemporánea puede apreciarse en la postura de la corona española frente a las reivindicaciones catalanas: el pasado martes, en una carta abierta, Juan Carlos de Borbón deploró la perspectiva de un Estado catalán independiente y acusó a quienes respaldan esa idea de dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras y ahondar heridas.
 
Con tal actitud, el rey alimentó el rechazo mayoritario de la población catalana hacia la monarquía y alentó de paso el descrédito actual de La Zarzuela frente al conjunto de la población ibérica.
 
La situación descrita da cuenta, en suma, de la necesidad de una reconfiguración en la convivencia institucional de los pueblos de la península ibérica que permita superar el modelo de gobierno centralizado y antidemocrático que emana de la Constitución vigente, el cual ha terminado por parecerse al lema España una, grande y libre de la dictadura franquista.
 
Hacia una industria militar sudamericana
Raúl Zibechi
Desde la gira del secretario de Defensa de Estados Unidos, Leon Panetta, por la región sudamericana en abril pasado, se han profundizado las tendencias que se insinuaban desde tiempo atrás. El Mercosur impulsado por Brasil se afirma cada vez más como potencia económica, política y militar que necesita disputar el espacio sudamericano con Estados Unidos, que sigue considerando la región como su patio trasero.
 
Recordemos que Panetta consolidó el papel militar de sus dos principales aliados, Chile y Colombia, y que lanzó una suerte de ultimátum al gobierno de Dilma Rousseff para transformar radicalmente la relación de Brasil y Estados Unidos en el área de la defensa. En concreto ofrece cierta transferencia de tecnología a la industria militar brasileña, a cambio de la sumisión geopolítica de la potencia emergente (La Jornada, 18 de mayo de 2012).

En poco más de cuatro meses, la respuesta regional en el terreno militar (dejo de lado la contraofensiva que supuso el ingreso de Venezuela al Mercosur ante el golpe contra Fernando Lugo en Paraguay) estuvo centrada en dos ejes: la profundización de las alianzas militares sudamericanas y la potenciación del complejo industrial-militar de Brasil.

En el primer aspecto, lo más destacado fueron las maniobras conjuntas entre los ejércitos de Argentina y Brasil denominadas Operación Guaraní, en la provincia de Misiones, cerca de la estratégica Triple Frontera, entre el 23 y el 29 de junio. Participaron mil 200 militares y 210 vehículos de ambos países, con el objetivo de estrechar lazos de amistad, confianza y cooperación entre los ejércitos de los países (Defesanet, 30 de junio de 2012).

Según los analistas se registró un hecho histórico como la integración en los mismos pelotones de soldados y oficiales de ambos ejércitos, lo que supone la voluntad de unificarse en el combate. Es el segundo año que se realiza la Operación Guaraní, que en esta edición se destacó por la cantidad de personal y material involucrado.

Para evaluar la magnitud del viraje geopolítico que suponen estos ejercicios militares debe recordarse que hasta la década de 1980 la principal hipótesis de conflicto, en cada uno de los países, era la guerra contra el vecino. Se trata de una hipótesis heredada del colonialismo que enfrentó a las coronas de España y Portugal y que se extendió más de siglo y medio después de las independencias, siendo entusiastamente adoptada por las dictaduras de los años 60 y 70.

A principios de agosto Brasil movilizó 10 mil militares en la operación Agata 5, un megaoperativo de seguridad fronteriza que cubrió 4 mil kilómetros, con especial énfasis en la Triple Frontera. Estas operaciones forman parte del Plan Estratégico de Fronteras, lanzado en junio de 2011 por la presidenta Dilma Rousseff (La Nación, 8 de agosto de 2012).

La segunda cuestión que aleja cada vez más al Mercosur de Washington es el fuerte crecimiento de la industria militar brasileña. Los medios especializados señalan que la industria de defensa de Brasil atraviesa un boom y que los empresarios del sector están felices y tienen la voluntad de invertir y crecer, siguiendo los dictados de la Estrategia Nacional de Defensa aprobada en 2008 (Defesanet, 24 de agosto de 2012).
 
La Asociación de Industrias de Materiales de Defensa y Seguridad integra 170 empresas, que proyectan duplicar los 25 mil trabajadores que emplea el sector y prevén aumentar las exportaciones de mil 700 a 4 mil millones de dólares para 2020. Los mercados naturales son los países vecinos, con los cuales están en marcha proyectos militares ambiciosos como el carguero KC-390, destinado a sustituir a los C-130 Hércules estadunidenses, en el que cooperan industrias de Argentina, Chile y Colombia en el diseño hecho por la Embraer de Brasil.
 
El 24 de agosto el Centro de Comunicaciones y Guerra Electrónica del ejército eligió a Embraer para dar los primeros pasos del sistema para monitorear fronteras (Sisfron), con un presupuesto de 6 mil millones de dólares. A diferencia de lo que sucedía hasta ahora, que los radares eran provistos por la multinacional francesa Thales, ahora todos los equipos serán fabricados en Brasil.
 
Un amplio informe publicado por O Estado de São Paulo (16 de septiembre de 2012) señala que los seis principales proyectos estratégicos de las fuerzas armadas suponen una inversión de más de 60 mil millones de dólares. Además del Sisfron y del carguero militar, incluyen la modernización de la defensa antiaérea con misiles que alcanzan 300 kilómetros, la fabricación de 2 mil blindados de transporte, inversiones en defensa electrónica y la compra de 120 cazas con transferencia de tecnología.
 
La marina está construyendo los primeros cuatro submarinos convencionales, de un total de 15, y comenzó el desarrollo del primer submarino nuclear, de un total de seis. La flota contará con dos portaviones nuevos, cuenta con uno antiguo, y 106 naves de combate; una parte de ellas serán construidas en los astilleros brasileños. Además se está relanzando la industria espacial, sector en el que Brasil marcha detrás de Venezuela y Argentina.
 
El mundo está asistiendo a una acelerada carrera armamentista en el contexto de una profunda remodelación geopolítica. A comienzos de septiembre trascendió la fusión entre la inglesa BAE Systems y la europea EADS, dos de las principales empresas de defensa del mundo, ante la crisis de la primera por la reducción del presupuesto militar de su principal cliente, Estados Unidos. Una Unión Europea cada vez más distante de Washington propone crear un ejército europeo sin Gran Bretaña, y establecer un mercado único para los proyectos de armamentos (The Guardian, 18 de septiembre de 2012).
 
América Latina está muy lejos de garantizar su defensa de forma autónoma y las inversiones en armamento siguen siendo las más bajas del mundo. Algo empezó a cambiar. El crecimiento sostenido de la industria militar brasileña, que va camino a situarse entre las 10 mayores del mundo, está llamado a arrastrar a los demás países de la región.

No hay comentarios:

Publicar un comentario