Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

sábado, 22 de septiembre de 2012

Reforma laboral: oposición con causa- DINERO- Y si así no lo hiciere...

Dinero
Reformón laboral, perjudicial para el 79 por ciento
Albazo, ni siquiera se conoce su contenido
Un patrón singular
Enrique Galván Ochoa
 
El Congreso se dispone a aprobar por la vía exprés la reforma laboral propuesta por Calderón y apoyada por Peña Nieto. ¿Cuál es tu posición? Nuestros encuestados esta semana contestaron lo siguiente: a) me perjudica, 79 por ciento; b) no conozco su contenido, 16 por ciento; c) no me afectará, 3 por ciento. Y creo que me beneficiará, 2 por ciento.
Metodología
Participaron en el sondeo mil 803 miembros de El Foro México de toda la República. Algunos enviaron opiniones junto con sus votos. En el foro pueden leerse los textos originales, enseguida reproducimos algunos fragmentos.
Opiniones
Si es propuesta de manera rápida y sin análisis pues es por que algo malo tiene y nada bueno existe en ella.
José Luis Olalde Mendoza/ Querétaro
Soy patrón, así que me beneficia, pero no voy a aplicarla por que mi negocio es chico y los dos trabajadores tienen 25 años conmigo y principalmente porque ahora son mis amigos y son quienes me ayudan a elevar mis ingresos.
Roberto Espinoza Fernández/ Morelia
Primero, no conozco su contenido; segundo, toda reforma, de cualquier tipo que sea, será en contra del trabajador beneficiando a los empresarios, a los patrones, para aniquilar los beneficios y la misma clase obrera. ¿Para qué le buscamos?, es sólo atole con el dedo.
Faustino Cruz/ Atlacomulco
Nos perjudica, sí: limita derecho a huelga (deciden el sindicato y la empresa), flexibiliza al máximo las condiciones de trabajo (para no generar antigüedad y lo que conlleva), nuevas reformas de contratación con periodos de prueba de hasta ¡6 meses!, pago por hora, legalizar la subcontratación outsourcing sin legalizar a las compañías subcontratantes, simplifica los despidos,máximo un año para el pago de salarios caídos... lo caído, caído.
Irina Sánchez Arroyo/ San Luis Potosí
De las terribles consecuencias de la reforma laboral no se salvará nadie, ningún mexicano. Tarde o temprano las sufriremos en lo personal, en nuestros hijos, amigos, sin excepción.
José Nettel Díaz/ Tampico
En mi opinión, espero que se lleve a cabo una reforma laboral que ponga en orden a los sindicatos, en especial los de Pemex, CFE, Educación, etcétera; son la mayoría una bola de zánganos, ellos son ciudadanos de primera y el resto somos de tercera. Por ejemplo, los de la CFE no pagan la energía eléctrica que consumen. En el caso de los estados del norte, que tenemos temperaturas de más de 50 grados centígrados y no nos alcanza para pagar los recibos de la CFE, y durante el verano dormimos en un solo cuarto por el costo de la energía, los señores sindicalizados tienen refrigerada toda la casa sin pagar.
Foto
Nelly Castillo Febles/Ciudad Obregón
Hemos llegado a una etapa en que ni millones de encuestas y consultas que rechacen cualquier medida antipopular y represiva van a hacer mella en la terquedad, sordera, ceguera y estupidez de una clase política entregada a los brazos de un sistema empeñado en destrozar a todos los mexicanos.
Fredy Montiel Viveros/ Puebla
La única forma en que una reforma así me beneficiaría es si yo fuera la dueña de una empresa, a los trabajadores no les beneficia en nada, como siempre los privilegios para los que más tienen y los efectos secundarios para los que siempre nos toca bailar con la más fea.
Sandra Tovar Jardinez/ Distrito Federal
Creo que no me beneficia ni me perjudica, porque soy una persona jubilada. Pero a mis hijos y mis nietos sí los va a perjudicar. A la alta burocracia, ¿también les pagarán por horas y se ajustarán a la nueva ley? Queda tarea pendiente a los diputados y senadores del Frente Amplio defender las causas populares.
Juan Roberto Juárez Infante/ Distrito Federal
En este nuestro sufrido país ninguna reforma a la Constitución o a las leyes que provenga de la derecha tiene como fin beneficiar en conjunto a la sociedad.
Sergio Fernández Hernández/ Distrito Federal
El Poder Legislativo es el enemigo número uno del pueblo, ya que de ahí nacen las leyes que posteriormente nos perjudican. Considero que sólo deberían ser 64 senadores y 128 diputados. Esta sería una reforma de más peso que la laboral que van a aprobar en lo oscurito.
Aroldo López Gutiérrez/ Distrito Federal
Twitter: @galvanochoa
Facebook: @galvanochoa
Reforma laboral: oposición con causa


Con el fin del plazo para la recepción de observaciones sobre la propuesta de reforma laboral enviada por Felipe Calderón al Congreso a principios de mes, en calidad de iniciativa preferente, concluyó ayer la primera etapa de discusión en torno a esa enmienda legislativa. Se espera que en los próximos días la comisión legislativa correspondiente dé a conocer el dictamen que habrá de ser discutido y, en su caso, votado en el pleno de la Cámara de Diputados la semana entrante.
 
Significativamente, la conclusión de dicha fase coincidió con la realización de una multitudinaria marcha en el centro de esta capital, convocada por la Unión Nacional de Trabajadores en contra de la iniciativa calderonista, en la que participaron además contingentes de estudiantes y movimientos sociales. Similares expresiones de oposición a ese documento han sido formuladas por abogados laboralistas, gremios independientes e incluso algunos liderazgos sindicales corporativos, académicos y organismos internacionales, por considerar que la citada reforma es incompleta, en el mejor de los casos, o bien lesiva para los derechos y conquistas históricas de los trabajadores y contraria a postulados constitucionales tan elementales como el derecho al trabajo digno y a la libre asociación.

El proceso de discusión legislativa que se desarrolla en San Lázaro adquiere particular relevancia si se toma en cuenta la orientación que podría tener un paquete de modificaciones a la Ley Federal del Trabajo derivado de negociaciones y componendas entre los partidos Acción Nacional –tradicionalmente cercano a los intereses patronales– y Revolucionario Institucional, el cual aglutina a los liderazgos sindicales jurásicos y antidemocráticos que fueron sostén del viejo sistema autoritario y corporativo creado por el tricolor y del cual se han servido también las presidencias del blanquiazul.
 
Dicha combinación de intereses podría perfilar una reforma en la que se preserven los postulados de la agenda empresarial contenidos en la propuesta calderonista –contratación temporal descontrolada, abaratamiento del despido, legalización del outsourcing y limitación del pago de salarios caídos en los conflictos obrero-patronales y del derecho de huelga, entre otros– y se mantengan intactos los mecanismos que sustentan el control verticalista, opaco y mafioso del charrismo sindical.
 
Si los componentes de la propuesta calderonista en materia de transparencia y autonomía sindical resultaban de suyo inverosímiles a la luz de la política laboral del actual gobierno –caracterizada por el refrendo de las alianzas con las expresiones más recalcitrantes y antidemocráticas del sindicalismo charro, y por la persecución a los gremios independientes–, con la concreción de un dictamen semejante PAN y PRI se ratificarían, ante la opinión pública, como gestores de un proyecto contrario a los trabajadores y al mandato constitucional en la materia, y en el que estarían integrados los aspectos más nocivos del neoliberalismo económico y del autoritarismo político.
 
Por lo pronto, esos elementos han despertado el repudio de un sector amplio del mundo sindical y de la ciudadanía en general, y lucen sobradas y de peso las razones para ese rechazo.
 Coladera de EU-Ahumada
Y si así no lo hiciere...

Enrique Calderón Alzati
 
A contracorriente de los autohalagos y la falta de autocrítica (que a veces suele confundirse con el cinismo) de Felipe Calderón, la condena a todo lo que él representa, lo que ha hecho y permitido, está hoy presente en el pensamiento de la gran mayoría de los mexicanos, incluyendo a los mismos panistas, pero también a los empresarios que han visto mermar sus ingresos, a los jóvenes que no pueden encontrar un empleo pero tampoco un lugar en las universidades y escuelas de educación superior, a los hombres y mujeres que han perdido a un ser querido, asesinado o desaparecido y etiquetado como delincuente, a la clase media y a todos los ciudadanos que han sufrido las consecuencias de sus políticas, su incongruencia, su demagogia e irresponsabilidad.
 
En las calles, en las plazas, en las pláticas familiares e incluso en las ceremonias públicas, la sensación dominante es de enojo colectivo, de un país destruido por la violencia, un territorio sin ley donde los principios y los derechos de los individuos simplemente han sido borrados. Un país en manos de la delincuencia, ahogado en la corrupción, un lugar donde las garantías individuales no existen, donde la credibilidad en las instituciones ha sido empequeñecida, trátese de los tribunales de justicia, las fuerzas armadas, las instituciones de gobierno o de los bancos, que pueden alterar las cuentas y los destinos de los dineros que manejan, a su modo y sin autoridad que los supervise; una nación donde según la ley no existe la pena de muerte y, sin embargo, decenas de miles de mexicanos han perdido la vida víctimas de la violencia y, en muchos casos, asesinados por fuerzas de seguridad y presentados como delincuentes sin haber sido sometidos a juicio alguno.

Una sociedad donde de manera clara la justicia siempre falla no del lado de quienes les asiste la razón, sino de quien puede comprarla y está dispuesto a hacerlo; un país enfermo, cuyas riquezas son concebidas exclusivamente como botín por quienes gobiernan, en el que la corrupción constituye el elemento motor para que las cosas funcionen o se detengan y donde la impunidad constituye el factor necesario y suficiente para que todo esto ocurra.

Es cierto que muchos de estos problemas y lacras vienen de tiempo atrás, y que en cada sexenio la justicia social y la calidad de vida se deterioran más, pero esto no terminará mientras la sociedad no ponga un alto y diga hasta aquí; la Constitución nos indica con claridad cómo hacerlo, en su artículo 87, el cual he utilizado para titular mis escritos para La Jornada. Ciertamente, estos artículos han recibido buena aceptación, mas no la suficiente; por ello hago ahora este nuevo llamamiento, sabiendo que el tiempo se agota y que no podemos perder esta oportunidad para poner un hasta aquí, antes de que el periodo de la presente administración termine, pues después será demasiado tarde.
Mi propuesta es sencilla, concreta y viable: organizar de manera clara e inteligente el establecimiento de un tribunal ciudadano que escuche las denuncias contra Felipe Calderón, en un sitio público y abierto, para discutirlas y después emitir un veredicto sobre su actuación como presidente del país; de manera paralela, habrá de organizarse una consulta pública para que, una vez conocido el veredicto, la sociedad emita su sanción o rechazo del veredicto, y el resultado se haga público en México y ante la prensa internacional.
 
He recibido comentarios muy positivos de hombres y mujeres interesados y decididos a participar, así como de personas escépticas, que plantean que el proceso puede desvirtuarse y convertirse en mera parodia. No es mi intención perder el tiempo en algo así, se trata de responder a un mandato constitucional que claramente indica a la sociedad su obligación de demandar a un presidente cuando éste no cumpla con sus promesas y obligaciones, lo cual no se ha hecho hasta ahora; sería triste guiarnos por este tipo de pensamientos ante la realidad que estamos viviendo.
 
Realizar un juicio y una consulta como la aquí propuesta tiene grandes ventajas sobre otras formas de actuación y denuncia popular, ya que en este caso se persigue un objetivo perfectamente claro, requiere de acciones bien definidas y tiene una vida predefinida, todo lo cual reduce notablemente sus posibilidades de desgaste, dejando a los ciudadanos participantes un claro sentido de cumplimiento y de logro de los objetivos planteados. Por otra parte, no se trata de un juicio al ciudadano particular llamado Felipe Calderón, sino al Presidente de la República como tal y en relación con sus responsabilidades ante la nación, lo que cambia las cosas, porque al juzgar al funcionario se está emitiendo también un juicio respecto a las políticas y formas de gobierno mismas, lo cual lleva un mensaje a otros funcionarios y, de manera particular, a quienes tendrán a su cargo la próxima administración, haciéndoles difícil que continúen con una política o una forma de gobierno que saben que ha sido rechazada por la sociedad en pleno.
 
En este sentido, el juicio con las conclusiones contenidas en el veredicto final del jurado, sancionadas por la sociedad toda y difundidas ante los medios de comunicación nacionales y extranjeros, tendrá una fuerza que no podrá ser ignorada por el siguiente gobierno, trátese de la violencia, del uso de las fuerzas armadas, de las violaciones a las garantías y derechos ciudadanos, así como de las políticas económicas y prácticas contrarias a los intereses de la mayoría.
 
Hoy, a los 74 años, y después de haber participado en diversos organismos sociales, de haber coordinado el proceso de conteo de votos en el plebiscito ciudadano del DF, realizado en un ambiente de burla y descalificación por las autoridades, pero que terminó siendo aceptado por ellas, para dar lugar a las elecciones de jefe de Gobierno y de delegados políticos en la capital del país, tres años después de su realización, ante las presiones sociales que ese proceso generó; de mi participación en Alianza Cívica, que me permitió ser observador en las elecciones de 1994 y coordinar los cómputos para las dos consultas zapatistas, tengo la experiencia que me permite decir que lo que aquí propongo es totalmente realizable y puede tener efectos que superen nuestras expectativas. Por ello, invito a las nuevas organizaciones sociales, como el movimiento #132, a tomar esto en sus manos, a aprender a desarrollar proyectos de movilización ciudadana innovadores, a ganarse el respeto de la sociedad y dejar claro que el pueblo de México en su conjunto no aceptará más la corrupción y la impunidad como actitud cotidiana de quienes supuestamente tienen las responsabilidades de gobernar. Sus opiniones y comentarios son bienvenidos en mi correo.

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