Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

martes, 25 de septiembre de 2012

ASTILLERO- Los Otros, que no son Ellos, ni nosotros

Astillero
Alternancia violenta
EPN: seguir la línea
Descontrol nacional
¿Dónde está Aleph?
Julio Hernández López
Foto
HERENCIA. El presidente Felipe Calderón lanzó desde Washington un mensaje a Enrique Peña Nieto sobre la necesidad de mantener el combate al crimen organizado. El mandatario electo, de gira por Perú, reconoció gustoso que esa lucha es irrenunciable y sólo anunció cambios y ajustes
Foto Notimex
 
Fue descortés (para usar un término suave) el procedimiento que el ocupante de Los Pinos escogió para exhibir a Enrique Peña sometido a las políticas dictadas por Estados Unidos a México en materia de combate al crimen organizado (no gubernamental). En Washington, luego de reunirse con integrantes de un grupo clave (el Council on Foreign Relations o Consejo de Relaciones Exteriores), un sonriente Felipe Calderón declaró al priísta virtualmente aherrojado a la belicidad en los términos que al panista le fueron impuestos durante su sexenio.
 
Asumiendo esa presunta inevitabilidad como un triunfo personal, como una confirmación de buen tino, Calderón negó a Peña la posibilidad de encontrar alternativas viables e inteligentes para enfrentar el problema de los cárteles y la violencia en México. No porque Enrique no fuera capaz de encontrarlas, sino porque, a fe del Mesías del Cuerno de Chivo, esas opciones no existen. “Creo –explicó ante una de las preguntas del público asistente a la reunión con el CFR– que (los futuros gobernantes de México) tienen el derecho, por supuesto, y el deber de analizar otras alternativas. Pero, con toda honestidad, ¿quieren acaso ustedes pensar en otra alternativa?” Así, el Hijo Predilecto de Atlacomulco sólo tendría el camino de seguir la ruta calderonista o echarse para atrás (en el diccionario macho de lo mexicano la traducción sería rajarse) y “dar mano libre a los criminales y decir ‘bueno ya no voy a luchar más. Aquí por favor ¿les gusta este gobierno?, tómenlo. ¿Les gusta esta ciudad, está muy bonita?, me gusta mucho, pero tómenla, no voy a luchar’”.
 
Lo peor fue que el presunto ofendido, cerrando en Perú su extraña gira latinoamericana (aún sin acercarse a los niveles de excelsitud alcanzados por Vicente Fox en algunos viajes), ni siquiera hizo el intento de declararse libre de los grilletes made in USA que el actual usuario michoacano pretende transferirle. Gustoso reconoció que esa lucha es irrenunciable y solamente anunció cambios y ajustes que preservarán lo bueno del historial felipista y mejorarán lo conducente.
La tibia reacción de EPN frente al triunfal FCH abona la percepción de que el PRI se alista para ahondar en la estrategia felipista de guerra. Una oferta nunca puntualizada en público, pero que muchos votantes genuinos en favor del PRI daban por sentada era la rápida devolución de la paz social mediante tratos imperiosos con los cárteles que realizaría un gobierno de tres colores que tendría experiencia en esos manejos de sótano. Ellos sí saben cómo negociar con los jefes del narco (¿por experiencia propia?), era una especie de cartulina de campaña invisible pero bien sabida.
 
Sin embargo, el tramo rumbo a la reinstalación priísta en Los Pinos está caracterizado por una explosión nacional de la violencia, pero no solamente porque (en la hipótesis anterior, del veloz reordenamiento priísta del mercado compartido) hubiera resistencia de algunos grupos ante la inminencia de los nuevos mandos institucionales, reformadores, sino porque pareciera haber un creciente descontrol, con bandos en constante proceso de pulverizaciones y reintegraciones, de alianzas y traiciones, al que el priísmo peñanietista no podría manejar tan fácilmente como algunos suponían, agravado todo por las evidencias de que buena parte del dinero invertido en la compra electoral de 2012 tenga orígenes relacionados con ese mismo negocio oscuro y, por tanto, la conformación del poder público venidero esté impregnada de esos mismos gérmenes de descomposición y descontrol. Es decir, el cuento de nunca acabar: la misma gata bélica, cargada en favor de ciertos cárteles oficiales, nomás que revolcada a causa de la llegada de nuevos operarios. Hasta Marcelo Ebrard, deseoso más de gobernar que de protestar, dijo a El País: Me preocupa mucho que vayan a profundizar en la estrategia de guerra, porque ha fallado y ha sido muy costosa. Hay que sentarse con Peña Nieto y preguntarle qué es lo que va a hacer, porque si es lo mismo no estamos de acuerdo.
 
Esos aires de alternancia violenta (colores distintos, gerentes y beneficiarios distintos, pero en el fondo sigue lo mismo) no se quedan solamente en el terreno del crimen organizado. También han tocado fibras sociales delicadas, en las amenazas y la represión tanto a periodismo crítico como a personajes disidentes. Por ejemplo, en Ensenada, donde ha desaparecido Aleph Jiménez, un maestro en ciencias que colaboraba con el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de esa ciudad y que además fungía allá como vocero del movimiento #YoSoy132. No se sabe dónde está Aleph desde el jueves pasado, y la angustia por su destino tiene fundamento si se toma en cuenta que el pasado 15 fue uno de los ciudadanos que por protestar contra la imposición de Peña Nieto fueron maltratados, amenazados y detenidos por policías municipales (más información puede leerse en http://bit.ly/QzMH2A).
 
Pero los propios priístas tienen asuntos para preocuparse. La procuraduría de justicia de Sonora ha señalado a un militante de tres colores de ordenar el asesinato de un correligionario, con la intención de quedarse con la curul que ni siquiera había sido ocupada. Manuel Alberto Fernández Félix pagó 40 mil pesos, según la autoridad norteña, para matar a Eduardo Castro Luque, de quien era suplente en la diputación local electa, con sede en Ciudad Obregón. En Ciudad Nezahualcóyotl, por su parte, la muerte por apuñalamiento de un diputado local en funciones, muy cercano al gobernador Eruviel Ávila, motivó hasta la irrupción del Ejército en tareas de patrullaje. Pero Jaime Serrano Cedillo habría sido ultimado por su esposa, en una riña conyugal en la que según la versión femenina el varón habría ejercido violencia física.
 
Y, en espera de la sesión nocturna de jueves en San Lázaro sobre reforma laboral ¡hasta mañana, con Fidel Herrera que se apareció como invitado especial al informe del gobernador potosino Fernando Toranzo y al otro día fueron detenidos 16 policías veracruzanos “al servicio de Los Zetas” en el aeropuerto de SLP, según reporte marino!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
Los Otros, que no son Ellos, ni nosotros
Magdalena Gómez
 
El extraordinario texto de Pablo González Casanova, Luis Villoro y Gilberto López y Rivas muestra la trascendencia de la experiencia autonómica de las comunidades mayas zapatistas y la necesidad imperiosa de que se detenga la embestida contra las mismas. La exigencia está clara, como la solidaridad expresada, lo que tenemos que plantearnos es como imponer a los Otros el respeto a Ellos y a nosotros.
 
A estas alturas la afectación a todos los pueblos indígenas del país es una evidencia contundente del rumbo que los Otros han impreso a la nación: el Estado, aliado del capital nacional y transnacional, opera de manera cotidiana las estrategias de contrainsurgencia a través de grupos paramilitares, criminalización de movimientos y liderazgos, tácticas de divisionismo y o cooptación. También debemos preguntarnos si la fuerza lograda por el zapatismo, que en su momento contribuyó a visibilizar a los pueblos del mundo, hoy puede volcarse en justa reciprocidad solo hacia ellos o si debería pensarse en promover la unión con quienes son parte de Ellos, pues los Otros, se llamen como se llamen, sea cual fuere el partido político que los postuló, utilizan la misma estrategia localmente para desarticular globalmente las autonomías.

El enorme simbolismo de la experiencia autonómica de las comunidades mayas zapatistas puede servir de ancla para que su defensa lo sea conjuntamente con el resto de pueblos indígenas bajo el asedio de los Otros. Sólo recordemos la férrea negativa zapatista al intento gubernamental de chiapanizar lo que serían los acuerdos de San Andrés. Ya conocemos el resultado: si bien se impuso al Estado una agenda nacional, éste sigue operando regionalmente a través de gobernadores, para favorecer la confrontación social y mostrar el consabido argumento de los conflictos intracomunitarios. La masiva exigencia de la sociedad por la paz con justicia y dignidad que se expresó en 1994, en solidaridad con los mayas zapatistas, hoy parece diluirse ante el cúmulo de frentes de resistencia ante las agresiones de los Otros. La emergencia nacional es amplia, indígena, campesina, obrera, estudiantil, magisterial, entre otros sectores, como también lo es la de Chiapas, donde las agresiones no solo están dirigidas a las juntas de buen gobierno de Morelia, La Realidad y Roberto Barrios, contra la comunidad autónoma zapatista Comandante Abel, del municipio autónomo La Dignidad; también están los presos políticos Francisco Santiz López o Alberto Patishtán Gómez. Los días recientes también el Centro Indígena de Capacitación Integral-Universidad de la Tierra (Cideci-Unitierra), en San Cristóbal de las Casas, ha sido hostigado por una patrulla militar, y en el municipio de Chicomuselo se realizó el intento de despojo de 300 hectáreas que miembros de la Organización Campesina Emiliano Zapata-Democrática Independiente dirigieron en perjuicio de la Organización Proletaria Emiliano Zapata-MLN, hechos que ha denunciado la Plataforma Chiapas por la Paz con Justicia y Dignidad. Por otra parte, en Guerrero, la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria (CRAC-PC) se enfrenta a conflictos cada vez más complejos, con actores que sirven directamente o indirectamente a los Otros; ni qué decir de Michoacán, con la experiencia autonómica de Cherán o la resistencia en Ostula; los wirrárikas también se defienden frente a los embates de las mineras que son parte consustancial a los Otros. O las comunidades rarámuris, que los próximos días realizarán su tercer encuentro para afinar estrategias de defensa territorial. Los Otros no se detendrán si la fuerza de Ellos y Nosotros no es suficiente para imponerles la paz, si el resto de la sociedad avasallada no asume, como lo hizo en 1994, que luchar con Ellos tenía sentido para la dignidad de todas y todos. Los Otros se sienten seguros: la imposición es un hecho; no importan los valores, no es su juego, menos si esos valores son profundos y no convertibles a monedas de cambio retórico; el interés está puesto en profundizar el proyecto neoliberal a toda costa, por todos los medios. No es casual que en este sexenio, en su final, el ocupante de Los Pinos rompió sus votos de silencio respecto al zapatismo y los pueblos indígenas para hablar de un libro de quien ha sido emblemático para el panismo e incluso, décadas atrás, para la lucha democrática y ahora pretende serlo para los pueblos indígenas, ostentando una labor dirigida a restar fuerza a las comunidades zapatistas.
 
En marzo de 2001, en el histórico cierre en el Zócalo de la Marcha por el Color de la Tierra, los representantes rarámuris regresaron a sus comunidades a contar que Ellos son muchos, que ya el subcomandante Marcos los nombró a todos y ésa era una noticia que les daba esperanza. ¿Por qué no retomarla justamente cuando los Otros se preparan para cerrar el paso a las aspiraciones y proyectos autonómicos?

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