Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 2 de enero de 2013

BAJO LA LUPA- De Keynes a Roosevelt: reparar el mal

Bajo la Lupa
El ciberestado policiaco: Oliver Stone fustiga el orwellianismo de EU
Alfredo Jalife-Rahme
Foto
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el vicepresidente Joe Biden, ayer en la Casa Blanca, luego de que la Cámara de Representantes aprobó el plan autorizado por el Senado a fin de evitar que el país siga en el llamado abismo fiscal
Foto Reuters
 
 
En una entrevista realizada por Abby Martin, de Russia Today (28/12/12), al célebre cineasta Oliver Stone y al historiador Peter Kuznick, éstos evidenciaron crudamente el Estado orwelliano de Estados Unidos (EU).
 
Russia Today se ha vuelto obligado referente de consulta para las dilectas mentes dialécticas (al igual que la prensa china) con el fin de equilibrar la apabullante cuan tóxica desinformación de los oligopólicos multimedia anglosajones.
 
Stone es muy severo con Obama, a quien acusa de haber codificado los cambios dentro del establishment, donde el ciberestado policiaco/orwelliano de EU sistematiza todos los datos de los ciudadanos, quienes carecen de lugar alguno para esconderse. ¡Pavoroso!
 
Kuznick –profesor de historia (versado en temas nucleares) de la American University (Washington)– critica que los ciudadanos en EU viven en una pecera donde el gobierno intercepta más de mil 700 millones de mensajes al día (¡supersic!)” de sus correos electrónicos, llamadas telefónicas y otras formas de comunicación. ¿Sólo en EU? ¿Alcanzarán los tentáculos del ciberestado policiaco/orwelliano de EU a los ciudadanos del TLCAN y de los numerosos países donde prosperan sus trasnacionales de comunicaciones de ensueño?
 
Kuznick y Stone realizaron una película y libro de 10 documentales (cada uno de una hora de duración) La historia no narrada de EU, inspirada de la famosa serie El mundo en guerra –de la década de los 70 sobre la Segunda Guerra Mundial, de la BBC–, que tomó cinco años de elaboración cuidadosa.
 
Martin pregunta a sus entrevistados en uno de los capítulos más atractivos de la serie –Obama: la gestión de un imperio herido– y el aspecto más perturbador de su presidencia.
 
A lo que contesta sin tapujos Stone que, debido a la pesadilla de la presidencia Bush, la población le ha perdonado a Obama ser un lobo con disfraz de cordero por haber representado una gran esperanza para el cambio, amén de ser muy inteligente. Pero considera que la administración Obama (un constitucionalista) vive fuera de la ley, cuando sin leyes florece la ley de la selva.
 
A mi juicio, Stone pretende falsamente que se trata de un fenómeno meramente típico de EU y mucho me temo que sea la tendencia universal de la redición de un mundo hobbesiano ciberglobalista mucho más ominoso debido a las cadenas de esclavitud virtuales de las nuevas tecnologías, que hacen creer a los enajenados ciudadanos que son libres cuando mentalmente están más encadenados/condicionados que nunca.
 
El cineasta destaca la enormidad del sistema Pentágono, mientras, a juicio de Kuznick, Obama no rompió con la política de Baby Bush a escala doméstica: ahora se clasifican más documentos cuando prosigue la Enmienda del espionaje, la vigilancia y los ataques se han intensificado con drones (aviones militarizados no tripulados; nota: abundantes en la frontera EU/México).
 
Martin alude que el sistema Pentágono se ha sofisticado al dejar atrás las odiosas políticas de la CIA mediante nuevos métodos fascinantes que permiten la ejecución metajudicial silenciosa que la hace más aceptable. Aprovecha para preguntar sobre la “reja (grid) de vigilancia” vigente en EU: un campo abierto (¡supersic!) de concentración donde no existe más necesidad de internar a la gente.
 
Kuznick y Stone ponen el dedo en la llaga del sistema Pentágono que cuenta con más de un millón (¡supersic!) de personas con pases especiales (clearance) de seguridad que hacen de EU un Estado de pesadilla, un Estado 1984 (título de la clásica novela de George Orwell). ¡Uf!
 
Stone aduce que la parte triste del caso es que los jóvenes lo aceptan cuando los multimedia son conducidos por los dólares, la codicia y el rating.
 
A mi juicio, los jóvenes de EU están muy intoxicados por el marketing tecnológico, al unísono de la sobresaturación de pistolas, drogas, lascivia y el embrutecimiento lúdico de control masivo por una plutocracia perversa. Cuando despierten de su letargo, los jóvenes tomarán cartas adecuadas, como sucede en forma creativa con sus similares en los cuatro rincones del planeta, quienes rehúsan ser una vulgar base de datos del totalitarismo neoliberal tecnificado.
 
Kuznick aporta un dato estrujante: se gasta en EU en el rubro del espionaje de seguridad militar tanto como el resto del mundo combinado.
Martin calienta el caldo orwelliano y arremete contra la evisceración de las leyes, en especial mediante la Enmienda de Autorización de Defensa, que erradica el juicio legal, libertad fundamental de EU. Lo sigue en su pensamiento Stone, quien flagela tal primitivismo: una ciega adoración de lo militar y el patriotismo que ha dejado de lado a la moralidad, cuando un poderoso ejército sirve para defender al país y no para invadir otros y conquistar el mundo.
 
Kuznick critica el excepcionalismo de EU como ciudad sobre la colina, un regalo de Dios a la humanidad, que Madeleine Albright, secretaria de Estado de Bill Clinton, proclamó como la nación indispensable y hegemónica. Desde luego que EU no es la Ciudad de Dios que preogonó el portentoso teólogo católico fenicio San Agustín de Hipona.
 
Kuznick evidencia la notable desinformación de la gente. No puede afirmar que se trata de algo deliberado, pero sentencia que el efecto es estupidizar a la población hasta el punto que no pueda pensar críticamente y se le pueda engañar con lo que sea. Tiene un alcance de atención de cinco minutos y una memoria de cinco minutos de lo que sucedió en el pasado. ¡Uf! Insisto: no se trata de un fenómeno local, sino del neoliberalismo ciberglobalista. Basta percatarse del nihilista efecto Televisa en el mundo latino.
 
Perturba el escepticismo de Stone sobre la nueva generación, aunque considera la existencia de patrones cíclicos transgeneracionales sin profundizar demasiado, como lo hace un poco más Kuznick, quien aduce que sus estudiantes quieren cambiar las cosas, pero en forma muy superficial al no abordar las causas profundas de los problemas: los patrones consistentes de la conducta de EU, que entienden mejor grupos como Ocupa Wall Street, en similitud a los movimientos de gran escala de los años 30, 60 y 70-80. ¿No será más bien que todas las decadencias exponen sus consistentes patrones cíclicos?
 
Ya en plena decadencia del imperio austro-húngaro y mucho antes de la eclosión cibernética –a mi juicio: de doble filo dependiendo del uso/abuso que se le impregne, así como de sus medios y fines axiológicos–, el genial escritor austriaco Robert Musil anunció el ominoso advenimiento del Hombre sin atributos como consecuencia de la Primera Guerra Mundial y al anonimato de la masificación materialista carente de espiritualidad en medio del crepúsculo ambiental, donde resalta la orfandad de valores como la verdad y las opiniones –quizá, a mi juicio, lo más valioso de la genuina civilización occidental desde los helenos pasando por San Agustín de Hipona hasta la ilustración. Por ello el ciberestado policiaco de EU está condenado a su fugacidad, a menos que prevalezca la autodestructiva barbarie hobbesiana.
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De Keynes a Roosevelt: reparar el mal
Alejandro Nadal
El 31 de diciembre de 1933 el economista John Maynard Keynes dirigió una carta abierta a Franklin Roosevelt, el único presidente de Estados Unidos que se ha enfrentado al capital financiero. Si Keynes estuviera vivo, este fin de año habría enviado a Obama una carta parecida. Considerando el estado actual de la economía mundial, y no sólo la estadunidense, es importante recuperar los puntos medulares de esa misiva.
 
Escribió Keynes al mandatario: Usted se enfrenta a una doble tarea: recuperación de la crisis y la aprobación de reformas económicas y sociales que debieron haber sido introducidas hace mucho. El objetivo de la recuperación es incrementar el producto y el empleo. En nuestro mundo el producto se destina a ser vendido y su volumen depende del poder de compra que le hará frente en el mercado. Un incremento en el producto requiere de por lo menos uno de tres factores. Las personas deben ser inducidas a gastar una mayor parte de su ingreso, o las empresas deben ser persuadidas, ya sea por una mayor confianza o por una menor tasa de interés, a contratar más personal y así crear más ingresos en manos de sus empleados. Alternativamente, la autoridad pública debe ser llamada a crear ingresos adicionales a través del gasto público. Cuando los tiempos son malos no se puede esperar que el primer factor funcione a una escala adecuada. El segundo factor no podrá operar sino hasta que el gobierno haya revertido la situación a través del gasto público. En consecuencia, el mayor impulso para salir del bache sólo puede provenir del tercer factor.

Keynes replantea hasta aquí su teoría de la demanda efectiva para indicar que en tiempos de crisis, cuando el gasto y las expectativas se deprimen, la inversión privada se contrae y no puede ser el motor para sacar una economía adelante. El gasto público es la alternativa para suplir la deficiencia en la demanda agregada. Las políticas de austeridad que hoy se aplican en Europa son la antítesis de esta visión y representan el regreso a una ortodoxia que niega la realidad. Asimismo, en Estados Unidos la discusión sobre política fiscal y la necesidad de reducir el déficit está contaminada por el oscurantismo de una pseudo-teoría económica más ligada a la ideología que al análisis racional.

Sigue diciéndole Keynes a Roosevelt: Hay indicios de que dos falacias técnicas están afectando las políticas de su administración. La primera tiene que ver con el papel que juega el incremento de precios en la recuperación. Keynes aclara que el aumento de precios normalmente acompaña al crecimiento y la expansión del empleo. Pero existe una inflación provocada por manipulaciones de costos o de la oferta y no tiene nada que ver con el aumento de precios que se espera de una expansión saludable del poder de compra y de la demanda agregada. En pocas palabras, el fetiche del control de la inflación no debe ser un obstáculo para aplicar políticas de recuperación.
 
En el terreno de las recomendaciones, Keynes insistió: la prioridad está en otorgar crédito para el gasto bajo los auspicios del gobierno. Una preferencia estaría en obras que pueden madurar rápidamente y en gran escala, como la rehabilitación de la red ferroviaria. En segundo lugar yo colocaría el crédito barato y abundante, así como la reducción de la tasa de interés de largo plazo a través de la intervención de la Reserva federal.
 
Ochenta años después, la carta de Keynes a Roosevelt mantiene su vigencia esclarecedora. Mientras la peor crisis en la trágica historia del capitalismo sigue su marcha, los poderes establecidos aprovechan la coyuntura para arremeter contra lo que queda del estado de bienestar. El colapso actual tiene sus raíces en el estancamiento de los salarios reales en las principales economías capitalistas del mundo. La mala distribución del ingreso ha llevado a un sobre endeudamiento de las clases trabajadoras. Y ahora, en una brutal recesión en la que todos los agentes están empeñados en desendeudarse, nadie quiere aumentar pasivos y cualquier ayuda en forma de subsidios fiscales se utiliza para pagar deudas, lo que no contribuye a incrementar la demanda. En este contexto urge el lanzamiento de un vasto programa de obras públicas.
 
En Estados Unidos y Europa, los amos del dinero impiden que el gasto público sea el factor para salir del atolladero, tal y como recomendaba Keynes. La falacia sobre la necesidad de mantener el presupuesto equilibrado ha sometido a las finanzas públicas a los dictados del capital financiero. Aún más, al imponer los recortes fiscales se agrava la crisis porque se reduce la demanda agregada. ¿Será por ignorancia o por mala fe? En algunos casos el desconocimiento de los rudimentos de la teoría económica es responsable de que se apliquen políticas retrógradas. Pero, en general el retroceso en política macroeconómica de cara a la crisis se debe a un objetivo perverso: La destrucción de todas las instituciones que apoyan a la clase trabajadora.

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